Antonio Guerrero Aguilar/ Escritor y promotor cultural
Son paradójicos dos acontecimientos complicados en la vida
del general Porfirio Díaz que tuvo en Nuevo León, su derrota en Icamole y el 2
de abril de 1903. Siendo presidente, ordenaba festejos en todos los estados, de
cuando derrotó a los franceses en Puebla. En ese día, el gobernador Bernardo
Reyes debía cumplir con el requisito de triunfar en otra reelección. Pero había un movimiento local independiente encabezado
por Francisco E. Reyes, que buscaba también la gubernatura. Como parte de su
campaña, partió de la Alameda Porfirio Díaz –hoy Alameda Mariano Escobedo-
apoyado por unas 12 mil personas que seguían al candidato opositor. Recorrieron
las calles de Washington, Roble –hoy Juárez- y Matamoros, para llegar a la
Plaza Zaragoza. Reyes le pidió a su contrincante Reyes que por respeto a la
conmemoración, evitaran la manifestación. Los votantes siguieron su marcha a
pesar de la advertencia. Para dispersarlos, apostaron a unos francotiradores en las azoteas del palacio municipal,
del Casino Monterrey y de la casa comercial "Maíz Hermanos". Al llegar
a la plaza Zaragoza, comenzó el acto con la participación de un orador llamado
Vicente B. Treviño. Entonces ordenaron el ataque. Cerca de 15 muertos y muchos
heridos, los dirigentes del movimiento fueron encarcelados. En plena plaza de
armas, ocurrió el primer rechazo popular en contra del régimen. “Así se
gobierna General Reyes…”
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