domingo, 9 de diciembre de 2018

Monterrey, tierra querida, es el cerro de la Silla tu estandarte y tu perfil…


Antonio Guerrero Aguilar/

Así comienza la maravillosa canción de Monterrey de Pepe Guízar, cuya estrofa continúa: desde niño yo te quiero y por eso que si muero que sea en ti donde nací. Regularmente relacionamos al cerro de la Silla con Monterrey. Pero no es cerro ni está propiamente en jurisdicción territorial de Monterrey, excepto un sector de San Ángel y de un polígono que le pertenece allá por el Cañón de Huajuco. En realidad es una cadena montañosa que abarca los municipios de Guadalupe, Monterrey, Santiago, Allende, Cadereyta Jiménez y Juárez. 

El majestuoso, impresionante, el guardián de las montañas y de los valles; el cerro de la Silla, llamado así por don Alberto del Canto en 1577, por su semejanza a un fuste de una silla de montar. En el paisaje vemos cuatro picos llamados la Antena, Norte (cuya altura llega a los 1,850 metros), Sur y Guadalupe.

Esta cordillera forma parte del Parque Nacional Cumbres de Monterrey desde 1938 y está considerado como reserva de la biósfera por parte de la UNESCO desde el 2006, pero no está dentro de la Sierra Madre Oriental. Corre en línea paralela con la Sierra Madre de sur a norte, formando el famoso cañón o valle del Huajuco. Los antiguos pobladores de la región vieron a ésta montaña no como una roca inanimada, sino como el lugar en donde residían las fuerzas vitales de la naturaleza que aseguraban su sustento. El mismo Diego de Montemayor se asombró cuando vio a un indio flechando al Sol de manera ritual cuando salía sobre sus cumbres. Por eso en 1672 la reina Mariana de Austria aprobó esa imagen como el símbolo y escudo de armas de la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey.


También se dice en tono de broma que su silueta se debe a un típico regiomontano cuando perdió dinero en el lugar y comenzó a escarbar hasta que le dio su forma tan singular.
Según la leyenda, el célebre bandido Agapito Treviño (conocido como Caballo Blanco) tenía su guarida en una de sus cavernas. Para la tradición popular, conocía al revés y al derecho a toda la sierra, pues le daba por asaltar a los arrieros y comerciantes que llevaban y traían mercancías desde Linares, el Pilón, el Huajuco y Monterrey. Supuestamente unas viejitas de Allende, Nuevo León, lo contrataban para cometer fechorías y con esto obligaban a la gente a regresar al antiguo rancho del Reparo para abastecer otra vez de piloncillo y maíz.  Allá por 1985, don Horacio Alvarado Ortiz estuvo buscando en una de sus cuevas a un ser fabuloso mitad humano y mitad pájaro, a quien llamaban el hombre pájaro.

Con su imagen tan memorable y  fotografiada. Lo mismo está presente en corridos, polkas y shotices, como el de Pepe Guízar, Antonio Tanguma que se inspiró en su silueta para componer una polka representativa de la región,  tan bailable y socorrida en nuestras escuelas y presentaciones, Marilú Treviño, Severiano Briseño y mi paisano Aliber Medrano. En poemas y coplas como de Ignacio Montes de Oca, Nemesio García Naranjo, Alfonso Reyes, Francisco de Paula Morales y Eusebio de la Cueva. Tan recreado y pintado por Gerardo Cantú, Saskia Juárez, Silvia Ordóñez, Héctor Cantú Ojeda y muchos otros más. Un cerro que acompaña a beatos y santos en la obra sacra de Efrén Ordóñez.  Incluso Pedro Infante se hizo famoso cuando filmó en Monterrey, Guadalupe y Santa Catarina algunas de las escenas de la película Cuando lloran los valientes en 1943. En esa película Pedro Infante canta acompañado por Severiano Briseño: Desde lo alto del cerro de la Silla, estoy mirando a mi lindo Monterrey.


Una montaña que enamoró con su belleza al gran Manuel Payno: pero lo que hace que la población sea extremadamente bella, es su situación al pie de dos cerros elevadísimos, el de la Silla y el de la Mitra. El primero cuyo nombre le viene sin duda de la perfecta semejanza que tiene la figura de su cima con un fuste de silla, es de altura prodigiosa y tiene una hermosura y encanto indefinibles. Tan lleno de verdor, tan majestuoso, dibujándose en el azul del firmamento. He visto multitud de cerros y montañas, pero nunca había contemplado otro tan lleno de belleza como el cerro de la Silla, de Monterrey; parece el protector de la ciudad y el confidente de los astros. También el poeta potosino Manuel José Othón admirado por su belleza se refirió a la Silla: ¿Por qué muestra tan épica figura, esa enorme cadena de montañas? Sus formas terroríficas y extrañas, solo Dios modeló, no la ventura.

El célebre Alfonso Reyes siempre recordó al cerro de la Silla y lo demostraba en sus publicaciones, como en su Correo de Monterrey. Ahí en la portada sobresalía una viñeta con el cerro de la Silla y unas chimeneas humeantes. Hasta se le atribuyen dos versitos: ¡Oh cerro de la Silla quien estuviera en tu horqueta, una pata pa´Monterrey y otra pa´Cadereyta!. O la que compuso al Tecnológico de Monterrey cuando decían que buscaba la rectoría de tan afamada casa de estudios: ¡Oh cerro mitológico quien estuviera en tu cima, para admirar desde lo lejos al famoso tecnológico!


Sitio emblemático y significativo para los de aquí como para quienes llegan o visitan Monterrey. Está en los escudo de Nuevo León y de Monterrey y con ello nos representa a todos los que nacimos o vivimos en ésta tierra tan bendecida y por todos muy querida, sí señor,  verdad de Dios que sí tal y como lo cantamos en el Corrido de Monterrey de Severiano Briseño.

Creo que la mejor forma de ver al cerro de la Silla, es cuidándolo y protegiendo su hábitat que nos da vida. Y especialmente en éstos tiempos donde le han hecho tanto daño, poniendo un estadio junto a él, cortando y extinguiendo la vida del único río vivo que hay en Monterrey y con aquel proyecto de construir un túnel que comunique a la carretera nacional con Juárez, Nuevo León. Todas nuestras montañas como la Silla, la Sierra Madre, las Mitras, Picachos, Papagayos y el Fraile, regulan el régimen térmico que rige la temperatura de la zona metropolitana y a sus municipios periféricos correspondientes al estado de Nuevo León. Además, toda la montaña es un monumento nacional y debe preservarse y cuidar. Indudablemente.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Riquezas que guardan las montañas y los montes


Antonio Guerrero Aguilar/

En la Sierra que le corresponde a Santa Catarina, hay un cañón que llaman de la Guitarrita, punto de acceso a otro potrero más grande que se conoce como Las Escaleras.  Todos aquellos parajes están plagados de misterios y leyendas. Entre 1910 y 1930, algunos partidarios de la revolución y muchos bandoleros pasaron por estos rumbos. Por ejemplo, un bandido llamado Ricardo Gómez, se llevó unos lingotes de oro de un tren que estaba en Rinconada en 1924; de aquí pasaron al Cañón de Cortinas para esconderse en el Cañón de Las Escaleras, para luego refugiarse en el pueblo de Canoas.

Lo interesante del caso, es que relacionan este episodio con una leyenda que habla de una familia de los alrededores, quienes viajaban en una carreta llevando provisiones para su propiedad. Como estaba lloviendo se metieron a una caverna. Para mitigar el frío y la humedad, se pusieron a buscar leña seca para encender una fogata. Grande fue la sorpresa, cuando encontraron muchas barras de oro debajo de heno, troncos y ramas. Luego se pusieron a platicar respecto a lo que harían con lo ahí encontrado. Los hermanos hicieron un pacto: para que los recursos no pasaran a otra familia, acordaron que nadie se iba a casar. Quien llegara al matrimonio perdía la parte de su herencia. Una mujer o dos personas de ellos ya estaban casadas, pero el resto de los hermanos permanecieron solteros hasta sus últimos días.


La tradición oral refiere a más leyendas en ese cañón. Para muchos, ahí siguen los tesoros enterrados y relaciones esperando a quien le toca, por eso todavía hay gente que va y los busca. Un vecino de los alrededores,  me platicó que una vez una gringa  pasó por la sierra buscando a su esposo, que tiempo atrás había cruzado por ese cañón llevando un cargamento que decían eran barras de oro. Pero nunca encontraron las recuas o el material que presuntamente trasladaba. También se dice que muchas de esas riquezas pertenecen al diablo y que por eso, lo mejor es no buscarle.

Si no me creen lo que escribo, también he sido testigo de cosas extrañas. Un Viernes Santo de 1997 fuimos a la Hacienda del Muerto en Mina, Nuevo León, con la intención de tomar unas fotos del lugar. Se nos hizo raro que había unas cinco personas en una camioneta repleta de herramientas. Como ellos nos miraban con recelo y nosotros con temor, les hicimos plática. Ahí se dijo que iban a buscar un tesoro y esperaban la señal de la relación. Para la gente de más antes, la relación es la manifestación física, la identificación, la señalización y la localización de un lugar en donde hay un tesoro oculto. Regularmente la relación se hace notar con fuegos fatuos. Pero también tiene que ver con peligros: si alguien tiene malos pensamientos el tesoro se convierte en carbón. Igualmente pueden ser los restos de un difunto y en consecuencia espantan en el sitio y pueden caer maldiciones. 

Aquellos amigos eran vecinos de Hidalgo, Nuevo León. Pacientemente estaban a la espera de la señal que les indicara en donde estaba el dinero. Uno de ellos platicó que había soñado con una persona, que le pedía fuera a buscarlo para desenterrarlo y llevarlo a un panteón cercano. Decían que se trataba de los restos de un revolucionario que murió en el combate de Icamole en 1915. Una vez que lo encontraron se lo llevaron a enterrar y en sueños se le volvió a aparecer y le informó que atrás de la capilla de la Hacienda del Muerto, en un arroyo que pasa por el lugar verían la relación. Ya no supe si encontraron o no el dinero porque nosotros nos fuimos antes de las 10 de la noche.

Hay más descripciones alusivas a tesoros por otras partes. En la sierra que está arriba de la cabecera municipal de Villa de Santiago, hay una cueva que llaman del Indio, en la que dicen hay un tesoro resguardado por un indio. Una vez que encuentran la entrada, se aparece y les dice: O todo o nada. Como es tanta la riqueza acumulada y no pueden llevársela, cuando regresan ya todo desapareció.

Para enterrar un tesoro hacían un ritual muy extraño. A veces mataban a alguien para que cuidara el sitio o un burro o una mula, después con su sangre untaban la entrada de la caverna para sellarla y evitar su profanación. Cuenta la tradición de que si una persona iba a enterrar un tesoro o un costal de pesos de plata limpia, debían dar una arrastrada al lugar con una ristra de ajos o con cabrestro de cerda hecho preferentemente con la crin de un caballo negro. De esa manera, quien buscaba el tesoro nunca lo iba a localizar porque se le aparecía una víbora que inmediatamente mordía al ambicioso intruso. Pero si el buscador era muy valiente, agarraba pronto la cabeza de la serpiente y la mataba. Entonces el animal se convertía en la ristra de ajos que se desparramaban por el suelo.

Muchos hablan de los mapas del tesoro. A decir verdad les llaman derroteros y tengo la suerte de conocer dos, uno de ellos me lo facilitó una familia de Villa de García y con el permiso de ellos lo voy a trascribir:

Saltillo, mayo 24 de 1838

Dedico este derrotero a mi tío Nicolás Sánchez. En el camino de Saltillo a Monterrey, en el punto llamado Carrizalejo, en ese cerro del rancho que está yendo hacia donde el sol se mete, está una cueva donde se encierran grandes cantidades y al pie de la cueva están unos resumideros de agua y como digo está la puerta viendo hacia el sol se mete.

Como señas particulares son en la puerta está una cruz de fierro embutido en piedra que sirve de puerta. Esta es la seña principal y está además numerada con números negros. Está la puerta tan bien embutida en el cerro que parece hecha por Dios. En los brazos o en los pies, está la cueva en un reliz. Se recomienda que paguen una manda que tengo y es acabar la torre de la iglesia de Saltillo y el demás dinero tómelo Usted que al cabo ay para que se haga millonaria su última generación. El dinero que hay está sellado en costales de ixtle y el demás de oro y plata en barras, pero del puro sellado se puede hacer millonario. No se olvide que está con el cadáver de mi esposa.

Este documento es una copia que data del 21 de mayo de 1853. Como se advierte, quién escondió el dinero puso la cruz para que lo encontraran, además de dar cristiana sepultura a su esposa. Pero no vayan a buscarlo, pues yo ya fui y no lo encontré. Seguramente otros ya dieran con él.  Esa comunidad de Carrizalejo está entre Nacataz e Icamole por el Cañón de la Mariposa.


El otro derrotero no pude trascribirlo. En cierta ocasión, unos albañiles que tiraban una casa en la colonia Nuevo Repueblo en cuyo patio había una noria, por lo que bajaron para ver si tenía agua. En una de las paredes vieron un tubo de metal que al abrirlo, estaba un documento que daba el derrotero a seguir de un tesoro oculto en el Cerro de la Silla. Estos se lo entregaron al dueño y éste a su vez lo regaló a un conocido comunicador de la localidad. Ya no se supo más de aquel solar ni de la descripción.

Y así podemos seguir hablando de tesoros ocultos, pero yo prefiero encontrar uno en la felicidad, en la tranquilidad de saber que en la vida, la salud y el amor está la fuente de toda riqueza y eso es precisamente lo que deseo para ustedes mis estimados lectores.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Leyendas y relatos de tesoros y relaciones ocultas


Antonio Guerrero Aguilar/

Hablar de tesoros y relaciones nos llevan a temas enigmáticos, interesantes; un anhelo que muchos quisieran encontrar para salvar y solucionar los problemas económicos. Sin embargo hay quienes piensan que el mejor tesoro está en el amor, en la salud, en la amistad, la dicha y la felicidad. Pero, ¿quién de nosotros en nuestra infancia no soñó con encontrar grandes riquezas o le gustaba escuchar cuentos y relatos que tenían que ver con los tesoros?



La palabra tesoro viene del griego theseo que significa guardar o tener bajo cuidado. Un derivado de ella es thesaurus, concepto relacionado con la liturgia cristiana y con la cual designaban a una colección de escritos o de diccionarios que se usaban en las ceremonias religiosas. En su sentido original tenía más que ver con la riqueza espiritual que material.  Ahora se considera que el tesoro es una fuente de riqueza, ya sea de metales o de piedras preciosas, pero también de objetos únicos y valiosos.

La idea en torno a la existencia de tesoros ocultos es tan antigua, pues tenían la creencia de  que eran escondidos por personas poderosas, a los que solo se podía acceder a ellos de una forma especial. Dicen que el tesoro elige a quien lo encuentra y no al revés. De ahí que muchos buscadores aún esperen el sueño de los justos para encontrar una relación como también se les conoce. En todo esto sobresale la mentalidad mágica. Por ejemplo, en el siglo XVI, los colonizadores españoles soñaban con encontrar una ciudad mítica repleta de oro y piedras preciosas, y nunca las encontraron.

Muchas de las leyendas en torno a los tesoros, tienen que ver con riquezas extraordinarias y ocultas, la mayoría de las veces señaladas por fantasmas, animales, ruidos, luces o huesos. Hasta un refrán que dice: en donde llora el muerto está el tesoro. Una vez localizado el tesoro se oye una voz de ultratumba que dice. O todo o nada o que también, si alguien de quienes encuentran el tesoro tiene malos pensamientos, el tesoro se mueve de lugar o se pierde otra vez o puede caer una maldición.  Regularmente se dice que los tesoros son el fruto de un robo cometido ya sea por indios, salteadores, revolucionarios, bandidos o personas ricas que ocultaban sus riquezas en lugares alejados y de difícil acceso en las montañas, en las viejas paredes de las casas o encima de los marcos de las puertas. 

Debido a la inestabilidad política y económica en casi todo el siglo XIX y parte del XX, regularmente se guardaba el dinero en la casa porque no había bancos y los padres de familia aseguraban sus recursos, por el temor de que les quitaran sus pertenencias. Lo raro es que con el trascurso del tiempo hasta los mismos propietarios y sus familiares se olvidaban de ello.
  
En Santa Catarina también existen leyendas en torno a riquezas ocultas como en todos los pueblos de Nuevo León. Por ejemplo, en la cabecera municipal hay una loma que llaman de la Santa Cruz sobre la cual está un castillo. Cuando era niño decían que por los alrededores se aparecía una marrana que arrastraba unas cadenas. Si alguien se atrevía a agarrarle las orejas, el animal se convertía en un cazo con monedas de oro. 

Durante mucho tiempo yo viví en una casa que era del siglo XIX. Una vez mi abuelo vio un pato que paseaba por el patio cuando en ese lugar no había aves de corral. Fue y le platicó a mi mamá que le dijo que ahí no había patos. Cuando abandonamos la casa para cambiar de domicilio, los nuevos propietarios tiraron una barda y por todo el barrio corrió el rumor de que se habían encontrado una relación como también se le conoce a los tesoros.

Una vez la señora María Lares de Cabral, me contó que en la casa donde vivía, situada sobre la calle Juárez, había una chimenea muy antigua. En las madrugadas veía como un niño se metía en ella pero ya no salía. Cuando las casas fueron destruidas, dicen que un albañil dio con los huesos de un niño y con un cazo con monedas de oro. Cerca de ahí, una viejita llamada doña Sixta, cada vez que pasaba por un tramo de la calle aún sin pavimentar, se tropezaba (y decía una palabrota) para luego exclamar que seguramente ahí había dinero. Un vecino acostumbrado a escuchar la maldición de la señora, decició excavar una madrugada y encontró precisamente un cantarito repleto de monedas de plata. Ya no supieron más del agraciado ni de su familia.

En el centro de Santa Catarina había una panadería en una casona muy antigua, que perteneció a don Nemesio Ayala Luna. Cada domingo nos llevaban a comprar pan. Como tenían mucha clientela decidieron construir otro horno. Cuando tiraron parte del muro, vieron una caja de madera con monedas de oro. Los panaderos obviamente desaparecieron de Santa Catarina. Pero también sé de casos infructuosos: un conocido de la infancia vivía en una casa muy antigua. Decían que sus papás guardaban centenarios y cuando éstos murieron, el hijo ya con una familia que mantener, se dedicó a buscar y hacer perforaciones por toda la propiedad y jamás los encontró. 

En cambio, a dos cuadras de ahí, en una casa de adobe abandonada, cuando fue derruida dicen que los albañiles dieron con una relación y que huyeron del lugar sin saber más de ellos. Pero los que se sacaron la lotería sin comprar boleto, fueron los de un salón de fiestas, quienes al tirar la casa vieja encontraron la relación. Con ese dinero reconstruyeron el local y compraron otro terreno sobre la calle Guerrero entre Colón y Zaragoza, y otra vez hallaron la relación. 

Había un señor al que apodaban Celso patas mochas porque traía prótesis de palo en ambas piernas, y se sostenía por unas muletas de hechura muy burda. El señor recorría las calles del pueblo allá por la década de 1950, recogiendo aguacates y nueces que caían de los árboles. Pedía limosna y a cambio de alimentos para llevar su esposa que lo esperaba en una majada cercana al cerro de las Mitras, en donde actualmente están las pedreras. Como agradecimiento ofrecía polvo de oro que llevaba en una bolsita de cuero.  Se les hacía raro que una persona con aspecto desaliñado y descuidado llevara consigo polvo de oro suficiente como para cambiar de domicilio y de vida. Una vez unos niños lo fueron siguiendo y cuando ya estaba cerca del lugar en el que se decía que vivía se desapareció. Pasaba el tiempo y otra vez se le veía deambular por el centro de Santa Catarina. Hasta mi papá en compañía de unos tíos recorrieron muchas de las cuevas existentes allá por la Sierra de las Mitras y del Fraile. Hasta que alguien les dijo que no perdieran el tiempo, pues el verdadero tesoro estaba en la cabeza y en los brazos.

Cierta ocasión, unos buscadores de tesoros llegaron a la carnicería de Manuel García a quien apodaban El mofle. El señor que era muy mula, comenzó a platicar con ellos. Ellos le preguntaron donde estaban las casas más antiguas y en donde vivían los que eran más ricos del pueblo. A lo que don Manuel les dijo que en Santa Catarina había mucha pobreza y que por eso la gente tenía que trabajar para vivir. Les dio santo y señas de las familias que destacaban por sus recursos y que eran muy pocos, para luego rematar: “aquí la gente lo único que enterraba era el chile y eso es lo único que van a encontrar”. O de aquella ocasión, cuando estaban pavimentando el centro de Santa Catarina, a la altura de Manuel Ordóñez y Privada Reforma, dieron con una castaña. Al abrirla tenía monedas de oro como de plata. Como no podían con ellas se quitaron los pantalones para echar su preciada carga y salir todos contentos para no verlos más.

Y así les puedo señalar varios casos de los que se dice, hubo personas que salieron agraciadas, al encontrar un tesoro.


domingo, 4 de noviembre de 2018

El cañón de la Guitarrita: un paraje sagrado y cósmico de Santa Catarina


Antonio Guerrero Aguilar/

Propiamente el 85 por ciento de la extensión territorial de Santa Catarina (comprende 872 kilómetros cuadrados) está en la Sierra Madre.  Es de los pocos municipios metropolitanos de Nuevo León que aún tiene población rural y suburbana. Para tener una idea, pasando la Boca del Potrero de Santa Catarina hay  35 cañones que se abren paso por entre las montañas, en cuyos rincones y tierras planas se fundaron ranchos y haciendas. Los primeros cañones que vemos son el de La Mielera o Ballesteros al oriente y San Pablo y Santa Juliana al poniente, con los primeros pueblos como Los Horcones, Los Nogales, Buenos Aires y Morteros. De aquí hacia la derecha se llega a la Loma Alta y más adelante al cañón de Peyotíos, un derivado de Pellotitos, la planta alucinógena considerada sagrada para los antiguos habitantes.


Siguiendo por un camino de terracería se accede a la Loma Alta, la cual enlaza hacia el cañón de las Escaleras  y las Cortinas en donde se desarrollaron importantes centros mineros en el siglo XIX. En el ancón de Loma Alta está el rancho de los Loera y un poco más adelante el cañón de la Guitarrita o Guitarritas, llamado así por lo estrecho del cañón, encerrado prácticamente por dos muros. Una ruta sinuosa y repleta de grandes piedras los llevan al rancho de los Rodríguez y luego al de los Hernández. Si continúan avanzando verán a San José de los Nuncio en Ramos Arizpe, Coahuila.

Las montañas tienen un nombre e indudablemente ellas nos refieren a la divinidad. Son la sacra morada y desde ellas Dios habla a los hombres. Por ejemplo Yahvé habló a Moisés desde el Sinaí y ahí se le manifestó. Para los egipcios, las pirámides eran montañas sagradas que representaban a las constelaciones que tomaban la figura de los dioses. Los antiguos habitantes del noreste mexicano también consideraban a la montaña como lugar sagrado y como sitio ideal para compartir sus signos como la fortaleza, la vida y la majestuosidad. A ellas acudían a consumir el jugo del peyote y a su amparo hacían los mitotes. En ese lugar mantenían la vida de su entorno y aseguraban que las fuerzas vitales no se perdieran.



Esta montaña se le conoce como el Pico del Gavilán, forma parte del cañón de San Judas que se extiende hasta el cañón de las Escaleras. A sus pies surgió una comunidad llamada Buenos Aires, como alusión a los vientos frescos y húmedos que corren por entre la sierra, dando vida y cobijo a quienes ahí habitan. Enfrente de Buenos Aires está Morteros, en donde los antiguos dejaron morteros de piedra para moler su alimento. Es donde las aguas y cerros bifurcan los caminos. Es un vórtice de energía donde los elementos ejercen su fuerza: el aire, el agua, la tierra y el Sol manifiestan su influencia sobre todos los seres vivos. También está la principal estación de bombeo para el agua potable de Santa Catarina, García y San Pedro Garza García.

Pues bien, hace casi 30 años llegaron los huicholes al Cañón de Guitarritas. Integrantes de la comunidad Wixarika procedentes de Zacatecas, Jalisco y Nayarit visitan la Sierra Madre de Santa Catarina, para agradecer por las primeras lluvias y mantener la tradición de los antepasados huicholes quienes creen que en éstas montañas está el origen cósmico de la humanidad, el ombligo donde surgió toda la creación. Por eso en sus rituales veneran a la vida, la lluvia, el Sol y al Abuelo del Mundo, guía de la sabiduría y el fuego; dando paso a la música, danza y cantos, para vincular lo terrenal y lo divino, lo profano y lo sagrado. Hacen sus ritos de iniciación y consumen peyote. Para garantizar un buen año, los huicholes mantienen una fogata durante tres días y dos noches que alimentan con ramas para que el fuego no desaparezca. En un momento de la ceremonia, también ofrecen sangre de buey a manera de sacrificio.


¿Desde cuándo vienen? Los huicholes dicen que vienen desde tiempos remotos. Para otros, ellos acuden a partir de 1990 cuando hubo un festival  llamado Kanto a la Tierra junto con representantes de diversos pueblos nativos de toda América.  Cuando los huicholes lo vieron, ocurrió la epifanía, por lo emblemático y simbólico de lo que ahí existe: las montañas, la vegetación, incluida la existencia del peyote, las formas rocosas y los petrograbados. En consecuencia hacen ofrendas a sus dioses, de acuerdo a un encargo de parte de consejos de ancianos que residen en centros ceremoniales de Nayarit y Jalisco.  Por orden de sus antepasados regresan a sus orígenes. Y para orgullo de Santa Catarina y Nuevo León este sitio sagrado está en Loma Alta.

Desde el año 2000,  los Wirraritari han padecido la prohibición para realizar sus ritos, por lo que defienden el cumplimiento de un encargo sagrado, el respeto de sus tradiciones y del territorio para las ceremonias. En este conflicto hay cuatro posturas: la de una familia que aduce tener de posesión legítima de los tierras y exigen ser tomados en cuenta para dar permiso, los de otra persona que se quedó con los terrenos mediante la compra; las exigencias del pueblo huichol quienes manifiestan y defienden su participación, como el mantenimiento y consolidación de sus vínculos espirituales con el territorio en Loma Alta- Guitarritas y otra tendiente a proteger el lugar como sitio arqueológico.

Pero hay más cañones en los alrededores como el de la Guitarrita: El Montoso, Pellotíos, las Escaleras, Loma Alta y las Cortinas; todos adentro de un área natural protegida. La conservación de la biodiversidad y el eventual aprovechamiento de recursos vegetales, impide la extracción de flora y fauna. En consecuencia, no deben consumir de peyote durante las ceremonias ni prender  la leña para fogatas. Pero al ser una comunidad indígena pueden hacerlo amparados en una ley la cual les permite mantener sus ritos y prácticas cultuales. 

En el decreto que da origen al Parque Nacional Cumbres de Monterrey, emitido por el presidente Lázaro Cárdenas, no se reconoce la presencia del pueblo huichol en el mismo y por lo tanto no deben estar ahí.  En la modificación del área hecha al parque y en la configuración de su programa de manejo, tampoco se ha reconocido la existencia de algún pueblo indígena dentro de esa ANP, de lo cual también deriva que no se le admitan derechos ancestrales o tradicionales al pueblo Wirraritari para la celebración de rituales en el Cañón de Guitarritas. 

Ellos defienden su postura basada en la cosmovisión y sabiduría ancestral, apoyados por un consejo de ancianos que ha pedido la realización de ceremonias y rituales en Loma Alta, basados en deliberaciones resultantes de cantos y sueños, lo que les daría un arraigo reconocido en la zona y la justificación para cada visita anual.


Por sobre todas las cosas, Loma Alta es un centro arqueológico en la cual encontramos presencia humana desde hace algunos milenios. En el Cañón de Guitarritas hay petrograbados, cuevas y morteros de piedra, al igual que evidencia de puntas de flechas y raspadores de piedra muy antiguos. De acuerdo a especialistas del INAH, los dibujos pueden tener una antigüedad de hasta 7 mil años. Lo mismo hay figuras realizadas lo mismo por grupos de cazadores y recolectores; por transeúntes, revolucionarios o pastores que conocieron las montañas entre los siglos XIX y XX. Pero también por aquellos que van y hacen daño a las rocas con inscripciones hechas con pintura en aerosol.

Los petrograbados originales son muy abstractos, repletos de líneas, círculos y puntos. Las pinturas dibujan y retratan aspectos propios de ellos. Preferentemente las hicieron los hombres de culto y con alguna intención religiosa, bajo el influjo del jugo mágico del peyote. Lo más probable es que el arte rupestre refleje la intención de añadirle un trazo estético a la piedra; los hicieron con fines mágicos o con afanes comunicacionales. Lo más intrigante es que los trazos fueron realizados sobre dos muros y están en la parte más alta de los mismos. Existe la posibilidad de que usaron escaleras o estructuras similares a los andamios. Para otros, están en un lugar alto porque durante muchos años, esa zona estuvo al margen de un caudaloso arroyo.

En Santa Catarina hay cuatro zonas arqueológicas: Morteros hechos en la piedra entre Morteros y Buenos Aires, otra una rumbo a Santa Cruz, las pinturas situadas por el Cañón de San Cristóbal y la del Cañón de la Guitarrita. Entre los parajes boscosos y montañosos de la sierra de Santa Catarina, han localizado petrograbados y fogones, relacionados con el culto al fuego, elemento precursor de la vida. Hace tiempo Felipe García Campuzano quien fuera director del Museo Regional de Historia en el Obispado, me contó que los petrograbados de Guitarrita, tienen figuras similares a las del libro mormón.

Yo supe de los testimonios arqueológicos en Loma Alta en 1983, cuando leí el libro de Manuel Neira Barragán El Monterrey de Ayer, en donde resalta la labor del escritor y periodista José Navarro (1897-1973), quien organizaba una caminata anual saliendo del Círculo Mercantil Mutualista de Monterrey rumbo a San José de los Nuncio en Ramos Arizpe. Describe el trayecto y menciona la existencia de unas paredes repletas de petrograbados en el Cañón de la Guitarrita. En Santa Catarina no los conocían ni sabían de la existencia de los testimonios trazados en la roca. Tanto Israel Cavazos como Felipe García Campuzano me dijeron que estaban desde Buenos Aires a mano derecha donde topa el cañón, pasas el rancho de los Loera y ahí están las pinturas. Batallando, preguntando y recorriendo la zona, por fin llegué en 1983 hasta donde estaban los testimonios delineados en la roca. En ese tiempo aún estaban los dos muros, pero entre 1984 y 1985 alguien fue y se robó el bloque de piedra que estaba situado en el lado sur.

En 1987 organizamos una visita con Armando Flores de la UANL, Felipe García Campuzano del INAH, Eduardo Crisóstomo de El Norte y un servidor para verlos mejor. Creo que desde entonces se hicieron famosos pero también sin quererlo propiciamos su desconocimiento y la falta para dimensionar su importancia. Primero porque ha ido mucha gente y han dejado grafitti en las rocas, ensuciado el lugar y lo peor del caso, ahora practican rapel en una de las paredes. Y para acceder al sitio, ahora se complican las cosas pues se requiere permiso para entrar. 

Otra vez apelo al sentido común de quienes visitan nuestras montañas para que cuiden el patrimonio cultural existente, así como el natural. Y que nuestras autoridades de los tres niveles hagan algo por protegerlo y difundirlo como Dios manda. Lo cierto es que Santa Catarina no es pueblo ni lugar mágico, es un sitio sagrado.

domingo, 21 de octubre de 2018

La fiesta de todos los Santos como preludio del día de los Muertos


Antonio Guerrero Aguilar/

En ésta temporada solo tenemos presentes dos tradiciones: la del día de brujas y el día de Muertos, pero se nos olvida la fiesta de todos los Santos.  Los pueblos de la antigüedad, pensaban que en ciertos días del otoño se abren puentes entre la tierra y la eternidad. Para el mexicano, desde el 31 de octubre comienzan los preparativos para la vivencia del día de los Muertos. En ese día festejamos una tradición anglosajona y para el 2; el tradicional día de los Muertos. Con tanto ajetreo y premuras, ya no consideramos el primero de noviembre, dedicado a todos los Santos, precisamente como preámbulo a la fiesta del día de los Muertos.


De acuerdo al año litúrgico, el 1 de noviembre honramos a todos los santos del cielo, aquellos que ya fueron canonizados como de aquellos que esperan ésta gracia. A decir verdad, el origen de ésta tradición es muy antiguo. Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los cristianos tenían la costumbre de colocar reliquias de aquellos que habían sufrido persecuciones y muerte de parte del imperio romano. Ponían restos humanos, así como trozos de ropa que habían pertenecido en vida al mártir en los altares y sobre ellos hacían la consagración.

Los romanos fueron muy respetuosos de la muerte y de los restos mortales, pues ellos también en cierta forma los veneraban con el nombre de lares y penates, unas deidades de carácter doméstico a los cuales oraban y llevaban ofrendas. De igual forma, tenían un templo conocido como panteón, erigido por el emperador Agripa para honrar a todos los dioses a los que mantenían respeto. Gradualmente dejaron de usar el sitio sagrado y en el año 608, fue donado al papa Bonificio IV, que lo convirtió en un templo dedicado a la Virgen María. Tiempo después, el papa Gregorio IV (827-844) lo volvió a consagrar con el nombre de Santa María de todos los Mártires. Ahí fueron colocados los restos de los mártires el 1 de noviembre del año 835. Durante el pontificado del papa San Gregorio VII (1073-1085), se  fijó el 1 de noviembre como la fecha para honrar a todos aquellos que habían alcanzado la santidad a través de la palma del martirio.

En la piedad popular de los mexicanos, así como de la Iglesia; se mandan a hacer misas por el descanso eterno del alma de quien ya murió como señal de respeto y consideración a nuestros fieles difuntos. Tenemos la creencia de que ya gozan de la presencia y gloria de Dios y que además interceden por aquellos que esperan la gracia del Señor. En ese día, los mexicanos recordamos a todos los que se nos adelantaron, preferentemente a los niños y a las señoritas.

De acuerdo al verdadero sentido pascual de la muerte para un creyente católico, por medio del bautismo y de los demás sacramentos, sabemos del misterio pascual de Cristo tal y como lo describe San Pablo en su carta a los Romanos. Así entendemos el mensaje evangélico en torno a la inmortalidad del alma y de la comunión de los santos, porque en ellos vemos: la unión con los hermanos que se durmieron en la paz de Cristo y rezamos por ellos no solo para ayudarles a que gocen pronto de la Gloria del Señor, sino porque creemos que un día habrá una resurrección también en la carne y en la manifestación de la venida de Cristo en el fin de los tiempos, que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos y pondrá nuestra vida y nuestras obras en una balanza para conforme al actuar de cada uno, dar la vida eterna.

No debemos olvidar ésta tradición. En ella están presentes los deseos de los vivos de continuar con la memoria y el recuerdo de quienes ya se fueron.  Tampoco deben confundirse con supuestos ritos de mal gusto o hechicería. Por respeto a nuestros ancestros y a nosotros mismos, no se deben invocar a los muertos para prácticas mágicas o adivinatorias. Nuestra sociedad actual tiende a ocultar la muerte y sus signos, porque solo se considera a los cementerios como lugares en donde se depositan los restos mortales de los difuntos. Aunque haya otras costumbres, se respetan las nuevas concepciones como la de incinerar los restos para luego esparcirlos o llevarse las cenizas a sitios especiales en nuestros hogares. Pero si no promovemos la construcción de arte y de una cultura funeraria, estamos cortando el sentido de trascendencia de la vida en la muerte.

De igual forma, se busca el uso de tratamientos artificiales en los que se procura mantener lo más que se pueda al cuerpo del difunto, sin respetar el ciclo de la vida humana. Ciertamente hemos cambiado el trato a nuestros difuntos. Antes la vigilia funeraria se hacía en las casas, ahora se rentan capillas funerarias. No hace mucho tiempo, las personas morían regularmente en las casas rodeados de sus seres queridos, hoy en las habitaciones de los hospitales o de algún asilo. Es triste, pero nos desatendemos de aquellos que tanto bien hicieron por nosotros.

A mi juicio, debemos recuperar a los cementerios, como un verdadero campo santo y como signo de comunión de Jesucristo con los vivos y con los muertos. Por ejemplo, ahora instalan a los panteones en lugares periféricos y alejados, mientras que los panteones tradicionales siguen sujetos a la destrucción de su patrimonio funerario histórico, cultural y artístico, pues existe una intolerancia respecto al espacio de los muertos en la tierra. Se les quita o se les priva todo lugar de recuerdo y memoria en nuestras ciudades.


Desgraciadamente las autoridades municipales no entienden la importancia de los espacios funerarios. Si se fijan, no procuran el establecimiento de nuevos panteones cuando uno ya quedó repleto. Por lo tanto, conviene señalar la avidez y saturación de servicios funerarios que en cierta forma explotan comercialmente los sentimientos de los dolientes.

La tradición y la piedad popular para con los difuntos se expresa de varias maneras, según la historia y los lugares. Aquí en el noreste mexicano comienza con una etapa de preparación, se siente la cercanía de la fecha y la obligación moral de visitar a nuestros difuntos. En la visita al cementerio el 1 y 2 de noviembre, debemos acudir con todo respeto y mostrar el apego al verdadero sentido de la fiesta de los muertos en México. También hagamos una gran fiesta comunitaria, con una misa en honor a todos aquellos que se nos adelantaron en el camino, manteniendo limpios los sepulcros, adornarlos con flores y luces, como una muestra de que se mantiene intacto su recuerdo.

Pero sobre todo, más que celebrar cada año el Día de los Muertos, debemos comprometernos firme y decididamente a celebrar los 365 días a nuestros seres que aún están con nosotros, respirando vida y salud. En vida hermano, en vida…

domingo, 16 de septiembre de 2018

Los juicios de limpieza de sangre en Villa de García

Antonio Guerrero Aguilar/


En el Archivo Municipal de Monterrey, existen algunos documentos que muestran la intención de los antiguos pobladores en demostrar su limpieza de sangre. Para las investigaciones genealógicas e históricas, incluso demográficas, son un excelente medio, pues en lugar de buscar información de libros parroquiales y civiles; en un solo expediente se accede a la construcción genealógica de manera efectiva. Quienes los elaboraron, convocaban a testigos ya mayores de 60 años, que pudieran conocer a los padres y abuelos del que pedía el juicio. Se le pedía información como su nombre, patria, estado, calidad y ejercicio y bajo juramento se comprometía a decir la verdad.

Por ejemplo, el 7 de septiembre de 1799 doña Ana Josefa de la Garza, ya viuda de don Antonio García, pidió un informe sobre la limpieza de sangre de su hijo de nombre Joaquín, para enlazar el parentesco que tenían con la familia fundadora de la hacienda de San Juan Bautista de la Pesquería Grande, los Fernández de Castro, pues su hijo José Joaquín García se hallaba estudiando en el Real y Tridentino Colegio Seminario de Monterrey y buscaba los beneficios económicos de una capellanía fundada por Catarina Fernández y por su esposo un señor de apellido Bárcena.

La limpieza de sangre consistía en un cuestionario en la que los más viejos del lugar eran testigos de la limpieza de sangre o genealógica de la persona en cuestión, sobre todo, para saber que era descendiente de cristianos viejos y no había mestizaje presente que indicara familiaridad judía o islámica o inclusive indígena. Se les preguntó si sabían que José Joaquín era descendiente directo de los fundadores de la Pesquería Grande, don Gonzalo Fernández y María Rodríguez en tierras que les mercedó el entonces gobernador del Nuevo Reino de León don Martín de Zavala. Ahí se menciona que el hijo de ellos, Gonzalo el chico, había salido del Nuevo Reino de León para regresar casado con doña Manuela Díaz. Don Gonzalo había muerto y fue enterrado en Monterrey, por lo que su viuda en compañía de su hija Catarina, se fueron a Zacatecas. Allá Catarina contrajo nupcias con un vecino de apellido Bárcena, quienes fundaron una capellanía con la cual se decía se iba a apoyar a los miembros y descendientes de los Fernández de Castro y Rodríguez que decidieran ingresar a la vida consagrada.

En el cuestionario realizado por José Nicolás de Elizondo, comisionado por el gobernador del Nuevo Reino de León, se hace alusión de que José Joaquín pertenece a cristianos viejos y limpios de toda mácula, raza de indios, judíos, mulatos y penitenciados del Santo Oficio. Ahí se dice que los abuelos paternos de José Joaquín García eran José Luis García y Ana de la Garza.

Uno de los testigos fue Juan Cristóbal de la Garza, vecino y criador de ganados y agricultor del Valle de San Juan Bautista de Pesquería Grande, de 67 años y que fue padrino de bautizo de José Joaquín. Otro de los los testigos fue Pedro José de la Garza, vecino del mismo valle y de 77 años, que por cierto, fue entrevistado en su casa por tener problemas de ceguera. Otro de los testigos fue José Macario Fernández, original y vecino ya viudo de 81 años. También participaron Ignacio Rodríguez de la Garza, Jacinto de la Garza, Nicolás Rodríguez, Antonio Fernández y Garza, Estanislao Quilino de la Garza, José Pastor Rodríguez, Antonio Fernández Guerra, Miguel González de Anaya y Ramón de la Garza Sepúlveda.

Ahí se desglosa la siguiente información genealógica: don Gonzalo Fernández de Castro y María Rodríguez, los fundadores de la Hacienda de San Juan Bautista de la Pesquería Grande, tuvieron por hijos a Lázaro, Diego y Clara.

Lázaro no se especifica con quien se casó, pero tuvo un hijo llamado Gonzalo Fernández el Chico que se casó con Manuela Díaz. Tuvieron una hija llamada María Catarina casada con Fulano Bárcena, fundadores de la capellanía.

Diego se casó con María de la Cerda y procrearon a Diego Fernández el Chico quien se casó con Juana de Quintanilla. Ambos fueron padres de Ana María Fernández quien se casó con Salvador de la Garza. Ambos tuvieron por hija a Ana Josefa de la Garza que se casó con José Antonio García, quienes procrearon a José Joaquín.

Clara se casó con el sargento mayor Jacinto García de Sepúlveda, quienes procrearon a Petronila Sepúlveda, a su vez casada con Gabriel de la Garza. El hijo de ambos, llamado también Gabriel se casó con María Cavazos. Un hijo de ellos, Salvador de la Garza se casó con Ana María Fernández, padres de Ana Josefa de la Garza, madre de José Joaquín y casada con José Antonio García.

José Antonio García, padre de José Joaquín García, había nacido el 29 de marzo de 1732 y fue bautizado en el templo parroquial de Monterrey el 10 de abril de ese año. Era hijo de José Luis García y de Ana de la Garza. El primero, hijo de José Cristóbal García y Josefa Buentello, de la familia del fundador de Santa Catarina, el capitán Lucas García, mientras que la segunda Ana de la Garza, fue bautizada el 11 de abril de 1721 en el templo parroquial de Monterrey, hija de Blas de la Garza y de Ángeles Méndez.

Los linajes más representativos y originarios de la antigua Pesquería Grande, eran los Fernández, Garza, Treviño, Sepúlveda, Rodríguez y García. Los Fernández son descendientes directos del fundador don Gonzalo Fernández de Castro, mientras que los Garza vienen de don Gabriel del mismo apelativo. Los García de Sepúlveda son medios hermanos de don Martín de Zavala, mientras que los Rodríguez por don Diego y los García de parte del fundador de Santa Catarina, don Lucas García. Ciertamente hay más apelativos que son típicos y muy antiguos en la región, pero al menos, sabemos de los Treviño y los Fernández, gracias a la información que se recabó gracias a un juicio de limpieza de sangre.

De igual forma, con la intención de disfrutar de los beneficios de la Capellanía que fundó doña María Catarina Fernández, en el año de 1799, don Pedro José Treviño, solicitó un juicio de limpieza de sangre a favor de su hijo José Joaquín Treviño que estaba estudiando en el Seminario de Monterrey. Para ello el gobernador Herrera y Leyva solicitó que el juicio de limpieza de sangre se efectuara en la Pesquería Grande, lugar en donde residía la familia en cuestión. En el juicio sabemos que son descendientes de cristianos viejos, limpios de toda mala casta, moros, mulatos, judíos y penitenciados del Santo oficio. De ahí se desglosa que un hijo de don Gonzalo llamado Lázaro Fernández tuvo un hijo llamado Gonzalo El Chico que se casó con doña Manuela Díaz y tuvieron por hija a Catarina que se casó con Fulano Bárcena, con quien fundó una capellanía.

Doña María Fernández se casó con Alonso de Treviño y tuvieron por hijos a Alonso casado con María González, padres de Alonso III casado con Mariana de la Mota y padres a su vez de José de Treviño y Mota, casado doña Josefa Ramos, padres a su vez de Pedro José, casado con Antonia Margarita García, padres de José Joaquín de Treviño quien buscaba los beneficios de la capellanía.
Otra relación de la familia está fundada en Clara Fernández casada con Jacinto García de Sepúlveda, padres de Petronila de Sepúlveda, casada a su vez con Gabriel de la Garza, padres de Agustín de la Garza, matrimoniado con doña María Andrea Galván, padres de Antonia de la Garza, casada con Juan Ramos, padres de María Josefa Ramos, quién se casó con José de Treviño y Mota, padres de Pedro José Treviño, casado con Antonia Margarita García, madre de José Joaquín de Treviño, solicitante de la capellanía.

En 1799, José Ramón Fernández, alférez de la Compañía Miliciana del Valle de San Juan Bautista de la Pesquería Grande, señaló que sus hijos José de Jesús y José Mariano, estaban estudiando en el Seminario de Monterrey y que necesitaban también del apoyo de la capellanía establecida por doña Catarina Fernández.

Ahí se establece que don Gonzalo Fernández de Castro, casado con María Rodríguez, fueron padres de Lázaro Fernández que se casó y tuvo cuatro hijos, entre ellos Gonzalo, casado con Manuela Díaz, padres de Catarina que se casó con Fulano Bárcena. Otro hijo llamado Diego Fernández, se casó con María de la Cerda, padres de Juan Fernández, que se casó con Agustina Cadena y tuvieron por hijo a Juan Dimas Fernández, casado con Margarita Guerra Cañamar, padres a su vez de José Ramón, casado con Juana Francisca García, padres de los seminaristas que pedían los beneficios de la capellanía, José de Jesús y José Mariano.

Quienes ya habían beneficiado con los fondos de la capellanía, fueron Pedro y José de Amato Arizpe, hijos de José Martín Arizpe, originario de Saltillo y de María Fernández de Castro, quienes fundaron el curato de Santiago del Huajuco y de una parte de la antigua hacienda de Rinconada, tíos de los sacerdotes Rafael y Miguel Ramos Arizpe, quien fuera uno de los ilustres diputados a las Cortes de Cádiz y promotor de la primera república federal en 1824.

En síntesis: el juicio de limpieza de sangre, se debe a que el alférez real Lázaro Fernández de Castro se casa en Fresnillo con Manuela Díaz. Tuvieron una hija llamada Catarina que se casó con Juan Manuel de la Bárcena, del cual en los documentos se refieren a fulano Bárcena.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Los Pavorreales o Lucio Vázquez


Antonio Guerrero Aguilar/

¿Conocen el corrido de los pavorreales que volaron rumbo a la Sierra Mojada? El municipio de Sierra Mojada está situado al extremo occidental de Coahuila; fue un enclave minero que se benefició con la producción argentífera a partir del último tercio del siglo XIX.  Precisamente en ese pueblo se forjó una leyenda a través de un corrido, cuya autoría se debe a Felipe Valdés Leal. El corrido se llama Los Pavorreales pero es más conocido como el de Lucio Vázquez, a quien asesinaron en una emboscada a causa de un problema de amores. Para le gente del lugar, Lucio Vázquez existió como lo atestigua su tumba en el panteón de Sierra Mojada. Sin afán de parecer pretencioso lo estuve buscando junto con el cronista del lugar, pero no lo hallamos. Aparentemente ese episodio ocurrió entre 1894 y 1896. No se sabe su lugar de origen, y para los vecinos de aquel puesto trabajaba en alguna mina.

