Antonio Guerrero Aguilar/
En el vecino estado de Coahuila de Zaragoza no tienen un
día, sino un mes dedicado al patrimonio tangible como intangible, lo que queda
de lo que se perdió y procuran mantener vigente ya sea en recuerdos o
testimonios impresos en papel. Mientras nosotros tenemos tan solo un día
dedicado al Patrimonio de Nuevo León, apoyado por todas las instancias culturales ya
sea públicas, privadas, educativas y civiles que dedican toda su atención en el
primer domingo de marzo desde 2014. En una cosa si estoy de acuerdo y reconozco
en ellas: todas proponen adoptar una actitud de cuidado, resguardo, rescate y
difusión del patrimonio que tenemos, así como también preocuparnos por lo que
debemos dejar a nuestros hijos y futuras generaciones.
Fuera de ese día, de vez
en cuando se convocan a foros en materia de cultura, ya sea en recintos oficiales
como particulares, pero donde regularmente invitan a personas sabedoras de la
materia, pero que algunas no son de aquí. Todos ellos tal intelectuales
tradicionales; revisan, analizan, comentan y hasta critican la situación del
estado patrimonial que tenemos, del que ya se perdió y del que se corre el
riesgo de perder.
Y no se diga cuando una casona o propiedad está en riesgo
de perderse. Hay profesionales que saben de la historia como de las leyes del
ramo que manifiestan su rechazo para que los inmuebles no se pierdan y al menos
se mantengan como testigos silenciosos del pasado. Decía don Felipe de Jesús
García Campuzano, que Monterrey tuvo alguna vez un matrimonio similar como que
el ahora ostentan ciudades como Zacatecas, Guanajuato o San Miguel de Allende. Pero
aquí entraron intereses privados y sus propietarios decidieron destinar los
viejos edificios a nuevos usos, en donde para rematar, se promueve la
gentrificación.
El concepto Patrimonio
viene de una palabra compuesta de origen latino: pater, patris que significa padre y de munire que significa servir. Literalmente el patrimonio es lo que
está al servicio del padre o jefe de familia que deja testimonios, legados y
cosas para sus hijos. Matrimonio será entonces servicio de la madre, de Matris
munere. Por cierto, una vez San Francisco de Sales expresó: ¡Ay del monje si tiene dinero en el banco!,
pero ¡ay del Padre de familia y esposo si no tiene dinero en el banco!, pues
los hijos tienen derecho a recibir en herencia, cuando éstos fallecen. Esa
sentencia también se aplica al patrimonio de una nación, de un estado como el
de Nuevo León y de los municipios que lo integran; quienes deberían hacer todo
lo posible por preservarlo.
Entonces tenemos una doble responsabilidad para que no
sea tan solo un día, sino el año completo para el Patrimonio de Nuevo León: en primera instancia conocer qué nos
dejaron y luego pensar qué dejaremos a quienes nos siguen. Especialmente en una
entidad como la nuestra en la cual estamos destruyendo o descuidando lo que
tenemos. Por ejemplo, no pasa un día en que sepamos por los medios y redes
sociales, de la destrucción o alteración del entorno patrimonial. También es
cierto que estamos produciendo nuevas formas y sentido de patrimonio cultural,
pero no es tan trascendente o duradero, porque está hecho con otro tipo de
materiales duraderos pero no tan valiosos como para preservarlos a la
posteridad.
Por lo pronto, si quieres cuidar una entidad patrimonial
significativa; debemos informar al Instituto Nacional de Antropología e Historia
si éste pertenece hasta fines del siglo XIX. O denunciar al Instituto Nacional
de Bellas Artes si corresponde al siglo XX. A nosotros como ciudadanos
interesados e involucrados, nos corresponde procurar y darles mantenimiento
adecuado. De ahí que quienes se interesen por esto, se apresten a documentar su
historia y arquitectura de lo que aún se puede ver. Evitar su deterioro y
exigir para que no se dañe más de lo que ya está. Si un monumento pierde una
parte, puede ser afectado por elementos naturales como la lluvia y el viento.
Mantenerlo limpio sin basura y hierba que le ocasionen humedad. Revisar
periódicamente los elementos del edificio, pues los acabados son como la ropa
que nos cuida de los factores climatológicos-ambientales y por eso deben estar
en buenas condiciones.
A los cabildos de los municipios les toca promover y
proponer declaratorias de zonas de resguardo patrimonial y dar conocimiento a
las instancias como el INAH y el INBA. También hacer catálogos de conservación
y conocimiento. Una ocasión, el cabildo de mi municipio estaba firmando un
acuerdo con las instancias federales, mientras el secretario de obras de
públicas apoyaba la demolición de una serie de casas del siglo XIX. Por eso, todos los interesados, exijan a la
gente de patrimonio de Conarte y del INAH, para que realicen más labores de
concientización, conocimiento y catalogación del patrimonio que tenemos y nos
queda. No son entes aislados que
obliguen su búsqueda, sino al revés, ellos deben buscar y acercar a todos los
interesados. En especial, que se instale una delegación o una oficina
representativa más en forma del INBA, pues no la tenemos; si acaso funciona
como enlace y las denuncias a veces tienen que pasarse a la Ciudad de México
donde dependemos de otras visiones y políticas públicas.
El patrimonio histórico es la herencia cultural propia
del pasado de una comunidad, con la que ésta vive en la actualidad y que
transmite a las generaciones presentes y futuras. Como se advierte, el concepto
de patrimonio cultural es subjetivo y dinámico, no depende tanto de los objetos
o bienes sino de los valores que la sociedad les atribuyen en cada momento de
la historia y determinan qué bienes son los que hay que proteger y conservar
para la posteridad. Y cuando se haga la zona de resguardo patrimonial, ésta
debe abarcar el paisaje urbano que le rodea y que también desde el punto de
vista social y económico comience su rescate y conservación de todo lo que
existe en la misma. Y lo mejor de todo, el patrimonio no son los muros o
edificios, sino la gente que lo habitó y tiene derecho a verlo como parte del
pasado que llega hasta nosotros.
Como lo he presentado, la palabra patrimonio nos refiere
a bienes que heredamos de nuestros padres y de los padres de nuestros padres.
Nos remonta hasta el tiempo en que la existencia de los individuos estaban más
apegados a de las familias y ésta en la de los pueblos. El patrimonio
corresponde la de los pueblos y corresponde también, en este sentido la noción
de colectividad. Es una realidad muy vasta: todo aquel testimonio de los
valores y el trabajo de las generaciones pasadas, forma hoy parte de los bienes
individuales o sociales que han merecido y merecen conservarse.
El patrimonio es lo que unas generaciones transmiten a
otras y no necesariamente son cosas: son también ideas, conocimientos,
representaciones del mundo, valores, costumbres y tradiciones, además de
objetos, testimonios y documentos de otras épocas. La tradición se transmite de
generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y
grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su
historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y
contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la
creatividad humana. El patrimonio arquitectónico como de un edificio; las ruinas de un edificio o de un conjunto de
edificios que con el paso del tiempo, han adquirido un valor mayor al
originalmente asignado y trasciende el encargo original. Este valor puede ser cultural o emocional, físico o
intangible, histórico o técnico. Las obras de arquitectura implican el rescate del entorno
donde se ubican dejaría de ser lo que es.
La conservación del patrimonio no presupone únicamente
las disposiciones jurídicas y las tareas para proteger del deterioro físico y
de la amenaza de agentes sociales y naturales a monumentos históricos, obras de
arte, vestigios arqueológicos, testimonios y documentos, sino los conceptos y
los medios para atender la conservación. Así como considerar las realidades lingüísticas, tradiciones
musicales, técnicas artesanales, valores, modos de vida o visiones de la
realidad. No se restringe a los testimonios materiales del pasado, que dan
cuenta de un rico proceso histórico de formación de valores, sino que comprende
también las formas vivas en que esos valores encarnan en la actualidad.
La cultura como el patrimonio son entidades vivas y
cambiantes; la preservación del patrimonio cultural tangible y la del
patrimonio intangible habrá de ser enriquecido con la creatividad del presente
para constituir, a su vez, el legado para las generaciones futuras.
La conservación del patrimonio cultural comprende también
la compleja realidad del acervo intangible de elementos culturales que sustenta
en sus diferentes estratos la vida social. No es estático y abarca las representaciones que los
pueblos se hacen de su cultura en los diferentes procesos históricos y
sociales. Con el reconocimiento de formas culturales diversas, con el proceso
de integración social y con el grado de conciencia de identidad nacional.
Cuando todo esto se contemple y no se vea el Día del Patrimonio de Nuevo León como una feria con comidas,
bailables y fandangos solamente, estaremos fincando nuestra grandeza en el
legado que otros nos dejaron.
Y si esos organismos saben que hay ciudadanos al margen
de los grupos y grillas culturales, pues hay que nos inviten. El resguardo
patrimonial es gran pastel que todos pueden probar y que como suele suceder,
solo lo dejan de postre a las élites que representan la cultura.