Antonio Guerrero Aguilar/ Investigador y promotor
cultural
A la entrada de Monterrey con rumbo al poniente, está una
elevación a la que se le conoce como la Loma de Chepe Vera. Luego a fray Rafael
José Verger el segundo obispo de la diócesis, le dio por construir en la ladera
oriente un palacio episcopal al que llamaron de Nuestra Señora de Guadalupe. El
siguiente obispo Ambrosio de Llanos y Valdés, apoyado por el arquitecto francés
Jean Crousset realizó una nueva traza a la ciudad: al norte una nueva catedral,
un convento y un hospital y al poniente
un desarrollo urbano que trataba de poblar por el rumbo en donde se dio el
milagro de la Purísima y de la loma de la Chepe Vera con San Jerónimo. Un
palacio episcopal en donde el prelado podía vivir y atender las necesidades
espirituales de su diócesis. Comenzaron la construcción pero no la terminaron
del todo. Los obispos que llegaron en el siglo XIX, dejaron el inmueble
construido más o menos con la dignidad que le corresponde; aunque nunca más
volvieron a residir en él, pero de todas maneras la gente se acostumbró a
llamarlo “el Obispado”.
¿Por qué eligieron el sector para poblarlo? El entorno
del Obispado era más fresco y estaba a salvo de las continuas inundaciones. Con
suficientes tomas de agua procedente de San Jerónimo como del Río Santa
Catarina, que le aseguraban fincas repletas de vegetación. El cerro más o menos
corría en línea paralela tanto al río como al viejo camino real de los
Saltilleros. Ya en el siglo XX, poco a poco las familias de los principales
empresarios, políticos y profesionistas se salieron del centro de Monterrey.
Algunas familias de origen norteamericana se instalaron en los alrededores de
El Mirador y del barrio de la Purísima en 1926 y tres años después, al sureste de
Monterrey comenzaron a urbanizar unos terrenos a los que llamaron colonia Roma.
Monterrey comenzó a tener centros urbanos a la par de los sitios dedicados a la
agricultura y ganadería como Los Remates, Las Labores Nuevas, Los Urdiales, San
Jerónimo y El Topo Chico.
Por el rumbo del Obispado se construyeron los hospicios
Melitón Villarreal y León Hortigosa, desde principios del siglo XX. El
Seminario de Monterrey tenía su casa de formación por el sector y en 1911
comenzaron a construir el colegio del Sagrado Corazón que fue concluido en 1913,
basado en un proyecto del arquitecto
Pedro Gorozpe. Contiguo al seminario había una gran finca que recibía el nombre
de Quinta María Luisa. Cuando éstos dejaron de funcionar dieron origen a dos
colonias Ex Seminario y la María Luisa. Desde la calle Centro América (actual
Venustiano Carranza) hacia el poniente comenzaron a construirse casas ajustadas
a un plano y estilo en los que usaron otro tipo de materiales distintos al
adobe y al sillar que tanto se usaron en tiempo atrás.
En la década de 1920, en los terrenos situados arriba del
colegio del Sagrado Corazón, edificaron tres señoriales mansiones que dieron
cobijo a las familias de los industriales Eugenio y Roberto Garza Sada. Un
kilómetro al poniente en un predio de don José Calderón estaba el famoso Campo
Rey. Ahí tenían juegos y unas instalaciones que se hicieron muy famosas entre
la población regiomontana de la década de 1920. Los jóvenes acudían a bailes
que se realizaban en una gran terraza, rodeada de mesitas y sillas. Había
muchos puestos que daban la impresión de estar en una feria. Para llegar al
Campo Rey subían un camión por Bolívar (actual Padre Mier) y Garibaldi. El
vehículo seguía la calle Bolívar hasta la calle Degollado, daba vuelta al sur y
se regresaba por Hidalgo. Aquí todos se bajaban o subían, luego debían caminar
hasta llegar al punto de diversión. Por cierto, don Pepe Saldaña dijo alguna
vez que la calle de Bolívar hoy Padre Mier, era “la arteria residencial de Monterrey”.
El Campo Rey solamente funcionó unos tres o cuatro años,
pues en 1932 comenzaron a levantar el Hospital Muguerza. Para las familias
residentes en el sector, en 1931 inauguraron el Club Deportivo. Estaba situado
en donde ahora están las instalaciones del Instituto Regiomontano en la Colonia
Chepe Vera. Contaba con un salón de baile, pequeñas estancias, amplia y fresca
terraza con vista a los jardines y hasta un campo de tiro y en seguida estaba
el Club Hípico. En esos terrenos se hicieron las colonias Deportivo Obispado y
la Chepe Vera a partir de la década de las décadas de 1940 y 1950.
A decir de Alfonso Reyes, Monterrey se consolidaba como
la “fábrica de la frontera”. La
ciudad vivía su tercer auge industrial propiciado por Aarón Sáenz y José
Benítez. De acuerdo a Santiago Roel, este renacimiento de actividades hizo que
muchos ciudadanos comenzaran a modernizar sus residencias o a construirlas bajo
nuevos y bellos estilos arquitectónicos y “así
en los barrios llamados de la Purísima y de las Quintas hasta las faldas del
Cerro del Obispado, en toda la población se observa un febril entusiasmo por
transformar casas de corte antiguo, acondicionarlas mejor y darles agradable
aspecto”.
Cuando el abogado José Benítez era gobernador del Estado,
se hicieron obras relevantes en la zona: se pavimentó la calle Hidalgo a la que
llamaron Boulevard Obispado, se introdujeron servicios de agua, drenaje y gas
natural, además de los ya existentes de luz y teléfono. En todas las calles se
instalaron unas bellas columnas para el alumbrado público en base al gas
natural.
Entonces propiamente lo que detonó el crecimiento y la
moda de vivir en la colonia Obispado, fue la instalación del Colegio del
Sagrado Corazón en 1913 y el Hospital Muguerza que comenzó a funcionar entre
1933 y 1934. Los Muguerza, los Calderón y los Ferrara vivían por las calles de
Degollado en su cruce por Matamoros y Padre Mier. En la circunvalación abajo
del viejo monumento, estaban las casas de don Eugenio y Roberto Garza Sada. Entre
ellas estaba una escalinata para acceder hasta el monumento. Por el boulevard
ubicamos la mansión de don Roberto Sada. Luego llegaron los Montemayor, los
Fernández, los Zambrano, los Rocha, los Rivero, los Chapa, los Clariond y don Raúl
Rangel Frías que llegó a ser gobernador de Nuevo León.
En 1946 un cronista se refirió a la Colonia Obispado: “Actualmente en su derredor han sido
edificadas muchas residencias mansionales de tipo moderno y los terrenos que
pertenecieron al Obispado constituyen ya, una colonia de la ciudad, por cierto
muy hermosa”. A decir verdad, había muchas casonas distribuidas por el
centro de Monterrey que compartían el mismo estilo arquitectónico. Pero el
Obispado era especial, su vista y su situación al pie del cerro las hacían
sobresalir. Eran casas de estilo
colonial californiano, norteamericano y europeo. Otras ajustadas al Art Decó
vigente en la época y otras de carácter ecléctico que conjuntaban elementos
medievales y hasta góticos. Casas que parecen sacadas de un cuento de hadas que
asemejan castillos o mansiones victorianas que nos trasportan a otros tiempos y
espacios. Los propietarios como los constructores debieron comprar algunos
objetos para decorar y poner en las mismas, en las fábrica de puertas La Victoria
de Enrique S. Farías, los Talleres Monterrey que hacía puertas y ventanas de
acero, la constructora FYUSA que seguramente intervino en los trabajos para
levantar las casas. Compraron cosas en Mosaicos y Azulejos El Gallo que vendió
blocks de cemento, teja acanalada para los techos, loseta y citarilla. La
Herrería Vulcano que hizo trabajos de “herrería
colonial, artística y modernista”.
Muchos arquitectos trabajaron en la ejecución de las
mismas: Eduardo Belden Gutiérrez, Guillermo González Mendoza, Joaquín A. Mora y
el Ing. Arturo Olivero Ceseño. Mora diseñó la casa tan bonita conocida como de
los chocolates situada por la calle de José Benítez. A decir verdad, por ser un
sector residencial se hicieron pocas casas. Todas ellas con grandes patios. Desgraciadamente
se han perdido el 50% de las edificicaciones que alguna vez tuvo la colonia. En
éste caso urge proteger y evitar el deterioro de lo que queda. Es tan importante, pues ninguna otra colonia
de Monterrey sintetiza la historia del siglo XVIII, de la ocupación
norteamericana en el siglo XIX y del siglo XX.
El hablar del Obispado, es tratar también las colonias
Jardín Obispado que comenzó a fraccionarse en la década de 1940, el Deportivo
Obispado, La Chepe Vera, la María Luisa y Ex Seminario. La podemos delimitar de
Gonzalitos hasta Venustiano Carranza y desde Constitución hasta Washington.
Aunque la colonia originalmente comprende desde el Hospital Muguerza hasta
Capitán Aguilar, conocida como Benjamín Franklin hace tiempo y de Matamoros
hasta Hidalgo. Dentro de su jurisdicción territorial podemos ubicar los
terrenos de la Compañía de Tranvías, Luz y Fuerza Motriz de Monterrey, S.A. en
donde ahora está un depósito de agua y las oficinas de Agua y Drenaje de
Monterrey y la preparatoria 2 de la UANL. Desde 1954 se le cambió el nombre de
José Benítez a toda la avenida Circunvalación, que en la parte sur ahora lleva
el nombre de Belisario Domínguez. Las calles han cambiado de nombre:
Boudelaire, considerado uno de los poetas malditos, substituyó a Constantino de
Tárnava, pionero de las transmisiones de radio en América Latina. Propongo que
se cuide todo el sector, aunque no vivamos por ahí, pertenecen a nuestra
historia y por su patrimonio a nuestra ciudad.
Estimado Prof. Guerrero:.- Le envío un cordial saludo y mis felicitaciones por los extraordinarios correos que me ha enviado. Y le informo que yo conocí el Obispado cuando era un monte o cerro y el local estaba abandonado.
ResponderBorrarUn saludo.- Arnoldo Gárate
Muy amable mi estimado don Arnoldo, saludos a mi amigos de Reynosa, Tamaulipas.
BorrarMi apreciable doctor,un honor leerlo, que interesante historia de la zona del Obispado, de mis zonas predilectas para la fotografía actual, subir al Obispado , ya sea a pié o en coche a echar noviazgo, simplemente es un deleite la vista a toda nuestra hermosa ciudad y al cerro de la Silla , saludos afectuosos
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