Antonio
Guerrero Aguilar/
Entre
San Pedro y San Isidro de los Guerra, la otra banda del río situada al pie de
la sierra de la Huasteca. La de tres acequias que regaban sus campos. La de
grandes y fuertes mezquites, anacuas y huizaches. Parajes repletos de verdor.
Ahí donde Santa Catarina, San Pedro Garza García, la Fama, la Leona, la
Huasteca y la Banda coincidían. Tierra de leyendas y de cuevas ocultas repletas
de tesoros. De seres extraordinarios que se aparecían por las noches. Un río que a la mínima provocación se salía
de su cauce, con lugares idóneos para el descanso y meterse a nadar. La de las
fincas de gente ilustre. Un aguacatal en donde había frutas de lo más diverso y
en donde la señora Consuelo Lagüera de Garza Sada sembraba y cuidaba rosales.
La que solo se podía acceder por un camino al borde del río, por el vado
Zaragoza en La Fama, por el vado al Blanqueo y por la Huasteca. Y don Eugenio
Garza Sada compró un derecho de paso en los Treviño, por entre Alen y Jacuzzi
para llegar al Aguacatal. Ese camino fue vendido por unos insensatos como si
fuera de unos cuantos y cerró el acceso desde Díaz Ordaz hasta el Blanqueo.
Ahora Valle Poniente.
En 1716
el sacerdote Rodrigo de Arizpe, vendió la hacienda de San Isidro al capitán
Juan Guerra Cañamar, originario de Santa María de los Lagos, actual Lagos de
Moreno, en donde aún hay muchos Guerra.
A mediados del siglo XVIII, la hacienda pasó por herencia al capitán
Andrés Guerra, hijo de don Juan Guerra; cuyo padre era otro Juan Guerra y de María
Cavazos. Estuvo casado con Juana Flores de Abrego, hija de Bernardo Flores de
Saltillo y Josefa Fernández de Rentaría de Pesquería Grande. Desde entonces comenzó a llamársele San
Isidro de los Guerra. La propiedad abarcaba desde el arroyo de la Escondida hasta
donde terminaba la Sierra de la Huasteca, (nombre original de la M) en donde
estaba una casa de piedra que llamaban la Garita y actualmente están las
albercas. También le llamaban La Banda, por estar situada a la otra banda del
río Santa Catarina. Un hijo de nombre
Andrés se casó en primeras nupcias con Beatriz de Morales originaria de
Saltillo, procreando a Antonio, Clara y
María y luego se casó con María Flores de Abrego, procreando a su vez a
Bernardo, Crineo, Andrés, José, Domingo, Ana María y Gertrudis. Ana María se
casó con Juan José de Abrego y Gertrudis con Pablo Treviño, vecino de la
Pesquería Grande, hijo de Alonso de Treviño y Mariana de la Mota. Ellos
tuvieron por hijos a Albino, María Gertrudis, María de los Dolores, Pedro José,
María Francisca, María Teresa, José Francisco, María Josefa, María Ignacio,
José Antonio y José Santiago quienes establecieron la comunidad de Los
Treviños. Los Ábrego Guerra fundaron la hacienda de Ábregos origen actual de La
Fama. De todos ellos provienen los
Guerra de Santa Catarina y que se repartieron para otros rumbos.
De pronto
una extensión de Santa Catarina dio origen al llamado Valle Poniente. El municipio de San Pedro Garza García tiene
apenas una extensión territorial de poco más de 73 kilómetros cuadrados (el
segundo más pequeño de todo Nuevo León) y es uno de los más densamente
poblados. Ya no tiene zonas para donde crecer. Los inversionistas y
desarrolladores vieron la oportunidad de urbanizar un sector compuesto por 300
hectáreas situadas entre la Universidad de Monterrey y la Huasteca. Un lugar en
donde los vecinos tuvieran a su alcance los servicios y el desarrollo similar
al de municipio con el mayor índice de desarrollo en México. Para ello
necesitaban polos de atracción. Desde la década de 1980 la Universidad de
Monterrey, en 1991 la ampliación de la avenida Morones Prieto hasta la
Huasteca; en 1996 la preparatoria del Tec de Monterrey y el colegio Americano.
Luego vino el Nezaldi, el Sierra Madre, la Facultad Libre de Derecho y el CEDIM
así como el instituto Americano aunque estos situados uno en el Lechugal y el
otro en Santa Catarina. Las escuelas trajeron colonias y grandes centros
comerciales. Y obviamente mejores servicios públicos, bueno, no para todos. Si
había un Valle Oriente, pues Santa Catarina tendría su Valle Poniente, al que
paradójicamente hacen de Monterrey y no de nuestra municipalidad. Un sector con
una avenida eje llamada Cordillera, con las residencias estudiantiles y el
famoso Centro Roberto Garza Sada con la monumental obra de Tadeo Ando en la
UDEM, colonias residenciales como Kerenda, Ollinca, Cordilleras Montañas,
edificios como la torre Loft, el nuevo consulado norteamericano y grandes
centros comerciales. Ya estando cerca
les gustó la Huasteca y el cañón de Santa Catarina: valle de Reyes, la
autopista y más centros habitacionales. Es admirable como ha cambiado todo en
apenas 20 años.
La
antigua hacienda de San Isidro de los Guerra conocida en el siglo XIX como La
Banda, comenzaba en la Escondida y terminaba en la Huasteca. La Escondida a
partir de 1883 fue el punto limítrofe entre Garza García y Santa Catarina. En
el segundo tercio del siglo XX, ilustres familias regiomontanas compraron
algunas hectáreas de terreno como José y Nora Calderón, Eugenio Garza Sada y
Gregorio Garza Elizondo. De la Escondida
a la Barrica estaban las propiedades de José y Nora Calderón. La finca de
descanso de don Pepe fue construida en donde ahora está la rectoría de la UDEM
y la de doña Nora en donde está la prepa Tec.
Posiblemente
la mojonera que divide a los municipios, -situada en Morones Prieto-, en
realidad era el punto limítrofe entre los terrenos de los dos hermanos. Cabe la
posibilidad de que el campus de la UDEM en un principio haya pertenecido a
Santa Catarina y que en 1982 los límites fueron modificados. Don Eugenio Garza
Sada y su esposa doña Consuelo Lagüera compraron la finca conocida como El
Aguacatal, la cual era atravesada por tres acequias. Ahí el arquitecto Pedro
Ramírez Vázquez construyó una bellísima casa de campo que quitaron al construir
la torre de 26 pisos. En frente de La Huasteca, el industrial regiomontano don
Gregorio Garza Elizondo, (1904-1980) casado con Margarita Berlanga en 1938,
estableció una finca de descanso en la antigua Congragación de la Banda en
1942. Participó activamente en la década de 1950 para la electrificación del
lugar. Hasta 1990 solo habitaban el sector las colonias San Isidro, la Banda,
la Fortaleza, la Barrica, la Jesús M. Garza y los areneros quienes consiguieron
permiso federal para habitar en la margen sur del río Santa Catarina.
Y ahora
van sobre la montaña que Juan Andrew Almazán llamó de Anáhuac. Es alarmante ver
que están preparando terrenos en pendientes inclinadas con riesgo a colapsarse.
Dicen que en Monterrey, las clases necesitadas se apoderan de los ríos y de las
faldas de las sierras, mientras que los de buena posición, lo hacen de las
zonas altas de las mismas. Al margen de tal concepto, evitemos la depredación
de nuestras áreas naturales. Ya no juguemos con las zonas protegidas que nos
distinguen, pero sobre todo, regulan el régimen térmico y nos dan agua.
Como todas tus publicaciones, siempre entretenidas e ilustrativas. Gracias
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