sábado, 26 de diciembre de 2020

Entre la Noche Buena y la Noche de Fin de Año

Antonio Guerrero Aguilar/ 

Durante el medioevo, para los pueblos de Europa como de Asia Menor, las noches festivas de la Noche Buena y la de Fin de Año, dedicada a San Silvestre, representaban al ocaso y la madrugada; como un espacio en donde reinaba lo misterioso y lo prodigioso. Preferentemente, buscaban enlazar el mundo actual con el mundo que ya se nos fue. Precisamente todas las fechas que se dan a partir del día de Halloween hasta la noche de fin de año, pretenden comunicar a los muertos con nuestro mundo y a nosotros con el mundo de ellos. En aquella geografía, los inviernos son más duros y obscuros que los nuestros que vivimos en el noreste mexicano.

La fiesta de los muertos y de las brujas, está asociada a la libre circulación de las almas y de los aparecidos entre los dos mundos. En la mentalidad medieval, se pensaba que la falta de observancia de las fiestas de guardar podía provocar una venganza divina y por ello recurrían a ciertas prácticas que evitaran esas acciones negativas; por ejemplo, tener una cena familiar, vivir en paz y armonía, dejar los trabajos manuales para después entre otras cosas más repletas de supersticiones.

Muchas fiestas y tradiciones que practicamos tienen un origen pagano. En ellas se relacionan ciertos ritos como la cacería y la recolección, en una estación donde comenzaban a escasear los víveres. En las aldeas de Europa central, se tenía la creencia de que había un ser mitad hombre y mitad caballo, que buscaba comida en las aldeas y que luego repartía. Luego ese centauro, se convirtió en una especie de hombre de las nieves, un hombre del bosque, bueno y justo, que viene y nos trae lo que necesitamos y queremos. Nos regala presentes para aliviar las necesidades que tenemos.

 


A decir verdad, muchas de las ideas del cristianismo se arraigaron en costumbres paganas, a las que les dieron otro sentido de índole religiosa. Con ello conformaron un sincretismo religioso, que ahora debemos interpretar y analizar, pues se nos presentan en materia de dogmas, prácticas religiosas o de ritos. Las viejas prácticas paganas se van a cristianizar y van a actualizar el mensaje cristiano a través de ellas. Todo tiene un sentido y un por qué y si lo estudiamos, solo así entenderemos las necesidades religiosas de los paganos evangelizados a lo largo de la historia.

Por ejemplo, entre los ritos de navidad figura destacadamente el árbol decorado. La costumbre del pino parece tener su origen en Alsacia más o menos en el siglo XV. Durante la edad media se colocaban en las casas unas ramas de abeto. En los templos y abadías, se colocaban pinos decorados con manzanas rojas que nos recordaban la tentación de Adán y de Eva. Existe la creencia de que el árbol mágico se convierte en el árbol terrenal, símbolo de la inmortalidad y de la perennidad, asociado a la Natividad del Salvador. El culto a los árboles corresponde a las viejas civilizaciones orientales como de los países nórdicos. Hay que recordar que la cruz representa el árbol de la vida.

Muchos países tienen formas distintas de festejar el fin del año que se vive. Los italianos por comen un plato de lentejas, los argentinos comen doce uvas pasas, mientras los españoles consumen doce uvas al compás de las doce campanadas que marcan la media noche y el inicio de un nuevo año. Son doce uvas que se comen, porque son doce meses que se fueron y por las doce campanadas. Ahora que también el simbolismo del número 12 es muy especial: el uno representa lo indivisible, la unidad, el mundo espiritual y el 2 lo divisible, lo material. En consecuencia, el 12 tiene que ver con la unión de lo material con lo espiritual.

 


La costumbre de las doce uvas tiene su origen en el pueblo catalán de Penedés, cuando en 1909, los agricultores tuvieron un excedente de cosecha, entonces repartieron racimos de uvas a la gente que estaba congregada en la plaza del pueblo, inventando que consumirlas el día de Noche Vieja garantizaba la buena suerte. Desde 1962 las dos cadenas de televisión española comenzaron a trasmitir dicha costumbre, que seguramente llegó a México con las compañías vitivinícolas de procedencia ibérica.

En México se conjuntan diversas creencias como ritos, derivados por la influencia prehispánica y occidental. Los antiguos mexicanos hacían fogatas, rompían cazuelas y demás objetos de barro. Nosotros creemos que para concluir el año, debemos de deshacernos de cosas que nos tienen anclados en el pasado. De ahí la necesidad de descontaminar el hogar y el cuerpo para que la suerte, la dicha, la felicidad y el dinero lleguen sin problemas a nuestras vidas en el año por venir.

