Antonio Guerrero Aguilar/
Propiamente el 85 por ciento de la extensión territorial
de Santa Catarina (comprende 872 kilómetros cuadrados) está en la Sierra
Madre. Es de los pocos municipios metropolitanos
de Nuevo León que aún tiene población rural y suburbana. Para tener una idea, pasando
la Boca del Potrero de Santa Catarina hay
35 cañones que se abren paso por entre las montañas, en cuyos rincones y
tierras planas se fundaron ranchos y haciendas. Los primeros cañones que vemos
son el de La Mielera o Ballesteros al oriente y San Pablo y Santa Juliana al
poniente, con los primeros pueblos como Los Horcones, Los Nogales, Buenos Aires
y Morteros. De aquí hacia la derecha se llega a la Loma Alta y más adelante al
cañón de Peyotíos, un derivado de Pellotitos, la planta alucinógena
considerada sagrada para los antiguos habitantes.
Siguiendo por un camino de terracería se accede a la Loma
Alta, la cual enlaza hacia el cañón de las Escaleras y las Cortinas en donde se desarrollaron
importantes centros mineros en el siglo XIX. En el ancón de Loma Alta está el
rancho de los Loera y un poco más adelante el cañón de la Guitarrita o
Guitarritas, llamado así por lo estrecho del cañón, encerrado prácticamente por
dos muros. Una ruta sinuosa y repleta de grandes piedras los llevan al rancho
de los Rodríguez y luego al de los Hernández. Si continúan avanzando verán a San
José de los Nuncio en Ramos Arizpe, Coahuila.
Las montañas tienen un nombre e indudablemente ellas nos
refieren a la divinidad. Son la sacra morada y desde ellas Dios habla a los
hombres. Por ejemplo Yahvé habló a Moisés desde el Sinaí y ahí se le manifestó.
Para los egipcios, las pirámides eran montañas sagradas que representaban a las
constelaciones que tomaban la figura de los dioses. Los antiguos habitantes del
noreste mexicano también consideraban a la montaña como lugar sagrado y como
sitio ideal para compartir sus signos como la fortaleza, la vida y la
majestuosidad. A ellas acudían a consumir el jugo del peyote y a su amparo
hacían los mitotes. En ese lugar mantenían la vida de su entorno y aseguraban
que las fuerzas vitales no se perdieran.
Esta montaña se le conoce como el Pico del Gavilán, forma
parte del cañón de San Judas que se extiende hasta el cañón de las Escaleras. A
sus pies surgió una comunidad llamada Buenos Aires, como alusión a los vientos
frescos y húmedos que corren por entre la sierra, dando vida y cobijo a quienes
ahí habitan. Enfrente de Buenos Aires está Morteros, en donde los antiguos
dejaron morteros de piedra para moler su alimento. Es donde las aguas y cerros bifurcan los
caminos. Es un vórtice de energía donde los elementos ejercen su fuerza: el
aire, el agua, la tierra y el Sol manifiestan su influencia sobre todos los
seres vivos. También está la principal estación de bombeo para el agua potable
de Santa Catarina, García y San Pedro Garza García.
Pues bien, hace casi 30 años llegaron los huicholes al Cañón de Guitarritas. Integrantes de la comunidad Wixarika procedentes de Zacatecas, Jalisco y Nayarit visitan la
Sierra Madre de Santa Catarina, para agradecer por las primeras lluvias y
mantener la tradición de los antepasados huicholes quienes creen que en éstas
montañas está el origen cósmico de la humanidad, el ombligo donde surgió toda
la creación. Por eso en sus rituales veneran a la vida, la lluvia, el Sol y al Abuelo del Mundo, guía de la sabiduría y
el fuego; dando paso a la música, danza y cantos, para vincular lo terrenal y
lo divino, lo profano y lo sagrado. Hacen sus ritos de iniciación y consumen peyote.
Para garantizar un buen año, los huicholes mantienen una fogata durante tres
días y dos noches que alimentan con ramas para que el fuego no desaparezca. En
un momento de la ceremonia, también ofrecen sangre de buey a manera de
sacrificio.
¿Desde cuándo vienen? Los huicholes dicen que vienen
desde tiempos remotos. Para otros, ellos acuden a partir de 1990 cuando hubo un
festival llamado Kanto a la Tierra junto con representantes de diversos pueblos
nativos de toda América. Cuando los huicholes
lo vieron, ocurrió la epifanía, por lo emblemático y simbólico de
lo que ahí existe: las montañas, la vegetación, incluida la existencia del
peyote, las formas rocosas y los petrograbados. En consecuencia hacen ofrendas
a sus dioses, de acuerdo a un encargo de parte de consejos de ancianos que
residen en centros ceremoniales de Nayarit y Jalisco. Por orden de sus antepasados regresan a sus orígenes. Y para orgullo de Santa Catarina y Nuevo León este sitio sagrado
está en Loma Alta.
Desde el año 2000,
los Wirraritari han padecido
la prohibición para
realizar sus ritos, por lo que defienden el cumplimiento de un encargo sagrado,
el respeto de sus tradiciones y del territorio para las ceremonias. En este
conflicto hay cuatro posturas: la de una familia que aduce tener de posesión
legítima de los tierras y exigen ser tomados en cuenta para dar permiso, los
de otra persona que se quedó con los terrenos mediante la compra; las exigencias del pueblo huichol quienes manifiestan y defienden su
participación, como el mantenimiento y consolidación de sus vínculos
espirituales con el territorio en Loma Alta- Guitarritas y otra tendiente a
proteger el lugar como sitio arqueológico.
Pero hay más cañones en los alrededores como el de la Guitarrita: El
Montoso, Pellotíos, las Escaleras, Loma Alta y las Cortinas; todos adentro
de un área natural protegida. La conservación de la biodiversidad y el eventual
aprovechamiento de recursos vegetales, impide la extracción de flora y fauna. En
consecuencia, no deben consumir de peyote durante las ceremonias ni
prender la leña para fogatas. Pero al
ser una comunidad indígena pueden hacerlo amparados en una ley la cual les
permite mantener sus ritos y prácticas cultuales.
En el decreto que da origen al Parque Nacional Cumbres de Monterrey, emitido por el presidente Lázaro Cárdenas, no se reconoce la presencia del pueblo huichol en el mismo y por lo tanto no deben estar ahí. En la modificación del área hecha al parque y en la configuración de su programa de manejo, tampoco se ha reconocido la existencia de algún pueblo indígena dentro de esa ANP, de lo cual también deriva que no se le admitan derechos ancestrales o tradicionales al pueblo Wirraritari para la celebración de rituales en el Cañón de Guitarritas.
Ellos defienden su postura basada en la cosmovisión y sabiduría ancestral, apoyados por un consejo de ancianos que ha pedido la realización de ceremonias y rituales en Loma Alta, basados en deliberaciones resultantes de cantos y sueños, lo que les daría un arraigo reconocido en la zona y la justificación para cada visita anual.
En el decreto que da origen al Parque Nacional Cumbres de Monterrey, emitido por el presidente Lázaro Cárdenas, no se reconoce la presencia del pueblo huichol en el mismo y por lo tanto no deben estar ahí. En la modificación del área hecha al parque y en la configuración de su programa de manejo, tampoco se ha reconocido la existencia de algún pueblo indígena dentro de esa ANP, de lo cual también deriva que no se le admitan derechos ancestrales o tradicionales al pueblo Wirraritari para la celebración de rituales en el Cañón de Guitarritas.
Ellos defienden su postura basada en la cosmovisión y sabiduría ancestral, apoyados por un consejo de ancianos que ha pedido la realización de ceremonias y rituales en Loma Alta, basados en deliberaciones resultantes de cantos y sueños, lo que les daría un arraigo reconocido en la zona y la justificación para cada visita anual.
Por sobre todas las cosas, Loma Alta es un centro
arqueológico en la cual encontramos presencia humana desde hace algunos
milenios. En el Cañón de Guitarritas hay petrograbados, cuevas y morteros de
piedra, al igual que evidencia de puntas de flechas y raspadores de piedra muy
antiguos. De acuerdo a especialistas del INAH, los dibujos pueden tener una
antigüedad de hasta 7 mil años. Lo mismo hay figuras realizadas lo mismo por
grupos de cazadores y recolectores; por transeúntes, revolucionarios o pastores
que conocieron las montañas entre los siglos XIX y XX. Pero también por
aquellos que van y hacen daño a las rocas con inscripciones hechas con pintura
en aerosol.
Los petrograbados originales son muy abstractos, repletos
de líneas, círculos y puntos. Las pinturas dibujan y retratan aspectos propios
de ellos. Preferentemente las hicieron los hombres de culto y con alguna
intención religiosa, bajo el influjo del jugo mágico del peyote. Lo más
probable es que el arte rupestre refleje la intención de añadirle un trazo
estético a la piedra; los hicieron con fines mágicos o con afanes
comunicacionales. Lo más intrigante es que los trazos fueron realizados sobre
dos muros y están en la parte más alta de los mismos. Existe la posibilidad de
que usaron escaleras o estructuras similares a los andamios. Para otros, están
en un lugar alto porque durante muchos años, esa zona estuvo al margen de un
caudaloso arroyo.
En Santa Catarina hay cuatro zonas arqueológicas: Morteros
hechos en la piedra entre Morteros y Buenos Aires, otra una rumbo a Santa Cruz,
las pinturas situadas por el Cañón de San Cristóbal y la del Cañón de la
Guitarrita. Entre los parajes boscosos y montañosos de la sierra de Santa
Catarina, han localizado petrograbados y fogones, relacionados con el culto al
fuego, elemento precursor de la vida. Hace tiempo Felipe García Campuzano quien
fuera director del Museo Regional de Historia en el Obispado, me contó que los
petrograbados de Guitarrita, tienen figuras similares a las del libro mormón.
Yo supe de los testimonios arqueológicos en Loma Alta en
1983, cuando leí el libro de Manuel Neira Barragán El Monterrey de Ayer, en donde resalta la labor del escritor y
periodista José Navarro (1897-1973), quien organizaba una caminata anual
saliendo del Círculo Mercantil Mutualista de Monterrey rumbo a San José de los
Nuncio en Ramos Arizpe. Describe el trayecto y menciona la existencia de unas
paredes repletas de petrograbados en el Cañón de la Guitarrita. En Santa
Catarina no los conocían ni sabían de la existencia de los testimonios trazados
en la roca. Tanto Israel Cavazos como Felipe García Campuzano me dijeron que
estaban desde Buenos Aires a mano derecha
donde topa el cañón, pasas el rancho de los Loera y ahí están las pinturas.
Batallando, preguntando y recorriendo la zona, por fin llegué en 1983 hasta
donde estaban los testimonios delineados en la roca. En ese tiempo aún estaban
los dos muros, pero entre 1984 y 1985 alguien fue y se robó el bloque de piedra
que estaba situado en el lado sur.
En 1987 organizamos una visita con Armando Flores de la UANL, Felipe García Campuzano del INAH, Eduardo Crisóstomo
de El Norte y un servidor para verlos mejor. Creo que desde entonces se
hicieron famosos pero también sin quererlo propiciamos su desconocimiento y la
falta para dimensionar su importancia. Primero porque ha ido mucha gente y han
dejado grafitti en las rocas, ensuciado el lugar y lo peor del caso, ahora
practican rapel en una de las paredes. Y para acceder al sitio, ahora se
complican las cosas pues se requiere permiso para entrar.
Otra vez apelo al sentido común de quienes visitan nuestras montañas para que cuiden el patrimonio cultural existente, así como el natural. Y que nuestras autoridades de los tres niveles hagan algo por protegerlo y difundirlo como Dios manda. Lo cierto es que Santa Catarina no es pueblo ni lugar mágico, es un sitio sagrado.
Otra vez apelo al sentido común de quienes visitan nuestras montañas para que cuiden el patrimonio cultural existente, así como el natural. Y que nuestras autoridades de los tres niveles hagan algo por protegerlo y difundirlo como Dios manda. Lo cierto es que Santa Catarina no es pueblo ni lugar mágico, es un sitio sagrado.
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