jueves, 31 de diciembre de 2015

La noche del fin de año

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa Catarina

Como una forma ritual, la reunión y el festejo navideño se repite en la noche del fin de año. Muchos países tienen formas distintas de festejar el último día del año que se vive. Los italianos por ejemplo comen un plato de lentejas, los argentinos comen doce uvas pasas mientras que los españoles consumen doce uvas al ritmo de las doce campanadas que marcan la media noche y el inicio de un nuevo año. Son doce uvas que se comen porque son doce meses que se fueron y por los doce meses que vienen. El simbolismo del número 12 es muy especial: el uno representa lo indivisible, la unidad, el mundo espiritual y el 2 lo divisible, lo material. En consecuencia el 12 tiene que ver con la unión de lo material con lo espiritual y en ésta celebración se conjuga lo ido con lo que viene, lo festivo traducido en lo material y los buenos deseos y alegría como sentimientos y emociones que brotan desde lo interior de las personas.


La costumbre de las doce uvas tiene su origen en el pueblo catalán de Penedés. En 1909 los agricultores tenían un excedente de cosecha, entonces repartieron racimos de uvas a la gente que estaba congregada en la plaza del pueblo, argumentando que al consumirlas en los últimos segundos de la “noche vieja”,  garantizaba la buena suerte del año entrante. Desde 1962 las dos cadenas de televisión española comenzaron a trasmitir dicha costumbre, que seguramente llegó a México con las compañías vitivinícolas de procedencia ibérica.

En México se tienen varias creencias que se conjuntan obviamente por la influencia prehispánica y occidental. Los antiguos mexicanos hacían ritos muy especiales que marcaban el fin de un siglo compuesto por 52 años. Entre otras cosas, hacían fogatas, rompían cazuelas y demás objetos de barro. Posiblemente nos dejaron supersticiones y creencias en torno a que debemos deshacernos de cosas que nos tienen anclados en el pasado. De ahí la necesidad de descontaminar el hogar y el cuerpo para que la suerte, la dicha, la felicidad y el dinero lleguen sin problemas a nuestras vidas en el nuevo año.


Por eso todo lo que vivimos el día 31 de diciembre, se hace con el fin de asegurar las cosas buenas para el año que por comenzar. Se hacen ritos y reuniones que en cierta forma repiten el ambiente de la Noche Buena. Por eso la cena, la decoración, la música y el ambiente deben ser espléndidos. La música que más se escucha es la cumbia que en su letra dice: "yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas" o la ranchera que pregona: "diciembre me gustó pa´que te vayas". En el ambiente de las casas y de las calles no pueden faltar los cohetes, el ruido y el fuego. También esa costumbre procede de los antiguos pueblos mesoamericanos que hacían fogatas, golpeaban los troncos y las rocas. Como verán mis estimados lectores, las cosas no han cambiado mucho en todo éste tiempo.

Para recibir el año y atraer la salud, dinero y amor, estrenamos alguna prenda de ropa; sobre todo si de ropa interior se trata, ya que eso ayuda a propiciar cosas. Si lo que se desea es amor, es indispensable que sea roja, y si lo que deseado es dinero, tiene que ser amarilla. El hogar debe estar muy limpio esa noche y se debe de limpiar en especial los rincones, donde se acumula polvo. Y hay que procurar deshacerse de todo lo que esté roto o quebrado, para sacar del hogar las malas vibras, todo lo desagradable y asegurar que habrá cosas mejores y nuevas en el próximo año. Dicen que si alguien quiere tener muchos viajes, se debe salir a dar la vuelta a la manzana cargando unas maletas. Para otros se deben tirar los zapatos viejos.


Según las creencias, en la decoración de la mesa tiene que haber algo dorado para que no falte el dinero en el hogar. De bebida es necesario que haya un vino espumoso, porque se cree que las burbujas que se forman al momento de servirlas son las de la felicidad. El momento de brindar tras las campanadas es también importante, por eso se pone un anillo de oro en la copa, para atraer riqueza.

Mientras que los hogares más religiosos, comienza el inicio de año con la veladora y oración respectiva dedicada a la Divina Providencia, para que no nos falte comida, casa y sustento. El primer día del año está marcado como fiesta de guardar en la liturgia católica y en consecuencia obliga a ir a misa. Ya para concluir les cuento ésto: cuando era niño, creía que el fin de año lo marcaba un cometa que bifurcaba el cielo. Por más que me quedaba viendo al cielo, nunca lo vi. A la distancia de aquellos años, aún perduran los deseos de que no falta salud, trabajo y amor. Habiendo ello, no hay crisis que nos pueda hacer daño. Y eso yo les deseo a Ustedes. Nos vemos Dios mediante en el año venidero.

domingo, 27 de diciembre de 2015

La fiesta y tradición de los santos inocentes

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa Catarina

Tengan cuidado éste 28 de diciembre porque les pueden hacer o jugar una “inocentada”. En México por ejemplo (sin saber a ciencia cierta desde cuándo lo hacen),  el día de los "inocentes" se ha transformado en una tradición festiva en la cual se debe tener cuidado de no caer en ellas. Como medida precautoria para no caer en las bromas de parientes y amigos, la gente debe recordar que no debe dar prestado dinero, joyas, libros, o cualquier otro objeto, porque lo pueden hacer "inocente". De ahí un dicho popular que dice: "Inocente palomita que te dejaste engañar, sabiendo que en este día nada se puede prestar"; porque se supone que quien suelte o preste un objeto de significativo valor, corre el riesgo de que otro se lo quede.


Pero no todos se aprovechan de la situación y solamente hacen la “inocentada” como una travesura. Finalmente las cosas que se pedían prestadas sí eran devueltas acompañadas de dulces, juguetes en miniatura y el recado correspondiente en el cual se reconoce hacer uso de la broma. Por eso, para evitar caer en el engaño uno debía escribir: “Herodes cruel e inclemente, nos dice desde la fosa, que considera inocente al que presta una cosa”.  Otra de las inocentadas más comunes, consiste en divulgar alguna noticia falsa, siendo parte de la diversión el que alguien se la creyera.

En realidad el 28 de diciembre,  la Iglesia recuerda la matanza de todos los niños recién nacidos o con menos de dos años. Según los Evangelios, el sacrificio de los infantes debió suceder después de la visita de los Reyes Magos al rey Herodes; es decir, uno o dos días antes del 6 de enero. Existe la posibilidad de que San Mateo relacionó tal acontecimiento con la historia de Moisés, quien fue arrojado en una canasta al Río Nilo para ser salvado en tiempos en que el faraón ordenó matar a todos los hijos varones de los esclavos israelitas. Incluso de que pudo  ser una adaptación de la leyenda hindú sobre el nacimiento de Krishna: una vez que el sabio Nárada Muni le dijo al rey Kamsa de Mathura, que el bebé estaba destinado a matarle y éste ordenó asesinar a todos los infantes con menos de dos años de edad.


En el capítulo segundo del Evangelio de San Mateo, se describe como unos magos procedentes de Oriente, llegaron hasta Belén para honrar a un niño recién nacido a quien le regalaron oro, incienso y mirra. Los magos llegaron primero con Herodes y le preguntaron en donde había nacido el Mesías del pueblo de Israel. Por lo que mandó matar a todos los niños menores de dos años residentes de Belén. A tal episodio se le conoce como el “Día de los Santos Inocentes”. Ahí el evangelista narra la matanza de los inocentes y de la respectiva huida de la sagrada familia a Egipto,  refiriendo las profecías de Oseas y Jeremías en torno a las pruebas que debían pasar los del pueblo de Israel en el pasado y que el niño Jesús también debía vivir en la angustia y en la persecución para luego salvarlos.

La matanza fue ordenada por Herodes Agripa II, nieto del rey Herodes, por temor a la profecía de que en Belén nacería el “Rey de los Judíos”. Hombre de dudosa reputación, era conocido en todo el reino por su afición a las bromas satíricas y mordaces. Precisamente cumplía años el 28 de diciembre, por lo que organizó una fiesta que se dice duró una semana. A ella fueron invitados dignatarios de todas las regiones aledañas. Para ello sacrificaron decenas de reses, cabras, corderos y bebieron vino hasta embriagarse. En plena fiesta Herodes proclamó condenas y castigos para todos los que no hubieran acatado las leyes imperiales o mantenido relaciones con Roma durante la última década de su reinado.

Las invitaciones tenían el sello imperial de Herodes Agripa y una palabra escrita que traducida en latín significaba“”innocens”, por lo que algunos eruditos sospechan que fue un engaño que Herodes hizo a los presentes. Muchas de las cosas que sabemos en torno a esa época, se la debemos al historiador Flavio Josefo, quien aporta casi todos los datos que conocemos acerca del periodo que le tocó reinar a Herodes. Incluso de que también mandó asesinar a su esposa, a su abuelo, su madre, dos cuñados y tres de sus hijos.




Por si las moscas, no se dejen engañar ni vayan a caer en una inocentada.

jueves, 24 de diciembre de 2015

La Natividad del Señor que dividió la historia en dos

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa Catarina

Los romanos fijaban la fecha a partir de la fundación de Roma en el año 753 antes de Cristo. Con ello establecían cifras a las que acompañaban con las iniciales UC que significan “urbis conditae”, que literalmente significa de la fundación de la ciudad. Una vez que cayó el imperio y reconocieron a la  religión cristiana, debieron establecer una nueva división de los tiempos en la cual se debía considerar a Jesús Cristo como el centro de la historia y como el eje ordinario en torno al cual gira todo acontecimiento humano. A partir del nacimiento de Cristo es después de Cristo y antes de su nacimiento es antes de Cristo: A. C y D. C. Aunque también existen estudiosos que prefieren dividir las dos etapas con los iniciales “a.n.e.” y “d.n.c.” que significa antes y después de nuestra era.


En el año 526 de nuestra era, el papa San Félix III pidió a un religioso de nombre Dionisio a quien llamaban “el Exiguo”, para que se diera a la tarea de precisar el año en que nació Jesús. Para no entrar en complicaciones, Dionisio estableció que el nacimiento de Cristo era el año 0 y que a partir de ahí comenzaba un nuevo milenio. A Dionisio se le debe la división de antes y después de Cristo. Como es de suponerse, el religioso se equivocó pues no consideró  algunos aspectos relevantes de índole histórica, como la de la matanza de los inocentes, la aparición de un cometa que probablemente se trataba de una Super Nova, la llegada de los reyes magos o los tiempos en los que gobernaba Herodes. Además no consideró que la Tierra gira alrededor del Sol en 364 días y una fracción que a la larga forman los años bisiestos y que por eso se le añade un día más al mes de febrero. Tuvo un error de cálculo al creer que el nacimiento del Niño Jesús ocurrió en el año 747 o 748 de Roma, es decir en el año 6 o 7 antes de Cristo.  En el evangelio de Marcos (2,1) se menciona que Jesús nació en tiempos del Rey Herodes y por escritos del historiador romano Flavio Josefo, sabemos que ese rey murió en el año 4 antes de Cristo. Pero para los estudiosos de las Sagradas Escrituras y de la historia de la cristiandad,  lo más probable es que su nacimiento fuera en el año 7 a.C. y que al comenzar su vida pública contaba con 34 años de edad.


Lamentablemente los evangelios no señalan con exactitud el nacimiento de Jesús. Porque a decir verdad,  lo más importante para algunos de los evangelistas, era la de  presentar la palabra de Dios que se hizo carne y habitó entre nosotros. En distintas tradiciones religiosas, tanto de occidente como de oriente, se han fijado diversas fechas para establecer el nacimiento de Jesús: el 6 de enero, el 25 de marzo, el 10 de abril o el 29 de mayo. A decir verdad,  la fecha del 25 de diciembre se estableció a partir de criterios proféticos o de ciertas obligaciones estacionales y climatológicas que reinaban en tiempos paganos, pues consideraban que  el nacimiento de Cristo coincidía con el solsticio de invierno, así como el natalicio de Juan el Bautista tenía que ver con el solsticio de verano.

El 24 de diciembre en los pueblos de la antigüedad se festejaba el nacimiento del Sol Invicto. Precisamente en pleno solsticio de invierno, cuando la luz del Sol parecía recuperar su fuerza para iniciar de nueva cuenta el ciclo de regeneración vital del universo. Por eso Jesús es el Sol que vence sobre la obscuridad para resurgir con todo esplendor y luminosidad en el firmamento. De ahí que tomaran la profecía de Isaías que  nos indica que “nacerá el Sol que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte” (Lc 1, 78).

Es importante señalar que tanto las fiestas de la Natividad como de la Epifanía, constituyen una sola fiesta cuyo objetivo es observar la encarnación del Verbo. Una para occidente, el 24 de diciembre y para la iglesia oriental el 6 de enero. Para la Iglesia Ortodoxa Oriental el nacimiento de Jesús ocurre el 6 de enero. A fines del siglo IV y comienzos del siglo V d.C. los santos padres distinguieron una de otra: en una se da el nacimiento y en la otra el bautismo de Cristo. La institución de la navidad data del año 336, fecha en que tenemos noticia de una primera celebración en Roma. Luego el papa Julio I estableció entre el 341 y el 352 d.C. la fecha del 25 de diciembre para festejar el nacimiento de Cristo.

¿Y quién fue Jesús? Un profeta judío que nació en Belén y que pasó toda su vida en Nazareth, Galilea, nacido al comienzo de la era cristiana y crucificado según la tradición en el año 37. Su vida está narrada en los evangelios, mismos que ya se conocían desde el siglo II. Pero las fuentes históricas de la época no contienen ninguna información sobre Jesús, a tal grado de que corrientes radicales niegan su existencia pues presenta graves problemas históricos.  En sí Jesús es un profeta pues hablaba y predicaba como tal, es la sabiduría o logos de Dios, un mesías, un ángel, un mediador gnóstico y un maestro y sanador con poderes milagrosos. Para los gnósticos Jesús era un maestro que había revelado a Dios.

En el siglo IV se define el dogma católico sobre las tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Es verdad que algunos elementos acerca de su vida y su obra fueron tomados del paganismo, como al fecha del 25 de diciembre, pero se celebra un día cuyo acontecimiento se registra en los evangelios, aunque no se diga en que día sucedió. No obstante encontramos referencias de Jesús en el Antiguo Testamento por ejemplo en el libro de Isaías 60,6 y en el Salmo 72, 15. De hecho, todo el Antiguo Testamento prefigura en muchos sentidos su nacimiento y vocación profética y salvífica.



Pero para nosotros los cristianos, lo que no debemos olvidar  es que Jesús nació y se hizo como nosotros. De acuerdo al himno cristológico de San Pablo (Fil. 2,5-11) aceptamos que “Cristo Jesús, el cual existía en la forma de Dios, no exigió tener su gloria debido a su divinidad, se anonadó tomando la forma de Siervo de Dios y se asemejó a todos los hombres en su condición”. 

domingo, 20 de diciembre de 2015

Diciembre en la tradición popular mexicana

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa Catarina

En tono festivo se dice que después del 12 de diciembre y hasta el 6 de enero, comienzan las fiestas del maratón de “Lupe Reyes”, pues a partir del día de nuestra Señora de Guadalupe hasta la noche de los Reyes Magos, al mexicano le da por pasársela de jolgorio y reuniones por doquier. Pero a decir verdad desde el punto de vista litúrgico, diciembre es un periodo de preparación a la venida de Jesús. De la fiesta de Cristo Rey hasta la Navidad, en diciembre se suceden posadas y fiestas navideñas entre las cuales destacan la corona de Adviento, la pastorela y el nacimiento.


Para vivir esta etapa como un momento de preparación en la espera de la llegada de Jesús, se presenta en el templo la corona de Adviento, la cual tiene su origen en Alemania. Coincide con una tradición pagana con la cual se ruega para que el Sol regrese con su luz y calor durante el invierno; en un mundo donde se pensaba que la ausencia de calor provocaba frialdad y maldad en las relaciones humanas. Luego los misioneros cristianos lo van a actualizar entendiendo a Jesús como el origen de la vida y de la luz espiritual. La corona nos recuerda la eternidad de Dios que no tiene principio ni fin, por eso es un círculo con follaje verde.

En la corona se ponen cuatro veladoras que se prenden una por cada semana y representan la actitud que debemos vivir durante cuatro semanas previas a la Natividad del Señor  y que son el ayuno, la oración, la instrucción y la preparación al nacimiento de Cristo. La flama simboliza la luz, el calor y el tiempo de penitencia. Tres de ellas son moradas y una rosa que significa el gozo y la alegría de la próxima venida de Jesús. En el centro se pone una veladora blanca que nos recuerda el nacimiento de la Luz Divina, misma que se enciende en la Noche Buena. Regularmente alrededor de ella se hacen las posadas y el rezo del santo Rosario.


Las pastorelas tienen su origen en el siglo XIII en Italia, en las que participaban preferentemente pastores, pues ellos fueron los primeros en adorar al niño. Originalmente se hacían representaciones tanto del ciclo navideño como de la Pascua. Luego en España se hicieron pequeñas obras de teatro que presentaban historias moralizantes en forma de parábolas sencillas y accesibles que pretendían instruir a la gente. Como participan habitantes de las villas, los cantos que se hacían recibieron el nombre de villancicos. Dichas composiciones eran cantos poéticos en alusión al periodo navideño y que luego eran entonados en las pastorelas.

Las pastorelas llegaron a México con los franciscanos; la primera representación llamada La comedia de los Reyes” se hizo en Cuernavaca  en 1527. Luego el obispo fray Juan de Zumárraga ordenó que en 1530 se escenificara  “La natividad gozosa de nuestro Salvador”. Los misioneros dieron a entender a los pueblos indígenas, que con la representación de las pastorelas se alejaba a los malos espíritus. En sí, la pastorela es una recreación de las peripecias que enfrentan los pastores para llegar a adorar al Niño Dios. En el trayecto deben de luchar contra los demonios que se lo impiden poniendo muchas trampas, pues representan a los siete pecados capitales. Por eso con la ayuda del arcángel San Miguel logran derrotar a las fuerzas del mal encabezadas por Lucifer.


Precisamente a las primeras órdenes que llegaron a la Nueva España, les debemos mucho de las tradiciones que tenemos en México. Fueron los franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas, quienes con su acción evangelizadora asentaron las bases religiosas del mexicano. Con su celo apostólico libre e independiente, surgieron métodos de evangelización de los indios tales como las piñatas, los templos al aire libre, las pastorelas, las peregrinaciones y demás muestras de piedad popular. Por ejemplo se construyeron templos y capillas que eran catecismos vivientes de sucesos esenciales en la vida de los fundadores de las órdenes mendicantes. Ellos pensaron que el indígena sería el mejor instrumento para evangelizar a los mismos indios. Por consiguiente la labor de los misioneros se centró en la educación de los jóvenes  para favorecer mejor su proceso de integración a la cultura hispano cristiana.

Usaron algunas técnicas que los indios ya practicaban como la utilización de figuras y escritura nemotécnica con la que se asociaba a una imagen figurada todo un conjunto de conocimientos. Por ejemplo, la imaginería en caña de los templos (en lugar de ser ornato) servía como catequesis. El misionero se paraba enfrente de la imagen y explicaba su simbolismo. Hicieron capillas al aire libre para eventos masivos y regresaron a la práctica del bautismo por inmersión. Con la intención de acabar con las viejas prácticas religiosas consideradas como paganas, los misioneros aprendieron sus lenguas y tradiciones, convirtiéndose en los primeros antropólogos del mundo moderno.



La costumbre de preparar nacimientos surgió en el año 1223 en Italia con San Francisco de Asís, cuando realizó una escenificación con personas y animales, para revivir el recuerdo de la Sagrada Familia, el nacimiento de Jesús en Belén en medio de la pobreza rodeado de unos cuantos animalitos y pastores. Luego para ahorrar espacio se comenzaron a utilizar figuras de madera, plomo o de barro. De nueva cuenta los franciscanos organizaron las primeras fiestas navideñas en México en 1528. Ellos conjuntaron las pastorelas, las posadas, las piñatas y los nacimientos; mismas que no pueden faltar en la tradición popular de los mexicanos y que en otros países se ven con mucha simpatía y admiración.

martes, 15 de diciembre de 2015

San Pedro Garza García: el municipio modelo de México

Antonio Guerrero Aguilar, Cronista de la Ciudad de Santa Catarina

México tiene 31 estados los cuales se dividen en 2,457 municipios y un distrito federal con 16 delegaciones. El municipio de San Pedro Garza García como la delegación Benito Juárez del Distrito Federal son los que tienen los índices más altos de desarrollo humano en nuestro país. Posiblemente San Pedro Garza García es el más rico de México y por la calidad de los servicios que ofrece se le llama “el municipio modelo”. A decir verdad, ese progreso se ha dado a los alcaldes que la han gobernado, por la preparación y posición de sus habitantes que tienden a exigir mejor trato y porque muchos de ellos son líderes en la industria, el comercio, la opinión pública, en la academia y en la política. En San Pedro Garza García se conjunta el poder económico con el político. Ahí están los principales corporativos de la industria y de la banca. Muchos alcaldes de la zona metropolitana viven o mantienen propiedades en el lugar. San Pedro Garza García es el segundo municipio más importante de Nuevo León, solo superado por la capital Monterrey. Y esto se debe a la alternancia partidista en el gobierno y administración municipal desde hace 50 años.


Los primeros alcaldes que llegaron por el Partido Acción Nacional fueron Humberto Junco y Norma Villarreal de Zambrano entre 1964 y 1969. Luego por el Partido Revolucionario Institucional Jesús D. Gónzalez (1970-1971) y Bernardo Dávila Reyes (1972-1973); por el PAN Enrique García Leal (1974-1976) y otra vez del PRI Genaro Leal, Felipe Zambrano, Raúl Rangel Hinojosa y Alejandro Chapa Salazar entre 1977 y 1988. Desde ese año, el PAN no ha perdido ninguna elección hasta el momento. En cierta forma eso ha permitido una exigencia y compromiso con la ciudadanía que se refleja en los tres San Pedros existentes: el sur, la cabecera municipal y la zona norte situada entre la avenida Díaz Ordaz y la Sierra de las Mitras, en terrenos de lo que fueron los agostaderos de aquella hacienda Vieja o de San Antonio.

La municipalidad de San Pedro Garza García tiene apenas una extensión territorial de 71. 308 kilómetros cuadrados. Junto con Abasolo y San Nicolás de los Garza son los pequeños en territorio en todo Nuevo León.  Limita al sur y al poniente con Santa Catarina y al norte y oriente con Monterrey; la cabecera está a una altura de 540 metros sobre el nivel del mar. Junto con San Nicolás de los Garza, Guadalupe y Monterrey conformaron la primera zona metropolitana a partir de 1971.


Por tradición oral sabemos que Diego de Montemayor entregó mercedes de tierras un 20 de noviembre de 1596 a Diego Rodríguez, en una porción de tierra donde establecieron la hacienda de San Pedro los Nogales la cual abarcaban desde la sierra Madre que inicia en Santa Catarina hasta el valle del Huajuco y el río Ramos.  A esa sierra que aun llaman Madre, la M o de Anáhuac y que en realidad se le conoce de La Huasteca desde tiempos ancestrales. En 1598 Diego de Montemayor entregó tierras en San Pedro a favor de Diego Maldonado y Cristóbal Pérez. Mientras Diego Rodríguez donó su parte a su yerno Fernán Blas Pérez y otra parte a su hija Mónica Rodríguez quien se casó con Miguel de Montemayor. Por eso se consideran a ambos como los fundadores de la hacienda de San Pedro.  Ambos tuvieron siete hijos y cinco hijas: Diego casado con Inés de la Garza en 1648 quien pobló el valle del Huajuco. Margarita esposa de Juan de la Garza Falcón. Petra con Lázaro de la Garza Falcón. María con Antonio de Morales Villarreal. Francisco con Ramona de Ayala. Bernarda con Antonio Cavazos. Inés con Diego de Ayala. Mateo con Leonor Fernández, además de Juan, Lucas, Domingo y José.

Dos porciones de la antigua hacienda de San Pedro los Nogales eran la Décima y Santa Engracia. La Décima, llamada así por ser la décima parte de una propiedad o merced muy antigua de Mónica Rodríguez.  Con el correr del tiempo, una fracción perteneció a Cenobia de Luna Rodríguez. Ella nació en Santa Catarina en 1840, hija de Arcadio de Luna y María del Refugio Rodríguez. Casada con Antonio Ayala ex alcalde de Santa Catarina y madre de otros dos: Dr. Macedonio y Nemesio Ayala. Su hermana Sara fue casada con el prócer Diego Saldívar. La propiedad conocida como “la labor de doña Cenobia” al poniente de los terrenos de la finca conocida como La Décima, ahora son parte de la colonia Fuentes del Valle en Garza García. Doña Cenobia murió en Santa Catarina el 31 de julio de 1918.  Los terrenos de Santa Engracia deben el nombre a María de Engracia Abrego, casada con Juan Saldívar. Ambos también originarios de Santa Catarina. Juan se dedicaba al comercio y a la agricultura. Fue alcalde en 1864 y 1865, recibiendo a Benito Juárez. En 1868 figura como primer regidor. Ellos son padres de Cosme y Diego. Cosme nació en  Santa Catarina en 1850, dedicado al comercio, casado con María Modesta Rodríguez de Santa Catarina. Llegó a ser alcalde en 1881. Residió con su familia paterna en lo que actualmente es la colonia Santa Engracia de San Pedro Garza García. Mientras que Diego Saldívar se casó con Sara de Luna, teniendo por hijos a Diego, Engracia y María.


Durante los siglos XVII y XVIII, la hacienda de San Pedro Los Nogales tuvo problemas con Monterrey debido a límites y con Santa Catarina debido a la posesión de aguas. En 1693 Mateo Rodríguez vendió su parte al padre José Guajardo, quien la hereda a su sobrino Juan Arizpe. Hacia 1725 la hacienda pertenecía a Rodrigo de Arizpe, José Saldaña, Antonio Ramos de Arriola y José de Ayala. En 1833 los accionistas compraron la hacienda Vieja que era del padre José Lorenzo Guerra y en ella en 1874 se estableció la fábrica de hilados y tejidos de la Leona. Entre 1725 y 1820 las haciendas tanto de San Pedro como de Santa Catarina formaron un solo valle, como categoría política gobernada por un alcalde mayor.  Luego San Pedro quedó unido a Monterrey hasta 1882, cuando decretaron la erección de una municipalidad  el 14 de diciembre de 1882 llamada Garza García integrada por San Pedro, San Agustín, Carrizalejo, la hacienda de Prisciliano Siller, la Leona y los molinos Jesús María. Había una propiedad conocido como de los Dávila, conocida desde la década de 1960 como Tampiquito. El 30 de agosto de 1882 llegó el primer ferrocarril procedente de Laredo, Texas. Luego se ampliaron las vías hasta la ciudad de México. La ruta del Ferrocarril Nacional se concluyó en 1887. Fue cuando dejaron algunas estaciones entre Monterrey y Saltillo, destacando la Leona, Santa Catarina-La Fama, El Durazno, la Villa de García, Rinconada y Ramos Arizpe. Para que el ferrocarril pasara sin problemas por el arroyo el Obispo hicieron un puente metálico y a menos de 150 metros colocaron la estación la Leona, más o menos entre la clínica 7 del IMSS y la entrada de cerámica, en el cruce de las avenidas Díaz Ordaz y Corregidora.

El primer alcalde fue Natividad García, quien nació en Santa Catarina el 24 de diciembre de 1832, hijo de Ramón García y María Guadalupe Morales. Fue bautizado el día 31 de diciembre de 1832 en el Sagrario Catedral de Monterrey con el nombre de Natividad Esteban. Residente en Santa Catarina dedicado al comercio, por lo que viajaba a lugares circunvecinos. Para la década de 1880 ya vivía en San Pedro. En abril de 1883 fue elegido el primer alcalde de Garza García. Entre las actividades más relevantes al servicio de la nueva comunidad sobresale el trazo de las calles, nombró jueces auxiliares y cuarteleros para cada sección en la que estaba dividida la nueva villa. Para 1899 residía otra vez en Santa Catarina y cooperó para la introducción de la línea telefónica en ese año. Formó parte de varios cabildos de Santa Catarina en donde murió el 9 de diciembre de  1900.



Dicen que solo en Nuevo León a los santos le ponen apellidos. Específicamente sobresalen dos: San Pedro Garza García y San Nicolás de los Garza. Desde 1596 se le conoció como la hacienda de San Pedro Los Nogales.  A partir de 1665 le llamaron Santa Bárbara Los Nogales. Luego para 1725 regresó el San Pedro en honor al apóstol y en el cual Jesucristo estableció su iglesia. Ya en el siglo XIX San Pedro fue incorporado a la jurisdicción de Monterrey. Durante todo éste tiempo hubo intentos de consolidar un ayuntamiento y convertirse en municipio el cual se logró en 1882, pero con el nombre de Garza García en honor al entonces gobernador el abogado Genaro Garza García y de paso hacer enojar al general y Lic. Lázaro Garza Ayala quien si era oriundo de San Pedro. En informes de la época se hablaba que Garza García estaba integrado por San Pedro, San Agustín, Carrizalejo, la hacienda de Prisciliano Siller, los molinos Jesús María y la fábrica de hilados y tejidos de la Leona. Pero la gente seguía llamando San Pedro a todo el municipio de Garza García, preferentemente a la cabecera municipal. Por ello, siendo alcalde el Lic. Alejandro Chapa Salazar mediante aprobación del cabildo y después de una consulta pública, decidieron incluir oficialmente el San Pedro al nombre oficial de Garza García. Y desde la administración de Tere García de Madero (1997-2000) ostenta el título de ciudad.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Origen y sentido de las piñatas

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa Catarina

La palabra piñata es de origen italiano. Literalmente significa reunir, juntar o atar. Fue llevada de China a Italia por el viajero y mercader de origen veneciano Marco Polo en el año de 1295. En tiempos ancestrales los chinos hicieron piñatas con la figura de vacas o buey, cubierta con papeles multicolores a las que colgaban herramientas para el trabajo agrícola. Con ésta figura realizaban una ceremonia al inicio de la primavera que coincidía precisamente con el inicio del año chino. Los colores de la figura representaban las condiciones en que se desarrollaría el clima del año. Además ponían cinco tipos de semilla que al golpear la piñata se derramaban entre los asistentes. Luego las figuras eran quemadas y guardaban sus cenizas pues creían que daban buena suerte.


Cuando la costumbre llegó a Occidente se usó para las festividades de Cuaresma, haciendo una ceremonia en el primer día de la semana al que llamaron “Domingo de Piñata”. Entonces se utilizaron ollas de barro que rellenaban de frutas y dulces. Luego las ponían en un lugar alto para que los asistentes la golpearan. De Italia la costumbre pasó a España, en donde hacían el “Baile de la Piñata”. Ahí la colocaban en un lugar alto de algún patio y se comenzó a decorar la olla con papeles multicolores, listones y oropeles.

Fueron los misioneros agustinos quienes la trajeron a México. Ellos le dieron un fin evangelizador: en la piñata están representadas las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. La banda que cubre los ojos es la fe, pues solo ella nos mueve en la oscuridad y nos aparta de las voces que nos quieren desorientar. Por ello los asistentes le gritan a quien intenta romperla para que caiga en un error y destantearlo. La esperanza se hace evidente cuando los ahí congregados en el juego ven al cielo implorando los dones divinos. Al romper la piñata caen los frutos que deben compartirse. Ahí está la caridad.

Los agustinos decoraban a la piñata con objetos de colores, papel vistoso y oropeles. Esto representa a las tentaciones del mundo que nos llaman y atraen. Mientras que el palo representa la virtud y la fuerza con la que intentamos - por medio de la fe-  vencer a las tentaciones del mal. Le ponían siete picos que representan a los siete pecados capitales (la ira, gula, avaricia, envidia, pereza, lujuria y soberbia) que debemos evitar y vencer con las virtudes. En el juego de la piñata hay una catequesis propia del periodo de adviento: debemos vencer y evitar a los siete pecados capitales; una persona debe ir con los ojos vendados (la fe) para romper la piñata con un palo (la virtud). El juego nos cuesta trabajo y hasta burlas, porque nuestra naturaleza humana es muy débil para la lucha y las adversidades; pero si logras destruirla, la recompensa vendrá del cielo representada por los dulces, la fruta y los cacahuates.


Luego la piñata se usó para toda reunión o regocijo público. Cuando se celebró la jura de Felipe II como Rey de España en 1557, se hicieron diversos festejos en la Nueva España. Ahí comenzaron a regalar monedas. Cuando se repartían la gente cantaba: “No quiero oro ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata” en alusión a la preferencia del juego y la diversión. De ahí también se comenzó a cantar “dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino”.


Hoy en día se hacen piñatas de distintas formas: pueden ser del héroe, cantante o villano de moda. No pueden faltar en las fiestas de cumpleaños y hasta de despedida de soltero o soltera. Hasta el sábado de Gloria se les representa con los enemigos del pueblo para quemarlas como al traidor de Judas. A decir verdad, debemos evitar que se pierda su sentido original. Y más en éste tiempo de adviento que es el tiempo de espera de la venida del Salvador que se hace humano como nosotros. Es un tiempo de meditación y de espera y no de preocupaciones por las cosas que haremos, comeremos, compraremos y regalaremos. La Navidad comienza el 24 de diciembre y concluye con la Epifanía del Señor el 6 de enero. Pero desde algunas  semanas, los medios de comunicación promueven cosas relacionadas con las fiestas y posadas que distan mucho de lo que realmente deben ser: esperar a que llegue el Hijo de Dios a nuestros corazones.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Entre Quetzalcóatl y la virgen de Guadalupe

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa Catarina

Se supone que 1519 era el año en que se cumpliría la profecía esperada. El imperio mexica aguardaba con temor y expectación la venida de la deidad buena, la que reúne en sus atributos la dualidad tierra y aire que les enseñó a labrar la tierra y a obtener sus frutos. Pero en lugar de llegar Quetzalcóatl, arribó un contingente de españoles comandados por Hernán Cortés. Entonces los mexicas, otrora amos y señores del valle de México, se vieron derrotados y sometidos. No obstante, en muchos de ellos la esperanza del cumplimiento de la profecía seguía más viva que nunca. Según las creencias de los tenochcas, la serpiente emplumada llegaría para dar la libertad a los cautivos. Pero en su lugar, en 1531 ocurrió un milagro que suplió la esperanza de la llegada del dios bueno, barbado y rubio.


Por eso en las principales ciudades se encuentra su emblema: la serpiente emplumada. Según la leyenda, Quetzalcóatl nació cuando no había luz, ni movimiento ni vida en el mundo. Fue él quien instauró un orden en el cosmos, separó el cielo de la tierra. En la tradición maya se le considera el primer Padre, el ordenador del cosmos y el dios del maíz, la deidad que creó el alimento para los humanos y produjo la vida civilizada. Para los del Valle de Anáhuac, Quetzalcóatl emergió del inframundo, portando las mazorcas vitales, con la cuales amasó y moldeó a las mujeres. También se le va a representar como el Ehécatl, dios del viento, la potencia que barre los cuatro puntos del cosmos para que llueva en la Tierra. Es el soplo vital que le dio movimiento al cosmos.

Además del Quetzalcóatl como divinidad, también existe el sacerdote y el emperador que gobernó Tula, a cuyos pobladores enseñó la agricultura, el calendario, la escritura, la astronomía, la medicina, las artes y oficios. Tanto la escritura como el calendario, eran los dos saberes supremos que ordenaban los conocimientos fundamentales de Meso América. Gracias a los aportes de la Serpiente Emplumada, hicieron de Tula, la mejor ciudad organizada de Mesoamérica. Pero esto le provocó la envidia de Tezcatlipoca quien después de un combate hizo que Quetzalcóatl huyera hacia el Golfo de México (según las crónicas, el Mar de las Turquesas) en donde la leyenda cuenta que su cuerpo se quemó y se convirtió en Estrella Matutina o Señor del Alba. Para muchos su expulsión de Tula fue provocada  al cometer un adulterio y dar mal ejemplo a sus gobernados, quienes por cierto le tendieron una trampa. Por lo que maldijo a sus enemigos, profetizando la venida de los hombres blancos en el año de 1519. Es cuando Moctezuma confundió a Hernán Cortés con Quetzalcóatl.


Los primeros misioneros religiosos al conocer sus cualidades divinas, lo hicieron mensajero de Cristo y lo van a colmar de virtudes cristianas. Inclusive hay quienes lo van a confundir con el apóstol Santo Tomás. Clavijero, Sigüenza, Lorenzo Boturini y fray Servando de Mier y Noriega, afirmaron que la imagen de la Tonatztin (de Guadalupe) era en realidad el estandarte de su capa. Todavía en el siglo XIX los grupos de indígenas pensaban que algún día Quetzalcóatl regresaría para liberar a su pueblo. Situación que bien aprovechó el entonces presidente de México (1976-1982), el Lic. José López Portillo quien se sentía como la reencarnación de Quetzalcóatl. Como Quetzalcóatl no llegó, muchos pensaron que en el “milagro del Tepeyac” se cumplieron las promesas de los antiguos dioses.

Se trata de la virgen María de Guadalupe que dejó en el ayate, la unión de lo masculino (el Sol) con lo femenino (la Luna y las estrellas). Para los mexicas, las deidades tenían la cualidad de ser duales; eran siempre masculinas y femeninas; era a la vez Tonatiuh y Tonatzin. En la pintura la virgen morena aparece encima del Sol, cuyos rayos la rodean por doquier. Debajo se encuentra la Luna y sobre el manto, las estrellas que conforman un mapa astral correspondiente a la época de las apariciones. La túnica es de color rojo pálido, correspondiente a Huitzilopochtli, el dios supremo y de la vida para los mexicas, color también del oriente, donde ella nace cada día victoriosamente cada mañana, después de atravesar los mortales riesgos de la noche. También es el color de la sangre que alimentaba al Sol para que diera vida a todos los seres. Mientras que las flores corresponden a las rosas del Tepeyac.

El manto es azul y verde, los colores de la divinidad del cielo y de la tierra fértil. Solo el emperador y las principales deidades podían usar juntos ambos colores. Está embarazada pues tiene dos cintas negras caídas que rodean su cintura. Junto a ellas aparece una cruz indígena llamada “quincunce” que significa el encuentro del camino de los dioses y de los hombres. Es una especie de cuatro pétalos (camino de los hombres) en torno a un círculo central (camino de los dioses). Este símbolo aparece en el vientre de María que indica que lo que va a nacer, es el encuentro de los dioses y de los hombres. En la garganta está la llamada Cruz de Quetzalcóatl y la referencia a la Leyenda de los Cinco Soles.

Para los pueblos mesoamericanos, la explicación sobre el origen y creación del universo se da en el relato de los Cinco Soles. Cuentan que el Primer Sol fue creado por Tezcatlipoca y habitado por gigantes que fueron devorados por jaguares. Quetzalcóatl hizo aparecer el Segundo Sol que fue ocupado por hombres, pero violentos huracanes lo destruyeron, los hombres que se salvaron se convirtieron en monos. El Tercer Sol fue formado por Tláloc y deshecho por una lluvia de fuego. Algunos hombres se transformaron en aves y pudieron salvarse. Chalchiuhtlicue creó la nueva humanidad correspondiente al Cuarto Sol, pero ésta época fue destruida por grandes inundaciones. Los hombres que se salvaron se convirtieron en peces. Hasta aquí la importancia a los cuatro elementos: aire, tierra, agua y fuego. El Quinto Sol era en que vivía el pueblo mexica. Estaba presidido por el dios del sol Tonatiuh y se supone que sería destruido por terremotos. Para muchos el Quinto Sol terminó con los terremotos de septiembre de 1985 en la ciudad de México.


La imagen de la guadalupana tiene unas alas en la parte inferior, que significan el origen divino de quien se aparece. Según la Piedra del Sol, cada periodo era introducido por un ser celeste. En la tilma, María de Guadalupe significa la nueva era de la salvación a través de Jesús y del Espíritu que le hace nacer del seno de la virgen Madre de Dios.

Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico