domingo, 20 de septiembre de 2015

El Batallón de San Patricio: los irlandeses que amaron a México

Antonio Guerrero Aguilar, Cronista de la Ciudad de Santa Catarina


El día 12 de septiembre se conmemora el sacrificio, pero también el valor y coraje de una unidad militar conocida como el “Batallón de San Patricio”, que luchó del lado de los mexicanos en contra de la invasión norteamericana entre 1846 y 1848. Se llamó de San Patricio porque estaba compuesta por irlandeses y otros extranjeros, quienes al ver la injusta invasión decidieron pasarse al bando mexicano. Por ser irlandeses tomaron el nombre del santo patrono de Irlanda, que nació en la isla en el 387 y murió ya anciano el 17 de marzo del 461. San Patricio fue hijo de un militar romano que a los 16 años fue raptado por piratas y que al escapar regresó a Irlanda para difundir el evangelio. A él se le relaciona con el verdor de la tierra irlandesa, con el trébol con el cual explicó el misterio de la Santísima Trinidad y por la leyenda que le atribuye la limpieza de serpientes en toda la isla.

Ciertamente, los del batallón fueron emigrantes que  llegaron a los Estados Unidos con la intención de pedir la ciudadanía norteamericana y de los privilegios que podían obtener con serlo. Para ello inscribieron a un buen número de irlandeses a los que supuestamente se les engañó al decirles que iban a pelear contra un país bárbaro e incivilizado. Al llegar a México, los irlandeses vieron los templos católicos, que sus habitantes se alimentaban con maíz, frijol y papas y eran sometidos por los norteamericanos al igual que ellos lo fueron por los ingleses.


Al sentirse parte de una guerra injusta, se pasaron al lado de los mexicanos. Decidieron participar en la defensa de los principales puntos y al grito de “Irlanda por siempre”, estuvieron luchando con valor en la batalla de Monterrey y de la Angostura en las inmediaciones de Saltillo. Algunos dicen que el batallón estaba compuesto por cerca de 800 irlandeses y los más conservadores sostienen que no pasaban de dos unidades de 300 soldados, en los que no solo había irlandeses, sino también alemanes y polacos de origen católico.

Participaron en la defensa de la hacienda de los Portales y en el puente y convento de Churubusco el 20 de agosto de 1847, donde el Batallón de San Patricio sufrió junto con los soldados mexicanos una de las peores derrotas a causa de que no tenían parque ni municiones para hacerles frente al ejército invasor. Dicen que cuando los mexicanos mostraron la bandera blanca, los del San Patricio ondearon con más fuerza su bandera, intentando motivar a los defensores pero sin éxito alguno.


Después de esas batallas, fueron encarcelados en el Castillo de Chapultepec y otros llevados a la cárcel de la Acordada. Algunos fueron ejecutados precisamente en la Plaza de San Jacinto que pertenece actualmente a la delegación Álvaro Obregón. Ahí está colocada una placa que hace honor a los nombres de 71 de ellos que fueron castigados, de los cuales 48 eran irlandeses y otros después recibieron su sentencia absolutoria el 2 de agosto de 1848 después de los Tratados de Guadalupe Hidalgo. A los irlandeses que se habían enrolado antes de la invasión fueron encarcelados y marcados en la cara con una D que significaba desertor, mientras que los que habían incorporado al batallón durante la invasión, fueron sacrificados.

Los que sobrevivieron, vagaban por los pueblos del centro y occidente del país: derrotados,  hambrientos y en estado deplorable. Corren rumores de que cuando llegaban a un rancho, su dueño los cuidaba y alimentaba a cambio de que embarazaran a alguna de sus hijas y le dieran un nieto rubio. Una vez que nacía el infante, los echaban y volvían a recorrer los lugares buscando alimento y también hospedaje temporal. Lo cierto es que muchos de los habitantes de los Altos de Jalisco se dicen ser descendientes de aquel Batallón de San Patricio y eso explica el por qué los nativos de esa región son güeros. Para algunos historiadores, ellos se fueron a vivir a las costas de Jalisco en donde establecieron el poblado de San Patricio. Ahí todavía llegan jóvenes irlandeses y norteamericanos con raíces irlandesas que participan en las tareas de desarrollo comunitario.

Cuando el denominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZNL) entró a una marcha a la ciudad de México en marzo de 2001, un grupo de jóvenes marchaba con ellos portando la camiseta verde con la leyenda del “Batallón de San Patricio” y que aparentemente en la noche, elementos de la Secretaría de Gobernación fueron al campamento, los atraparon y los mandaron a Irlanda. Los jóvenes asustados, sin saber inglés y sin dinero debieron recurrir a la ayuda diplomática que les arregló su regreso.

Algo similar sucedió cuando el 1 de mayo del 2002, un grupo de 18 jóvenes procedentes de varios lugares de Jalisco, se sumó a una marcha que conmemoraba el día del Trabajo en Guadalajara. Ellos portaban camisetas verdes con la leyenda: “Batallón de San Patricio: Viva Irlanda” y se tapaban la cara con un paliacate rojo y en la mano derecha portaban un machete. Alguien le avisó al entonces titular de Gobernación Santiago Creel Miranda,  de que había un grupo que supuestamente pertenecía a una célula del Ejército Republicano Irlandés, por lo que mandó por ellos y los deportó a los Estados Unidos.  Esas leyendas urbanas, se debían presuntamente a que en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y en el movimiento de los campesinos de San Salvador Atenco, estaba financiado por la ERI, (Ejército Republicano Irlandés), Sendero Luminoso y por la organización separatista vasca ETA .



Esos irlandeses se hicieron mexicanos cuando entraron a nuestras fuerzas armadas y decidieron defender a México como buenos ciudadanos y patriotas mexicanos. Esos militares irlandeses fueron leales a su patria, a sus tradiciones y costumbres, a su historia y su religión. Pero también a México al que amaron hasta dar su vida por nosotros. Por ello, para ellos un sepulcro de gloria y un laurel de victoria en su honor.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Deja las busco, este artículo corresponde a otro que ya tenía publicado en el 2010, a manera de síntesis.

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Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico