domingo, 8 de julio de 2018

La calle Vidaurri en Santa Catarina


Antonio Guerrero Aguilar/

Para muchos hablar de Vidaurri es una ofensa. Un episodio en la historia de México que debe olvidarse para que la Patria tenga preponderancia sobre la Matria. Para pocos historiadores y no pocos simpatizantes, Vidaurri es un símbolo que reivindica la región respecto a lo federal y lo nacional. Por lo tanto, todo lo que nos habla y recuerda a Vidaurri debe desaparecer. Aun así a un grupo de lampacenses les dio instalar un monumento en Lampazos, que provocó controversia en su momento. Ciudades como Mexicali y Guadalajara tienen calles en su honor. Allende y en Santa Catarina, Nuevo León, lo recuerdan. Bueno, al menos son las que yo conozco.


La Calle de Vidaurri en Santa Catarina es la penúltima de la cabecera municipal al norte y solo comprende cuatro cruces en Zaragoza, Colón, Constitución y Morelos. Desconozco a quien se le ocurrió y desde cuándo le pusieron su nombre a la nomenclatura dedicada a su memoria. Y más si consideramos que en Santa Catarina se enfrentaron las dos posturas y conceptos en torno a la patria y la nación, uno propuesto por Juárez y el otro enarbolado por Vidaurri. En 1996, el entonces cronista municipal Hildebrando Garza, junto con algunos miembros de cabildo y empleados municipales comenzaron a levantar firmas para quitarle el su nombre a la calle y no lo lograron. Argumentaban que había mandado matar indios, envenenado aguajes, usar la aduana de Piedras Negras para el contrabando de algodón a cambio de armas y alimentos para los confederados sureños.


Como verán, a Santiago Vidaurri se le odia o se le admira. Para muchos no deja de ser un traidor porque se pasó a defender el Imperio de Maximiliano. Pero es indudable que es constructor de la grandeza regional y uno de los mejores gobernadores que ha tenido Nuevo León a lo largo de su historia. El viejo cíbolo del noreste, el general don Santiago Vidaurri Valdez, nació en Lampazos de Naranjo el 25 de Julio de 1808. Desde soldado en la compañía presidial de Lampazos, oficial de frontera persiguiendo indios comanches y lipanes; le atribuyen un intento separatista en 1855 llamado la República de la Sierra Madre integrado por Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León. Tras el estallido de la Revolución de Ayutla contra la dictadura de Santa Anna, Vidaurri proclamó el Plan Restaurador de la Libertad, logrando el derrocamiento y expulsión del dictador y se hizo gobernador de los estados de Nuevo León y Coahuila entre 1855 y 1864. 

A pesar de haber prestado sus servicios a favor de los liberales, su cercanía con militares confederados de Texas y por exigir un mejor trato de la federación para los estados, tuvo múltiples enfrentamientos con las figuras más emblemáticas de su tiempo, a quién vieron con recelo por concentrar y mantener tanto poder en el escenario político nacional. En febrero de 1864 Benito Juárez decidió establecer en Monterrey la capital de la República. El indio zapoteco y el supuesto jefe lipan discutieron por el control de erario surgido de las aduanas fronterizas, Juárez huyó  rumbo a Saltillo para desconocer a Vidaurri como gobernador. Sin otra salida, en Salinas Victoria, Vidaurri se unió al Imperio reconociendo a Maximiliano de Habsburgo como el legítimo gobernante de México. Fue nombrado Ministro de Hacienda y Consejero Imperial hasta que fue capturado por los soldados liberales que ocupaban la capital del país y fusilado un 8 de julio de 1867 en la plaza de Santo Domingo de la ciudad de México. Sus restos se encuentran sepultados en la Meseta de Catujanes, situada en Candela, Coahuila.

Como se advierte, la figura histórica de Santiago Vidaurri es muy controvertida. Para unos no importa el peso político regional y el reto que continuamente expuso desde el noreste hacia el centro del país; en donde aún se toman las principales decisiones de la Patria. Le critican su enemistad y pleito con Juárez. Su cambio de posición: de liberal republicano a fiel colaborador de un príncipe extranjero.  Lo cierto es que gracias a Vidaurri, la Patria conoció el arrojo y el heroísmo de Ignacio Zaragoza, Mariano Escobedo, Silvestre Aramberri, Evaristo Madero, Juan Zuazua, Julián Quiroga, Pedro Hinojosa y Manuel Blanco y Múzquiz. Casi todos ellos rompieron con el viejo cíbolo de acuerdo a sus posturas tan disímbolas y contrarias. Solo Juan Zuazua y Julián Quiroga quedaron fieles; pero a Zuazua a lo mataron en 1860.


El 22 de marzo de 1867, Vidaurri junto con Leonardo Márquez y al frente de mil dragones de caballería a las órdenes de Julián Quiroga salieron de Querétaro con rumbo a la Ciudad de México.  El 21 de junio de 1867 Porfirio Díaz derrotó a Márquez y se quedó con el control de la capital. La República triunfó sobre el Imperio. Márquez logró escapar rumbo a Veracruz pero Vidaurri, no. Se ocultó en la casa de un norteamericano al que no pudo pagar por su silencio y éste denunció.  Fue aprehendido en la mañana del 8 de julio de 1867. A las 4 de la tarde fue llevado hasta la plaza de Santo Domingo para fusilarlo mientras una banda de música tocaba la pieza  Los Cangrejos, que los liberales siempre cantaron para burlarse de los conservadores y traidores. Sus últimas palabras fueron: Deseo que mi sangre sea la última derramada y que México sea feliz.  Sus restos fueron trasladados a Monterrey para luego llevarlos a la Mesa de Catujanes en donde se siente la presencia del viejo cíbolo, en medio de la tierra tanto quiso Candela y Lampazos.


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Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico