Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa Catarina
Gracias a la astronomía podemos establecer más o menos con precisión la medición del tiempo. El tiempo se mide respecto a las estrellas fijas. El año se mide en 365 días, 12 meses, cada día en 24 horas, cada hora en 60 minutos y 3,600 segundos. El día se divide en 12 horas de luz y 12 horas de obscuridad. Fueron los babilonios quienes nos dejaron la costumbre de medir en docenas. En Mesopotamia se acostumbraba medir en múltiplos de cinco, probablemente porque tenemos cinco dedos. Por eso nuestras horas tienen una docena de cinco minutos.
Precisamente la palabra año viene del latín “annus” que tiene que ver con anillo o la circunferencia o vuelta que la Tierra hace al Sol. Un año es el tiempo que tarda la Tierra en darle la vuelta sol. Un año es la distancia en la que nos basamos para medir el tiempo. Un año luz está compuesto por 9,460,730,472,580.8 kilómetros; la distancia que recorre un fotón durante un año. La luz viaja a una velocidad finita y fue descubierta por el danés Ole Christensen Roemer en 1676.
Einstein con su teoría de la relatividad, nos dice que las leyes de la ciencia deberán ser las mismas para todos los observadores en movimiento libre, independientemente de cual fuera su velocidad. Dado que la luz es simplemente la distancia recorrida dividida en un tiempo empleado, observadores diferentes medirán velocidades de luz distintas. De ahí se deriva de que muchos países occidentales utilicen el sistema métrico decimal. El metro se define como la distancia recorrida por la luz en 0,000000003335640952 segundo medidos por un reloj de cesio.
También existe el año lunar que se mide por doce lunas llenas y que abarcan 354 días. Las fases de la luna son el origen de los meses. Las fases duran 29.5 días. Luego adoptaron meses de 30 días que podían dividir entre cinco y así inventaron la semana. Tenían seis semanas de cinco días cada una. Luego las cambiaron a siete días, para que coincidiera con la existencia de los siete cuerpos celestes y porque hay ciertas fases de la luna que duran siete días. La palabra semana tiene su raíz etimológica en el número siete.
Al emperador romano Julio César se le ocurrió que los meses duraran 30 o 31 días, excepto para el mes de febrero. En los meses que había 31 días se cobraban impuestos más altos. Por eso dispuso que el mes en donde el nació, (llamado julio en su honor) llevara 31 días sin importar que el mes siguiente también contara con 31 días.
La semana tiene nombres relacionados con dichos cuerpos celestes: lunes de Luna, martes por Marte, miércoles de Mercurio, jueves por Júpiter, viernes por Venus, sábado por Saturno y domingo por el Sol, a quien siempre se consideró como dios supremo. El papa Silvestre I, que ejerció su pontificado entre los años 314 y 335, fue el primero en denominar “dominicus” al séptimo día de la semana, por ser el día consagrado al Señor: “Dominus Dei”. Antes de esa época, los romanos habían llamado al domingo “dies solis” que significa día del Sol, nombre que adoptaron otros pueblos bajo la forma de “Sunday” en inglés. Al morir el papa Silvestre I, fue canonizado como San Silvestre, cuya festividad se celebra el 31 de diciembre.
Hay cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Estas tienen que ver con la inclinación del eje de rotación de la Tierra respecto al plano de su órbita. En México se dice que hay estaciones de lluvia y de secas y en Monterrey que solo hay dos: o frío o calor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario