sábado, 1 de abril de 2017

La Calzada Madero en el recuerdo

Antonio Guerrero Aguilar/ Escritor y promotor cultural


Miren ésta panorámica de la Calzada Madero en 1957. Aún se puede apreciar el camellón central y las banquetas anchas con las cuales se podía caminar y recorrer un trayecto de unos cinco kilómetros, desde el hospital civil hasta la fundidora de Monterrey. Para los romanos, una calzada era un camino empedrado en medio de dos aceras y que comunicaba dos puntos. En tiempos de Bernardo Reyes (1892) se decidió la construcción de dos grandes calzadas como puntos limítrofes, una al norte y otra al poniente. La primera recibió el nombre de Unión y la otra de Progreso, las dos distintivas del régimen de don Porfirio, cuyo nombre le fue impuesto a la alameda. Luego para honrar el centenario de la Independencia colocaron el emblemático arco de cantera rosa donde confluyen la Unión y el Progreso. Durante la estancia de los villistas en marzo de 1915, se decidió el cambio de la nomenclatura: Unión en lugar de Francisco I. Madero, Progreso por Pino Suárez y la alameda en Mariano Escobedo. Luego José Benítez (1929) hizo más extensa Pino Suárez, para convertirla en una gran avenida que cruzara Monterrey como parte de la Carretera Nacional y le dio el sello distintivo a la calzada con sus andadores y palmeras que otros llegaron y quitaron con afán “modernizador”. Ahora tienen un proyecto de rescate, impresionante como urgente; pero así como estaba me parecía sumamente agradable y propia de la Ciudad de Monterrey, que articulaba el orden, el progreso, la unión, el comercio, la educación, los servicios de salud y el recreo de quienes la conocieron y vivieron. Ahora quieren llevar la gentrificación por el rumbo.

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Santa Catarina, Nuevo León, Mexico