Antonio Guerrero Aguilar/
En
la Sierra que le corresponde a Santa Catarina, hay un cañón que llaman de la
Guitarrita, punto de acceso a otro potrero más grande que se conoce como Las
Escaleras. Todos aquellos parajes están plagados de misterios y leyendas.
Entre 1910 y 1930, algunos partidarios de la revolución y muchos bandoleros
pasaron por estos rumbos. Por ejemplo, un bandido llamado Ricardo Gómez, se
llevó unos lingotes de oro de un tren que estaba en Rinconada en 1924; de aquí
pasaron al Cañón de Cortinas para esconderse en el Cañón de Las Escaleras, para
luego refugiarse en el pueblo de Canoas.
Lo
interesante del caso, es que relacionan este episodio con una leyenda que habla
de una familia de los alrededores, quienes viajaban en una carreta llevando
provisiones para su propiedad. Como estaba lloviendo se metieron a una caverna.
Para mitigar el frío y la humedad, se pusieron a buscar leña seca para encender
una fogata. Grande fue la sorpresa, cuando encontraron muchas barras de oro debajo
de heno, troncos y ramas. Luego se pusieron a platicar respecto a lo que
harían con lo ahí encontrado. Los hermanos hicieron un pacto: para que los recursos
no pasaran a otra familia, acordaron que nadie se iba a casar. Quien llegara al
matrimonio perdía la parte de su herencia. Una mujer o dos personas de ellos ya
estaban casadas, pero el resto de los hermanos permanecieron solteros hasta sus
últimos días.
La
tradición oral refiere a más leyendas en ese cañón. Para muchos, ahí siguen los
tesoros enterrados y relaciones esperando a quien le toca, por eso todavía hay
gente que va y los busca. Un vecino de los alrededores, me platicó que
una vez una gringa pasó por la sierra buscando a su esposo, que tiempo
atrás había cruzado por ese cañón llevando un cargamento que decían eran barras
de oro. Pero nunca encontraron las recuas o el material que presuntamente
trasladaba. También se dice que muchas de esas riquezas pertenecen al diablo y
que por eso, lo mejor es no buscarle.
Si
no me creen lo que escribo, también he sido testigo de cosas extrañas. Un
Viernes Santo de 1997 fuimos a la Hacienda del Muerto en Mina, Nuevo León, con
la intención de tomar unas fotos del lugar. Se nos hizo raro que había unas
cinco personas en una camioneta repleta de herramientas. Como ellos nos miraban
con recelo y nosotros con temor, les hicimos plática. Ahí se dijo que iban a
buscar un tesoro y esperaban la señal de la relación.
Para la gente de más antes, la relación es la manifestación física, la identificación,
la señalización y la localización de un lugar en donde hay un tesoro oculto. Regularmente
la relación se hace notar con fuegos
fatuos. Pero también tiene que ver con
peligros: si alguien tiene malos pensamientos el tesoro se convierte en carbón.
Igualmente pueden ser los restos de un difunto y en consecuencia espantan en el
sitio y pueden caer maldiciones.
Aquellos
amigos eran vecinos de Hidalgo, Nuevo León. Pacientemente estaban a la espera
de la señal que les indicara en donde estaba el dinero. Uno de ellos platicó que
había soñado con una persona, que le pedía fuera a buscarlo para desenterrarlo
y llevarlo a un panteón cercano. Decían que se trataba de los restos de un
revolucionario que murió en el combate de Icamole en 1915. Una vez que lo
encontraron se lo llevaron a enterrar y en sueños se le volvió a aparecer y le
informó que atrás de la capilla de la Hacienda del Muerto, en un arroyo que
pasa por el lugar verían la relación.
Ya no supe si encontraron o no el dinero porque nosotros nos fuimos antes de
las 10 de la noche.
Hay
más descripciones alusivas a tesoros por otras partes. En la sierra que está
arriba de la cabecera municipal de Villa de Santiago, hay una cueva que llaman
del Indio, en la que dicen hay un
tesoro resguardado por un indio. Una vez que encuentran la entrada, se aparece y
les dice: O todo o nada. Como es tanta la riqueza acumulada y no pueden
llevársela, cuando regresan ya todo desapareció.
Para
enterrar un tesoro hacían un ritual muy extraño. A veces mataban a alguien para
que cuidara el sitio o un burro o una mula, después con su sangre untaban la
entrada de la caverna para sellarla y evitar su profanación. Cuenta la
tradición de que si una persona iba a enterrar un tesoro o un costal de pesos
de plata limpia, debían dar una arrastrada al lugar con una ristra de ajos o
con cabrestro de cerda hecho
preferentemente con la crin de un caballo negro. De esa manera, quien buscaba
el tesoro nunca lo iba a localizar porque se le aparecía una víbora que inmediatamente
mordía al ambicioso intruso. Pero si el buscador era muy valiente, agarraba
pronto la cabeza de la serpiente y la mataba. Entonces el animal se convertía
en la ristra de ajos que se desparramaban por el suelo.
Muchos
hablan de los mapas del tesoro. A decir verdad les llaman derroteros y tengo la suerte de conocer dos, uno de ellos me lo
facilitó una familia de Villa de García y con el permiso de ellos lo voy a
trascribir:
Saltillo,
mayo 24 de 1838
Dedico
este derrotero a mi tío Nicolás Sánchez. En el camino de Saltillo a Monterrey,
en el punto llamado Carrizalejo, en ese cerro del rancho que está yendo hacia
donde el sol se mete, está una cueva donde se encierran grandes cantidades y al
pie de la cueva están unos resumideros de agua y como digo está la puerta
viendo hacia el sol se mete.
Como
señas particulares son en la puerta está una cruz de fierro embutido en piedra
que sirve de puerta. Esta es la seña principal y está además numerada con
números negros. Está la puerta tan bien embutida en el cerro que parece hecha
por Dios. En los brazos o en los pies, está la cueva en un reliz. Se recomienda
que paguen una manda que tengo y es acabar la torre de la iglesia de Saltillo y
el demás dinero tómelo Usted que al cabo ay para que se haga millonaria su
última generación. El dinero que hay está sellado en costales de ixtle y el
demás de oro y plata en barras, pero del puro sellado se puede hacer
millonario. No se olvide que está con el cadáver de mi esposa.
Este
documento es una copia que data del 21 de mayo de 1853. Como se advierte, quién
escondió el dinero puso la cruz para que lo encontraran, además de dar
cristiana sepultura a su esposa. Pero no vayan a buscarlo, pues yo ya fui y no
lo encontré. Seguramente otros ya dieran con él. Esa comunidad
de Carrizalejo está entre Nacataz e Icamole por el Cañón de la Mariposa.
El
otro derrotero no pude trascribirlo. En
cierta ocasión, unos albañiles que tiraban una casa en la colonia Nuevo
Repueblo en cuyo patio había una noria, por lo que bajaron para ver si tenía
agua. En una de las paredes vieron un tubo de metal que al abrirlo, estaba un
documento que daba el derrotero a
seguir de un tesoro oculto en el Cerro de la Silla. Estos se lo entregaron al
dueño y éste a su vez lo regaló a un conocido comunicador de la localidad. Ya
no se supo más de aquel solar ni de la descripción.
Y
así podemos seguir hablando de tesoros ocultos, pero yo prefiero encontrar uno
en la felicidad, en la tranquilidad de saber que en la vida, la salud y el amor
está la fuente de toda riqueza y eso es precisamente lo que deseo para ustedes
mis estimados lectores.