domingo, 4 de noviembre de 2018

El cañón de la Guitarrita: un paraje sagrado y cósmico de Santa Catarina


Antonio Guerrero Aguilar/

Propiamente el 85 por ciento de la extensión territorial de Santa Catarina (comprende 872 kilómetros cuadrados) está en la Sierra Madre.  Es de los pocos municipios metropolitanos de Nuevo León que aún tiene población rural y suburbana. Para tener una idea, pasando la Boca del Potrero de Santa Catarina hay  35 cañones que se abren paso por entre las montañas, en cuyos rincones y tierras planas se fundaron ranchos y haciendas. Los primeros cañones que vemos son el de La Mielera o Ballesteros al oriente y San Pablo y Santa Juliana al poniente, con los primeros pueblos como Los Horcones, Los Nogales, Buenos Aires y Morteros. De aquí hacia la derecha se llega a la Loma Alta y más adelante al cañón de Peyotíos, un derivado de Pellotitos, la planta alucinógena considerada sagrada para los antiguos habitantes.


Siguiendo por un camino de terracería se accede a la Loma Alta, la cual enlaza hacia el cañón de las Escaleras  y las Cortinas en donde se desarrollaron importantes centros mineros en el siglo XIX. En el ancón de Loma Alta está el rancho de los Loera y un poco más adelante el cañón de la Guitarrita o Guitarritas, llamado así por lo estrecho del cañón, encerrado prácticamente por dos muros. Una ruta sinuosa y repleta de grandes piedras los llevan al rancho de los Rodríguez y luego al de los Hernández. Si continúan avanzando verán a San José de los Nuncio en Ramos Arizpe, Coahuila.

Las montañas tienen un nombre e indudablemente ellas nos refieren a la divinidad. Son la sacra morada y desde ellas Dios habla a los hombres. Por ejemplo Yahvé habló a Moisés desde el Sinaí y ahí se le manifestó. Para los egipcios, las pirámides eran montañas sagradas que representaban a las constelaciones que tomaban la figura de los dioses. Los antiguos habitantes del noreste mexicano también consideraban a la montaña como lugar sagrado y como sitio ideal para compartir sus signos como la fortaleza, la vida y la majestuosidad. A ellas acudían a consumir el jugo del peyote y a su amparo hacían los mitotes. En ese lugar mantenían la vida de su entorno y aseguraban que las fuerzas vitales no se perdieran.



Esta montaña se le conoce como el Pico del Gavilán, forma parte del cañón de San Judas que se extiende hasta el cañón de las Escaleras. A sus pies surgió una comunidad llamada Buenos Aires, como alusión a los vientos frescos y húmedos que corren por entre la sierra, dando vida y cobijo a quienes ahí habitan. Enfrente de Buenos Aires está Morteros, en donde los antiguos dejaron morteros de piedra para moler su alimento. Es donde las aguas y cerros bifurcan los caminos. Es un vórtice de energía donde los elementos ejercen su fuerza: el aire, el agua, la tierra y el Sol manifiestan su influencia sobre todos los seres vivos. También está la principal estación de bombeo para el agua potable de Santa Catarina, García y San Pedro Garza García.

Pues bien, hace casi 30 años llegaron los huicholes al Cañón de Guitarritas. Integrantes de la comunidad Wixarika procedentes de Zacatecas, Jalisco y Nayarit visitan la Sierra Madre de Santa Catarina, para agradecer por las primeras lluvias y mantener la tradición de los antepasados huicholes quienes creen que en éstas montañas está el origen cósmico de la humanidad, el ombligo donde surgió toda la creación. Por eso en sus rituales veneran a la vida, la lluvia, el Sol y al Abuelo del Mundo, guía de la sabiduría y el fuego; dando paso a la música, danza y cantos, para vincular lo terrenal y lo divino, lo profano y lo sagrado. Hacen sus ritos de iniciación y consumen peyote. Para garantizar un buen año, los huicholes mantienen una fogata durante tres días y dos noches que alimentan con ramas para que el fuego no desaparezca. En un momento de la ceremonia, también ofrecen sangre de buey a manera de sacrificio.


¿Desde cuándo vienen? Los huicholes dicen que vienen desde tiempos remotos. Para otros, ellos acuden a partir de 1990 cuando hubo un festival  llamado Kanto a la Tierra junto con representantes de diversos pueblos nativos de toda América.  Cuando los huicholes lo vieron, ocurrió la epifanía, por lo emblemático y simbólico de lo que ahí existe: las montañas, la vegetación, incluida la existencia del peyote, las formas rocosas y los petrograbados. En consecuencia hacen ofrendas a sus dioses, de acuerdo a un encargo de parte de consejos de ancianos que residen en centros ceremoniales de Nayarit y Jalisco.  Por orden de sus antepasados regresan a sus orígenes. Y para orgullo de Santa Catarina y Nuevo León este sitio sagrado está en Loma Alta.

Desde el año 2000,  los Wirraritari han padecido la prohibición para realizar sus ritos, por lo que defienden el cumplimiento de un encargo sagrado, el respeto de sus tradiciones y del territorio para las ceremonias. En este conflicto hay cuatro posturas: la de una familia que aduce tener de posesión legítima de los tierras y exigen ser tomados en cuenta para dar permiso, los de otra persona que se quedó con los terrenos mediante la compra; las exigencias del pueblo huichol quienes manifiestan y defienden su participación, como el mantenimiento y consolidación de sus vínculos espirituales con el territorio en Loma Alta- Guitarritas y otra tendiente a proteger el lugar como sitio arqueológico.

Pero hay más cañones en los alrededores como el de la Guitarrita: El Montoso, Pellotíos, las Escaleras, Loma Alta y las Cortinas; todos adentro de un área natural protegida. La conservación de la biodiversidad y el eventual aprovechamiento de recursos vegetales, impide la extracción de flora y fauna. En consecuencia, no deben consumir de peyote durante las ceremonias ni prender  la leña para fogatas. Pero al ser una comunidad indígena pueden hacerlo amparados en una ley la cual les permite mantener sus ritos y prácticas cultuales. 

En el decreto que da origen al Parque Nacional Cumbres de Monterrey, emitido por el presidente Lázaro Cárdenas, no se reconoce la presencia del pueblo huichol en el mismo y por lo tanto no deben estar ahí.  En la modificación del área hecha al parque y en la configuración de su programa de manejo, tampoco se ha reconocido la existencia de algún pueblo indígena dentro de esa ANP, de lo cual también deriva que no se le admitan derechos ancestrales o tradicionales al pueblo Wirraritari para la celebración de rituales en el Cañón de Guitarritas. 

Ellos defienden su postura basada en la cosmovisión y sabiduría ancestral, apoyados por un consejo de ancianos que ha pedido la realización de ceremonias y rituales en Loma Alta, basados en deliberaciones resultantes de cantos y sueños, lo que les daría un arraigo reconocido en la zona y la justificación para cada visita anual.


Por sobre todas las cosas, Loma Alta es un centro arqueológico en la cual encontramos presencia humana desde hace algunos milenios. En el Cañón de Guitarritas hay petrograbados, cuevas y morteros de piedra, al igual que evidencia de puntas de flechas y raspadores de piedra muy antiguos. De acuerdo a especialistas del INAH, los dibujos pueden tener una antigüedad de hasta 7 mil años. Lo mismo hay figuras realizadas lo mismo por grupos de cazadores y recolectores; por transeúntes, revolucionarios o pastores que conocieron las montañas entre los siglos XIX y XX. Pero también por aquellos que van y hacen daño a las rocas con inscripciones hechas con pintura en aerosol.

Los petrograbados originales son muy abstractos, repletos de líneas, círculos y puntos. Las pinturas dibujan y retratan aspectos propios de ellos. Preferentemente las hicieron los hombres de culto y con alguna intención religiosa, bajo el influjo del jugo mágico del peyote. Lo más probable es que el arte rupestre refleje la intención de añadirle un trazo estético a la piedra; los hicieron con fines mágicos o con afanes comunicacionales. Lo más intrigante es que los trazos fueron realizados sobre dos muros y están en la parte más alta de los mismos. Existe la posibilidad de que usaron escaleras o estructuras similares a los andamios. Para otros, están en un lugar alto porque durante muchos años, esa zona estuvo al margen de un caudaloso arroyo.

En Santa Catarina hay cuatro zonas arqueológicas: Morteros hechos en la piedra entre Morteros y Buenos Aires, otra una rumbo a Santa Cruz, las pinturas situadas por el Cañón de San Cristóbal y la del Cañón de la Guitarrita. Entre los parajes boscosos y montañosos de la sierra de Santa Catarina, han localizado petrograbados y fogones, relacionados con el culto al fuego, elemento precursor de la vida. Hace tiempo Felipe García Campuzano quien fuera director del Museo Regional de Historia en el Obispado, me contó que los petrograbados de Guitarrita, tienen figuras similares a las del libro mormón.

Yo supe de los testimonios arqueológicos en Loma Alta en 1983, cuando leí el libro de Manuel Neira Barragán El Monterrey de Ayer, en donde resalta la labor del escritor y periodista José Navarro (1897-1973), quien organizaba una caminata anual saliendo del Círculo Mercantil Mutualista de Monterrey rumbo a San José de los Nuncio en Ramos Arizpe. Describe el trayecto y menciona la existencia de unas paredes repletas de petrograbados en el Cañón de la Guitarrita. En Santa Catarina no los conocían ni sabían de la existencia de los testimonios trazados en la roca. Tanto Israel Cavazos como Felipe García Campuzano me dijeron que estaban desde Buenos Aires a mano derecha donde topa el cañón, pasas el rancho de los Loera y ahí están las pinturas. Batallando, preguntando y recorriendo la zona, por fin llegué en 1983 hasta donde estaban los testimonios delineados en la roca. En ese tiempo aún estaban los dos muros, pero entre 1984 y 1985 alguien fue y se robó el bloque de piedra que estaba situado en el lado sur.

En 1987 organizamos una visita con Armando Flores de la UANL, Felipe García Campuzano del INAH, Eduardo Crisóstomo de El Norte y un servidor para verlos mejor. Creo que desde entonces se hicieron famosos pero también sin quererlo propiciamos su desconocimiento y la falta para dimensionar su importancia. Primero porque ha ido mucha gente y han dejado grafitti en las rocas, ensuciado el lugar y lo peor del caso, ahora practican rapel en una de las paredes. Y para acceder al sitio, ahora se complican las cosas pues se requiere permiso para entrar. 

Otra vez apelo al sentido común de quienes visitan nuestras montañas para que cuiden el patrimonio cultural existente, así como el natural. Y que nuestras autoridades de los tres niveles hagan algo por protegerlo y difundirlo como Dios manda. Lo cierto es que Santa Catarina no es pueblo ni lugar mágico, es un sitio sagrado.

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Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico