domingo, 27 de agosto de 2017

Los Urdiales, Nuevo León

Antonio Guerrero Aguilar/

Entre 1986 y 1987 tuve la oportunidad de colaborar en el trabajo pastoral de la comunidad del templo de nuestra señora del Carmen en la colonia Urdiales. En ese periodo estaban construyendo un puente entre el cruce de la avenida Gonzalitos y Paseo de los Leones. El camión de la ruta 25 entraba por la antigua avenida Urdiales, ahora llamada Eduardo Aguirre Pequeño, para después pasar por la calle Popocatépetl. En la esquina con Pico de Orizaba aparecía una antigua construcción de sillar. Una cuadra después, se presentaba una plaza típica de pueblo y enfrente un templo. La casa como el templo parecían vetustas construcciones de sillar y sobresalían del resto de las casas de los alrededores.

Precisamente el templo como la casona son las únicas que quedan de la antigua comunidad de Los Urdiales, ahora considerada como una colonia más de Monterrey. Pero hace más de cien años, fue la segunda comunidad agrícola más importante de Monterrey, después del Topo Chico y antes que San Jerónimo. De  hacienda, luego congregación y colonia, gradualmente se fue integrando a la mancha urbana hasta que quedó encerrada entre bodegas, fraccionamientos industriales y colonias. Al principiar la década de los 1970 la comunidad de Los Urdiales fue dividida en dos por la avenida Gonzalitos.

El templo aunque pequeño, ostenta una arquitectura austera y sencilla pero a la vez muy interesante. En el coro del templo se ven unas fechas “1876-1896”, que indican el inicio como la conclusión del edificio. Con el correr del tiempo, tuve la oportunidad de buscar información en el Archivo Histórico Municipal de Santa Catarina (1987-1991) y en algunas obras de carácter histórico y con ello pude conformar un esbozo histórico de la antigua comunidad de Los Urdiales. Parte de la investigación fue publicada en la sección Cumbres del diario El Norte en mayo de 1990. Pero los datos más amplios y específicos permanecían inéditos. Es por eso que presento una síntesis histórica de los Urdiales, para que Ustedes tengan una idea de lo importante que tuvo ésta comunidad para la historia de Monterrey.

La comunidad de Los Urdiales fue una de las haciendas que conformaban la municipalidad de Monterrey entre el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, junto con San Bernabé del Topo Chico, los Tijerina, Gutiérrez, Doctor Gonzalitos, San Jerónimo, el mineral de San Pedro, el Ancón, Labores Nuevas, los Cristales y Los Urdiales. Los ranchos eran Piedra Parada, la Hedionda Chica, las Boquillas y los Remates. Con el crecimiento de la mancha urbana, esos poblados se fueron fusionando o integrando a nuevos centros habitacionales; convertidos en colonias, perdiendo con ello su categoría de congregaciones y pueblos.

Un informe correspondiente a los primeros años del siglo XX, situaba a Los Urdiales a 6,285 kilómetros al noroeste de la plaza Zaragoza. Asentado  en un pequeño valle que se formaba rodeado de las estribaciones de la sierra de las Mitras, el cerro del Topo y del Obispado. Para llegar al viejo casco de la hacienda, se salía de Monterrey por la calle de Aramberri; se pasaba por entre los dos panteones, el del Carmen y Dolores. Al llegar a fleteros y la cigarrera, se cruzaba las vías de ferrocarril y Madero. Ahí comenzaba la antigua avenida Urdiales que pasaba cerca de las facultades de Medicina y Odontología y a menos de medio kilómetro aparecía el centro agropecuario en donde sobresalían las fincas rústicas, un gran centro productor de lácteos, los corrales y los montes en donde pastaban las vacas, las cabras y las aves de corral.

En los señoríos territoriales de la hacienda, ahora se levantan las colonias Mitras centro, sur, parte de la norte y el fraccionamiento Bernardo Reyes, un sector de las colonias Cumbres y Vista Hermosa, todo el campus de la salud de la UANL, los panteones El Tepeyac y el Roble y el gimnasio Nuevo León.  La vieja comunidad agrícola fue absorbida por la mancha urbana y con ello, perdió a sus viejos habitantes y sus costumbres. Ciertamente ganó otras de carácter urbano. Actualmente ésta zona habitacional es una colonia más de Monterrey, pero en su tiempo llegó a ser la tercera comunidad más importante después de la ciudad capital y del Topo Chico. ¿Quién no recuerda a sus bailes y demás diversiones a las que asistían personas de los alrededores? Las visitas para comprar huevos o productos lácteos. Para quienes llegaron a residir en la naciente colonia Mitras a mediados del siglo XX, un pueblo, un rancho más cercano a las colonias circunvecinas.

El apelativo Urdiales es originario de Castro, provincia de Santander, España. Su origen viene del vasco Urda que significa pasto y del sufijo Ales: literalmente es el terreno sembrado de pasto. A su vez, Ordio viene del latín Hordeum que significa cebada. El primer poblador aparentemente originario de Guanajuato, que habitó el Nuevo Reino de León es José Urdiales, quien acompañó al capitán Alonso de León en la expedición para buscar a los franceses que habían establecido un fuerte en las cercanías en las costas de Texas, próximas a Corpus Christi el 27 de marzo de 1689. Durante el siglo XVIII había algunas familias con éste apellido, teniendo sus residencias en un lugar situado al poniente de la Plaza de Armas, entre el camino real a Saltillo y el río Santa Catarina. Otros Urdiales vivían cerca del Ojo de Agua de Santa Lucía y hasta había un barrio conocido como “Las Urdialitas”. En el siglo XIX y XX encontramos personas de apellido Urdiales en censos correspondientes de Santa Catarina como en Garza García.

En la hacienda de Los Urdiales había labores de riego y terrenos en donde pastaban y criaban ganados mayores y menores. Los Urdiales fue establecida gracias a los esfuerzos de los hermanos José Ángel y Pedro Urdiales quienes consiguieron mercedes de tierra para formar una hacienda en 1845. Al año siguiente, un destacamento al mando de Zacarías Taylor se quedó en las inmediaciones del lugar, para arribar a San Jerónimo en donde inició el asedio a la ciudad de Monterrey en septiembre de 1846. Para 1861 la hacienda estaba situada rumbo al camino a Villa de García y al Topo Chico y por sus terrenos pasaba el ferrocarril al Topo. Tenía una extensión territorial de dos sitios de ganado mayor, equivalentes a 3, 530 hectáreas. El pueblo estaba compuesto por 63 fincas, dos de ellas consideradas como rústicas con un valor de mil 400 pesos a principios del siglo XX y los sitios mayores en 600 pesos. Los terrenos como las propiedades estaban valuadas en dos mil pesos.

Los vecinos organizados en un régimen comunal se dedicaban a la agricultura y a la ganadería. Era un pueblo próspero que cosechaba cantidades considerables de maíz y caña de azúcar;  por ello había algunos trapiches y moliendas de piloncillo en el lugar. La hacienda tenía su saca de agua y otros remanentes procedentes de San Jerónimo. También había terrenos de agostadero en donde la población criaba y cuidaba en orden de importancia el ganado porcino, vacuno, caballar, asnal y mular. Las fincas mantenían sitios arbolados en donde predominaban los aguacatales, las anacuas y los nogales, mientras que en los montes de los alrededores; las ayas, sauces, álamos, mezquites, duraznillos, barretas, moras, naranjos, granjenos, canelos, chaparros y huizaches.


El 9 de abril de 1886, estaban unos 25 o 30 hombres armados en el puerto del Durazno, en los límites de Santa Catarina y Villa de García, a inmediaciones del cerro de las Mitras. Dicen los informes que de vez en cuando tiraban balazos y lanzaban vivas sin precisar a quién. Toda la parte norte de Monterrey y General Escobedo y García, estaban expuestos a la inseguridad y a los ataques. Por ejemplo, en el puerto de Durazno había tres bandidos que se habían enfrentado a una fuerza de Villa de García. Enviaron a unos 20 vecinos de Santa Catarina para perseguirlos hasta un lugar conocido como El Encinal cercano al cerro de las Mitras. De ahí se pasaron a San José y finalmente a Los Urdiales en Monterrey.

domingo, 20 de agosto de 2017

El Castillo del Arte y la Cultura

Antonio Guerrero Aguilar/ 

Propiamente yo crecí en un ambiente feudal. En 1969 mis padres nos llevaron a habitar una casa en la calle 10 de Mayo número 318. Era la última casa del pueblo, al pie de la montaña conocida como La Ventana. Tenía por patio a una buena extensión de terreno en donde sobresalían dos lomas a la que llamaban del Frijolillo y de la Santa Cruz. En la calle 10 de Mayo junto a la calle de la Santa Cruz había un parque llamado Miguel Hidalgo. Ahí una placa daba testimonio que Alfonso Martínez Domínguez lo había donado al pueblo de Santa Catarina entre 1964 y 1966, siendo alcalde Fidel Ayala Rodríguez. Sobre unas estructuras de piedra, estaba un busto del padre de la Patria, con algunos juegos metálicos y otros de concreto. Por el parque accedíamos a una pequeña ermita en donde estaba una imagen de nuestra señora de Lourdes en donde se reunían las vecinas para rezar el rosario. En ese lugar crecí y viví entre 1969 y 1975. El barrio del castillo, compuesto por las calles 10 de mayo y Segunda Avenida, Corregidora, Santa Anita y Santa Cruz, tan característico por el castillo que señorea en el entorno. Para quienes transitan por nuestro municipio se preguntan acerca del inmueble edificado sobre una loma. Causa extrañeza y curiosidad. De pronto se cuestionan sobre lo que es y significa para nuestra historia.

A la loma de la Santa Cruz también se le conoce como la “loma Pelona” por carecer de vegetación. Fue adquirida por Manuel Frías, en 20 mil pesos para edificar un castillo, entre 1951 y 1955. Manuel Frías nació en Monterrey en 1896, era hijo de Manuel Frías y Concepción García. Aprendió pintura y escultura de forma autodidacta. Fue miembro honorario del club de Leones de Santa Catarina cuando se fundó en 1960. Pintó tres murales, uno está en la sede del club, otro en la sala de cabildo de la presidencia municipal realizado entre 1964 y 1966 y otro en el castillo lamentablemente destruido. También diseñó el busto de Benito Juárez que se encuentra en la plaza principal de San Pedro Garza García. Residía en Monterrey en donde se dedicaba a la industria mueblera. Murió el 7 de octubre de 1982 en Monterrey.

Don Manuel diseñó todo el proyecto para el castillo. Primero construyó un camino hasta la cima. Apoyado por un grupo de albañiles logró nivelar el terreno, levantar el edificio y dejar un sótano; ahí moldeó unas galerías que simulaban unas grutas repletas de estalactitas y estalagmitas de concreto y yeso; que orgullosamente presentaba a los visitantes como una copia de las Grutas de García. En las terrazas del castillo instaló reproducciones del calendario azteca, una cabeza olmeca, la imagen del dios prehispánico de la primavera, una enorme olla, dos serpientes emplumadas que cuidaban la entrada de la sala, una fuente y una mesa de concreto con mosaico. Consta con dos niveles (además del sótano) con cuatro torreones, amplias terrazas de acceso y cuatro habitaciones para uso personal. Tiene una sala estancia en forma octagonal en la que estaba el mural de 9 metros de largo por tres de ancho, realizado en 1956, en donde se podían apreciar las principales montañas que rodean a Monterrey. Don Manuel atendía el local los fines de semana, para que los turistas pudieran conocer sus trabajos. Incluso una aventurita de Pipo se rodó en éste lugar en 1969.

Para llegar al mismo deben seguir por la avenida Manuel Ordóñez con rumbo al poniente. Está a tres cuadras pasando la Ixtlera. Pueden subir con su vehículo pero con precaución, un camino sinuoso y empedrado los espera. Lo mejor es dejar el auto  y caminar para ver el paisaje. Se quedarán asombrados de la vista que se puede hacer por todos lados. La subida a píe se hacía por Santa Anita y 10 de Mayo. Aún está la ermita en donde alguna vez estuvo la imagen de la virgen de Lourdes y ahora está la de nuestra señora de Guadalupe. La casa amarilla al píe de la loma está en mal estado y muchos de los terrenos de los alrededores fueron adquiridos por particulares quienes tienen por patio una loma con un castillo. Por el lado sur se llega a otra lomita que servía como mirador y de ahí hasta la parte alta de la loma.

Este castillo del arte y de la cultura, fue obra de un solo hombre; que invirtió años de dedicación, recursos y esfuerzos. Fue una de las primeras galerías para exponer obras de arte en Nuevo León a partir de 1955. A simple vista parece un castillo de cuentos de hadas, pero en realidad era el Castillo del Arte y de la Cultura. Y fue construido con la ilusión de ser un orgullo para Santa Catarina y otro atractivo turístico más en la región. A la muerte de Manuel Frías en 1982, la galería de arte fue totalmente destruida. Lamentablemente fue dañado por el vandalismo y el mural emblemático fue borrado durante la restauración del inmueble en 1992.


En 1991 la señora Teresa García de Sepúlveda dispuso con la familia Frías el rescate del Castillo; para hacer de él una casa de la cultura, museo, archivo y hasta la sede del Consejo Promotor del Arte y la Cultura de Santa Catarina. Luego los munícipes Atanasio González Puente, Arturo Ayala y Alejandro Páez lo dejaron como academia de policía (1992-1998). Humberto González Garibaldi lo destinó para oficinas de promoción económica y turística pero al desaparecer la dependencia municipal, el sitio quedó abandonado hasta el 2008. En el 2006 pensaron trasladar el archivo municipal y dejarlo como museo histórico, pero las condiciones de humedad y de inseguridad evitaron la apertura. Siendo alcalde Dionisio Herrera lo prestó para la rehabilitación de jóvenes con algunas adicciones. A mi juicio urge su rehabilitación para fines culturales, como centro de desarrollo comunitario y sede para talleres artísticos y hasta deportivos.

viernes, 4 de agosto de 2017

Chipinque: del valle de las Salinas a la Sierra Madre

Antonio Guerrero Aguilar/

Para don Humberto Buentello Chapa, el nombre de Chipinque se refiere a un cacique indígena que asolaba la región del valle de las Salinas durante el siglo XVII. Para otros, la palabra está relacionada con el vocablo de origen náhuatl "chichipinqui" cuyo significado se traduce como llovizna o lluvia pequeña. Por eso cuando no llueve tan fuerte, decimos “está el puro chipi chipi”; la famosa lluvia moja tontos por no decir la otra palabra tan generalizada. Hay dos Chipinques en Nuevo León: la cabecera  de El Carmen, municipio situado en el antiguo valle de las Salinas y el paraje de la meseta al pie de la formación rocosa conocida como la M en la Sierra Madre Oriental, también llamada sierra de la Huasteca  o Anáhuac perteneciente a San Pedro Garza García. El primer Chipinque fue establecido poco antes de 1626, cuando Bernabé de las Casas otorgó unas tierras como dote a su hija María de las Casas, situadas en el valle de las Salinas llamadas el puesto de El Chipinque. Estas pertenecieron a María y a su esposo Juan Alonso Lobo Guerrero, convertida en una de las haciendas más antiguas en la cual beneficiaban metales y se labraba la tierra gracias a la abundancia del agua. Al morir éstos, vendieron las tierras a sus tíos Diego de Villarreal y Beatriz de las Casas. Al constituirse la municipalidad de Abasolo el 5 de abril de 1827, El Chipinque pasó a formar parte de su jurisdicción. Pero el 5 de febrero de 1852 se separó para formar un nuevo   municipio al que llamaron El Carmen.


El otro Chipinque está en la Sierra Madre Oriental. El territorio perteneciente al actual municipio de San Pedro Garza García, tiene su origen en una merced de tierras otorgada por Diego de Montemayor a favor de Diego Rodríguez, las cuales abarcaban un sitio de ganado mayor, uno de ganado menor y ocho caballerías de tierra en el paraje Los Nogales. En 1624 pasaron a formar parte del matrimonio entre la hija de Diego Rodríguez y Sebastiana Teviño llamada Mónica, quien se casó con Miguel de Montemayor. Estas tierras se acrecentaron por el rumbo del valle del Huajuco en donde los Rodríguez de Montemayor formaron haciendas y familias. Por la calidad de la tierra y las aguas, la hacienda de los Nogales seguramente fue de las mejores de todo el reino. Estuvo  al cuidado del valle de San Pedro y luego perteneciente a la municipalidad de Garza García.

Estos terrenos correspondientes a la sierra de la Huasteca y conocidas como de Anáhuac, pertenecieron a Rafael García Garza. Su hijo Antonio García a nombre de la familia, vendió a Prisciliano Siller el 15 de enero de 1877 todos los terrenos que les pertenecían situados en la Sierra Madre. En un plano de 1906 aparece un lugar en la montaña perteneciente a la familia Siller llamándole Chipinque, dentro de la Comunidad de Accionistas de la antigua hacienda de San Pedro. Para José Flor Navarro fueron  Pedro Tijerina y Julián Cisneros, unos excursionistas del Círculo Mercantil Mutualista de Monterrey quienes le pusieron Chipinque en 1918. Anteriormente a la meseta se le conocía como la Mesa del Pelotazo, en alusión al tiro de arcabuz.

Cuando el general Juan Andrew Almazán fue jefe de operaciones militares en Nuevo León, compró parte de una extensión de tierras a la familia Siller poco antes de 1936; ahí mandó hacer una colonia veraniega llamada Olinalá en honor al pueblo en el cual nació en el estado de Guerrero. Dispuso la construcción de un camino rumbo a Chipinque, el cual incluía un puente que pasaba por el río Santa Catarina cerca de San Jerónimo. Este subía por un lugar llamado Los Puertecitos en la Loma Larga, por donde ahora está la escultura de la Diana y bajaba para adentrarse a las labores de la llamada La Décima. Los trabajos de construcción estuvieron dirigidos por el general Rodolfo Herrero. Estas obras propiciaron un eje vial del cual partía una avenida llamada Libertad hacia el norte, hoy Gonzalitos; al este la calle Hidalgo, al oeste San Jerónimo y al sur la carretera a Chipinque.

Por fin, fueron inauguradas el sábado 7 de septiembre de 1935, comprendiendo el puente y la carretera a Chipinque. Ya con un acceso seguro y formal, el paraje se hizo famoso por su importancia y belleza. Se construyó un magnífico edificio que sirvió como restaurante el cual debió cerrar a fines de 1936 por incosteable; pero el lugar se convirtió en un atractivo turístico, pues el entorno montañoso comprendía un bosque cercano a la ciudad de Monterrey, con todas las ventajas climáticas en contra de los fuertes calorones que se sienten en la región. En 1939 toda la Sierra Madre y algunas zonas montañosas situadas en los municipios circunvecinos de Monterrey, fueron declaradas como patrimonio del Parque Nacional Cumbres de Monterrey, el cual abarca la sierra de la Silla, toda la sierra comprendida entre Garza García, Santa Catarina y Santiago. En septiembre de 1976, siendo alcalde el ingeniero Enrique García Leal, se aprobó la disposición de cambiarle el nombre al camino a Chipinque, por Manuel Gómez Morín en honor al ilustre abogado quien fuera rector de la UNAM, director del Banco de México y fundador del Partido Acción Nacional en 1939.


En agosto de 1989, el gobernador del estado, el Lic. Jorge Treviño Martínez aprobó la expropiación de dos mil 300 hectáreas del Parque Ecológico Chipinque, ubicado dentro del Parque Nacional Cumbres de Monterrey. Esta parte de la montaña se convirtió en patrimonio de Nuevo León, ubicada en los terrenos localizados en el municipio de San Pedro Garza García. Debido a presiones de inversionistas y desarrolladores inmobiliarios, la zona natural protegida acortó su jurisdicción territorial, pues casi toda la zona metropolitana de Nuevo León estaba dentro de la declaratoria oficial del parque Cumbres de Monterrey. Luego las familias que se quedaron con la mayoría de los terrenos,  recuperaron el control de algunos sitios importantes de Chipinque.

Entonces el presidente Ernesto Zedillo redimensionó las porciones dentro del parque quedando el cerro de la Silla, la zona cercana a Chipinque y unos cientos de hectáreas dentro de la Sierra Madre de Santa Catarina, Santiago y García.  Mediante decreto oficial de 1992, Chipinque quedó como parque ecológico con una vocación específica para la recreación y la conservación. Se formalizó un patronato integrado por el gobierno de Nuevo León y la iniciativa privada, representada por siete de las más importantes corporaciones del país. El área total es de mil 625 hectáreas, de las cuales sólo 300 se hayan abiertas al público; aproximadamente 700 están destinadas para uso medio y las restantes a la protección y conservación. La misión del parque es proteger la flora y fauna silvestres, y garantizar la conservación de los recursos naturales por medio de procesos adecuados que promuevan una cultura de respeto y aprecio por los aspectos físicos y naturales.



En esa sección de la Sierra Madre conocida como la M, sobresale el “Copete de las Aguilas” a dos mil 236 metros sobre el nivel del mar, la emblemática “M” a dos mil 30 metros y la Ventana a mil 900 metros. La Mesa de Chipinque está a mil 525 metros sobre el nivel del mar. Desde la entrada hasta la meseta, hay siete kilómetros de camino sinuoso pavimentado. La diversidad biológica en esta zona de la Sierra Madre es muy rica. Existen bosques templados subhúmedos y matorral submontano. Los tipos de vegetación más importantes en la parte alta son el bosque de pino y el de encino, con pino colorado y el blanco, y los encinos asta, roble, memelito, molino duraznillo y blanco, en asociación con atractivas especies como el duraznillo, el aguacatillo, el madroño, el cerezo negro, y el nogal encarcelado.  Desde Chipinque se puede ver toda la zona. Un bosque dentro de la ciudad, patrimonio de todos los nuevoleoneses.

Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico