domingo, 29 de octubre de 2023

El noreste: espacio y cultura

Antonio Guerrero Aguilar/ 

Becario PECDA Nuevo León 2023

Así como Edmundo O´Gorman hablaba de una invención de América, conviene pensar en la invención de lo que ahora se denomina “Noreste”, en cuanto unidad geográfica. Para empezar, el inicio nace en el tiempo y la extensión en el espacio: comprende dos naciones, cuatro estados, de los cuales tres de los mismos, suman unos 300 mil kilómetros de extensión territorial. Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas mantienen el 15 por ciento del territorio nacional. Texas llega a casi 700 mil kilómetros, pero no toda su jurisdicción se puede vincular a la nuestra. Tal vez la franja del Nueces, el Valle del Bajo Río Bravo, las ciudades antiguas que de una u otra forma mantienen nexos en lo geopolítico, económico como en lo social.  En el plano histórico, se puede incluir a Nacogdoches hasta los límites con la Luisiana, San Antonio y sus alrededores, Austin, más las ciudades de Dallas-Fort Worth y la franja costera desde Brownsville hacia Houston, en una porción representada por todos los nuestros que allá viven.

¿Somos norestenses o norteños?, ¿provincianos u orientales?, ¿reineros o nuevoleoneses?, ¿neoleoneses o neoleonenses? Durante el virreinato fuimos el Nuevo Reino de León y por gentilicio nos decían reineros. Con las reformas borbónicas en el siglo XVIII, se hicieron las Provincias Internas, luego dividieron en Oriente y en las de Occidente. Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas quedó al oriente, por donde sale el sol. Entonces designa una realidad regional, vinculada en lo geopolítico, económico, social como cultural. Lo norestense es donde coincide lo septentrional con lo oriental, el Norte con el Este, aunque mis hermanos de Tamaulipas digan “noresteño” y los de Coahuila “nordestino”.



Si ponemos una rosa de los vientos en un plano nacional, nos daremos cuenta que no estamos exactamente en el norte, lo cual me lleva a repasar la escena de Piporro en la película “Se alquila marido” de 1961, en donde tiene un diálogo con Arturo Martínez en un baño sauna: “¡Yo soy del Norte!, ¿sabe?” a lo que le responde el primer actor: “¡Y yo del Este!” Luego Piporro le precisa: “Con éste calor hasta me acuerdo de Reynosa, nomás que allá es más seco…”. Hoy en día, está de moda el gentilicio “norestense”. Quien promovió el concepto del noreste en el plano económico, fue un economista francés llamado Frédéric Mauro en 1962 y en lo cultural, el bibliófilo y maestro español, Alfredo Gracia Vicente más o menos en 1984.

Sin afán de provocar controversias en estos tiempos donde quieren que la división prevalezca, en tiempos de Vidaurri; una vez el periódico “El Restaurador de la Libertad”, invitaba a Tamaulipas para unirse al Estado Libre y Soberano de Nuevo León y Coahuila (1856-1864), porque “el resto de México aborrece al noreste, porque tienen un mismo interés”. Así de plano. Pero errores son del tiempo y no de España como dicen. De los cuatro estados (incluido Texas) surgieron las Provincias Internas de Oriente. En consecuencia, es necesario remontarnos a las exploraciones y fundaciones de la Nueva Vizcaya con Alberto del Canto entre 1572 y 1577 y al establecimiento del Nuevo Reino de León en 1579. De ambas salieron los cuatro espacios entrañables, uno de ellos reino, dos provincias y una colonia. Con dos elementos que la distinguen: la Sierra Madre como el Río Bravo, forjaron relaciones más estrechas.

Manuel Payno puntualiza un exceso de “provincialismo”, de apego y unión entre los mismos. En cambio, Gonzalitos considera que la lejanía respecto al centro del Virreinato y la barrera natural de la Sierra Madre, provocaron que las mismas familias progenitoras, se distribuyeran y asentaran en la comarca. Aquí fueron esenciales las familias García de Quintanilla como los de la Garza Falcón. Ante la falta de comunicación efectiva, caminos en mal estado, zona expuesta a los intereses de los caciques regionales, agrarios o mineros como de los comerciantes. Siempre expuestas al estado de “Guerra Viva”, hizo que la gente dispersa, buscara en el paisaje y los solares, la legitimización para su apropiación filial como terrenal. Sin embargo, la forma de ser prevalece a decir de Payno, en la sencillez de sus costumbres. A pesar de la precariedad, pobreza y desamparo, se distinguían por franqueza y amabilidad. De la igualdad entre clases, no se notaban entre ricos y pobres. De sus comidas: carne picada y tamales gordos, barbacoas y carnes asadas, ¡ah sin olvidar el cabrito y la tortilla de harina! Alaba la valentía y destreza de sus presidiales y militares como del trabajo y sacrificio de sus habitantes y lo mejor: la belleza de sus mujeres.



Hablar del noreste mexicano, nos lleva recordar el estado de “Guerra Viva” contra los albazos e incursiones de los llamados “Indios bárbaros”, de su red de sus vetustas misiones y presidios, de los agostaderos de la “ovejas y cabras que pastan”, de la conjugación de vascos, portugueses y sefarditas, como de tlaxcaltecas, nahuatlatos y etnias locales, a las que se sumaron los mulatos y los lipanes.

Para mí, es el solar, el contexto y la narrativa que reconstruye la memoria como el legado de todos ellos. Esa es la verdadera identidad norestense. La historia oral que nos remite a las vivencias como experiencias de los tiempos idos, pero que padece el menosprecio como el desconocimiento, por eso debemos evitar distorsiones como el olvido. Con dos momentos cruciales: el Nuevo Reyno de León y las Provincias Internas de Oriente. Nos remitimos al reconocimiento legal como religioso y militar: desde el establecimiento de la diócesis en Linares en 1777 y la división de las Provincias Internas en “occidentales y las orientales” más o menos por ese tiempo.

El noreste tiene progenitores: en lo militar Joaquín de Arredondo, en lo político Santiago Vidaurri. En los contrapunteados Ramos Arizpe y fray Servando para crear un solo estado. Nos venden la idea de que como no había “nada”, comenzaron de “la nada”, provocando desertificación y cambio climático. Pero la riqueza nace del contrabando y en lo económico a través del eje Piedras Negras-Monterrey y Matamoros. Es la porción del territorio nacional donde el norte y el noreste se juntan.

El INEGI pone a Coahuila y a Chihuahua en el norte. Una cuarta parte de Coahuila corresponde la comarca de la Laguna, que comparte con Durango y Sierra Mojada. En cambio, dejan a Nuevo León y Tamaulipas en la del noreste. Sin embargo, Coahuila en el plano vecinal y familiar, tiene muchos nexos con Nuevo León. Cuando señalan al noreste, refieren a una región que trasciende lo local, porque hasta comprende una entidad norteamericana como lo es Texas. Se trata de un vínculo a través de la geografía, la historia, la cultura y los elementos administrativos.

Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico