Antonio Guerrero Aguilar/ Becario PECDA Nuevo León 2023
El medioevo, se divide
en dos: el Alta y la Baja Edad Media. La primera comprende desde la caída del
Imperio Romano Occidental, con el sistema filosófico y pedagógico de la
patrística. Le corresponden las oleadas e invasiones de los llamados bárbaros
que asediaron la “ciudad eterna”. Es la etapa del Sacro Imperio Romano
Germánico, creado en el 962 por Otón I, rey de Germania. Su nombre deriva de la
pretensión de sus gobernantes de ser la continuidad del Imperio de Carlomagno,
el cual se desintegró en el 843 tras la firma del Tratado de Verdún.
Si Roma es sabina
y latina, Florencia la precede, es etrusca. Los etruscos, llegados de Asia
Menor, se asentaron en siglo IX a.C. En el año 395 a.C. fueron sometidos por
Roma. La ciudad está al Piamonte del Fiesolana. Los fiesolinos fueron
sacrificados por Pompeyo, por ser enemigos de la República. De la destrucción
nació Florencia. La ciudad fue edificada por Marte, por eso Dante la amaba como
la odiaba, a tal grado de referirse a ella como “Aborto del Demonio”.
Durante las
campañas de colonización de Silla, los romanos fundaron una villa a la que
llamaron “Florentia”. Se trataba de un campamento fortificado, situado en la
encrucijada que formaban los caminos de la costa del Tirreno y los de los
Apeninos, unidos para recorrer el alto valle del Arno hacia Roma. Permaneció
fiel al imperio, hasta su caída y división en el siglo IV.
En el año 774,
Florencia fue conquistada por Carlomagno pasando a formar parte del Imperio
Carolingio. En 1115, se liberó aprovechando las disputas motivadas por la
sucesión del poder en la región. Lograron quitarse el yugo y fueron
consolidando una región para vivir del comercio y del traslado de
mercancías. No eran nobles, pero
amasaron riquezas. Dividieron la ciudad en barrios en los cuales prevalecían
los oficios y talleres. Tenían el tiempo libre y pudieron dedicarse a las artes
liberales, como el Trívium y Quadrívium. Con el nuevo milenio, pasaron de una
concepción del universo geocéntrica y teocéntrica a una heliocéntrica como
antropocéntrica.
Italia está bajo
la constelación de Aries. Así como Florencia le ha ganado a Roma en
magnificencia, también le ha de ganar en ruina como en miseria, dijo alguna vez
Dante. Una ciudad que se hizo con el comercio con Francia. El símbolo es la
flor de lis, el “florín” desde 1352. Usada desde tiempos ancestrales, para
designar lo divino, la trinidad, la devoción a la virgen, así como la sagrada
ampolla de los Francos, con la cual llegó el Espíritu Santo con el aceite para
la unción del rey. Tiene diversos colores, pero la de Florencia es violeta,
debido a los campos repletos de tal flor.
La Baja Edad
Media comienza con la llegada del nuevo milenio, el cual pensaban sería el fin
del mundo, los tiempos escatológicos para la segunda resurrección del Señor. Ya
no es la patrística apoyada en Platón. Ahora es la escolástica se fundamentó en
la recuperación de los textos aristotélicos. Los florentinos abiertos a todo
tipo de conocimiento, también buscaron los conocimientos ancestrales de
Pitágoras como de Platón. Los que tenían el tiempo libre, requerían actividades
de ocio. Para no pasar tanto tiempo en el “dolce far niente”, se dedicaron a
cultivar el espíritu, a formar el “gentil hombre” que fuera capaz de dominar
todos los campos del saber y del hacer. Es de suponer que tenían disponibilidad
de horarios y por eso, para negar el ocio, se dedicaron al negocio.
En ese tiempo, la
Italia estaba dividida en repúblicas y ducados que peleaban entre sí. Pero que
también estaban enfrentadas en dos bandos: los fieles al poder pontificio y los
que estaban a favor del imperio. En medio de pugnas regionales, se alió con
Pisa, que le proporcionaba los barcos que necesitaba para su comercio, contra
Siena cuyas bancas disputaban a los florentinos, la clientela de la Santa Sede.
En 1218 entró en guerra contra Pisa por la hegemonía de la Toscana.
Su contexto
histórico era el conflicto secular entre el papado, que pasaría a estar apoyado
por los güelfos, contra el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico,
apoyado por los gibelinos. Durante esta época ambas facciones representaban a
los dos poderes universales.
Entre los siglos
XII y XIII, los florentinos participaron activamente en las guerras entre
güelfos y gibelinos, facciones que se disputaban la sucesión a la corona
imperial. Los güelfos defendían el poder papal y estaban en contra de los
privilegios nobiliarios y los gibelinos, apoyados por el emperador germano, se
oponían al poder del pontífice. Florencia fue predominantemente güelfa. La
nobleza quedó muy debilitada por estas luchas y fue expulsada del poder en
1293, abriéndose el periodo del segundo pueblo. Güelfos los blancos y los
Gibelinos son los negros. Los Güelfos agarraron la flor de lis de Carlos II, de
la Casa de Francia que luego adoptaron los Gibelinos. En cambio, el signo consagrado
al imperio, el águila, que tomaron los gibelinos.
En esa época
Florencia era la primera ciudad de Toscana, ya que Pisa había sido derrotada
por Génova en 1284 y Siena empezaba a declinar. Los negocios eran familiares y
poseían sucursales en toda la Europa occidental. Las compañías más antiguas
seguían enfrascadas en la disputa entre blancos y negros. Estos conflictos
políticos no impidieron que la ciudad se convirtiera en una de las ciudades más
poderosas y prósperas de Europa, hacia la que se dirigió su comercio, al
contrario que Venecia que se expandió por el Mediterráneo. Etapa preponderante
con los Médicis.
La rivalidad
entre el imperio y el papado convulsionó la vida italiana por espacio de dos
siglos: los partidarios del emperador – los gibelinos – se aferraban a las
tradiciones de la aristocracia feudal; los güelfos, apoyados por el Vaticano,
representaban los intereses de la naciente burguesía comercial. Esta lucha
alcanzó su punto álgido en Florencia, donde un artesanado emprendedor e
inteligente echaba las bases de la sociedad moderna. El triunfo de los güelfos
fue allí rotundo, determinando el establecimiento de una república dominada por
la oligarquía mercantil.
Desde 1326 las
nuevas compañías se dedicaron al comercio, a la industria y a la actividad
económica más importante, la banca. Los florentinos organizaron el préstamo a
gran escala, prestaban a los soberanos de Europa a cambio del arrendamiento de
los impuestos. La crisis económica del siglo XIV y la Guerra de los Cien Años
llevaron a la ruina a estas compañías, aunque volvieron a surgir otras nuevas,
también de base familiar, que actuaron de manera más prudente.
En 1406 Florencia
conquistó Pisa y se convirtió en potencia marítima. La mayoría de los ricos
comerciantes, para asegurar la salvación de su alma, dedicaban parte de sus
ganancias a edificar capillas e incluso iglesias. Transformaron sus casas y
granjas en verdaderos palacios.
¿Por qué detonó
el crecimiento de la riqueza en el año 1500 y no antes ni después? Comenzaba en
Italia el Renacimiento. Los Médicis, los opulentos banqueros de Florencia. El
entorno habitual de este comerciante era la más alta burguesía de las ciudades.
Se dieron cuenta de que hacerse rico en forma individual, era válido y
legítimo. Antes, nadie podía serlo en forma privada. Si alguien lo intentaba,
la religión o el estado lo destruían.
Es la transición
del medioevo a la era moderna. Entre ambas, está el Renacimiento que comprende
“il quattrocento” y el “cinquecento”. Para muchos, el precursor de la lengua
italiana es Dante. Aunque unos dirán que fue el canto de Francesco, “Hermano
Sol, hermana Luna” de 1225. La lengua italiana es “romance”, procede del latín
que se hablaba en el imperio y prevaleció entre las clases cultas y
preponderantes.
El hecho de ser
aún el epicentro del otrora gran imperio, hizo que llegaran invasiones de
distintos rumbos, como la asistencia de bizantinos y eclesiásticos. De las
escuelas palatinas a los “studium generale”, convertidos en universidades,
siendo la de Bolonia la más antigua de todas las existentes. Ante las modas
imperantes, no se olvida la tradición clásica y ante los avances, se mantenía
aún el vínculo con el pasado, quedando un sistema neoclásico, que tenía en las
siete artes liberales y en las humanidades, la manera de recuperar el pasado,
actualizado y como una forma de relacionarse con otras culturas.
El latín no
desapareció en Italia. El uso de las lenguas locales en la literatura italiana
fue inicialmente escaso, y estuvo precedido por dos periodos de literatura
italiana en lenguajes extranjeros, sobre todo franceses. Hubo muchos italianos
que escribieron en provenzal. Al mismo tiempo, la poesía épica se escribía en
un lenguaje mezclado, un dialecto italiano basado en el francés.
La literatura
toscana
En los tiempos de
Dante, la Toscana estaba en una situación excepcional. El dialecto toscano que por
entonces se hablaba se asemejaba mucho al latín, y de hecho este dialecto se
convertiría posteriormente en el lenguaje casi exclusivo de la literatura
italiana, pues ya a finales de ese siglo se le consideraba superior al resto de
los dialectos: “Lingua Tusca magis apta est ad literam sive literaturam (La
lengua toscana es la mejor para la carta o la literatura), escribió Antonio da
Tempo. En 1266, se convirtió en la primera provincia de Italia. Comenzó un
movimiento de reforma política que en 1282 culminó en el establecimiento del
Priorato de las Artes, y el establecimiento de las Artes Menores. Esto fue
posteriormente copiado por Siena (con la Magistratura de los Nueve), por Lucca,
por Pistoia y otras ciudades güelfas de la Toscana con similares instituciones
populares. Los gremios tomaron el control del gobierno en sus manos, dando
lugar a una época de prosperidad social y política.
Dante Alighieri
Bautizado como
Durante di Alighiero degli Alighieri, Dante nació en Florencia el 26 de mayo de
1265 y fue un hombre de su época: la Edad Media. Soñaba con ser parte del mundo
de la nobleza y se introdujo por los oscuros pasillos de la política donde los
ideales y valores se dividían entre odios facciosos y la corrupción partidista,
mientras la Iglesia Romana peleaba contra los poderes terrenales de reyes o
emperadores.
Dante se
convirtió en caballero y luego en prior, luchando por su patria Florencia, de
la cual se vio obligado a abandonar tras ser enjuiciado políticamente. El dolor
de la partida fue tremendo. En su exilio descubrió la increíble versatilidad
humana y geográfica de la Italia del siglo XIV, para escribir en Rávena su
“Comedia” (denominada a su muerte en Rávena “Divina”), si bien durante todo
este periplo jamás olvidó a Florencia.
En su trayecto al Paraíso, vio al alma de un
ancestro llamado Cachigüida, pero no quiso hablar con él. Casado con una dama
de los Alighieri de Ferrara. Por eso el hijo se llama Alighieri, de cuya unión
nació Belinchón Alighieri II, padre de Dante.
Como se advierte,
pertenece a la Toscana por nacimiento, humanismo, tradición y por lingüística.
Su pureza es la nota más esencial de su personalidad, la llave de oro con la
que abre, ante la mirada atónita del mundo, las grandes puertas itálicas del
Renacimiento, para dar paso a una luz nueva y esplendorosa a los personajes de
su tiempo, a quienes por cierto antecede.
¿Qué estudió?
Como los niños de su tiempo, pertenecientes a la nobleza claro está, nociones
de latín y el trívium. Luego las artes mayores para acceder a la antigüedad
clásica. La formación se hacía en universidades como en academias y Florencia
llegó a tener la mejor de su periodo. Uno debía transitar entre las artes y la
jurisprudencia, la política como la filosofía y la teología. Pero concedió el
primado a las humanidades, que a los estudios profesionales de la época.
Poeta de poetas a
decir de Bartolomé Mitre. Inspirador de sabios y pensadores y de la conciencia
humana. Para Humboldt es el creador sublime de un mundo nuevo, porque se
convirtió en un puente entre la Europa de la Edad Media y del Renacimiento ya
que el enfoque del arte y del pensamiento cambió de los asuntos religiosos a
aquellos de la humanidad. Activo en política en Florencia, al final Dante fue
enviado al exilio en 1302 por sus opiniones contra lo que él veía como un abuso
de poder y corrupción por parte de los pontífices. Dante tenía «tres dones que
le impedían seguir la carrera del político práctico: un temperamento poco
acomodadizo, una lengua feroz y una superfluidad de intelecto escandalosa».
En 1309, Roma lo
desilusionó aún más con el exilio impuesto del papa a Aviñón. Dante empezó a
apoyar las ambiciones del emperador del Sacro Imperio Romano, aunque su lealtad
política cambiaba a su vez dependiendo de las circunstancias. Dante alimentó las
esperanzas de que el Sacro Imperio Romano pudiera restaurar el orden cristiano
en Europa. En esto se equivocó irremediablemente, pero por lo menos sí predijo
correctamente que las rencillas entre las diferentes ciudades‑Estado
italianas solo conducirían a la caída de todas.
Dante se comenzó
a mover en donde pudo y hubo lugar: Roma, Florencia, Verona y luego circuló
entre el centro y el norte de Italia. Entretanto, la esposa de Dante, Gemma
Donati, junto con sus cuatro hijos (tres varones y una niña) se quedaron en
Florencia. Fue durante este exilio errante que escribió su obra maestra, la
Divina Comedia. Dante nunca más regresó a casa y murió de malaria en Rávena el
13 de septiembre de 1321.
Dante Alighieri,
insigne poeta y padre del idioma italiano, murió entre el 13 y el 14 de
septiembre de 1321 en Rávena, Italia. Como lo habían desterrado y le tenían
prohibido entrar a Florencia, fue sepultado en la iglesia de San Francisco, en
Rávena, entre solemnes homenajes. Su epitafio, escrito por él mismo: "Aquí
yazgo yo, Dante Alighieri, hijo de Florencia, exiliado de mi tierra, patria de
poco amor".
Dante el divino
Los escritos
denotan conocimiento de la teología como de la filosofía, de la moral como de
la ética, de la política como de las artes liberales, además de eterno
enamorado de Beatriz. La obra narra la historia de cómo el propio poeta recorre
los reinos del infierno, purgatorio y paraíso, y de lo que allí encuentra. Es
guiado por todos estos senderos por Virgilio y Beatriz, y por mil ángeles y así
por la historia sin tiempo. Es una obra de difícil comprensión, que encierra
complejas cosmogonías y que los constantes acertijos (a la moda de la época)
hacen más -aún- difícil su comprensión. Las páginas están pobladas de
voluntades y realidades, de sueños, metáforas y mil figuras (retóricas,
ficticias, botánicas e imaginativas siempre).
Constituye la
síntesis más imperfecta y «fiable» de conocimientos enciclopédicos de la época.
El texto plasma la astronomía tolemaica y representa el «objeto de ficción
filosófico» más representativo de toda una época. Es una etapa en donde
prácticamente, la totalidad de las creaciones literarias eran consagradas a
temas teológicos.
Hace poco más de
siete siglos, escribió un poema épico, que se llamó Comedia, por su final
feliz, opuesto a la tragedia y que luego se llamó Divina comedia por centrarse
en valores cristianos, donde se destaca la presencia en la obra del infierno,
el purgatorio y el paraíso…
Dante está
perdido en la selva, asediado por animales simbólicos: un leopardo, un león y
una loba, buscando a su amada Beatriz quien se encuentra en el paraíso. Para
eso, deberá pasar primero por el infierno y el purgatorio. Conocer luego el
firmamento y atestiguar la victoria de los santos y la gloria del Altísimo.
Iluminado y convertido por la revelación, el poeta finalmente regresa a la
Tierra y decide dar testimonio de su viaje en un poema para advertencia y
consejo de la humanidad. La frase lapidaria más conocida de esta obra es la que
escribe a la entrada del infierno: “quien cruce esta puerta, que pierda toda
esperanza”…
La obra está
escrita en lengua vulgar, en contraposición con el alto estilo que los más
reverenciados (y ahora olvidados) poetas de la época solían emplear -latín-.
Nos proporciona una compleja visión política. Es famosa la fijación Dante por
el partido güelfo (le venía de familia). Las páginas de La Commedia ahondan en
explicaciones políticas, y se puede escuchar un eco desesperanzado del poeta
(recordemos como su bisabuelo Cacciaguida, ya en El Paraíso, profetiza su
destierro y su desengaño para con ambos partidos, para con el hombre en
general, convirtiéndole entonces en un espíritu libre, ya muy lejos de su
tiempo, eterno).
Poco después de
su muerte, ya existen los llamados Lecturae Dantis, centros en los que se leía
la obra y se explicaba de manera alegórica, lingüística y demás. Dante se había
convertido, en relativamente poco tiempo, en un modelo lingüístico y el
referente de toda obra no escrita el latín.
Sus obras
La Vita Nouva (La
Vida Nueva). Una obra extraña, en muchas ocasiones empleada como bastón
histórico para aclarar algunos de los enigmas sobre la vida del poeta (sobre
todo por las corrientes historicistas decimonónicas). Compuesta en prosa y
verso, narra el precoz amor que Dante siente por la que por aquel entonces ya
convirtió en su musa: Beatriz, una joven que conoce a los nueve años y que
apenas ve un par de veces. Sin embargo, ello no es obstáculo para que se
encumbre la figura de la bella mujer.
Convivio (El
Convite) se comienza a escribir en 1304 y se deja sin terminar aproximadamente
en 1308. Escrita, también, en lengua vulgar, la obra pretende ser un
acercamiento popular a materias a las que por aquel entonces sólo tenían acceso
los eruditos (escritas en latín). Con el título, siempre representativo y
explicativo en las obras del autor, nos invita a compartir con él su visión
literaria, histórica, filosófica, lingüística y política. De los cuatro
tratados (en principio la obra iba a constar de un total de doce) que Dante
escribió, el más reseñable es sin duda aquel que habla de los cuatro sentidos
de la obra de ficción: Literal, alegórico, moral y anagógico.
Otras obras de
Dante son De Vulgari Eloquentia (la lengua vulgar, curiosamente escrito en
latín erudito), Monarchia (La Monarquía, escrita también en latín, en la que
hace una crítica a las luchas, tan en boga en aquella época, entre el poder
terrenal y el espiritual). No nos referimos aquí a otras cuya autoría ha sido
(por algunos) puesta en entredicho. (primera parte)
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