Con el fin de asegurar las cosas buenas, se hacen reuniones y usos, que en cierta forma repiten el ambiente de la Noche Buena. Por eso la cena, la decoración, la música y el ambiente deben ser espléndidos. La música que más se escucha es la cumbia que en su letra dice: "yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas" o la ranchera que pregona: "diciembre me gustó pa´que te vayas". En el ambiente de las casas y de las calles no pueden faltar los cohetes, el ruido y el fuego. Los antiguos mexicanos hacían fogatas, golpeaban los troncos y las rocas. Como verán mis estimados lectores, las cosas no han cambiado mucho en todo éste tiempo.

 


Para recibir el año y atraer salud, dinero y amor, estrenamos alguna prenda de ropa interior, que ayuda a propiciar cosas. Si lo que se desea es amor, es indispensable que sea roja, y si lo que deseado es dinero, tiene que ser amarilla. El hogar debe estar muy limpio esa noche y se debe de limpiar en especial hasta en los rincones donde se acumula polvo. También deshacerse de todo lo que esté roto o quebrado, para sacar del hogar todo lo desagradable y asegurar que habrá cosas mejores y nuevas en el próximo año. Si alguien quiere tener muchos viajes, se debe salir a dar la vuelta a la manzana cargando unas maletas. Otros tiran los zapatos viejos y se hacen de unos para estrenarlos en la fiesta.

Según otras creencias, en la decoración de la mesa tiene que haber algo dorado para que no falte el dinero en el hogar. De bebida es necesario que haya un vino espumoso, porque se cree que las burbujas que se forman al momento de servirlas, son signos de la felicidad. El momento de brindar tras las campanadas es también importante: si se pone en la copa un anillo de oro, vendrá la riqueza.

Mientras que los hogares más religiosos, comienza el inicio de año con la veladora y oración respectiva dedicada a la Divina Providencia, para que no nos falte comida, casa y sustento. El primer día del año está marcado como fiesta de guardar y en consecuencia obliga a ir a misa. Cuando era niño, creía que el fin de año lo marcaba un cometa que bifurcaba el cielo. Por más que me quedaba viendo al cielo, nunca lo vi. A la distancia de aquellos años, aún perduran los deseos de que no falta salud, trabajo y amor. Habiendo ello, no hay crisis que nos pueda hacer daño. Y eso yo les deseo a Ustedes. Nos vemos Dios mediante en el 2021.

domingo, 8 de marzo de 2020

La Corregidora, la Madre de la Patria


Antonio Guerrero Aguilar/ Poemoria/
Becario del Sistema Nuevo León al estímulo artístico y la creación de Conarte

De las mujeres insurgentes, indudablemente la más conocidas de nuestra guerra por la Independencia, es la señora Josefa Ortiz de Domínguez, quien nació en el seno de una noble y criolla familia en Valladolid, actual ciudad de Morelia, Michoacán, el 5 de septiembre de 1768. Fueron sus padres el capitán José Ortiz y Manuela Téllez-Girón y Calderón. De niña fue educada en el Colegio de las Vizcaínas de dónde salió en 1791. Dos años después se casó en secreto con el Lic. Miguel Domínguez, con quien procreó a doce hijos y adoptó a otros tantos que su esposo ya había tenido con otras mujeres.

Es conocida de muchas formas, como doña Josefa, la “Corregidora” y por el apellido de su esposo, un criollo novohispano dedicado a la abogacía como a la política, nacido en la Ciudad de México en 1756. Estudió derecho en la Universidad Real y Pontificia de México. Ya para 1802, ostentaba el nombramiento de corregidor de la ciudad de Querétaro. Tres años después fue cesado de su cargo por oponerse al decreto de consolidación de vales reales.  En 1808 regresó a su cargo, con el cual apoyó a la rebelión precursora de la Independencia de la Ciudad de México. Desde su posición, propuso que el gobierno de Querétaro se uniera con el de la Ciudad de México, para establecer una junta colonial para gobernar la Nueva España, en lugar del depuesto rey Fernando VII al ocurrir la invasión napoleónica a España.


La conspiración patrocinada por el entonces virrey José Iturrigaray, Francisco Primo de Verdad y Melchor de Talamantes fue sofocada. Pero no la intención del abogado Domínguez, que se dedicó a organizar reuniones en su casa de Querétaro, a donde llegaban lo mismo militares, funcionarios e intelectuales de la época, aparentemente para realizar tertulias literarias, entre los que destacan Ignacio Allende, Miguel Hidalgo y los hermanos Aldama.

Además de escuchar música, dar lectura a los clásicos y degustar una sabrosa merienda, se ponían a discutir las ideas enciclopedistas de la ilustración y se analizaba la situación que las Trece Colonias como Francia habían conseguido con su libertad e independencia. Todo de manera subrepticia; ni la jerarquía eclesiástica como del virreinato se dieron cuenta de sus proyectos. Ahí, entre todos los asistentes, quien fungía como anfitriona era doña Josefa.

Cuando las autoridades se dieron cuenta de que las veladas eran en realidad asambleas con fines rebeldes, llegando a programar el inicio de la guerra de independencia para el 1 de octubre de 1810; alguien dio aviso a la corte virreinal de sus proyectos. Los partícipes de Querétaro fueron descubiertos el 13 de septiembre, por lo que ordenaron la captura de todos los involucrados. Es cuando se dice que el corregidor Miguel Domínguez ocultó a su esposa para protegerla, pues sospechaban que los Domínguez eran parte fundamental en la conspiración. No obstante doña Josefa se dio tiempo de avisar al resto de los miembros. Supuestamente el emisario debía avisar primero a Allende, pero llegó al pueblo de Dolores en donde tuvo una entrevista con el padre Hidalgo. Esto motivó que Hidalgo adelantara su movimiento para el 16 de septiembre mediante el Grito de Dolores.

Una vez iniciado el brote insurgente, Domínguez en su papel como corregidor, debió iniciar un proceso de investigación en torno a las juntas que se hacían en su casa. Lo hicieron prisionero, pero al poco tiempo recuperó su libertad y permaneció en su posición hasta 1813 en que fue destituido por el virrey Félix María Calleja. Después de la aprehensión de Hidalgo y Allende el 21 de marzo de 1811, doña Josefa fue detenida y confinada a un convento en la Ciudad de Querétaro, para después ser trasladada al convento de Santa Catarina de Siena en la ciudad de México.

Estaba embarazada y por ello recibió cierto trato preferencial, mientras su esposo la defendía para que saliera de su castigo. Una vez que doña Josefa recuperó la libertad, los Domínguez permanecieron al margen de las otras etapas independentistas. El matrimonio fue testigo de la consumación de Independencia el 27 de septiembre de 1821. Una vez que Iturbide se proclamó emperador de México, fue invitada para formar parte de la Corte como dama de honor de la emperatriz, pero no aceptó. Le ofrecieron homenajes por ser parte esencial de la Insurgencia. Tampoco los aprobó.

Murió en la Ciudad de México el 2 de marzo de 1829 a causa de una infección en los pulmones. Sus restos fueron inhumados en el convento de Santa Catarina de Siena, en donde permanecieron hasta 1832. Fueron exhumados para llevarlos a Querétaro en donde fue declarada por el Congreso local como Benemérita del Estado. Por su parte, don Miguel formó parte del poder ejecutivo en 1823 y en 1824 fue elegido presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hasta su muerte ocurrida en 1830.

La Corregidora, llamada así por el cargo de corregidor de su esposo, cumplió una función vital para preservar la lucha de la independencia de la Nueva España. Ella sirvió como enlace entre los insurgentes que se reunían a conspirar en la Ciudad de Querétaro y a quienes daba a conocer lo que debían saber para su causa. Ella fue quien convenció a su esposo de participar en la conjura.

Su nombre está inmortalizado en cientos de monumentos, calles y colonias y hasta de un municipio de Querétaro que se llama Corregidora. Lo mismo en billetes y en las monedas de cinco centavos que por mucho tiempo durante en el siglo XX, fueron de uso corriente y eran conocidas como “las Pepas” en donde aparecía de perfil con un chongo en la cabeza. Una mujer al servicio de la Patria y de la Insurgencia. Si la patria tiene un padre, sin duda alguna, la madre de la patria recae en la figura de doña Josefa Ortiz de Domínguez.

lunes, 20 de enero de 2020

La atarjea de La Fama


Antonio Guerrero Aguilar/ Poemoria/
Becario del Sistema Nuevo León al estímulo artístico y la creación de Conarte

Tres de las cuatro fábricas pioneras de la industrialización en Nuevo León se asentaron entre Santa Catarina y San Pedro Garza García. Seguramente los inversionistas, apoyaron sus proyectos al amparo de suficiente agua como para mover las turbinas y generar la energía necesaria como para mover los telares y los molinos. Había buenas tierras, cercanas a Monterrey y situadas a la vera del camino real a Saltillo. Luego la vía de ferrocarril benefició más a nuestros establecimientos para su producción. Esto atrajo la llegada de operarios, técnicos y obreros, haciendo que nuestros pueblos crecieron en consecuencia. Y el agua como recurso vital para la vida y el campo ahora propiciaron otro modelo de producción. El campo y la minería gradualmente cedieron a la industria y por ende al comercio.

Nuevo León se iniciaba en el proceso de industrialización. Entonces construyeron un cordón umbilical para llevar el agua. Una acequia con bordes de piedra que salía por el cañón de Santa Catarina, por la banda norte del río atravesaba las tierras de la hacienda de Buentellos. El tramo derramaba el vital líquido en El Blanqueo, seguía su curso para La Fama, La Leona y los molinos Jesús María. De una simple acequia a un acueducto al que llamaron atarjea. En algunos puntos aprovechando el declive del terreno se formaron arcos para tomar altura y dejaban caer el agua para mover unas turbinas. Los tramos gradualmente cedieron, muchos se perdieron y ahora quedan algunos de ellos como testigos del origen de la industrialización en Nuevo León.

¿Y cuál era la extensión de la atarjea o acueducto? La gente de La Fama se refería a la estructura de piedra azul como atarjea, un canal pequeño de mampostería, a nivel del suelo o sobre arcos, que sirve para conducir agua. Un acueducto es un conducto artificial por donde va el agua a lugar determinado, y especialmente el que tiene por objeto abastecer de aguas a una población. Ese cordón umbilical se hizo a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Según mi entender, esa estructura de piedra cuando mucho tenía una longitud de unos 10 kilómetros.


José Ramón Tamez Saldívar propuso una longitud de 900 metros para el tramo existente en La Fama. Luego unas personas muy cultas e intelectuales del sector, hicieron las mediciones desde el llamado Baño Verde hasta la calle San Francisco y contaron poco menos de medio kilómetro. Pero a decir verdad, tenía una longitud considerable y prueba de ello es la existencia de unos tramos que afortunadamente todavía se tienen en algunos patios de las colonias Montenegro, Protexa, la Concordia y la Fama. En la parte de San Pedro Garza García los hay en lo que fueron los campos deportivos de Akra, Invista, X Tra, Molisaba y en la colonia Valle del Seminario. Los más conocidos están en terrenos del Museo Industrial El Blanqueo y dentro de la fábrica vieja están los arcos y encima de ellos la atarjea que debemos preservar.

El patrimonio histórico y cultural de un pueblo puede ser tangible como intangible. El primero lo estudia preferentemente la historia, la arqueología, la paleontología, el arte y la arquitectura. Lo intangible son motivos de pensamiento, inspiración y de acción de un pueblo y como no se pueden ver ni tocar; sin embargo ahí están y corren el riesgo de perderse. Estos son estudiados por los antropólogos y lingüistas. Ahora, la arqueología no necesariamente estudia los testimonios de un pasado remoto, sino también de aquello reciente y próximo. En la historia de la cultura ahora se denomina “arqueología industrial” a todos los vestigios que se desarrollaron y construyeron para una actividad productiva.


Lamentablemente en Nuevo León solo consideran dignos ejemplos de la arqueología industrial a plantas emblemáticas que surgieron a partir de 1890 como la cervecería y la fundidora y al resto de los vestigios se niegan, quedan susceptibles a la destrucción, al saqueo y al olvido. Las empresas pioneras de la industrialización lo padecen: La Fama, los Molinos Jesús María ahora convertida en la colonia Valle del Seminario, La Leona que desapareció y fragmentó y las instalaciones de El Porvenir en El Cercado que ya sufrieron de un incendio. Para nuestras autoridades culturales pasan desapercibidas y en el caso nuestro de La Fama y de Santa Catarina pueden dar paso a la modernidad: para construir desarrollos inmobiliarios o negocios que pueden dejar mejores rentas.

La fábrica de textiles cedió ante la modernidad en 1950. Ya no se requerían turbinas movidas por agua o por vapor. Los viejos objetos quedaron como testigos silenciosos de los cambios por venir. Lo peor del caso es que ya ni siquiera pasaba el agua por el acueducto. Gracias a los servicios la entubaron evitando que la gente la acarreara en tinas. Quedó el monumento que hablaba de glorias pretéritas. De pronto a unos les estorbaba, otros la usaban para depositar basura, para subirse en ella y hacer lo mismo travesuras que maldades. Otros vieron la posibilidad de ampliar sus propiedades si acaso la destruían. La calle demandaba el espacio y decidieron abrirlas en un lugar que siempre ha batallado por tenerlas. El problema es que sacrificaron al símbolo que hablaba de la grandeza del pasado, del trabajo y de la vida que congregó a un pueblo que se hizo con familias de otros lados.


En una de las plazas hicieron el salón de actos de la Sección 49 del sindicato textil y la atarjea dañaba la fachada. Otros argumentaron “los camiones de pasajeros y de cargas batallaban para pasar por sus arcos”. O adecuaban la calle de Juárez o quitaban la atarjea. Es mejor quitar cosas pues la memoria y la identidad no importan. El alcalde Clemente Sánchez dudó y el gobernador Eduardo A. Elizondo le dio el apoyo y los arcos de la atarjea con casi 120 años debieron sacrificarse en beneficio de la comunidad que ahora siente la nostalgia por el tramo perdido del acueducto. ¡Y qué podía hacer la gente si no se puede combatir el poder temporal de quienes nos gobiernan! Y si se equivocan, pues vuelven a mandar.

Ya sin el estorbo de la atajea, la calle Juárez y la calle San Francisco se pudieron ampliar. Curiosamente el trazo de la antigua atarjea desde La Huasteca hasta Montenegro, fue seguido por la compañía de Agua y Drenaje de Monterrey en la década de 1950, para construir el acueducto hasta una estación de bombeo que está sobre una rotonda situada por el rumbo de la colonia Montenegro. De ahí el agua que viene en un solo ducto se reparte en dos, una para Monterrey y la otra para San Pedro Garza García. Paradójicamente la avenida ahora se llama Acueducto y los remanentes de agua son vertidos al río Santa Catarina a la altura de El Aguacatal. Los restos de la atarjea que se salvaron, fueron cubiertos por maleza; en algunos puntos sus propietarios la rellenaron o la ocultaron y los más decididos la quitaron.

Con ello se fue fragmentando un trozo de historia no solo local sino regional, con implicaciones económicas, sociales y hasta políticas. Algunas partes quedaron en quintas o fincas de descanso que gradualmente se convirtieron en colonias, cuando llegaron los urbanizadores y en lugar de pensar en cómo integrar un bien histórico y cultural a la nueva colonia, tal y como lo hicieron en la colonia Valle del Seminario en los molinos Jesús María; pues simplemente la destruyeron. La gente solo se acostumbró a verla en tan solo algunos puntos de la Huasteca, de los Treviños, Montenegro, la Protexa, la Concordia, la Fama, la vieja zona industrial de La Leona y lo que quedó en la colonia Valle del Seminario.

Gradualmente una obra que tardó en construirse en cuatro años (1850-1854) cedió ante el avance inminente del crecimiento urbano. Cierto funcionario municipal se burló suándo se comparó a nuestra atarjea con el simbólico acueducto de la ciudad de Querétaro: “Si pero allá es Querétaro y el de nosotros no se compara con aquel”. Es cierto, aquel tiene otra estructura, es más antiguo pero la atarjea de las viejas fábricas era de nosotros y bien se podía resguardar para ejemplo de las nuevas generaciones como bien lo han hecho en otras partes.  La destrucción de la atarjea comenzó el 1 de noviembre de 1969 en el tramo correspondiente a la confluencia de las calles de Hidalgo y Juárez en el centro histórico de La Fama, desde los llamados Baños Verdes hacia el oriente, en donde se junta la calle Juárez con la calle de San Francisco y concluyó en marzo de 1970. La materia prima era piedra azul y una argamasa de cal y arena mezclada con penca de nopal. 

Si hubo oposición de parte de algunos vecinos, muchas personas lloraron y unos cuantos defendieron el patrimonio y el símbolo de una congregación que se hizo a partir de una fábrica, que fue un pueblo formado por familias de Zacatecas, Coahuila y de otros municipios de Nuevo León. Tan importante que de ahí salieron muchos alcaldes y profesionistas, músicos, locutores, deportistas y personas orgullosas de su pueblo. A poco más de 160 años de su fundación, los arcos y la atarjea aún viven en la memoria y en el corazón de los fameños y santacatarinenses que la añoran con tristeza y nostalgia.

Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico