domingo, 28 de febrero de 2016

Nuevo León como tierra de osos

Antonio Guerrero Aguilar/

Un ilustre médico regiomontano me decía que la figura del oso debería estar en el escudo de Nuevo León. Recordé que la bandera del estado de California posee un oso. En estos tiempos se han visto muchos de ellos, específicamente en municipios montañosos que tienen reserva territorial correspondiente al Parque Nacional Cumbres de Monterrey. Mi amigo el ecologista Luis Esparza, especialista en cuidado ambiental, me dijo una vez que los osos se atreven a bajar a las zonas urbanas  cuando buscan nuevo territorio o alimento como uvas silvestres, tejocotes, madroños y chapotes. La población se ha reproducido exponencialmente, la invasión del hombre y el cambio de uso del suelo de sus hábitats son la causa de que los veamos más seguido. Lo cierto es que también se ven a las hembras con sus crías en los patios, casas, escuelas y parques de varios municipios de Nuevo León.

El oso como animal y ser viviente, es algo excepcional y misterioso para el ser humano. Los cazadores nómadas y recolectores lo reverenciaron al plasmar su imagen en petrograbados, pinturas rupestres y estatuillas. Alrededor de él hay una serie de consejas y supersticiones. Algunos pueblos de la antigüedad hacían ritos de iniciación con los más jóvenes a quienes colocaban una piel de oso. Los indios norteamericanos los veneraban como si fueran personas queridas que habían reencarnado en ellos, por eso lo consideran como un hermano. Para los escandinavos el oso es el rey de los animales y de la naturaleza. En la Edad Media el oso aparecía en los escudos y blasones, a tal grado que Federico II de Alemania fundó la Orden del Oso en 1213 como un grupo de caballeros al servicio y defensa de la Iglesia.

Los griegos pensaban que las dos constelaciones, tanto la de la Osa Mayor y Menor, tenían que ver con Callistos, una bella dama compañera de Artemisa que fue amada por Zeus y que al morir se convirtió en una constelación. Callistos fue hija del rey arcadio Lición; al quedar embarazada por Zeus, Hera tuvo celos de ella; por eso cuando nació su hijo los convirtió en osos. Zeus dolido por tal acción, los llevó hasta el cielo en donde se convirtieron en constelaciones. Hera pidió a los dioses que las osas nunca se perdieran de vista en el océano para observarlas todas las noches. Estas constelaciones son consideradas para los pueblos del mediterráneo como el origen del universo.


La estrella polar como punto orientador por excelencia, es la última estrella de la Osa Menor. Estas constelaciones están muy de cerca con el signo zodiacal de Libra. Los antiguos pastores del noreste mexicano dividían  la noche en tres tiempos través de la Osa Menor: prima, modorra y alba. Pensaban que las cuatro estrellas principales de la Osa Mayor son ladrones que quieren atacar a la estrella polar y que las cuatro estrellas de la Menor son guardias de ella. En cambio los celtas vieron en el oso a un animal asombroso que conjunta lo bestial y salvaje con lo celestial y lo divino. Especialmente porque su piel refleja lo tenebroso y la luz de las estrellas. Consideraban al oso como hijo del perro que refuerza el carácter totémico y común de ambos animales

Coloquialmente hablando, hacer el oso es algo bochornoso, como un error que se comete en público. Pero también hacer el oso significa galantear y enamorar a alguien, haciendo toda clase de cosas para llamar su atención. La palabra que termina en oso tiene que ver con lo abundante y rico. Tal vez por eso se le regala a la dama pretendida un oso de peluche. Es un espíritu protector, por eso también se los damos a los niños pequeños. Hay nombres que nos recuerdan al oso, como Arturo y Úrsula. Para los celtas, Arturo tenía que ver con la realeza y podía hacer todo, excepto matar osos. El apellido García supuestamente en vasco significa oso. Para dormir a los niños se les cuentan relatos en torno a los osos y brujas del bosque, como aquel de ricitos de oro pues los osos son los amos y señores de los bosques. O de seres humanos que se convertían en osos para proteger los bosques y la naturaleza de los mismos.


El oso representa el ciclo de la regeneración vital, de la vida y de la muerte. Duerme y muere en el invierno para luego despertar y resucitar en la primavera. Se le considera el signo del conocimiento interior y del esfuerzo y sacrificio necesario para el autoconocimiento y evolución como personas. Cuando el oso  ingresa a una cueva a hibernar, es como si regresara a los orígenes y al vientre de la madre Tierra. Representa la fuerza salvaje de la naturaleza. Desde el punto de vista totémico y familiar, están emparentados con los perros. Curiosamente el oso panda no es un oso, más bien pertenece a una familia cercana a los mapaches. En consecuencia, el oso es un intermediario entre el mundo físico y sensible con el mundo espiritual y trascendente.  Es el maestro de la iniciación al conocimiento profundo del universo, como deidad protectora y nutricia, al igual que los valores maternales de la osa que cuida en extremo a sus crías. También protege al mundo interior y natural de los seres humanos. Supuestamente la grasa, la carne y la piel del oso tienen cualidades curativas. Se hacen amuletos con sus dientes y garras ya sea como adorno o para atraer la buena suerte. Por su forma de vida está más bien relacionado con la Luna y sus ciclos.

Hay varias especies de osos: el gris, pardo, negro, polar, hormiguero, etc. El oso negro o “ursus americano” es la única especie que habita en México. Regularmente vive en donde hay matorrales, desiertos y bosques, aunque tradicionalmente se cree que pertenecen a lugares boscosos y serranos. Hay muchos osos en Nuevo León aunque se desconoce su número exacto. Son carnívoros pero comen lo que encuentran, preferentemente materia vegetal y algo de carroña, peces, miel e insectos. Su movilidad tiene que ver con la búsqueda de alimentos, preferentemente en otoño, cuando inician la hibernación para sobrevivir en el invierno. Los biólogos de la región dicen que la variedad de osos que vemos regularmente, duermen periodos más cortos. Baja su metabolismo y su sueño es más profundo. Para ello eligen cuevas, cavidades y troncos de árboles. Se recomienda no alimentarlos, no tirar basura con desechos orgánicos que los atraigan y cuidarlos porque es una especie en vías de extensión. Y más ahora, pues hay una multa de 3.5 millones de pesos para quien alimente a los osos.



Es un animal común en las zonas montañosas y altas de Nuevo León. Había pobladores que criaban o domesticaban osos. Yo recuerdo a un oso en el restaurante El Álamo en San Pedro de los Salazares en Santiago, Nuevo León,  al cual le daban a beber cerveza. En muchos ranchos y casas del noreste, su piel es usada como tapete. Dicen que los osos siguen a las personas, tienen ademanes como personas, los espían y hasta les hacen señas en especial a las mujeres. Han visto a los osos tirar piedras cuando quieren algo con alguien.  La gente de las montañas cuenta que las osas se roban a los hombres y los osos a las mujeres. Incluso que hasta han embarazado a mujeres con las cuales han procreado seres excepcionales, mitad humano y mitad oso. Yo conocí a un señor que recogía restos de basura en una carreta por el centro de Montemorelos, a quien apodaban Juan Oso, porque creían que era hijo de una mujer originaria de Villa de García que fue robada y luego embarazada por un oso. Supuestamente los osos mantenían relaciones con mujeres y las encerraban en cuevas junto con sus crías. A veces los cazadores y pastores los seguían hasta sus madrigueras y los osos mataban a sus crías de puro coraje. Hay una conseja en Iturbide que nos habla de una pareja de compadres que al pecar, en señal de castigo se convirtieron en osos.  Recientemente escuché decir a una locutora que era muy bueno ver a los osos en su hábitat natural. Tal vez el oso con sus instintos ve como el ser humano se quedó con su hábitat natural.

domingo, 21 de febrero de 2016

El Seminario de Monterrey en la historia

Antonio Guerrero Aguilar, Cronista de la Ciudad de Santa Catarina

En el 2013 todos hablaban del 80 aniversario de la fundación de la UANL y del 70 aniversario del establecimiento del ITESM. A muchos se nos olvidó que en ese año; el Seminario Arquidiocesano de Monterrey cumplió 220 años de formar a los pastores y laicos que sirven a la Iglesia regiomontana. Pero también no consideramos que la presencia del Seminario trasciende a través de quienes se han formado en su seno y figuran en la cultura, la política, la historia y la sociedad regional como nacional. Los años trascurren… y con ellos la historia. Todos ellos, ya sea en el sacerdocio o como laicos, por donde han pasado marcaron una huella e  imprimieron una historia al servicio del pueblo de Dios y de sus semejantes. Y en aniversarios gloriosos nuestra mente regresa hacia atrás para actualizar el pasado en presente.

¿Qué es un Seminario? La palabra viene de semilla y en consecuencia es donde se siembra una inquietud o una intención. Puede ser una técnica de aprendizaje grupal en la cual los participantes inician o descubren un proyecto.  Como institución formadora de sacerdotes, nace después de la Reforma luterana.  En el concilio de Trento (1545-1564) se dispuso que en toda iglesia y diócesis, se “alimente y eduque a formar en la disciplina eclesiástica a algunos niños de la ciudad o diócesis en un colegio que el obispo elija para ésta finalidad”. Entonces los seminarios surgieron como centros de formación humana y religiosa para preparar a los pastores de la Iglesia.


El seminario de Monterrey es la consecuencia del establecimiento de la Diócesis del Nuevo Reino de León cuya sede original quedó en Linares, Nuevo León. Inició el 19 de diciembre de 1792 por decreto de don Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés, tercer obispo de la diócesis. Su nacimiento se sustentó en tres bases jurídicas: al amparo de la curia romana, según lo mandado por el concilio de Trento; la real, debido al Regio Patronato Indiano y la diocesana ratificada por el 111 Concilio Mexicano. Las cátedras se abrieron hasta el 12 de febrero de 1793 con apenas diez alumnos. En la misa celebrada por el señor obispo en la capilla del colegio ubicado en la esquina de Ocampo y Doctor Coss,  acudieron tanto el gobernador del Nuevo Reino de León como las autoridades civiles y militares; siendo su primer rector el padre Domingo de Ugarte y Burgoa. A los pocos días el número de alumnos inscritos llegó a 50.

El 13 de octubre de 1823 por acuerdo del congreso de la república, se autorizó a todos los colegios seminarios para incluir un programa de estudios de derecho civil.  Entonces abrieron la cátedra de derecho al cuidado de Alejandro Treviño y Gutiérrez. Cuando ocurrió la invasión norteamericana, los alumnos del Seminario se inscribieron para defender a la ciudad de Monterrey en septiembre de 1846. A ellos se les debe considerar los “Niños Héroes de Monterrey”. Siendo obispo Francisco de Paula y Verea se presentaron las primeras dificultades debido a la promulgación de las leyes de Reforma en 1857. El pastor de almas debe retirarse de su diócesis y durante su permanencia en la ciudad de México, el rector recibe amenazas para cerrar la institución. Es cuando Santiago Vidaurri decretó la creación del Colegio Civil el 4 de noviembre de 1857. Como se advierte, le llamaron colegio civil para diferenciarlo del colegio seminario de Monterrey, mientras que la Escuela de Derecho se separó del seminario para dar origen a la actual facultad de Derecho y Criminología de la UANL.

A pesar de las leyes liberales, el Seminario continuó formando a los pastores de la Iglesia del noreste mexicano como a los hombres de buena voluntad que sirven al prójimo. Por ejemplo, en 1862 tropas liberales invadieron el plantel y quemaron el archivo como la biblioteca. En abril de 1864 nació en Monterrey el hijo del Lic. Benito Juárez y algunos alumnos del Seminario fueron invitados como padrinos. En señal de agradecimiento el prócer se compromete a conservar y apoyar la labor educativa del Seminario y el benemérito elogió su labor en beneficio no solo de la Iglesia sino de la sociedad en general. Todas las tardes acudía a merendar con los alumnos y formadores de plantel.  Lamentablemente a la salida de Juárez, el Seminario fue intervenido y de acuerdo a algunos historiadores trasladaron la sede hacia Saltillo en donde permaneció por espacio de dos años. Durante mucho tiempo el Seminario se mantuvo gracias a las contribuciones de las parroquias como de algunos fieles comprometidos con su Iglesia. El seminario siguió formando a los pastores y a los laicos de la grey que vivían en los tres estados del noreste. Para 1864 el Seminario estaba ubicado en la manzana comprendida dentro de las calles de Hidalgo, Bravo, Bolívar y 20 de Noviembre. Al dejar el inmueble se hizo una colonia a la que llamaron Ex Seminario. Estas instalaciones eran perfectas para la enseñanza: tenía su biblioteca, laboratorios de física y química y hasta un potente telescopio.


Entre 1869 y 1901 el seminario estuvo dirigido por los padres paúles.  El primer arzobispo Jacinto López Romo, decide traer becados a jóvenes de otras partes de la república para formarse en el Seminario ante la escasez de sacerdotes y vocaciones locales. Debido a la presencia de tropas revolucionarias, el Seminario fue intervenido por los carrancistas. Los 30 alumnos salieron a sus casas para esperar la reapertura de los cursos. Muchos seminarios mandaron alumnos a Castroville, Texas para continuar con su formación.

A partir de 1917 el seminario estableció su residencia en la actual basílica de nuestra señora del Roble, bajo la guía de los padres Juan José Hinojosa, Pablo Cervantes Perusquía (quienes tienen abierta una causa de beatificación y ahora son Siervos de Dios) y Fortino Gómez. Posteriormente los alumnos residieron por la calle de Hidalgo en el centro de Monterrey. Siendo arzobispo Juan de Jesús Herrera y Piña, consiguió becas para mandar alumnos del seminario a estudiar al colegio Pio Latinoamericano de Roma. Gracias a sus gestiones, el 28 de abril de 1925 la Santa Sede aceptó el envío de los restos de San Teófimo mártir que se convierte en el santo patrono del Seminario. Entre 1926 y 1928 el Seminario debió cerrar las puertas debido a los problemas con el gobierno mexicano. Un grupo de seminaristas residió en la casa del señor arzobispo Herrera y Piña. En éste periodo vivieron en algunas casas prestadas por el barrio de la Purísima. En 1930 nombraron rector al padre Fortino Gómez León, quien recibe la notificación de parte de la secretaría de Gobernación en 1941 para que el Seminario opere con normalidad.




Durante los festejos del 150 aniversario de la fundación del Seminario en 1943, le dan conocer al entonces padre rector su nombramiento como arzobispo de Oaxaca. En 1935 pasaron al anexo del templo de San Luis Gonzaga; posteriormente se trasladaron por un breve lapso de tiempo a catorce domicilios, para regresar en 1941 a San Luis Gonzaga antes de reubicarse al municipio de San Pedro Garza García el 19 de diciembre de 1959, donde residió todo el seminario, tanto el mayor como el menor hasta 1995. Considerada como “la niña de mis ojos” de su promotor; obra y diseño del señor arzobispo Alfonso Espino y Silva. El padre Juvencio González  fue nombrado rector de 1954 a 1972. El padre Ernesto Chazalón de 1972 a 1982. Siguió el padre Miguel Angel Alba Díaz, Gustavo Rodríguez Vega, Juan Carlos Castillo. Cuando llegó el padre Francisco Robles Ortega como arzobispo, puso como vicerrector al padre Gerardo Cárdenas, a partir de 2013 el padre Hilario González y hace dos años el padre Juan Carlos Arcq.

En 1983 se trasladó la experiencia del Curso Introductorio de Lourdes en Saltillo a una casa propia en Allende, Nuevo León. Doce años después, en 1995, el Seminario Mayor se trasladó a ciudad Benito Juárez, N.L. Actualmente el Seminario Menor permanece en San Pedro Garza García, el Curso Introductorio tiene su casa en Paso Hondo en el municipio de Allende, N.L. Lo que era el Seminario Mayor fue convertido en Casa de la Iglesia y en él se imparten posgrados, diplomados, cursos, retiros espirituales, una licenciatura en ciencias religiosas y la preparatoria que abrieron a todo los alumnos que requieran esa formación. Con ellos, los jóvenes del Seminario conviven y aprenden la realidad del pueblo de Dios al que un día servirán como sacerdotes o laicos comprometidos.

Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico