Antonio Guerrero Aguilar/
A partir de la
declaración de Nuevo León como Estado Libre y Soberano de la Federación
Mexicana mediante el decreto número 45 promulgado el 7 de mayo de 1824, la
entidad ha evolucionado e innovando en materia de comercio. Uno de los hitos,
tiene que ver la creación en 1892 de la congregación Colombia, en el municipio
de Anáhuac; gracias al entonces Gobernador, el General Bernardo Reyes tuvo la
visión de darle a Nuevo León una frontera, la cual facilitaría y fortalecería
las relaciones comerciales y culturales con los Estados Unidos de América.
Introducción
El 16 de
diciembre de 1892, el entonces jefe del poder ejecutivo, el general Bernardo
Reyes, logró la creación de una congregación colindante al río Bravo y con
Texas. Era una aspiración anhelada después de los Tratados de Guadalupe-Hidalgo
en febrero de 1848. A decir verdad, nuestra entidad nunca fue tierra colindante
con la llamada “Franja del Nueces”. Lo voy a explicar: los procesos de
colonización como de pacificación, iniciados con Martín de Zavala en 1628, nunca
se consolidaron, excepto por la fundación de dos villas al oriente: San
Gregorio de Cerralvo y San Juan Bautista de Cadereyta.
Para fines del
siglo XVII, se fijaron tres pueblos al norte: el Real de Minas de San Pedro
Boca de Leones, San Miguel de la Nueva Tlaxcala y la Punta de los Dolores de
los Lampazos, cuyo territorio terminaba en el río Salado, dejando un polígono
territorial en forma de ángulo pronunciado, de ahí el nombre de punta. Más
allá, estaban demarcaciones que luego correspondieron a Coahuila y a Tamaulipas
que lindaban hasta el Río Nueces. Con los tratados de límites y aguas, ambas
entidades se quedaron sin buena porción al pasar a ser de Texas. Entonces en
1854, quedó establecida la aduana de Piedras Negras, enlazando en un importante
eje comercial a Monterrey y el Puerto de Bagdad en la desembocadura del Río
Bravo.
A Vidaurri le
urgía mantener el control político y económico de todo el noreste y no lo
logró, debido al temor que le tuvieron por tanta fuerza y popularidad
alcanzada, así como a los problemas con el presidente Benito Juárez. En 1885
arribó el general Bernardo Reyes, quien procuró quedarse con algunas posiciones
de Tamaulipas, pero no lo consiguió. Necesitaba participar en los acuerdos de
extradición de rebeldes al régimen de don Porfirio, refugiados en Texas y también
consolidar a Nuevo León como punto fronterizo con los Estados Unidos.
Y no estaba tan
lejos: la porción más septentrional de la jurisdicción de Lampazos de Naranjo, quedaba
a tan solo unas cinco leguas del Bravo, por eso logró un arreglo con Coahuila,
que cedió un fundo correspondiente al rancho de la Pita de la entonces
congregación del Pan, actual Hidalgo, Coahuila. Así se pudo cristalizar el
sueño, que tardó 100 años en gestarse, cuando en 1991, el presidente de la
República Lic. Carlos Salinas de Gortari y el gobernador de Nuevo León Jorge
Treviño Martínez, inauguraron el Puente Solidaridad en la congregación de
Colombia, que fue incorporada a Anáhuac.
Antecedentes
Cuando se creó el
Nuevo Reino de León en 1579, de acuerdo a las capitulaciones reales, tenía unos
mil kilómetros por cada lado, las famosas 200 leguas en forma de cuadro.
Quedaban comprendidos en su jurisdicción, las actuales entidades de Coahuila,
Nuevo León, Tamaulipas y algunas porciones de San Luis Potosí, Zacatecas,
Chihuahua y Texas, lo cual trajo algunos inconvenientes y reclamos, porque toda
la parte occidental le tocaba a la Nueva Vizcaya. Ahora, tras la creación del Estado
Libre y Soberano de Nuevo León, sumaba una extensión territorial de 4,216
leguas mexicanas cuadradas, equivalentes a 98,274 kilómetros cuadrados, con
poco más 178 mil habitantes, de los cuales, 32 mil vivían en Monterrey. Hoy en
día tenemos una extensión de casi 80 mil kilómetros cuadrados y sumamos poco
más de seis millones de residentes.
Voy a tratar de
abordar una temática solicitada por quien convoca a ésta sesión, que me permite
hablar desde una tribuna, ubicada precisamente en el corazón y mente de nuestra
entidad. Me gusta por lo mismo, una concepción agustiana del tiempo: el pasado
como parte del recuerdo, el presente de la intuición como del sentimiento y el
don de la vida y el futuro, el de la espera. Por cierto, hay dos tipos de
tiempo: el cronos medible y cuantificable a partir del movimiento, mientras que
el otro, el kairós, identificado con lo oportuno como memorable.
Los ancestros
batallaron con cuatro problemas en el siglo XIX: las incursiones como albazos
de los llamados indios bárbaros y de rebeldes que a cualquier provocación se
levantaban en armas, la falta de comercio que provocó el contrabando, así como
la consideración regional, de ser un lugar de paso: ser puente entre la Tierra
Afuera y el Seno Mexicano colindante con las llanuras costeras del Golfo. Por
lo mismo, apareció una actividad muy socorrida y temida por los peligros: la
arriería como el traslado del ganado trashumante, que puso a Monterrey como un
punto distante, lejano como extraño, dividido por la Sierra Madre. Conviene
resaltar que, con la República, muchas transacciones de ventas y asignación de
tierras en Texas, se hizo ya sea en Saltillo como en ésta capital.
Esto que les cuento, tiene está relacionada
con la fundación de Anáhuac, Nuevo León. Durante mucho tiempo, los límites al
norte de la entidad, tan solo llegaban hasta el río Salado en un paraje denominado
como el “Paso de los Reyneros” y una franja entre éste y el río Bravo, que
comunicaba a estos lares con dos de las Villas del Norte como lo son Laredo,
Texas que perteneció por casi 90 años al Nuevo Santander y Revilla-Guerrero,
actualmente inundada por las aguas de la presa Falcón.
Tan solo se tenían un par de rutas que iban
por el camino de las misiones y presidios hacia el norte, como lo son
Mamulique, Boca de Leones y Lampazos, además del afamado “Sendero Nacional” que
llevaba a Camargo, Mier y Reynosa. Había otra senda que muchos procuraban
evitar: el de Cadereyta a China, Bravo y Reynosa, repleta de serpientes de
cascabel y sin aguajes para el suministro vital. La única existente, se le
conocía como el rancho de la “Gruñidora” porque al tomar agua, provocaba
malestar estomacal. Como verán, eran tierras dilatadas y sin poblar, propiciaban
la presencia de apaches como bandoleros y contrabandistas, cuya jurisdicción le
pertenecían a Lampazos como a Vallecillo en el caso de Anáhuac y las otras, más
allá de la cuenca del Río San Juan y Pesquería.
Al general Bernardo Reyes, le urgió
conseguir una línea limítrofe con Texas y así participar en los beneficios de
los tratados de extradición de los rebeldes al régimen de don Porfirio.
Finalmente lo logró, sacrificando extensiones en Santa Catarina como Lampazos. Por
ese tiempo solo existían tres pueblos más allá de la famosa Punta de los
Dolores de los Lampazos: Estación Rodríguez, y Camarón. A partir de 1929
comenzaron a construir la presa Venustiano Carranza, más conocida como “Don
Martín, en una porción del territorio de Coahuila donde se juntan los ríos
Sabinas y Salado, beneficiando la creación de una comarca algodonera que pronto
perdió su auge.
Una vez terminada la cortina, crearon el
sistema de riego número 04, llamado “Proyecto del río Salado”, por disposición
de la Comisión Nacional de Irrigación, la cual proyectó la fundación de una
ciudad a la que llamaron Anáhuac. Por decreto 115 de la H. XLV Legislatura del
Estado de Nuevo León, el 29 de mayo de 1934 crearon la municipalidad, que se
quedó con la mitad del territorio de Lampazos y una parte de Vallecillo. En
1937 eligieron al primer cabildo municipal. Camarón desapareció y la bonanza
del oro blanco se acabó. Nada más para que vean la calidad de la gente, que con
esfuerzos y sacrificios salió adelante y en 1978, por decreto gubernamental, la
Congregación de Colombia fue incorporada al municipio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario