Antonio Guerrero Aguilar, Cronista de la Ciudad de
Santa Catarina
El día 12 de septiembre se conmemora el sacrificio,
pero también el valor y coraje de una unidad militar conocida como el “Batallón
de San Patricio”, que luchó del lado de los mexicanos en contra de la invasión
norteamericana entre 1846 y 1848. Se llamó de San Patricio porque estaba
compuesta por irlandeses y otros extranjeros, quienes al ver la injusta
invasión decidieron pasarse al bando mexicano. Por ser irlandeses tomaron el
nombre del santo patrono de Irlanda, que nació en la isla en el 387 y murió ya
anciano el 17 de marzo del 461. San Patricio fue hijo de un militar romano que
a los 16 años fue raptado por piratas y que al escapar regresó a Irlanda para
difundir el evangelio. A él se le relaciona con el verdor de la tierra
irlandesa, con el trébol con el cual explicó el misterio de la Santísima
Trinidad y por la leyenda que le atribuye la limpieza de serpientes en toda la
isla.
Ciertamente, los del batallón fueron emigrantes que llegaron a los Estados Unidos con la intención
de pedir la ciudadanía norteamericana y de los privilegios que podían obtener
con serlo. Para ello inscribieron a un buen número de irlandeses a los que
supuestamente se les engañó al decirles que iban a pelear contra un país
bárbaro e incivilizado. Al llegar a México, los irlandeses vieron los templos
católicos, que sus habitantes se alimentaban con maíz, frijol y papas y eran
sometidos por los norteamericanos al igual que ellos lo fueron por los
ingleses.
Al sentirse parte de una guerra injusta, se pasaron
al lado de los mexicanos. Decidieron participar en la defensa de los
principales puntos y al grito de “Irlanda
por siempre”, estuvieron luchando con valor en la batalla de Monterrey y de
la Angostura en las inmediaciones de Saltillo. Algunos dicen que el batallón
estaba compuesto por cerca de 800 irlandeses y los más conservadores sostienen
que no pasaban de dos unidades de 300 soldados, en los que no solo había
irlandeses, sino también alemanes y polacos de origen católico.
Participaron en la defensa de la hacienda de los
Portales y en el puente y convento de Churubusco el 20 de agosto de 1847, donde
el Batallón de San Patricio sufrió junto con los soldados mexicanos una de las
peores derrotas a causa de que no tenían parque ni municiones para hacerles
frente al ejército invasor. Dicen que cuando los mexicanos mostraron la bandera
blanca, los del San Patricio ondearon con más fuerza su bandera, intentando
motivar a los defensores pero sin éxito alguno.
Después de esas batallas, fueron encarcelados en el
Castillo de Chapultepec y otros llevados a la cárcel de la Acordada. Algunos
fueron ejecutados precisamente en la Plaza de San Jacinto que pertenece
actualmente a la delegación Álvaro Obregón. Ahí está colocada una placa que
hace honor a los nombres de 71 de ellos que fueron castigados, de los cuales 48
eran irlandeses y otros después recibieron su sentencia absolutoria el 2 de
agosto de 1848 después de los Tratados de Guadalupe Hidalgo. A los irlandeses
que se habían enrolado antes de la invasión fueron encarcelados y marcados en
la cara con una D que significaba desertor, mientras que los que habían
incorporado al batallón durante la invasión, fueron sacrificados.
Los que sobrevivieron, vagaban por los pueblos del
centro y occidente del país: derrotados,
hambrientos y en estado deplorable. Corren rumores de que cuando
llegaban a un rancho, su dueño los cuidaba y alimentaba a cambio de que
embarazaran a alguna de sus hijas y le dieran un nieto rubio. Una vez que nacía
el infante, los echaban y volvían a recorrer los lugares buscando alimento y
también hospedaje temporal. Lo cierto es que muchos de los habitantes de los Altos
de Jalisco se dicen ser descendientes de aquel Batallón de San Patricio y eso
explica el por qué los nativos de esa región son güeros. Para algunos historiadores,
ellos se fueron a vivir a las costas de Jalisco en donde establecieron el
poblado de San Patricio. Ahí todavía llegan jóvenes irlandeses y
norteamericanos con raíces irlandesas que participan en las tareas de
desarrollo comunitario.
Cuando el denominado Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZNL) entró a una marcha a la ciudad de México en marzo
de 2001, un grupo de jóvenes marchaba con ellos portando la camiseta verde con
la leyenda del “Batallón de San Patricio” y que aparentemente en la noche,
elementos de la Secretaría de Gobernación fueron al campamento, los atraparon y
los mandaron a Irlanda. Los jóvenes asustados, sin saber inglés y sin dinero
debieron recurrir a la ayuda diplomática que les arregló su regreso.
Algo similar sucedió cuando el 1 de mayo del 2002,
un grupo de 18 jóvenes procedentes de varios lugares de Jalisco, se sumó a una
marcha que conmemoraba el día del Trabajo en Guadalajara. Ellos portaban
camisetas verdes con la leyenda: “Batallón
de San Patricio: Viva Irlanda” y se tapaban la cara con un paliacate rojo y
en la mano derecha portaban un machete. Alguien le avisó al entonces titular de
Gobernación Santiago Creel Miranda, de
que había un grupo que supuestamente pertenecía a una célula del Ejército
Republicano Irlandés, por lo que mandó por ellos y los deportó a los Estados
Unidos. Esas leyendas urbanas, se debían
presuntamente a que en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y en el
movimiento de los campesinos de San Salvador Atenco, estaba financiado por la
ERI, (Ejército Republicano Irlandés), Sendero Luminoso y por la organización
separatista vasca ETA .
Esos irlandeses se hicieron
mexicanos cuando entraron a nuestras fuerzas armadas y decidieron defender a
México como buenos ciudadanos y patriotas mexicanos. Esos militares irlandeses
fueron leales a su patria, a sus tradiciones y costumbres, a su historia y su
religión. Pero también a México al que amaron hasta dar su vida por nosotros.
Por ello, para ellos un sepulcro de gloria y un laurel de victoria en su honor.
Y tus fuentes bibliográficas?
ResponderBorrarDeja las busco, este artículo corresponde a otro que ya tenía publicado en el 2010, a manera de síntesis.
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