domingo, 21 de agosto de 2016

La historia de la colonia Obispado

Antonio Guerrero Aguilar/ Investigador y promotor cultural

A la entrada de Monterrey con rumbo al poniente, está una elevación a la que se le conoce como la Loma de Chepe Vera. Luego a fray Rafael José Verger el segundo obispo de la diócesis, le dio por construir en la ladera oriente un palacio episcopal al que llamaron de Nuestra Señora de Guadalupe. El siguiente obispo Ambrosio de Llanos y Valdés, apoyado por el arquitecto francés Jean Crousset realizó una nueva traza a la ciudad: al norte una nueva catedral, un convento y un hospital  y al poniente un desarrollo urbano que trataba de poblar por el rumbo en donde se dio el milagro de la Purísima y de la loma de la Chepe Vera con San Jerónimo. Un palacio episcopal en donde el prelado podía vivir y atender las necesidades espirituales de su diócesis. Comenzaron la construcción pero no la terminaron del todo. Los obispos que llegaron en el siglo XIX, dejaron el inmueble construido más o menos con la dignidad que le corresponde; aunque nunca más volvieron a residir en él, pero de todas maneras la gente se acostumbró a llamarlo “el Obispado”.

¿Por qué eligieron el sector para poblarlo? El entorno del Obispado era más fresco y estaba a salvo de las continuas inundaciones. Con suficientes tomas de agua procedente de San Jerónimo como del Río Santa Catarina, que le aseguraban fincas repletas de vegetación. El cerro más o menos corría en línea paralela tanto al río como al viejo camino real de los Saltilleros. Ya en el siglo XX, poco a poco las familias de los principales empresarios, políticos y profesionistas se salieron del centro de Monterrey. Algunas familias de origen norteamericana se instalaron en los alrededores de El Mirador y del barrio de la Purísima en 1926 y tres años después, al sureste de Monterrey comenzaron a urbanizar unos terrenos a los que llamaron colonia Roma. Monterrey comenzó a tener centros urbanos a la par de los sitios dedicados a la agricultura y ganadería como Los Remates, Las Labores Nuevas, Los Urdiales, San Jerónimo y El Topo Chico.


Por el rumbo del Obispado se construyeron los hospicios Melitón Villarreal y León Hortigosa, desde principios del siglo XX. El Seminario de Monterrey tenía su casa de formación por el sector y en 1911 comenzaron a construir el colegio del Sagrado Corazón que fue concluido en 1913,  basado en un proyecto del arquitecto Pedro Gorozpe. Contiguo al seminario había una gran finca que recibía el nombre de Quinta María Luisa. Cuando éstos dejaron de funcionar dieron origen a dos colonias Ex Seminario y la María Luisa. Desde la calle Centro América (actual Venustiano Carranza) hacia el poniente comenzaron a construirse casas ajustadas a un plano y estilo en los que usaron otro tipo de materiales distintos al adobe y al sillar que tanto se usaron en tiempo atrás.

En la década de 1920, en los terrenos situados arriba del colegio del Sagrado Corazón, edificaron tres señoriales mansiones que dieron cobijo a las familias de los industriales Eugenio y Roberto Garza Sada. Un kilómetro al poniente en un predio de don José Calderón estaba el famoso Campo Rey. Ahí tenían juegos y unas instalaciones que se hicieron muy famosas entre la población regiomontana de la década de 1920. Los jóvenes acudían a bailes que se realizaban en una gran terraza, rodeada de mesitas y sillas. Había muchos puestos que daban la impresión de estar en una feria. Para llegar al Campo Rey subían un camión por Bolívar (actual Padre Mier) y Garibaldi. El vehículo seguía la calle Bolívar hasta la calle Degollado, daba vuelta al sur y se regresaba por Hidalgo. Aquí todos se bajaban o subían, luego debían caminar hasta llegar al punto de diversión. Por cierto, don Pepe Saldaña dijo alguna vez que la calle de Bolívar hoy Padre Mier, era “la arteria residencial de Monterrey”.


El Campo Rey solamente funcionó unos tres o cuatro años, pues en 1932 comenzaron a levantar el Hospital Muguerza. Para las familias residentes en el sector, en 1931 inauguraron el Club Deportivo. Estaba situado en donde ahora están las instalaciones del Instituto Regiomontano en la Colonia Chepe Vera. Contaba con un salón de baile, pequeñas estancias, amplia y fresca terraza con vista a los jardines y hasta un campo de tiro y en seguida estaba el Club Hípico. En esos terrenos se hicieron las colonias Deportivo Obispado y la Chepe Vera a partir de la década de las décadas de 1940 y 1950.

A decir de Alfonso Reyes, Monterrey se consolidaba como la “fábrica de la frontera”. La ciudad vivía su tercer auge industrial propiciado por Aarón Sáenz y José Benítez. De acuerdo a Santiago Roel, este renacimiento de actividades hizo que muchos ciudadanos comenzaran a modernizar sus residencias o a construirlas bajo nuevos y bellos estilos arquitectónicos y “así en los barrios llamados de la Purísima y de las Quintas hasta las faldas del Cerro del Obispado, en toda la población se observa un febril entusiasmo por transformar casas de corte antiguo, acondicionarlas mejor y darles agradable aspecto”.

Cuando el abogado José Benítez era gobernador del Estado, se hicieron obras relevantes en la zona: se pavimentó la calle Hidalgo a la que llamaron Boulevard Obispado, se introdujeron servicios de agua, drenaje y gas natural, además de los ya existentes de luz y teléfono. En todas las calles se instalaron unas bellas columnas para el alumbrado público en base al gas natural.

Entonces propiamente lo que detonó el crecimiento y la moda de vivir en la colonia Obispado, fue la instalación del Colegio del Sagrado Corazón en 1913 y el Hospital Muguerza que comenzó a funcionar entre 1933 y 1934. Los Muguerza, los Calderón y los Ferrara vivían por las calles de Degollado en su cruce por Matamoros y Padre Mier. En la circunvalación abajo del viejo monumento, estaban las casas de don Eugenio y Roberto Garza Sada. Entre ellas estaba una escalinata para acceder hasta el monumento. Por el boulevard ubicamos la mansión de don Roberto Sada. Luego llegaron los Montemayor, los Fernández, los Zambrano, los Rocha, los Rivero, los Chapa, los Clariond y don Raúl Rangel Frías que llegó a ser gobernador de Nuevo León.

En 1946 un cronista se refirió a la Colonia Obispado: “Actualmente en su derredor han sido edificadas muchas residencias mansionales de tipo moderno y los terrenos que pertenecieron al Obispado constituyen ya, una colonia de la ciudad, por cierto muy hermosa”. A decir verdad, había muchas casonas distribuidas por el centro de Monterrey que compartían el mismo estilo arquitectónico. Pero el Obispado era especial, su vista y su situación al pie del cerro las hacían sobresalir.  Eran casas de estilo colonial californiano, norteamericano y europeo. Otras ajustadas al Art Decó vigente en la época y otras de carácter ecléctico que conjuntaban elementos medievales y hasta góticos. Casas que parecen sacadas de un cuento de hadas que asemejan castillos o mansiones victorianas que nos trasportan a otros tiempos y espacios. Los propietarios como los constructores debieron comprar algunos objetos para decorar y poner en las mismas, en las fábrica de puertas La Victoria de Enrique S. Farías, los Talleres Monterrey que hacía puertas y ventanas de acero, la constructora FYUSA que seguramente intervino en los trabajos para levantar las casas. Compraron cosas en Mosaicos y Azulejos El Gallo que vendió blocks de cemento, teja acanalada para los techos, loseta y citarilla. La Herrería Vulcano que hizo trabajos de “herrería colonial, artística y modernista”.


Muchos arquitectos trabajaron en la ejecución de las mismas: Eduardo Belden Gutiérrez, Guillermo González Mendoza, Joaquín A. Mora y el Ing. Arturo Olivero Ceseño. Mora diseñó la casa tan bonita conocida como de los chocolates situada por la calle de José Benítez. A decir verdad, por ser un sector residencial se hicieron pocas casas. Todas ellas con grandes patios. Desgraciadamente se han perdido el 50% de las edificicaciones que alguna vez tuvo la colonia. En éste caso urge proteger y evitar el deterioro de lo que queda.  Es tan importante, pues ninguna otra colonia de Monterrey sintetiza la historia del siglo XVIII, de la ocupación norteamericana en el siglo XIX y del siglo XX.


El hablar del Obispado, es tratar también las colonias Jardín Obispado que comenzó a fraccionarse en la década de 1940, el Deportivo Obispado, La Chepe Vera, la María Luisa y Ex Seminario. La podemos delimitar de Gonzalitos hasta Venustiano Carranza y desde Constitución hasta Washington. Aunque la colonia originalmente comprende desde el Hospital Muguerza hasta Capitán Aguilar, conocida como Benjamín Franklin hace tiempo y de Matamoros hasta Hidalgo. Dentro de su jurisdicción territorial podemos ubicar los terrenos de la Compañía de Tranvías, Luz y Fuerza Motriz de Monterrey, S.A. en donde ahora está un depósito de agua y las oficinas de Agua y Drenaje de Monterrey y la preparatoria 2 de la UANL. Desde 1954 se le cambió el nombre de José Benítez a toda la avenida Circunvalación, que en la parte sur ahora lleva el nombre de Belisario Domínguez. Las calles han cambiado de nombre: Boudelaire, considerado uno de los poetas malditos, substituyó a Constantino de Tárnava, pionero de las transmisiones de radio en América Latina. Propongo que se cuide todo el sector, aunque no vivamos por ahí, pertenecen a nuestra historia y por su patrimonio a nuestra ciudad.

3 comentarios:

  1. Estimado Prof. Guerrero:.- Le envío un cordial saludo y mis felicitaciones por los extraordinarios correos que me ha enviado. Y le informo que yo conocí el Obispado cuando era un monte o cerro y el local estaba abandonado.
    Un saludo.- Arnoldo Gárate

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    1. Muy amable mi estimado don Arnoldo, saludos a mi amigos de Reynosa, Tamaulipas.

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  2. Mi apreciable doctor,un honor leerlo, que interesante historia de la zona del Obispado, de mis zonas predilectas para la fotografía actual, subir al Obispado , ya sea a pié o en coche a echar noviazgo, simplemente es un deleite la vista a toda nuestra hermosa ciudad y al cerro de la Silla , saludos afectuosos

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Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico