Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina
Son pocos los cascos de haciendas que se mantienen
adecuadamente en Nuevo León. Aún los hay desde Montemorelos y Cadereyta Jiménez
hasta Mier y Noriega. Por estos lares solo nos quedan San Antonio del Muerto en
Mina, El Canelo en Salinas Victoria y la de San Pedro en General Zuazua.
A lo largo de 350 años, este emblemático y representativo
sitio histórico ha recibido varios nombres: “la Congrega”, “el Presidio”, “la
Hacienda San Pedro”, “los terrenos de Melchor”, “La Casona”, “el Castillo”, “La
Fortaleza”, “el Potrero de los Gutiérrez” y desde principios del nuevo milenio
se le añadió el nombre de su principal promotor “Celso Garza Guajardo” cuando
se nos adelantó en el camino en el mes de enero del año 2000.
Alonso de Treviño, primer poblador de la región
La historia del lugar está basada fundamentalmente en
fuentes orales. Cuando uno acude, los guías nos dicen que Baltazar de Treviño
obtuvo mercedes de tierras en 1625, quien
se las pasó a su hijo Alonso en 1666. Luego los Treviño vendieron a Francisco
Gutiérrez de Lara en 1814. A decir verdad, esta relación de dos familias está
algo confusa e imprecisa. En realidad Alonso de Treviño era hijo de Marcos
Alonso Garza y Juana de Treviño y Quintanilla. Junto con su hermano Blas de la
Garza pobló la hacienda de San Francisco en la actual Apodaca.
Fue uno de los principales promotores de la formación de
poblaciones en el Valle de las Salinas, obteniendo mercedes de tierras en ésta
región situada entre Salinas, Ciénega de Flores y General Zuazua a partir de
1635 para dedicarse a la ganadería, teniendo un obraje para hacer “jerga, sayal
y frazadas”. Estuvo casado dos veces, la primera con Clara Mayor de Castro o
Rentería y la segunda con Anastasia González Hidalgo. Con ella tuvo por hijos a
Melchor de Treviño González que se casó con Laureana Díaz Botello y Baltazar de
Treviño casado con María García de Quintanilla. Estas dos familias fueron las
que se asentaron en éstos reales, de manera que aún hay sitios que nos hablan
de la “Casa de Melchor”, “el paraje de Anastasia” y la “acequia de Díaz”. Alonso
de Treviño murió entre 1654 y 1658.
De acuerdo a la tradición oral, los Treviño comenzaron a
construir el viejo casco a partir de 1666. La parte más vieja es la situada en
la esquina sur- poniente y gradualmente le fueron añadiendo espacios hasta dejar
el edificio más o menos como lo conocemos ahora, con su panteón construido en
1796; con su capilla y su cárcel dentro de las instalaciones, a la cual se
accedía por las escaleras de la casa, además de un patio central en donde
resaltan la chimenea y unas letrinas, la noria con dos niveles y el aljibe que
recogía el agua de la lluvia. En el casco de la hacienda había cuartos para los
señores y sus sirvientes, una gran cocina, caballerizas, alacenas, bodegas,
trojes (lugar para guardar comida y semillas), un amplio sótano para refugio en
los asaltos de los apaches lipanes, terrazas, pasadizos subterráneos que
conducen al río para evasiones en caso de peligro.
La familia Gutiérrez de Lara
Los Treviño vendieron ésta propiedad en 1814 a la familia
Gutiérrez de Lara, quienes siguieron añadiendo nuevos espacios al edificio
actual entre 1820 y 1830. Me comentaron que una de las habitaciones de la
hacienda tiene inscripción en una viga que indica su conclusión en 1845. La
dinastía de los Gutiérrez de Lara tiene su origen en Revilla por parte de padre
y en el Valle las Salinas por la mamá. El genearca es Santiago Gutiérrez de
Lara Villareal, nacido en 1715 y muerto en 1798. Hijo de José Juan Gutiérrez de
Lara Villarreal y Teresa Gertrudis Villarreal.
Se casó con Rosa María Uribe, teniendo por hijos al sacerdote José
Antonio Gutiérrez de Lara Uribe; al insurgente y primer gobernador de
Tamaulipas José Bernardo Gutiérrez de Lara Uribe y José Enrique Gutiérrez de Lara
Uribe. Todos ellos nacidos en Revilla, una de las Villas del Norte del Nuevo
Santander, actual Guerrero Viejo,
Tamaulipas.
De acuerdo a lo ya publicado por investigadores del CIHR,
Francisco Gutiérrez de Lara adquirió la propiedad en 1814. Este era hijo de
José Enrique Gutiérrez de Lara quien se casó con María Ruperta García y
tuvieron un hijo llamado José Francisco Antonio Gutiérrez De Lara García casado
con Petra Treviño.
Para el año citado, los Gutiérrez de Lara ya estaban o
habían participado en la lucha insurgente. José Antonio (1770- 1843) en Revilla,
se ordenó sacerdote y para 1804 era el rector del Seminario de Monterrey. En
1811 se puso a las órdenes de Mariano Jiménez y promovió la causa de Hidalgo y
Allende por las Villas del Norte. Durante un tiempo vivió oculto en la sierra,
hasta que le fue otorgado el indulto en 1814. Regresó al ministerio sacerdotal
y residió por un tiempo en el curato de Salinas. Fue diputado en el Congreso
Constituyente de Tamaulipas.
Bernardo Gutiérrez de Lara (1774-1841), se casó en abril
de 1800 en Revilla, con su prima María Josefa Uribe Gutiérrez de Lara, hija de
José Luis Francisco Uribe y María Magdalena Gutiérrez de Lara. Fue precursor de
la independencia de México, dirigió operaciones militares en Texas, venciendo a
los realistas en la Batalla de Rosillo y tomando la ciudad de San Antonio de Béjar
el 1 de abril de 1813. Recibió nombramiento como representante en los Estados
Unidos y tiempo después fue el primer gobernador de Tamaulipas en 1824. Murió
en Villa de Santiago en 1841; sus restos fueron depositados en el templo
parroquial. También Enrique Gutiérrez de Lara participó en la lucha insurgente
al lado de su hermano Bernardo. Al ser fusilados los caudillos en Chihuahua, se
ocultó en Salinas donde murió en 1816.
Entonces la dinastía de Francisco Gutiérrez fue la que
ocupó la hacienda desde 1814 hasta que vendieron la propiedad a la UANL en
1984. Durante muchos años los Gutiérrez vivían en el segundo piso. Ellos fueron
los que la rehabilitaron y agrandaron el edificio y floreció de una manera
importante la agricultura y la ganadería, así como diferentes oficios como la
herrería.
El origen del Valle del Carrizal
La hacienda San Pedro en consecuencia es el punto más
antiguo de todo el Valle del Carrizal, pues Ciénega de Flores, llamado en honor
a Pedro Flores de Ábrego obtuvo mercedes de tierra en el siglo XVII. Ya para
1675 aparece María Cantú, Viuda de Diego de Hinojosa como pobladora del lugar. San
Antonio de los Martínez surgió en 1683 cuando Alonso de León otorgó mercedes de
tierra a José Martínez. General Zuazua también surgió como Hacienda de Santa
Elena por la familia Montemayor en el último tercio del siglo XVII y Santa
Teresa de las Higueras corresponde a 1715, cuando Diego González formó una
hacienda en un paraje al pie de la Sierra del Camaján. Al crearse la parroquia
como la municipalidad la Villa de San Carlos de Marín por cédula real en 1807,
la Hacienda San Pedro quedó como parte de su jurisdicción. La nueva villa como la
parroquia tenían la intención de poblar esa región y evitar el ingreso de los
llamados indios bárbaros.
La Hacienda San Pedro de los Gutiérrez de Lara
De una propiedad muy extensa, ahora quedan unas 20
hectáreas en total, de las cuales el viejo casco comprende unas tres hectáreas.
Desde hace unos 30 años, el equipo de los Tigres tiene ahí su lugar de
entrenamiento llamado “La Cueva de Zuazua”.
La Hacienda San Pedro está en la zona centro-norte de
Nuevo León. Es el punto crucial de una importante región: entre los valles de
las Salinas y del Carrizal, entre los ríos Salinas que hace muchos años se le
conoció como de los Cuanales y el Pesquería, entre la Sierras de Picachos y la
de Gomas, en la falda de una loma desde la cual se podía ver el camino real que
unía a Cerralvo con Monclova, Monterrey y Saltillo. Durante mucho tiempo el
camino de Santa Elena rumbo a Ciénega de Flores y Salinas pasaban cerca del
casco viejo.
De ser un punto de defensa en contra de las incursiones
de los llamados indios bárbaros, al que sus dueños convirtieron en un centro
agropecuario en donde la ganadería y la agricultura se hicieron actividades
cotidianas; que fue escenario del paso de los insurgentes, como de las tropas
francesas y constitucionalistas, de los mercaderes y contrabandistas, además de
salteadores de caminos. Consta de cuatro niveles: un sótano, dos pisos y una
parte alta en donde hay una habitación. La otra sección es una construcción del
siglo XIX situada en la esquina sureste.
El 21 de enero de 1840, una compañía formada por cien
dragones, apoyada por 25 vecinos de Marín, enfrentaron a una considerable
fuerza de unos 600 comanches. Después de una feroz batalla, los llamados indios
bárbaros salieron al anochecer con rumbo a la sierra de Gomas, dejando a cinco
cautivas. Ahí murieron el capitán Santiago López, 17 hombres de tropa y cinco
de los voluntarios quienes para protegerse de la noche, se quedaron en la
hacienda. El general Mariano Arista se congratulaba desde su cuartel situado en
Cadereyta Jiménez, pues detuvieron el avance hacia la ciudad de Monterrey.
También se sabe que por mucho tiempo hubo una red de
brujas y hechiceros en la región que abarcaba desde la Hacienda San Pedro,
Santa Elena, Agua Fría, San Francisco de Apodaca y Monterrey. Hay documentación
sobre otras personas que practicaban el curanderismo o la también llamada
brujería; quienes prestaban sus servicios a personas que deseaba el mal de
otras personas. Esto les daba a los vecinos un halo de terror, provocaban miedo
e infundían respeto. Por ejemplo, una mujer sabinense llamada Mónica Ríos
decidió terminar con la vida de su esposo el también sabinense José María
Jasso, valiéndose de un insecto que molido en la masa para las tortillas, le provocó
su muerte.
El 6 de marzo de 1863 surgió la municipalidad de General
Zuazua, quedando bajo su jurisdicción las haciendas de San José del Desafío,
Melchor, La Providencia, Carrizalejo y San Pedro. Ese año fue terrible para el
municipio, pues se padeció una grave sequía y luego la escasez de maíz.
La hacienda debió padecer problemas como una fuerte
helada el 9 de abril de 1873, la presencia de una partida de los llamados
indios bárbaros en mayo de 1875. El 15 de junio andaban merodeando una partida
de rebeldes al mando de Santiago Montemayor. 15 días después pasó otro grupo de
30 hombres al mando de un señor de apellido Rangel. Hubo una tormenta del 15 de
octubre de 1881, una granizada que dañó los campos de cultivo el 5 de mayo de
1883 y que repitió en mayo de 1888.O cuando al dueño de la hacienda don Santos
Gutiérrez se le ocurrió cerrar el paso de General Zuazua rumbo a Ciénega de
Flores.
El sitio como unidad productiva y pueblo de personas,
gradualmente desapareció por problemas de agua. En 1898 hubo conflictos sobre
la posesión y derechos del agua. Las lluvias torrenciales de 1909 dejaron
pérdidas en el sistema de riego y en la presa. En 1945 revivió el pleito del
agua. Los de Zuazua acusaban de que no querían pagar ni ceder remanentes.
Siendo alcalde Pedro Martínez entre 1946 y 1948, pidieron la intervención de las
autoridades federales que decidieron quitarles el agua.
Era famosa por la cría de ganado menor, por los establos
de vacas, la siembra de hortalizas y árboles frutales y la siembra de caña de
azúcar con la cual hacían moliendas. Pero también por las fiestas inolvidables
que hacían en honor al santo patrono de la hacienda. Cuentan que llegó a tener
200 trabajadores con sus respectivas familias, que vivían en chozas y jacales
situados en los alrededores.
La hacienda dejó de producir en 1950, pero se quedó una
familia cuidando el lugar hasta que se fueron en 1954. Por 30 años estuvo en
completo abandono. Solo acudían buscadores de tesoros pues tenían la creencia
de que en sus túneles había una carreta repleta de lingotes. Dañaron los muros,
los pisos y hasta las lápidas de las tumbas del panteón fueron removidas por
los saqueadores. A veces los vaqueros y medieros regresaban a recordar sus
tiempos mozos, prendiendo una fogata en la casa que da al oriente. Pero siempre
se recogían temprano pues la gente de Zuazua advierte de que salen los espantos
por la noche.
En 1984 La UANL compró a los Gutiérrez ésta propiedad. En
1986 la hacienda comenzó a ser reconstruida y fue inaugurada el 30 de marzo de
1990. Actualmente es llamada: “La Ex
Hacienda San Pedro “Celso Garza Guajardo”. Hoy en día la hacienda alberga el
Museo Hacienda San Pedro y además el Centro de Información de Historia
Regional. Afortunadamente la máxima casa de estudios se quedó con el inmueble,
pues dicen que una gran cadena hotelera intentó adquirirla. También corre el
rumor de que una vez acudió el entonces presidente Carlos Salinas quien mostró
su beneplácito e interés por tener una propiedad así de majestuosa e histórica.
Entonces le dijeron que no la habría comprado si la hubiera conocido en el
estado ruinoso en el que estaba.
Para llegar a la hacienda
Atravesando un puerto en la loma, inmediatamente se ve el
viejo casco. Pasando la caseta de vigilancia llegan a un estacionamiento en
donde sobresale un reloj de Sol de considerablemente tamaño. La puerta grande
con su portón de madera de mezquite. Terrazas que ven al patio central: un
contrafuerte que sirve para recoger las aguas de las lluvias, la noria, el
patio central y al extremo del muro de silla una chimenea en la cual cuentan
que se hizo muy buen pan. Hay un acceso para el túnel que consta de dos
niveles. Estos llegan hasta el pozo de agua y corren rumores que había un túnel
que llegaba hasta el río. Por ahí cabían jinetes con sus monturas y los hatos
de ovejas y cabras que recogían cada vez que había albazos. En los alrededores
había un vallado, una trampa en forma de zanja para evitar que pasaran los
intrusos. El panteón ya sin tumbas, con una mampostería de color amarillo
pálido. En el muro interior tiene una representación del Via Crucis y en la
parte central al fondo una cruz en relieve.
Como instancia universitaria, hay en su interior hay
biblioteca, auditorio, escuela rural, capilla, teatro al aire libre, librería,
hemeroteca y archivo histórico. Todo un centro cultural para apreciar y conocer
y más que ya tiene 350 años de vida.
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