Antonio Guerrero Aguilar/
Entre 1986 y 1987 tuve la oportunidad de colaborar en el
trabajo pastoral de la comunidad del templo de nuestra señora del Carmen en la
colonia Urdiales. En ese periodo estaban construyendo un puente entre el cruce
de la avenida Gonzalitos y Paseo de los Leones. El camión de la ruta 25 entraba
por la antigua avenida Urdiales, ahora llamada Eduardo Aguirre Pequeño, para
después pasar por la calle Popocatépetl. En la esquina con Pico de Orizaba
aparecía una antigua construcción de sillar. Una cuadra después, se presentaba
una plaza típica de pueblo y enfrente un templo. La casa como el templo
parecían vetustas construcciones de sillar y sobresalían del resto de las casas
de los alrededores.
Precisamente el templo como la casona son las únicas que
quedan de la antigua comunidad de Los Urdiales, ahora considerada como una
colonia más de Monterrey. Pero hace más de cien años, fue la segunda comunidad
agrícola más importante de Monterrey, después del Topo Chico y antes que San
Jerónimo. De hacienda, luego congregación
y colonia, gradualmente se fue integrando a la mancha urbana hasta que quedó
encerrada entre bodegas, fraccionamientos industriales y colonias. Al
principiar la década de los 1970 la comunidad de Los Urdiales fue dividida en
dos por la avenida Gonzalitos.
El templo aunque pequeño, ostenta una arquitectura austera y
sencilla pero a la vez muy interesante. En el coro del templo se ven unas
fechas “1876-1896”, que indican el inicio como la conclusión del edificio. Con
el correr del tiempo, tuve la oportunidad de buscar información en el Archivo
Histórico Municipal de Santa Catarina (1987-1991) y en algunas obras de
carácter histórico y con ello pude conformar un esbozo histórico de la antigua
comunidad de Los Urdiales. Parte de la investigación fue publicada en la sección
Cumbres del diario El Norte en mayo de 1990. Pero los datos más amplios y
específicos permanecían inéditos. Es por eso que presento una síntesis
histórica de los Urdiales, para que Ustedes tengan una idea de lo importante
que tuvo ésta comunidad para la historia de Monterrey.
La comunidad de Los Urdiales fue una de las haciendas que
conformaban la municipalidad de Monterrey entre el siglo XIX y la primera mitad
del siglo XX, junto con San Bernabé del Topo Chico, los Tijerina, Gutiérrez, Doctor
Gonzalitos, San Jerónimo, el mineral de San Pedro, el Ancón, Labores Nuevas,
los Cristales y Los Urdiales. Los ranchos eran Piedra Parada, la Hedionda
Chica, las Boquillas y los Remates. Con el crecimiento de la mancha urbana,
esos poblados se fueron fusionando o integrando a nuevos centros
habitacionales; convertidos en colonias, perdiendo con ello su categoría de
congregaciones y pueblos.
Un informe correspondiente a los primeros años del siglo XX,
situaba a Los Urdiales a 6,285 kilómetros al noroeste de la plaza Zaragoza. Asentado en un pequeño valle que se formaba rodeado de
las estribaciones de la sierra de las Mitras, el cerro del Topo y del Obispado.
Para llegar al viejo casco de la hacienda, se salía de Monterrey por la calle
de Aramberri; se pasaba por entre los dos panteones, el del Carmen y Dolores.
Al llegar a fleteros y la cigarrera, se cruzaba las vías de ferrocarril y
Madero. Ahí comenzaba la antigua avenida Urdiales que pasaba cerca de las
facultades de Medicina y Odontología y a menos de medio kilómetro aparecía el
centro agropecuario en donde sobresalían las fincas rústicas, un gran centro
productor de lácteos, los corrales y los montes en donde pastaban las vacas,
las cabras y las aves de corral.
En los señoríos territoriales de la hacienda, ahora se
levantan las colonias Mitras centro, sur, parte de la norte y el
fraccionamiento Bernardo Reyes, un sector de las colonias Cumbres y Vista
Hermosa, todo el campus de la salud de la UANL, los panteones El Tepeyac y el
Roble y el gimnasio Nuevo León. La vieja
comunidad agrícola fue absorbida por la mancha urbana y con ello, perdió a sus
viejos habitantes y sus costumbres. Ciertamente ganó otras de carácter urbano. Actualmente ésta zona habitacional es una colonia más de
Monterrey, pero en su tiempo llegó a ser la tercera comunidad más importante
después de la ciudad capital y del Topo Chico. ¿Quién no recuerda a sus bailes
y demás diversiones a las que asistían personas de los alrededores? Las visitas
para comprar huevos o productos lácteos. Para quienes llegaron a residir en la
naciente colonia Mitras a mediados del siglo XX, un pueblo, un rancho más
cercano a las colonias circunvecinas.
El apelativo Urdiales es originario de Castro, provincia de
Santander, España. Su origen viene del vasco Urda que significa pasto y del
sufijo Ales: literalmente es el terreno sembrado de pasto. A su vez, Ordio
viene del latín Hordeum que significa cebada. El primer poblador aparentemente
originario de Guanajuato, que habitó el Nuevo Reino de León es José Urdiales,
quien acompañó al capitán Alonso de León en la expedición para buscar a los
franceses que habían establecido un fuerte en las cercanías en las costas de
Texas, próximas a Corpus Christi el 27 de marzo de 1689. Durante el siglo XVIII
había algunas familias con éste apellido, teniendo sus residencias en un lugar
situado al poniente de la Plaza de Armas, entre el camino real a Saltillo y el
río Santa Catarina. Otros Urdiales vivían cerca del Ojo de Agua de Santa Lucía
y hasta había un barrio conocido como “Las Urdialitas”. En el siglo XIX y XX
encontramos personas de apellido Urdiales en censos correspondientes de Santa
Catarina como en Garza García.
En la hacienda de Los Urdiales había labores de riego y
terrenos en donde pastaban y criaban ganados mayores y menores. Los Urdiales
fue establecida gracias a los esfuerzos de los hermanos José Ángel y Pedro
Urdiales quienes consiguieron mercedes de tierra para formar una hacienda en
1845. Al año siguiente, un destacamento al mando de Zacarías Taylor se quedó en
las inmediaciones del lugar, para arribar a San Jerónimo en donde inició el
asedio a la ciudad de Monterrey en septiembre de 1846. Para 1861 la hacienda estaba
situada rumbo al camino a Villa de García y al Topo Chico y por sus terrenos
pasaba el ferrocarril al Topo. Tenía una extensión territorial de dos sitios de
ganado mayor, equivalentes a 3, 530 hectáreas. El pueblo estaba compuesto por
63 fincas, dos de ellas consideradas como rústicas con un valor de mil 400
pesos a principios del siglo XX y los sitios mayores en 600 pesos. Los terrenos
como las propiedades estaban valuadas en dos mil pesos.
Los vecinos organizados en un régimen comunal se dedicaban a
la agricultura y a la ganadería. Era un pueblo próspero que cosechaba
cantidades considerables de maíz y caña de azúcar; por ello había algunos trapiches y moliendas
de piloncillo en el lugar. La hacienda tenía su saca de agua y otros remanentes
procedentes de San Jerónimo. También había terrenos de agostadero en donde la
población criaba y cuidaba en orden de importancia el ganado porcino, vacuno,
caballar, asnal y mular. Las fincas mantenían sitios arbolados en donde
predominaban los aguacatales, las anacuas y los nogales, mientras que en los
montes de los alrededores; las ayas, sauces, álamos, mezquites, duraznillos,
barretas, moras, naranjos, granjenos, canelos, chaparros y huizaches.
El 9 de abril de 1886, estaban unos 25 o 30 hombres armados
en el puerto del Durazno, en los límites de Santa Catarina y Villa de García, a
inmediaciones del cerro de las Mitras. Dicen los informes que de vez en cuando
tiraban balazos y lanzaban vivas sin precisar a quién. Toda la parte norte de Monterrey
y General Escobedo y García, estaban expuestos a la inseguridad y a los
ataques. Por ejemplo, en el puerto de Durazno había tres bandidos que se habían
enfrentado a una fuerza de Villa de García. Enviaron a unos 20 vecinos de Santa
Catarina para perseguirlos hasta un lugar conocido como El Encinal cercano al
cerro de las Mitras. De ahí se pasaron a San José y finalmente a Los Urdiales
en Monterrey.