Antonio Guerrero Aguilar/
Tenemos la
creencia de que el periodo de lluvias torrenciales, ocurre desde agosto a
septiembre, tal y como han ocurrido la mayoría de los desbordamientos del río
de los ancestros. Fuera de ahí, tan solo los aguaceros de mayo, como la estrofa
del canto triste: “Hoy que veo llorar al cielo, yo lo acompaño en su llanto” y
las del 24 de junio día de San Juan como las anheladas al inicio de la canícula.
Pero el ciclo está roto y prueba de lo mismo, es que hace un mes las “h.
autoridades”, advirtieron que no llegaban las precipitaciones deseadas y de
pronto: nos cayó el Alberto. Aclaro, no estoy en contra de que llueva, mi
preocupación tiene que ver con la falta de previsión y la terquedad de
construir sobre ríos y arroyos. Hace 14 años, dijeron que el Álex trajo
“lluvias inusuales” como inesperadas, bueno; ya nos dimos cuenta que no tanto y
ahora los dones de Tláloc caen cuando se les da la gana.
Con el inicio de
verano del año 2010, se formó un ciclón tropical que, por su dimensión; alcanzó
la categoría de huracán. Por ser el primero de la temporada le llamaron Álex.
Se desarrolló lentamente en el mar Caribe y se desplazó hacia el Golfo,
mientras se intensificaba hasta tocar tierra en el noreste de México. Para
fines de junio, ya era una tormenta tropical, nos trajo una tempestad de casi
tres días en toda la región, siguiendo más o menos la misma ruta del huracán
Gilberto en septiembre de 1988. La Comisión Nacional del Agua indicó que los
acumulados, excedieron la cantidad de agua por el huracán Gilberto, la cual
provocó que varias represas se llenaran por toda la comarca. En Nuevo León, los
ríos pronto se desbordaron y en consecuencia, las presas de La Boca, Cerro
Prieto, El Cuchillo y Don Martín, excedieron su capacidad de retención. Para el
1 de julio del 2010, los daños eran evidentes: puentes y avenidas destruidas,
cientos de colonias anegadas por lodo y escombro; muchos damnificados y la evacuación
forzada de quienes vivían en las zonas de alto riesgo y peligro. Diez días sin
agua potable y electricidad. Nuestros municipios y el estado de Nuevo León ya
no fueron los mismos. Todas las obras e inversiones se fueron para reparar los
daños incuantificables, cancelaron las conmemoraciones del Bicentenario y Centenario
y todo nuestro entornó cambió, para dejarnos expuestos a las crecientes de los
ríos que no cuidamos. Después el siguiente gobernador, mandó desazolvar el río,
convirtiendo a la zona metropolitana en la región más contaminada de nuestro
país. ¡Oh Monterrey de las montañas, tú que estás a la par del río!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario