Antonio Guerrero Aguilar/
Las matronas nos
enseñaron, que un vaso con agua no se le niega a alguien. Es más, debe ser en
el mejor vaso, si es de cristal mejor. El recipiente es tan esencial: el cáliz
donde está la promesa de la vida eterna. Leonardo Boff lo pone como sacramento
de la vida y la colección de Mauricio Fernández, guarda el tesoro más valioso
para el mecenas: un jarro hecho de piedra o cantera que localizaron en el río
Santa Catarina. Donde ahora están las oficinas municipales de Santa Catarina,
estaba un campo deportivo denominado “Juárez”. Por cada equipo, los futbolistas
llaneros llevaban un aguador, que portaba una tina llena. No iban a la acequia
que la tenían a pocos pasos: era compartirla, aunque tuvieran las manos sucias
y tan solo una taza de peltre para tomarla.
Los evangelios
hablan de generosidad y bondad: la samaritana y Jesús, quien después les
advirtió: “porque me viste sediento…”. Precisamente una de las obras de misericordia
es “dar de beber al sediento” y los derechos humanos como la Constitución lo
refrendan. Para dar acogida y recibimiento a los paseantes, había aguajes y
fuentes en las entradas de los pueblos: a lo largo del viejo camino a los Saltilleros,
tenían puntos donde podían calmar la sed y refrescarse un poco: los Muertos,
Casa Blanca, el Sesteo, la cuesta de Carvajal y dos charcos: el Verde y el de
las Anacuas.
Quien la niega es
mal portado: “al enemigo, ni agua”, para hacer el mal, cortar los suministros de
agua, tapar los pozos y los caudales, para que ya no llueva, basta con poner un
machete en medio del campo para que el monte se convierta en un erial. Los ojos
de agua y los aljibes se secan cuando hay envidias, por eso también
sentenciaban los antiguos: cuando el corazón está seco no se puede amar…
¿Cómo hacer buen
uso de la abundancia? Haciendo estanques y presas, tan solo para cuando bajaban
los caudales. Los gobernantes propusieron unas, pero los vecinos siempre se
negaban: dudaban de su beneficio porque tan solo ponían el disfrute para unos
cuántos y no para todos, hagan de cuenta la sentencia: “donde no hay pa´todos,
hay patadas”. Robertson propuso una cortina en la entrada del cañón, pero
llegaron a la conclusión de que podía destruir todo cuando bajara una avenida. Entonces
hicieron las galerías subterráneas, la piedra y la grava las limpiaban a su
paso. En 1948 sucedió la primera sequía considerable y racionaron el agua,
provocando en 1957 la rebelión de los vecinos de la colonia Independencia
porque no la tenían a su alcance. Rangel Frías y Eduardo Livas fueron efectivos:
desde 1964 propusieron las presas de Cerro Prieto, Independencia y Libertad, en
1967 una en Icamole. Tiempo atrás, criticaron a Pepe Benítez porque hicieron
unas en el Ayancual y sobre el río Pesquería allá rumbo a Herreras.
A 13 días sin
servicio de agua potable…
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