Y lo mataron por pretender a una joven guapa y aristócrata, despertando los celos en otro enamorado quien pagó a unos asesinos a sueldo para que lo despacharan. Existen dos versiones en torno al corrido interpretado por diversos y variados cantantes; desde Antonio Aguilar, Miguel Aceves Mejía y hasta el Charro Avitia. La primera estrofa  canta: Volaron los pavorreales, rumbo a la Sierra Mojada, mataron a Lucio Vázquez, por una mujer que amaba. De acuerdo a historiadores locales, los mentados Pavorreales eran una banda de ladrones y gatilleros a sueldo contratados por Juan Sánchez, quien tenía pendencia con Lucio Vázquez a causa de un triángulo amoroso.

Sierra Mojada fue fundada en mayo de 1879 como consecuencia del descubrimiento de un rico yacimiento de  plata  por parte de Néstor Arreola. Al mineral pronto llegaron gambusinos, mineros, compañías de contratación, comerciantes, políticos y hasta una vía de ferrocarril que lo unió con Monclova, Coahuila. Se llama Sierra Mojada porque está en un valle delimitado por una imponente montaña que da la impresión de estar siempre húmeda, debido a la composición mineral que le da color destacando en el ambiente desértico que la rodea.

Felipe Valdés Leal da cuenta como Lucio llegó una noche a su casa: A las 11 de la noche estaba Lucio cenando, llegaron unos amigos, para invitarlo a un fandango. Sus padres tuvieron un mal presentimiento: Su madre se lo decía me lo avisa el corazón, hijo no vayas al baile, cuídate de una traición. Hay otra versión que cambia la hora de la funesta invitación: fue a las 10 de la noche e incluye el parecer del padre: Su madre se lo decía, su padre con mayor razón, hijo no vayas al baile. Como hijo desobediente y tal vez movido por la posibilidad de ver a su amada, Lucio les contesta: No llores madre querida que me atormenta tu llanto, voy a bailar con la joven, que sabes que adoro tanto.


La siguiente estrofa nos habla de que llegaron unos amigos a sonsacarlo sin medir las consecuencias: Montaron en sus caballos, rumbo a la Sierra Mojada, donde se hallaba la joven, que Lucio tanto adoraba. Cuando llegaron al baile Lucio no quiso tomar, uno le invita una copa, otro le clava un puñal. En otra versión se señala lo siguiente: Cuando llegaron al baile, ya su rival lo esperaba, le ofrecieron una copa, Lucio no quiso aceptar, se hicieron de palabras para salirse a pelear.

La falta de una buena infraestructura en comunicaciones siempre ha estado presente en todo el desierto de Coahuila que se halla en el Bolsón de Mapimí. Hay carretera de Sierra Mojada a Torreón y antes se podía llegar en un tren que salía de Frontera a Cuatro Ciénegas, Ocampo y Sierra Mojada. Incluso se sabe que en el siglo XIX se introdujeron camellos para usarlos como trasporte de mercancías entre Cuatro Ciénegas y Camargo, Chihuahua. Hay caminos de terracería que unen a las principales poblaciones de Sierra Mojada como lo son la cabecera del mismo nombre, La Esmeralda y Hércules, además de Laguna del Rey perteneciente a Ocampo, Coahuila.


En la primera versión, dice que lo apuñalaron mientras se negaba a tomar: Le dieron las puñaladas, de la espalda al corazón, como le dijo su madre, lo mataron a traición. En la otra interpretación del corrido precisa que fueron tres puñaladas que cegaron la vida del intrépido Vázquez a quien: Luego que ya lo mataron, le echaron boca en la tierra, no es lo mismo ver morir como cuando uno le toca. La tierra tiene varios y múltiples sentidos oníricos pues para los intérpretes de los sueños de origen árabe, la tierra constituye uno de los principales elementos de la vida.  Probar un puñado de tierra es disfrutar de sus productos.   Cuando echaron tierra en la boca de Lucio puede tener varios significados: en primera instancia, destruir o malograr una cosa. En este caso la vida de Lucio Vázquez. También cuando alguien echa tierra, lo hace con la intención de ocultar o de disimular un asunto del que no interesa que se hable.

Con la muerte de Lucio todo se acabó y hay de aquel que quiera difundir o hablar del asesinato. La tierra en la boca era una señal como quien dice: ¡la muerte te tocó porque tú la provocaste!  También se pone tierra de por medio para irse o alejarse de una persona o de un paraje. Para hacerle mal a alguien se le echa tierra preferentemente negra o de panteón en la entrada de una casa. Pedimos que la tierra nos trague cuando se siente vergüenza de algún hecho o para desaparecer de un lugar o de una situación y no enfrentarse a ella sin dejar  señal alguna.

De acuerdo a otra traslación, Lucio no murió al instante, pues tuvo la esperanza de encomendarse a la virgen del Tepeyac: Madre mía de Guadalupe de la villa de Jerez, dame licencia señora, de levantarme otra vez. Efectivamente en Jerez, Zacatecas hay un templo y una ermita dedicada a la guadalupana. Tal vez el corrido haga mención a la imagen existente en la ermita fundada en 1562 por un religioso de nombre Gregorio López quien la construyó en las márgenes de un río.  Gradualmente se instalaron casas alrededor de la ermita, hasta que cayó una fuerte tromba  que la destruyó,  por lo que la imagen de la virgen de Guadalupe fue llevada a Jerez en donde permaneció hasta 1900 en que fue bendecido el templo donde se encuentra actualmente.

Regularmente se piensa que los pavorreales, al igual que las gallinas y los gallos no vuelan. No obstante se les puede ver por encima de los árboles o troncos altos. El autor del corrido es Felipe Valdés Leal, nacido en Saltillo en 1899, alumno distinguido del Ateneo Fuente, quien desde muy joven empezó a trabajar para el gobierno de Coahuila y en 1923 se mudó a Los Ángeles, California para trabajar en una tienda de discos. Allá compuso su primera canción, Échale un Quinto al Piano, y luego el corrido de Lucio Vázquez, también conocido como Los Pavosrreales, el cual se popularizó rápidamente entre los mexicanos, chicanos y pochos. También es el autor del corrido de Rosita Alvírez y de muchos éxitos más. En 1943 Felipe Valdés Leal se estableció en la ciudad de México y en 1947 fue llamado por Discos CBS para dirigir el elenco artístico. Permaneció ahí durante 25 años. A partir de 1974 residió en Cuernavaca, Morelos, donde vivió hasta el 17 de agosto de 1988. Gracias a don Felipe, sabemos que: Volaron los pavorreales, rumbo a la Sierra Mojada, mataron a Lucio Vázquez, por una mujer que amaba.

Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico