En una fría madrugada del año de 1951, Mauricio Aguilar
Pérez, un jornalero que trabajaba en las labores de El Lechugal, salió de su
casa ubicada en la esquina de Hidalgo y Galeana en Santa Catarina. De pronto,
por entre el monte salió un niño que lo siguió hasta alcanzarlo. Le llamaba por
su nombre repetidamente y en la negación del campesino por reconocer su
presencia, el infante lo agarró de las piernas. Entonces Mauricio lo amenazó
con rezar las “Doce Verdades” y fue
cuando el niño se convirtió en una lechuza negra que empezó a volar por encima
de él. La lechuza daba vueltas siguiéndolo por la vereda en medio del
despoblado. El ave cada vez que pasaba por encima de Mauricio emitía un silbido
extraño, más parecido al de una persona que al de un ave.
Mauricio Aguilar siempre
portaba su machete bien afilado dentro de su funda y cuando el ave de rapiña
volaba por encima de él, inmediatamente lo tomó por el mango agarrándolo al
revés para golpearla con el lado que no tenía filo. Solo quería defenderse y
espantar al espectro que detuvo su camino. Como hombre de campo amarró a su
burro en un tronco de una anacua. La lechuza se posó sobre un mezquite que
estaba en medio del monte, mirándolo con sus ojos que brillaban bajo la luz de
la Luna. Tuvo tiempo para preparar el ataque. Fingió que iba a encender un
cigarro, pero seguía viendo de reojo a la bruja que de pronto voló al cielo
para regresar y ocasionarle daño. Le quitó el sombrero y este sin titubear
le propinó un fuerte golpe con el lado sin filo de su machete, haciéndola caer
al suelo. Le lechuza aturdida por el golpe intentó elevarse aleteando, pero don
Mauricio le propinó varios golpes con su machete, hasta que logró dejarla
inconsciente. Ya no acudió a la labor, se regresó a su casa para serenarse. Al
día siguiente que pasó por el lugar se llevó una gran sorpresa pues vio a una
mujer inconsciente, vestida de negro y toda golpeada. Al verla más cerca se
percató de que tenía muy claras las huellas de los golpes como hechos con el
lado sin filo de un machete. Todo indicaba que ella era la lechuza, esa mujer
era una bruja. La gente del pueblo sospechaba de una mujer que practicaba
la brujería, y pasados unos días después de aquella experiencia, nunca más se
supo de ella.
Don Mauricio enfermó hasta morir el 27 de septiembre de
1951 de una rara enfermedad que no acertaron a diagnosticarle. Abuelo de mi
mamá, quien siempre me decía: “murió de
susto pasado”. Había nacido en la sierra de Arteaga, Coahuila el 22 de
septiembre de 1891. Hijo de José Aguilar y María Trinidad Pérez González. Esta
hija de un cubano que llegó a Santa Catarina a mediados del siglo XIX. Contrajo
matrimonio con Pánfila Rangel Sepúlveda. Los relatos de brujas y aparecidos han
estado presentes en mi familia. Don José Aguilar (padre de Mauricio) y sus
hermanos una vez cazaron a una bruja que los seguía por el camino situado entre
El Pajonal y Canoas en la Sierra Madre de Santa Catarina. Al día siguiente
pasaron de regreso y vieron a una viejita que pidió la soltaran para regresar a
su casa.
Soñar con brujas puede representar algo bueno o malo. Significa
que uno está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de conseguir su meta.
Puede representar un mérito y esfuerzo personal. También que alguien está
dispuesto a dañar a otro, pasarle por encima y conseguir lo que quiere. Lo
cierto es que muchas sagas, leyendas y cuentos medievales nos las presentan con
vestidos y gorros puntiagudos negros, que viven en lo más alejado del bosque, son
sabias y pueden cambiar el curso del destino y se les puede consultar de todo, que
tienen un gato negro, que vuelan sobre una escoba, que cambian físicamente de
acuerdo a su misión, son seres enigmáticos, misteriosos que inspiran temor y
tal vez por curiosidad necesitamos o queremos verlas; tal vez para recordar los
cuentos y películas de niños. Con un gran caldero en el cual ven el destino de
los hombres y preparan las pócimas que les sirven a sus intereses. No siempre
han sido malas, todos los cuentos de brujas que Walt Disney hizo películas, en
realidad ocurrió al contrario. Por ejemplo Hansel y Gretel quisieron abusar de
ella.
En el otoño de 1976 cierto personaje del barrio de la Santa
Cruz vio extrañas aves sobrevolando el castillo de Santa Catarina. Decidió
subir y mientras lo hacía, comenzó a rezar las “Doce Verdades”. Por cada una recitada, una perdía el vuelo. Cuando
recitó las 24 verdades al revés y al derecho, vio a un pajarraco sin
movimiento, tullido como dicen. Llegó la policía y se lo llevaron a la cárcel.
Al día siguiente el pajarraco por hechizo se convirtió en persona. Todos en la
plaza andaban vueltos locos por la singular captura. Supuestamente era una
mujer que venía de Saltillo para hacer un trabajo. Pedía su liberación para ya
no molestar en la región. El personaje se había convertido en héroe por saber
las “Doce Verdades”. Fue cuando
precisamente a mi maestra del sexto grado se le ocurre encargar una tarea sobre
la historia de Santa Catarina. Y fuimos al palacio municipal para preguntarle
al sabio e insigne Leopoldo García Betancourt. Y no nos dejaron entrar los
policías pues pensaron que no íbamos por tarea, sino para ver a la supuesta
bruja encarcelada. Por fin llegamos con don Polito y nos habló de la historia
de Santa Catarina y con reservas, pues también pensó que en realidad queríamos
ver la bruja. Pudimos ver al entonces alcalde que en la primera nos sentenció: “no busquen la historia, que Santa no tiene
historia”. Al día siguiente la maestra nos dio una regañada por no hacer
correctamente la tarea. Fue cuando me dio por investigar la historia de mi
pueblo.
Ya viene la noche de Brujas. Y en Santa Catarina no es la
excepción. ¿Pueblo con supersticiones o con creencias? Más bien con creencias y
aseveraciones en torno a la existencia de damas que cruzan el cielo nocturno
con formas extrañas y malévolas. Una vez don Ernesto Garza Sáenz, cronista de
Camargo, Tamaulipas me dijo: "en donde
tú vives hay muchas brujas", las
que practican la brujería y hacen hechicería". La gente de la Sierra
de Santa Catarina las cuenta con vehemencia, con cierto dejo de asombro y
temor. Lo cierto es que la montaña, lugar mágico de donde viene y nace el
viento y el agua; es el sitio propicio para verlas o al menos saber de su
existencia. Dicen que acuden a las montañas pues casi no hay cruce de caminos. Hasta
el último tercio del siglo XX era obligatorio que los arrieros, campesinos y
pastores se supieran al revés y al derecho “Las
Doce Verdades”. Y una tía abuela llamada Inés Aguilar me enseñó la forma de
rezarlas: "Las Doce Verdades del
Mundo, que Cristo nos dejó, válgame su sangre preciosa que por nosotros su
cuerpo derramó, Cristiano bueno decidme una..."
Siempre nos dijeron que en los pirules y en las palmas se
ocultaban, que por las noches había lechuzas que volaban y chiflaban. La gente
las retaba y luego se arrepentía: "ven
a mi casa para darte chile y sal" y al día siguiente llegaba una
viejita: "vengo por el chile y la
sal que me prometiste". Y cuando uno se ponía malo, aseveraban: "se lo chupó la bruja".
Durante mucho tiempo, las mujeres que criaban no dormían los viernes en la
noche por miedo a que llegaran las brujas y con su acción maléfica entraran por
las ventanas y ahogaran a sus hijos pequeños. Por eso colocaban tijeras
abiertas en forma de cruz debajo de las almohadas para proteger el espíritu de
los infantes.
Dicen que las brujas son convocadas para realizar sus
reuniones cada viernes después de las 9 de la noche. Les llaman aquelarres o
Sabbat. La palabra aquelarre es de origen vasco y significa literalmente “campo
del macho cabrío”. Mientras que Sabbat refiere a la tradición judía de
santificar el sábado. Pero como en la edad media pensaban que los judíos eran
los culpables de la crucifixión de Jesucristo, les llamaron Sabbat a las
reuniones que iniciaban los viernes y concluían los sábados. Cada bruja sabía
de la reunión gracias a un sapo protector. Supuestamente llegaban volando en
escobas o convertidas en alguna ave que puede ser guajolote, lechuza o águila.
Preparaban un banquete, hacían sus ritos, rendían culto a las fuerzas que las
congregaban y se iban. Hace poco tiempo vieron a un grupo de supuestas brujas
haciendo un aquelarre más allá de Horcones por el rumbo del camino que va a San
Pablo. Cuando llegaron las granaderas solo vieron un círculo de piedras y
algunos objetos que recién habían quemado. A los aquelarres venían de todos los
rumbos de la región y que solo se podían recorrer volando.
Dicen que la supuesta bruja que
se le apareció a un guardia en la colonia Contry de Monterrey hace ya
tiempo, se debe a que rezaron las “Doce
Verdades” en un programa radiofónico. También por ese tiempo se dio a conocer
que un par de brujas o hechiceras bajaron para asustar a unos policías que
cuidaban el corralón municipal de Santa Catarina. Uno de ellos se subió a la
patrulla para buscar ayuda y el otro se quedó encerrado en una habitación,
lleno de temor pues vio, oyó y sintió una espeluznante sensación que recorrió
su cuerpo. O de aquella captura (precisamente en el Castillo) de una extraña
criatura en el otoño de 1976. Dicen que el ave se convirtió en un hechicero ya
en la cárcel y que dijo venir de Saltillo para cumplir con un encargo,
prometiendo a los captores ya no regresar y compensarlos a cambio de su
libertad. Ya no se supo más acerca del asunto. Lo cierto es que hay muchas
jaculatorias religiosas y fórmulas mágicas para defenderse ante la presencia de
una bruja.
Felicidades, por estos relatos tan bonitos,ojala sigan publicando historias y relatos asi =D
ResponderBorrarME GUSTO. LO FELICITO.
ResponderBorrarMe tocó escuchar a mi abuela decir lo de las 12 verdades del mundo y que alguna vez las dijo al revés y al derecho porque en su arbol de nogal y como son muy altos, las lechuzas suelen pararse alli y ella escuchaba el aleteo mientras lavaba mis pañales de tela en el patio de su casa y en el momento de empezar a decirlas se oia que se iban, fue por el año de 1967 y como naci en febrero, me imagino que ya haria calorcito como para salir a media noche a lavar pañales, si me daban miedo esas historias...buena historia profe
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