domingo, 11 de septiembre de 2016

Los cautivos que se convirtieron en temibles jefes apaches

Antonio Guerrero Aguilar/ Escritor e historiador

Nuestra historia regional está repleta de casos que tienen que ver con albazos e incursiones de los llamados indios bárbaros; que atacaban, asaltaban y huían despavoridos por los montes y desiertos, llevando consigo lo que podían cargar. Lo mismo ropa, armamento, objetos de valor, la caballada y el ganado menor como mayor. A veces mataban y morían en el intento. Un detalle para el asalto: lo hacían por sorpresa y sin dejarse ver, dejando un rastro apenas perceptible que tenía la peculiaridad de engañar y desorientar. Pero por sobre todas las cosas, les gustaba atrapar jóvenes con las que podían procrear. Decían que las sometían a tal grado de que podían cuidar el sueño y el descanso de los guerreros. Estos habitaban las dilatadas tierras que nadie conocía y tampoco recorrían por temor, los valles y bolsones que se forman entre la Sierra Madre Oriental y la Mesa del Norte, ahora pertenecientes a los municipios de Camargo, Ojinaga y Manuel Benavides, Chihuahua y Sierra Mojada, Ocampo, Cuatro Ciénegas y Múzquiz,  Coahuila, y las llanuras y sitios desolados en los márgenes del Río Bravo o Grande del Norte.

En todos estos lares había puntos estratégicos que conocían perfectamente, y por los cuales se podían mover tanto para Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y el sur de Texas y Nuevo México. Existen referencias de que se llevaron niños, que luego se convirtieron en feroces y valientes guerreros. Le voy a comentar tan solo dos casos. Por el rumbo de la región centro de Coahuila,  se habla mucho del “cautivo de Castaños” perteneciente a la familia Fuentes, cuando los indios mataron a un familiar de ellos y se llevaron a varios más el 30 de noviembre de 1838.  Esto ocurrió allá en Castaños, población cercana a Monclova. Manuel Fuentes y Catarina de Hoyos formaron una familia con diez hijos: nueve hombres y una mujer, cuyos nombres se consignan como Ramón, Pedro,  Anastasio, Telésforo, Andrés, Ildefonso, Avelino, Abraham y Elena, todos nacidos entre 1815 y 1836.

Pedro Fuentes estaba recién casado con María Arciniega. Salieron de Castaños con rumbo a Monclova. Los acompañaban Avelino, Abraham y Elenita así como la esposa de Ramón llamada María Josefa Cosío. A dos kilómetros al norte de Castaños, en el lugar que llaman El Puertecito, fueron asaltados por una numerosa partida de indios apaches chiricahuas. Mataron a Pedro y los indios se llevaron a todas los demás.  Las noticias llegaron pronto a Castaños como a Monclova. Las autoridades decidieron perseguirlos y liberar a los integrantes de la familia que se habían llevado como cautivos. Esa noche les dieron alcance en Pozuelos de Arriba, recuperando a Josefa Cosío de Fuentes, Abraham y la niña Elena, pero les fue imposible rescatar a María Arciniegas y Avelino, de quienes  ya no supieron de ellos.

En 1853 llegó a San Buenaventura un indio montado a caballo. Inmediatamente lo llevaron a la prisión. Como no hablaba nada de español ni había quien entendiera el dialecto con el que les hablaba, lo trasladaron a Nadadores.  Ahí  vivía un vecino que estuvo cautivo por varios años. Por medio del intérprete les hizo saber que él no era indio; que su tierra estaba al otro lado de cerro grande y apuntaba rumbo al cerro del Mercado, dando a entender que su tierra era Castaños. Logró escapar después de haberse peleado con otro indio al que le dio muerte en un lugar cercano a San Blas. Pasó  por San Buenaventura con la intención de regresar a su hogar, pues un indio anciano le dijo alguna vez que Castaños era su tierra.


El cautivo era ni más ni menos que Avelino que ya contaba con 22 años de edad. De Nadadores lo trasladaron a Monclova, cuyo presidente municipal era Telésforo Fuentes. Su padre Manuel Fuentes ya no vivía, solamente doña Catarina de Hoyos. Para saber si en realidad se trataba de su hermano Avelino, juntaron a muchas señoras de la localidad que habían perdido a familiares en los albazos de la indiada. Lo pararon al centro del salón y le dijeron que se fijara bien, para ver si conocía a su madre entre todas aquellas mujeres. Posó su vista en cada una de ellas hasta que llegó con doña Catarina a la que apuntó con el dedo para luego expresar "esta es mi madre".

La señora tuvo un sobresalto en el pecho. Le preguntó a Telésforo si recordaba que Avelino tenía un lunar en la cintura, en medio de las caderas del tamaño de una peseta. Levantaron el faldón de la camisa del indio y allí estaba el lunar. El hijo ausente regresó a su tierra y con su gente. Avelino se fue a vivir con su mamá. A los dos meses Telésforo Fuentes recibió una carta procedente de Las Cruces, Nuevo México. Se trataba de doña María Arciniegas pidiéndoles informes de Avelino. Quería saber si estaba Avelino estaba con bien. En la misiva les informó que tenía salud y que tenía un hijo llamado Victorio, de 14 años de edad y que era muy valiente. Don Telésforo le contestó que Avelino estaba con ellos y puso a su disposición la parte de herencia de su hermano Pedro. Doña María contestó la carta. Se sintió contenta por saber el paradero de Avelino, pero no aceptó la herencia que se le ofrecía. Le mandaron una carta que ya no contestó, ni se supo más de ella.

Después de la guerra y la ocupación que hicieron en México, el gobierno de los Estados Unidos hizo una guerra sin cuartel tanto a los comanches, apaches, lipanes y mescaleros que estaban diseminados entre Nuevo México, Arizona y Texas. Por lo que surgieron muchos caudillos, entre los cuales se hallaba el indio Victorio, supuestamente hijo de María Arciniegas y de un guerrero que llegó a ser el jefe de la nación apache que hacía sus incursiones por esos dilatados territorios. El jefe Victorio, a pesar de ser hijo de una mujer blanca que fue raptado por los indios, sentía un particular odio por todos los hombres blancos.

Victorio fue uno de los principales líderes que pusieron en jaque a las autoridades mexicanas como de los Estados Unidos, tan famoso como Ju, Gerónimo y Alzate. Lo describen valiente, cruel y sanguinario. Tenía su pueblo o cuartel general en Tres Castillos, en el actual Coyame del Sotol en el estado de Chihuahua y allí fue exterminado en 1880 por fuerzas federales y del Estado comandadas por don Joaquín Terrazas.

Don Avelino murió en Monclova en 1915 de 85 años. Conservó para siempre el color de piel cobriza que adquirió por vivir en los montes y desiertos, pero sus ojos eran de un azul intenso. Tenía toda su dentadura perfecta y la gente que lo conoció, quedaban asombrados al ver que podía trozar un mecate de ixtle de 4 hilos con tan solo dos mordidas. Nunca pudo hablar bien el español. Por cierto, llegó en un caballo semental. Al coronel Ildefonso Fuentes le regalaron el caballo semental de un jefe francés que murió en la batalla de Santa Isabel el 9 de marzo de 1866. Platicaban los viejos de ese tiempo que todas las crías que había dejado el caballo del indio, eran mejores que las había del caballo francés del coronel Ildefonso Fuentes.

Siempre le preguntaron a Avelino Fuentes: ¿a quién se parece Victorio? Y contestaba: A mí. ¿Cómo tiene o de qué color son los ojos de Victorio?, y decía como los míos. En la familia Fuentes, persistió siempre la duda de si Victorio fue hijo de Pedro Fuentes, o del indio que tomó como esposa a doña María Arciniegas.

El gran jefe apache Alzate

Hubo un caso similar pero allá en Múzquiz, Coahuila. A principios de siglo XIX, unos apaches entraron al antiguo Presidio de Nuestra Señora de Santa Rosa María del Sacramento. Ahí se llevaron a un niño de nombre Miguel Múzquiz González, nacido en esa población en el año de 1800. Fue adaptado por la tribu y se casó con una joven apache, procreando a un varón al que llamó Pedro, (según un acta de bautizo encontrada por Raúl Ricardo Palmerín, en realidad se llamaba Leonardo) quien al crecer alcanzó notoriedad por su hombría, intrepidez y astucia para la guerra.  Lo refieren como alto, delgado, musculoso y de nariz ligeramente aguileña con ojos de águila.

Lo atraparon cerca del Presidio del Paso del Norte. Le preguntaron su nombre y dijo llamarse Alzate. Los soldados presidiales pensaron que el nombre tenía que ver con un capitán llamado Francisco Arzate. Los desiertos de Chihuahua como de Coahuila supieron del valor de su bravura y continuamente atacaba por el suroeste de Texas, de tal manera que por el rumbo del Big Bend, haya sitios que aún lo recuerdan como el Charco de Alzate, el arroyo de Alzate, la Formación de Alzate, la Cara de Alzate, la Cueva de Alzate y las Luces del Espíritu Santo de Alzate.

En la Navidad de 1849 los apaches mezcaleros llegaron hasta Santa Rosa María del Sacramento. La población estuvo a punto de ser arrasada, de no ser por Marín Ortiz, un joven de Lampazos al cual secuestraron siendo un niño y pusieron por nombre Zesnacané. Tuvo la habilidad para escaparse de la tribu para darles aviso a los pobladores de los planes que tenían los hombres de Alzate.  Dicen que robaban la caballada y objetos de valor, se hacían de cautivos que dejaban en el presidio de San Carlos en el actual Manuel Benavides, Chihuahua. Ahí los vecinos regresaban a las personas que habían atrapado en sus correrías. Los apaches avanzaban con rumbo a Jiménez, Camargo y otras poblaciones fronterizas de Chihuahua, que a Cuatro Ciénegas, Múzquiz, Monclova y Sierra Mojada.

En 1878 el general Porfirio Díaz ordenó la captura de Alzate. Se organizó una fuerza considerable que finalmente lo atrapó y llevaron a Santa Rosa. Entre los guerreros estaba su padre Miguel Múzquiz.  Ya viejo y ciego pidió hablar con un hermano de nombre Manuel. Cuando éste llegó, lo vio y recordó que una vez se habían llevado a un hermano suyo. Para cerciorarse le pidió que se quitara un mocasín. Los Múzquiz padecían un problema genético, algunos nacían con seis dedos en el pie derecho. Miguel le dijo que tenía seis dedos pero que se quitó uno porque no caminaba bien por el desierto y los montes.


Manuel logró que Miguel se quedara con ellos, no así su sobrino mejor conocido como Alzate  que fue llevado con los suyos hasta la prisión de la Acordada en la Ciudad de México. Como el general Miguel Blanco y Múzquiz era un militar muy cercano al presidente, le pidieron ayuda para el buen trato de su familiar. Cuentan que una noche llegó una carreta a la que se subieron todos los guerreros. Ya fuera de la Ciudad de México huyeron con rumbo al norte en donde se dedicaron a robar y a cometer albazos entre los ranchos y pueblos. Para atraparlos otra vez, el jefe militar de San Carlos les hizo creer que había un acuerdo de paz con ellos. Alzate le creyó y se congregó con la gente que le seguía. Comieron abundante barbacoa y los emborracharon con vino mezcal. Cuando todos dormían cayeron sobre ellos y los mataron.

Cuando llegaron a Múzquiz, Alzate traía un niño que fue bautizado el 6 de abril de 1880 con el nombre de Nicacio, con apenas dos años, hijo de Leonardo Múzquiz Alzate.  Fue rescatado el 14 de diciembre de 1878, aprisionado en San Carlos Municipalidad de Ojinaga. Lo adoptó Rómulo Galán por el mismo Alzate; fueron sus padrinos Jesús Galán Castillón y María Gertrudis.

El gran guerrero Alzate, fue jefe de los apaches mescaleros. Cuenta don Alfonso Reyes, que los apaches son verdaderos hijos del desierto, mal remolcados por la historia, a quienes hace falta conocer, pero sobre todo reivindicar. Estoy de acuerdo. 

3 comentarios:

  1. Una costumbre importante de los indios salvajes le faltó señalar; los indios apaches y comanches les gustaba llevarse a los niños de las rancherías que atacaban (de 8 a 12 años de edad), con la intención de dejarlos al cuidado de sus caballos, mientras ellos salían a sus correrías, confiando en que los niños de esas edades no se iban de donde los dejaran; por no tener, a esa edad, un sentido de la orientación. Además, el autor nos dice que algunos niños robados, ya de grandes, volvían con sus familiares y eran bien recibidos. Tengo que decirle que, en algunos casos, los niños que regresaban con su familia ya grandes, no los aguantaban mucho en casa de sus familiares por las costumbres que de los salvajes habían aprendido.

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  2. Buen articulo, existira algun retrato de Alzate? en el Museo de las Etnias de Muzquiz andan buscando algo de Él, lo unico que yo he encontrado es la foto del cerro que se llama "El fantasma de Alzate" (es una figura de un perfil aguileño) en la region del Big Bend.

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  3. SR. ANTONIO GUERRERO, MI NOMBRE ES ENRIQUE FUENTES DESCENDIENTE DE ANASTACIO FUENTES HERMANO DE AVELINO, CREO QUE LA FOTO DEL ARTICULO ES VICTORIO, YO TENGO UNA FOTO QUE AL PARECER ES DE AVELINO, LE DEJO MI CORREO FUEVEL@HOTMAIL.COM SI GUSTA PARA QUE ME CONTACTE Y LE MANDO LA FOTOGRAFÍA

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Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico