Antonio Guerrero Aguilar/ Investigador y promotor cultural
En México como en otras partes del mundo, tenemos en un
calendario cívico y otro religioso. Una serie de días en los cuales se
conmemora, recuerda o festeja la importancia de cierto personaje, función, vocación
o tradición eclesiástica. Tenemos día de la madre, del padre, del niño, de los
difuntos, del amor y amistad, de la secretaria, del cartero, del maestro y
todas las demás existentes. En esos días se reciben felicitaciones,
invitaciones a desayunar, comer o cenar. Las autoridades entregan
reconocimientos y diplomas a los mejores y a los más antiguos en el gremio. Se
resaltan las cualidades de quien ejerce con sacrificio y nobleza ese oficio, se
ofrecen estímulos que incidan en el salario y en la posición del conmemorado.
La asociación nacional de cronistas tiene al 30 de abril
como el día del cronista; pues la asociación surgió un 30 de abril de 1977.
Aquí en Nuevo León, el cronista adjunto de Pesquería, Jesús Chapa Garza pidió
un día para conmemorar al día del cronista en tiempos de la cronista de Marín
Elda Feliz González, cuando era presidente de los cronistas de 2007 al 2008.
Eligieron como fecha significativa el 31 de agosto, el día del natalicio de Alonso
de León en el año de 1608 en la ciudad de México; quien fuera un ilustre
poblador y fundador del Nuevo Reino de León en el siglo XVII. Especialmente
porque nos legó unos apuntes que son considerados las primeras crónicas y
relatos históricos en el noreste mexicano, junto con Juan Bautista Chapa y
Fernando Sánchez de Zamora. Como un sincero reconocimiento, los cronistas
municipales y compañeros del gremio, fueron hasta el ejido “Las Trancas” en Cadereyta Jiménez, en donde aún se levanta altiva
y orgullosa la casona y el solar en donde vivieron los Leal, los de León, los
Cantú y los Pérez que tanto beneficios trajeron a la región. Ahí en donde se
juntan los ríos San Juan con el Santa Catarina, está un edificio de dos
niveles, con estructura de piedra y sillar. En de sus muros colocaron una placa
reconociendo la labor de don Alonso de León. Y para concluir adecuadamente
ellos pidieron formalmente que en Nuevo León se instituyera el día del cronista.
En Nuevo León se resaltan las figuras de los primeros
cronistas e historiadores que documentaron en su tiempo la vida de nuestros pueblos,
como José Eleuterio González, Emeterio de la Garza, Lázaro Garza Ayala,
Hermenegildo Dávila y otros más en el siglo XIX. Y a decir verdad, nuestros
pueblos siempre han tenido a una persona que se dedica al conocimiento y
difusión de nuestra historia. Esa noble función la realizaron con paciencia y
desinterés los curas, los maestros, los notarios, los secretarios del
ayuntamiento o demás interesados en el tema.
Con la intención de que la memoria histórica, la identidad
cultural y el patrimonio de nuestros pueblos no se pierdan ni caigan en el
olvido; en la segunda mitad del siglo XX algunos cabildos como Guadalupe,
Monterrey y Sabinas Hidalgo designaron cronistas en las figuras de Israel
Cavazos Garza, José P. Saldaña y Celso Garza Guajardo. Luego desde la Sociedad
de Historia, Héctor Jaime Treviño Villarreal junto con Raymundo Retta,
promovieron los nombramientos de cronistas del resto de los municipios de Nuevo
León que no los tenía. Para 1987 había casi la totalidad de los 51 municipios y
con ellos se formalizó la Asociación Estatal de Cronistas Municipales de Nuevo
León a fines de mayo de 1987.
En esa reunión faltaba Santa Catarina, pues a mí me dieron
el primer nombramiento en Santa Catarina el 1 de julio de 1987. Con ese
compromiso adquirido, acudí hasta los límites con Santiago para conocer mejor
mi municipio. En la Ciénega de González se nos dañó una llanta del vehículo,
por lo que pedimos ayuda a la presidencia municipal de Santiago. Como
llevábamos un radio, me preguntaron quien pedía el auxilio. Orgullosamente les
dije que era el “cronista” de Santa
Catarina. Quien estaba atendiendo la solicitud dijo: “nosotros no apoyamos a croquistas”. Le reiteré que era el cronista
no el “croquista”. Con toda
seguridad, creo que no entendió la diferencia pero al fin de cuentas nos mandó
el auxilio requerido. Renato Leduc, autor del poema “Sabia virtud de conocer el tiempo”, diferenció entre la labor del
historiador con el cronista. El primero trabaja con fuentes escritas y el
segundo trata lo inmediato y lo próximo en la vida de las personas.
Guillermo Tovar y de Teresa sentencia sabiamente: “lo que la política separa, la cultura une y
la ciudad entrelaza”. Fue el último
cronista de la Ciudad de México, hasta que renunció en 1987 a su cargo para
promover un consejo de la crónica en todo ese lugar, ahora conformado por cerca
de 87 integrantes entre los cuales hay profesionales del arte y la cultura,
médicos, abogados, arquitectos, historiadores, coreógrafos, periodistas y demás
interesados en la cultura y la historia de la capital de todos los mexicanos. Para
Tovar y de Teresa, ser cronista no es una chamba, no es un título, es un
espíritu, una vocación, una manera de percibir la realidad. El cronista sale a las
calles, las recorre, escribe en torno a ella, hace teatro, cine o poesía. Lo hace
porque ama y quiere al pueblo de origen, el solar en donde nacimos, movemos y
existimos. Todo porque merece y puede ser susceptible de ser amada. Son
aquellos que hurgan en cada rincón para después narrar sus hallazgos. Consecuentemente
el cronista se convierte en la persona que tiene ojos y oídos dentro de la
sociedad en la que vive. Es un profeta que anuncia el orgullo y la historia de
su pueblo, pero también denuncia aquello que atenta contra la integridad de su
pueblo.
El cronista se diferencía del historiador, pues relata y
cuenta el presente y vive de los testimonios que puede recuperar para difundir.
El historiador trabaja en fuentes escritas y se ocupa del pasado a partir de
los requerimientos del presente. Por eso me da la impresión de que la labor del
cronista está más cerca de la antropología sociocultural que de la historia,
porque le interesa la oralidad, las tradiciones, las costumbres y los usos de
cada población. Aunque también se apoya en la historia y con sus escritos deja
constancia que a la larga será revisada por el historiador.
En abril de 2011 siendo el presidente de los cronistas de
Nuevo León, con el apoyo de Pepe Reséndiz, en ese entonces director del CIHR
Hacienda San Pedro de General Zuazua, acudimos con el Dr. Jesús Ancer
Rodríguez, rector de la UANL. Le solicitamos para que con toda la fuerza moral
de la universidad, presentara ante el congreso de Nuevo León la petición para
aprobar el día del cronista. A dicha iniciativa se unieron las demás
asociaciones de cronistas e historiadores. Aprovechamos que el presidente
saliente de la mesa directiva del honorable congreso, era el maestro Jorge Santiago Alanís Almaguer. En sesión
extraordinaria del 20 de agosto de 2012 se aprobó tal iniciativa. Total, ya
tenemos día del cronista en Nuevo León. Ahora falta que nuestros alcaldes
reconozcan nuestro trabajo y que los cronistas municipales de Nuevo León, con
nombramiento y sin nombramiento, pero con amor a sus municipios se pongan a
trabajar en beneficio de sus pueblos. Si hacen día del “Cronista” en Nuevo León, avísenme, a lo mejor ya se les olvidó.