domingo, 26 de agosto de 2018

La historia de La Cucaracha que ya no puede caminar


Antonio Guerrero Aguilar

La cucaracha es in insecto repulsivo que abunda en la humedad y en la suciedad. Se conocen dos de ellas que pululan en nuestros hogares, una pequeña a la que le dicen alemana y otra más grande que regularmente sale de los ductos y coladera del drenaje. Pero no quiero hablar de bichos, sino de una canción popular mexicana que prácticamente le ha dado la vuelta al mundo y precisamente fue en Monterrey donde se popularizó; en un principio la cantaron como una burla que se les hacía a los soldados que perdían.


Los revolucionarios se la canturrearon a los huertistas, luego los villistas se la tararearon a los carrancistas cuando los hicieron huir de Monterrey a principios de 1915. Con la caída de Victoriano Huerta en el verano de 1914, los grupos militares encabezados por Villa y Zapata criticaron el liderazgo de Venustiano Carranza, a quien le solicitaron que renunciara a la primera jefatura del Ejército Constitucionalista. Entonces convocaron a una reunión de las distintas facciones revolucionarias en Aguascalientes, con la intención de unificar a los jefes revolucionarios como a los gobernadores de los estados. Obviamente Carranza desconoció los acuerdos de la Convención de Aguascalientes y el país volvió a ser escenario de la pugna entre los ejércitos de Villa y Zapata en contra del de Carranza que estaba apoyado por la División del Noroeste, integrada por un grupo de sonorenses, entre los cuales destacaba Álvaro Obregón y por la División del Noreste al mando de los lampacenses Antonio I. Villarreal y Pablo A. González.

Los carrancistas mantenían el control de Monterrey y de las principales ciudades de Coahuila como de Tamaulipas desde la primavera de 1914. En enero de 1915 fueron derrotados por las brigadas de los generales Felipe Ángeles y Raúl Madero. Una vez que se hicieron del control político tanto de Saltillo como de Monterrey, dicen que los oficiales villistas compusieron unas estrofas de una canción para regodearse de su triunfo sobre sus principales enemigos.  Anoto dos de ellas:

La cucaracha, la cucaracha,
Ya no puede caminar,
Porque le falta (2)
Marihuana qué fumar.

Ya se van los carrancistas
ya se van haciendo bolas
porque llega Pancho Villa
y los agarra de la cola.


Muchas de las canciones que cantamos, tienen su origen en romances medievales que interpretaban y difundían los juglares y trovadores de pueblo en pueblo. Llegaron a México con los conquistadores y pobladores ibéricos que al asentarse en algún lugar, le ponían una nueva letra ajustada a los requerimientos geográficos y cotidianos de cada pueblo.

La historia de la canción de La cucaracha es muy antigua. Se sabe que fue compuesta en la época de las guerras entre españoles y moros durante la reconquista de los reinos cristianos de España. Joaquín Fernández de Lizardi señaló en su libro La Quijotita y su prima, publicado en 1818, que la canción llegó a México por un capitán español.

Probablemente se cantó a lo largo y ancho de los pueblos, llevada por cantores que amenizaban las ferias y las tertulias en las principales ferias y festividades religiosas. Cuando estalló la lucha armada en 1910, muchas de las noticias se propagaron en hojas de papel de china, en las que imprimieron la letra de un suceso en el cual se abordaban historias de traición, de asesinatos, de la actitud valiente de un ilustre revolucionario, de un hecho de amor o hasta la historia de algún animal querido como un caballo o incluso hasta de un perro.

Dicen que cuando las tropas revolucionarias llegaban a algún lugar, entraban entonando estrofas o corridos, ajustándolos de acuerdo las necesidades y a las situaciones imperantes. Pero sin duda alguna, la versión más popular de La Cucaracha se compuso en una cantina regiomontana, ubicada en la calle Zaragoza esquina con Allende, frente a donde estuvo la alberca Monterrey. Existen versiones impresas en papel que circularon por las calles durante la estancia de los villistas en la región entre enero y abril de 1915. Posteriormente la canción se empezó a propagar por Zacatecas, San Luis Potosí hasta llegar al Bajío, por Celaya o Guanajuato gracias a los valerosos hombres que formaban la famosa División del Norte. Otro estribillo dice lo siguiente:

Los carrancistas, los carrancistas,
Ya no quieren combatir,
Porque les falta (2)
Alma y fe para morir


Indican que cuando los constitucionalistas salieron de Monterrey, incendiaron una de las dos estaciones de ferrocarril para cubrir la huida, por lo que fueron amenazados con aplicarles los acuerdos de la Convención de Aguascalientes:

Se fueron de Monterrey
Incendiando la estación
Les aplicará la ley
La Suprema Convención.

Les quitaron el forraje y
También las provisiones,
Y corrieron como liebres
Dejando hasta los calzones.

Hay una copla que hace alusión al cañón de Santa Catarina al cual utilizaron como camino para la escapatoria o de incursiones, pues a través de ellos podían llegar fácilmente a otros puntos de Coahuila, de Santiago o de Galeana, Nuevo León.

Les maldice la nación,
De manera muy vehemente
No volverán ya al cañón
A echárselas de aguardiente.

Como verán, La Cucaracha forma parte del imaginario popular mexicano. Tan característica y representativa como el Cielito lindo y La Marcha a Zacatecas. Y para orgullo nuestro, la letra que cantamos; bueno, muchas de las estrofas, se compusieron en Monterrey por grupos contrarios al jefe constitucionalista don Venustiano Carranza.


domingo, 19 de agosto de 2018

La hacienda del Espíritu Santo de los Garza Falcón

Antonio Guerrero Aguilar/


Cuando establecieron la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey el 20 de septiembre de 1596, le dieron por jurisdicción 20 leguas a la redonda. En esa porción aparecieron las primeras haciendas y estancias que poblaron los primeros que llegaron con Diego de Montemayor. Al poniente los límites llegaban hasta la Cuesta de los Muertos, al oriente el río San Juan, al sur el río Ramos en el actual Allende, Nuevo León y al norte hacia la sierra de Mamulique. Durante la gubernatura de Martín de Zavala y gobernadores siguientes como León de Alza y Nicolás de Azcárraga, continuaron con la entrega de mercedes de tierras y agua a los pobladores para dedicarse a la agricultura, así como al pastoreo de ganado mayor y menor. Por tradición se sabe que el 28 de febrero de 1669, las tierras que van de la hacienda de San Francisco rumbo a Cerralvo, le fueron entregadas al capitán Francisco de la Garza Falcón, llamándole hacienda del Espíritu Santo de la Pesquería Chica. 


Los terrenos de la antigua hacienda del Espíritu Santo de la Pesquería Chica eran ricos en pastos y aguajes, con suficiente agua del río Pesquería. Lugar propicio para el paso de ganados trashumantes. Por ejemplo, en 1684 había una hacienda perteneciente al capitán Diego de Orduña Sosa y Castilla, con 60 mil ovejas, 18 mil carneros, mil chivatos, 50 mulas, 80 caballos y 60 esclavos. En 1686, en la hacienda de Gregorio Fernández, trabajaban indios llamados pelones y guaripas, mientras que en la del Espíritu Santo de Francisco de la Garza  había indios alazapas. El gobernador del Nuevo Reino de León Juan Pérez de Merino acudió a la hacienda del Espíritu Santo de la Pesquería Chica en 1694, la cual señalaba como propiedad del sargento mayor Francisco de la Garza quien le presentó los títulos de la propiedad. En 1699 habitaban en la hacienda, Eugenio de la Garza, José Guerra Cañamar y Blas de la Garza.

Francisco era hijo de Blas María de la Garza Falcón y Beatriz González Hidalgo. Don Blas nació en el mineral de Mapimí, Durango en 1591, hijo de Marcos Alonso de la Garza y Arcón y Juana de Quintanilla y Treviño, casado en Saltillo en 1631 con Beatriz González Hidalgo, nacida en 1597 y fallecida en 1670. Francisco de la Garza Falcón se casó con Leonor de Sepúlveda y Rentería en 1665. Intervino en diversas campañas de pacificación y exploración, alcanzando el grado de sargento mayor y luego de capitán general. Murió en Monterrey en 1719.

De la familia de Marcos Alonso Garza y Juana de Treviño proceden la mayoría de los Garza y Treviño que habitan en ésta región correspondiente al valle del Carrizal, Apodaca y Pesquería. Siguiendo la costumbre de la época, unos tomaron el apellido Garza de don Marcos Alonso y otros el Treviño de su mamá doña Juana de Treviño. Don Blas de la Garza era sobrino de José y Alonso de Treviño, quienes adquirieron por 4 mil pesos la hacienda de San Francisco el 2 de noviembre de 1624.

Años después Alonso de Treviño vendió su parte a Blas de la Garza para dedicarse a la minería en el valle de las Salinas. Ya como dueño absoluto de la hacienda de San Francisco, la repartió en herencia entre sus cinco hijos: Blas, Lázaro, Miguel, Francisco y Juan de la Garza Falcón. Entre todos ellos se dedicaron a poblar las haciendas de Huinalá, San Miguel, Agua Fría y la estancia de la Pesquería Chica.

La esposa de don Francisco de la Garza Falcón tenía sus orígenes en la Hacienda de San Juan Bautista de la Pesquería Grande. Doña Leonor de Sepúlveda y Rentería nació en 1650, hija del capitán Jacinto García de Sepúlveda y de doña Clara Rentería. Jacinto García de Sepúlveda vio la luz en 1604 en Zacatecas. Hijo de Antón García de Reina y de Ana de Sepúlveda, madre de don Martín de Zavala, entonces medio hermano de quien fuera gobernador del Nuevo Reino de León entre 1626 y 1664. Jacinto fue un militar y poblador distinguido, tanto de la Pesquería Grande como de Cerralvo. Murió el 10 de septiembre de 1657 en Monterrey.

Como se advierte, doña Clara de Rentería (1619-1660) era hija de don Gonzalo Fernández de Castro y de María Inés Rodríguez; nieta del primer Justicia Mayor del Nuevo Reino de León don Diego Rodríguez. Una hermana llamada María García de Sepúlveda Rentería (1650-1692) se casó en 1669 con Nicolás Treviño González. Otra hermana de nombre Inés Rentería García de Sepúlveda se casó con Diego Villarreal Casas y Gertrudis con Miguel de la Garza Falcón.

Los Garza Falcón y Rentería de Sepúlveda fueron una familia numerosa: en 1686 se casaron Nicolasa Garza-Falcón Rentería con Antonio Fernández-Vallejo Barrera. En 1693 María Garza-Falcón Sepúlveda contrajo nupcias con José Guerra-Cañamar Garza y Teodoro Garza Falcón-Sepúlveda con María González de Quintanilla. En 1695, Gregoria Garza-Falcón Rentería se casó con Juan Bautista Villarreal Garza, Margarita Garza-Falcón Rentería con Nicolás Villarreal Garza y José Garza-Falcón Sepúlveda con Juana Villarreal Garza. José Eugenio Garza-Falcón Sepúlveda con Juana Villarreal. José Eugenio Garza-Falcón Sepúlveda con Ana María Dorotea Caballero de los Olivos Rodríguez y Juan Antonio Garza-Falcón Sepúlveda con Ana Josefa Peña y Camacho Garza. Alonso Garza-Falcón Sepúlveda matrimoniado con Isabel Gutiérrez de Lara. En 1699 Blas María con Beatriz de Villarreal.
En 1707 Clemente Garza-Falcón Sepúlveda con María Josefa Catarina Garza Ochoa. Nicolás Garza-Falcón Sepúlveda casado en 1714 con María Josefa Guerra Cavazos. Catarina Garza-Falcón Sepúlveda casada con Juan Guerra Cañamar. Como verán, de estas alianzas familiares, surgieron linajes tan característicos de Pesquería como el Garza, Guerra, Villarreal, González, Gutiérrez, Leal y Caballero.

Dos de ellos fueron pobladores y gobernadores de la provincia de Coahuila: Blas María de la Garza Falcón (1675-1736), contrajo nupcias con Beatriz de Villarreal en el Real de las Sabinas, en donde llegó a ser alcalde mayor en 1719. En 1723 fue nombrado gobernador de la Provincia de San Francisco de Coahuila, cargo que ocupó hasta 1729. Recibió mercedes para poblar al norte del río Salado. Nombrado otra vez gobernador en 1735, promovió la fundación del presidio de Monclova y de otro en el valle de Santa Rosa. Es considerado uno de los fundadores de Múzquiz, Coahuila.

Clemente de la Garza Falcón, nació en 1681 en San Francisco, actual Apodaca;  también residió en el Real de Sabinas y en 1737 fue nombrado gobernador de Coahuila a la muerte de su hermano. El apellido Garza Falcón es muy común en la región del centro y del norte de Coahuila, preferentemente en Monclova, Múzquiz y San Buenaventura. 

Otro Garza Falcón se casó con otra Rentería: Miguel de la Garza Falcón con Gertrudis Sepúlveda y Rentería, cuyos hijos son Juan de Dios de la Garza, Manuel de la Garza, Michaela, Félix, Juana Clara, Julián, Antonia, Leonor, María, Beatriz y Jacinto cuya descendencia se quedó en el Valle de las Salinas y en el actual Apodaca.

Otros miembros de la familia de la Garza Falcón, participaron en la fundación de algunas de las Villas del Norte, en especial la de Santa Ana de Camargo, en donde también vemos el legado de su presencia. Por ejemplo, el nombre de la Presa Falcón honra un linaje que surgió en Pesquería, Nuevo León.

domingo, 12 de agosto de 2018

El corrido de Agustín Jaime


Antonio Guerrero Aguilar/

Muchos de los corridos que hicieron famoso y conocido a Lalo González, el Piporro, curiosamente no fueron ni de Nuevo León ni de Tamaulipas. Ocurrieron en Coahuila. Uno de ellos trata la forma de cómo le quitaron la vida a un tal Agustín Jaime. Recuerdo la interpretación del Piporro junto con Oscar Pulido en la película Cuidado con el amor en donde Pedro Infante canta otra bellísima canción llamada Cien años.

El corrido se hizo canto recurrente en participaciones escolares y reuniones con amigos. Siempre pensé que Agustín Jaime, era del antiguo rancho del Toro, actual General Bravo, Nuevo León. Todo lo contrario, Agustín Jaime era de Saltillo y falleció en el año de 1933 como se desprende de la primera y segunda estrofa del corrido: Año treinta y tres, del mes de noviembre, año treinta y tres, del mes de noviembre, cantaré un corrido, si bien les conviene. Bonito Saltillo, no puedo negar, murió Agustín Jaime, porque supo amar.



Pero los historiadores y cronistas del Saltillo corrigen fechas y rumbos. Agustín Jaime no murió en el mes de noviembre, sino en la tarde del 25 de diciembre de 1933 cuando fue asesinado de un balazo por la espalda por Pedro Arredondo, un oficial de la policía montada. Según testimonios populares, el crimen fue más bien por venganza en lugar de amoríos y celos. El protagonista del corrido, trabajaba como cobrador en la tesorería municipal de Saltillo y lo mataron porque se dio cuenta de los malos manejos que había en la administración. Lo cual me hace pensar que un burócrata municipal nunca debe ver y saber más que sus jefes superiores.

Agustín Jaime como buen protagonista de corridos y de historias edificantes, era hombre de caballo: Bonito caballo, que Jaime montaba, como era entendido, a señas le hablaba, Agustín bajaba, bajaba a caballo, y lo traicionaron por calles de Bravo. Después pensé que se refería a Río Bravo, un municipio fronterizo aledaño a Reynosa, el pueblo querido del Piporro. Pero también existe una congregación en Allende, Coahuila que se llama Río Bravo. Mi confusión viene cuando se canta la siguiente estrofa: Agustín bajaba, bajaba a caballo y fue traicionado por calles de Bravo. Tengo presente una estrofa: Agustín bajaba, bajaba a caballo, y lo traicionaron por ver a su chata que estaba en Río Bravo, seguramente cambiada por tanto cantarse. Fijándonos bien se refiere a una calle y no un lugar geográfico llamado Río Bravo. Del corrido se desprende que Agustín tenía fama de ser un hombre mujeriego y valiente que supuestamente murió por su novia de nombre María García.

Otras estrofas nos señalan que: Agustín bajaba, bajaba y subía, él perdió la vida, por María García, ahí en la cantina, donde lo mataron, a los siete pasos, ahí lo dejaron, ahí lo dejaron. Por la orografía del terreno en donde se ubica el corazón político e histórico de Saltillo, sabemos que hay calles que vienen de arriba como Allende, Hidalgo, Bravo y Morelos. El casco viejo de Saltillo se divide en dos, el de los españoles y el de los tlaxcaltecas, con calles que están yendo pa´arriba y las que van pa´bajo. Dicen que los borrachos, los locos y los niños nunca dicen mentiras. Entonces, si les creemos a los asiduos parroquianos que acuden a tomar bebidas embriagantes, el crimen fue en una cantina llamada El Huizache.

Agustín bajaba por la calle de Bravo y daba vuelta por la calle de Múzquiz y de ahí seguía hasta llegar a Matamoros donde se encontraba la mentada y conocida cantina. Después de unos tragos, salió rumbo a su casa situada en la esquina de Abasolo y Francisco Coss. De ahí que el corrido reitere que Agustín bajaba, bajaba a caballo y lo traicionaron por calles de Bravo. Supuestamente Agustín Jaime era ahijado de un hombre muy influyente de la época y no era conveniente que fuera a denunciar a los infractores con el mandatario estatal; por tal motivo Pedro Arredondo lo esperó afuera de la cantina para matarlo sin darle oportunidad de defenderse.

En aquella fatídica tarde, Antes de que mataran a Agustín Jaime, estuvo en la casa de su hermano Juan a quien saludó. Después se retiró rumbo a la taberna a pasar un rato con sus amigos y tomar unas bebidas espirituosas. Después de unos tragos y algunas botellas que dejó vacías, salió con rumbo a su casa, sin percatarse de que la muerte lo esperaba allá afuera. Cuando Arredondo dejó gravemente herido a Agustín Jaime, corrieron a avisarle a su hermano, quien aún lo encontró con vida y pudo contarle con sus últimas palabras el nombre de quien le disparó.

Una sobrina de nombre Conchita, hija del hermano Juan, sostiene que llevaron el cuerpo de Agustín a la casa de sus papás en donde lo velaron, para después llevarlo a enterrar al panteón de San Esteban. Es probable que la casa de Joaquina tenga más bien relación con la rima: lo mataron fue en una cantina, donde lo velaron en casa de Joaquina. El agresor huyó rumbo a San Luis Potosí y nunca se supo más del él.


Como el episodio dejaba mucho de qué hablar, un amigo de Agustín llamado Eligio Alvarado de oficio zapatero, presenció los hechos y compuso el corrido que se hizo famoso primero de boca en boca y luego de generación tras generación, en especial interpretado por los Alegres de la Sierra, hasta que Piporro lo inmortalizó en una película (aquella en la que cantó con Oscar Pulido) y lo grabó. Y quien mejor que el Piporro cuando al cantarla le daba cierto sentido de dramatización y con la cual concluye: Palomita blanca, piquito dorado, palomita blanca, piquito dorado, murió Agustín Jaime por enamorado.

domingo, 5 de agosto de 2018

El río Pesquería

Antonio Guerrero Aguilar/

Hablar del río Pesquería, nos refiere de igual forma a dos municipios y a muchos pueblos que se fundaron junto al mismo. De acuerdo al ilustre médico José Eleuterio González Gonzalitos el río nace en un lugar llamado San Lucas en Coahuila y de ahí recorre parte de Ramos Arizpe, para entrar al territorio de Nuevo León. En 1873 tenía un caudal de tres bueyes de agua, equivalente a 24 mil 400 litros de agua. Conviene precisar que San Lucas era un pueblo situado entre lo que actualmente es la carretera de peaje Ramos Arizpe-Los Chorros y el aeropuerto internacional Plan de Guadalupe, por lo que se alimenta de los escurrimientos que bajan de San José de los Nuncio, San Gregorio, Ojo Caliente e Higueras pertenecientes a Ramos Arizpe.

En cambio La Reseña Geográfica y Estadística de Nuevo León publicada en 1910, señala que su origen está en la sierra de Nacataz, a cuatro kilómetros de la cabecera municipal de Villa de García y que ahí se nutre con el agua de otras vertientes que bajan del cañón de Cortinas en Santa Catarina, la cual atraviesa Rinconada, los Fierros y Maravillas,  a las que se les une el caudal  del río Chiquito, también conocido como arroyo de los Muertos, cercano a la cuesta del mismo nombre. Para los vecinos de aquellos rumbos, el primigenio manantial estuvo en Ojo Caliente, a la vera de la carretera Monterrey-Saltillo casi en los límites entre los dos Estados.

Este río ha recibido varios nombres a lo largo de su historia, según las tierras por las que pasa: de Pesquería Grande, de Pesquería, del Capadero y el río Viejo. Muchos relacionan el nombre de Pesquería por la abundancia de peces, pero existe la posibilidad de que lo nombren así, debido a la captura o pesca de indios para venderlos como mano de obra en las minas de Mazapil, Zacatecas y Parral. De acuerdo a los testimonios de la época de aquellos que lo conocieron, se quejaban de que el agua del río era muy gruesa y mantenía considerables concentraciones de sal, lo cual impedía la existencia de peces y de especies vegetales en su cauce como en sus lados. Alonso de León escribió al respecto: los ríos son claros, el agua buena, sin color ni olor… Corren siempre por piedras con rápido curso; son de mucha frescura; poblados de arboledas, sabinos, sauces, álamo y otros muchos géneros; excepto los dos que llaman Pesquería Grande y Chica, que es agua salobre y carecen de todo lo que arriba está dicho. Tranquilo en tiempos de sequía, como temible cuando se presentaban las lluvias torrenciales. El mismo cronista refiere que en septiembre de 1636, el río Pesquería sacó de su ribera una hacienda que trabajaba la plata y aunque no hubo pérdidas humanas, si las hubo materiales.

El río Pesquería le dio nombre a dos municipios y que para diferenciarlos, a uno le llamaron Pesquería Grande y al otro Pesquería Chica. En 1583 Manuel de Mederos recibió tierras para establecer una estancia, que con el tiempo se convirtió en la hacienda de San Juan Bautista de la Pesquería Grande, propiedad de Gonzalo Fernández de Castro y Jacinto García de Sepúlveda cuando Martín de Zavala entró a gobernar el Reino en 1626.

La hacienda se convirtió en Valle y con esa categoría mantuvo el nombre de Pesquería Grande hasta 1851, debido a la decisión del gobernador Agapito García, que le impuso el nombre de García en honor a don Joaquín García, ilustre vecino del lugar que llegó a ocupar primero la alcaldía de Santa Catarina en 1820 y luego la gubernatura de Nuevo León en varias ocasiones. Mientras que el actual municipio de Pesquería surgió como hacienda con la advocación del Espíritu Santo de la Pesquería Chica el 28 de febrero de 1669, al amparo del capitán Francisco de la Garza Falcón, quien se casó con una nieta de don Gonzalo Fernández llamada Leonor de Sepúlveda y Rentería. Convertida en municipalidad de Pesquería Chica en 1844. Pero a mediados del siglo XX, cierto alcalde le quitó la Chica, porque decía que el nombre le reducía su status histórico y geográfico.

En la Pesquería Grande, allá en el cañón de Nacataz, están los vertederos de agua que la conducen por un funcional sistema de acequias y canales que aún mantienen muchas quintas y huertas en el casco viejo de García. Lamentablemente, permitieron que unos balnearios se asentaron cerca de su cauce, recortando los niveles del agua rodada. Río abajo, en la hacienda San José se le une el arroyo Pedregoso, que viene de la sierra del Fraile. Entra a territorio de General Escobedo y después pasa por Santa Rosa, Apodaca y Agua Fría. Adelante de Santa Rosa se le suma el arroyo de Apodaca que a su vez viene de la sierra de las Mitras. Ingresa a General Zuazua y más adelante sirve como línea divisoria entre Marín y Pesquería. Cruza por la hacienda de Zacatecas y en el rancho de las Adjuntas se le une el río Salinas. Atraviesa Los Ramones, en donde se le añaden afluentes que bajan de las sierras de Picachos como de Papagayos.

El río Salinas nace en General Cepeda, Coahuila. Continúa al Este hasta ingresar a Nuevo León en Icamole, ahí donde precisamente nace el valle de las Salinas. Forma parte del paisaje de los municipios de Mina, Hidalgo, Abasolo, El Carmen, Salinas Victoria, Ciénega de Flores, Zuazua y Marín. En 1910, su caudal comprendía hasta siete bueyes equivalente a 64 mil litros de agua aproximadamente. En la época colonial al río Salinas también se le llamó río de los Cuanaales en honor a una nación india que predominaba en la región.

En China, el afluente recibe el torrente del arroyo el Ayancual que viene desde el norte de Monterrey conocido como de la Talaverna y que recoge a su vez corrientes de San Nicolás, Guadalupe, Doctor González y parte de Ramones. También recibe el nombre de arroyo de las Salinillas, nutrido por algunos riachuelos que vienen de la sierra de Papagayos. Pasa por Los Herreras y en el rancho de las Mujeres de Los Aldamas, se junta al río San Juan. Todos los arroyos con corrientes intermitentes.

Gonzalitos estimaba la longitud del río Pesquería desde García hasta Pesquería en 122 kilómetros y de ahí hasta su junta con el San Juan en Los Aldama, en poco menos de 115 kilómetros. Para captar las aguas del Pesquería, los antiguos pobladores levantaron tres represas, una en Icamole, otra en García y un bordo conocido como de Cristaloza, situado al norte de la cabecera. Paradójicamente, aunque García cuenta con muchos arroyos y dos ríos de considerable importancia, siempre ha batallado con el suministro del vital líquido.  En la década de 1870 se llevaba el agua potable desde el paraje conocido como El Volcán hasta la cabecera municipal. Las acequias atravesaban las calles, provocando a veces inundaciones, por lo que el cabildo solicitó en 1879 que se construyeran en los patios de las propiedades. Ese año, los accionistas decidieron donar agua para los servicios del municipio y satisfacer las necesidades de la población. Por ello, a partir de la década de 1990 la compañía de Agua y Drenaje estableció un sistema para dotar de agua potable a García. Hasta el 2010, los únicos municipios de Nuevo León que carecían de sistema de agua potable, eran precisamente Los Ramones y los Herreras.

Como hemos visto, el río Pesquería y su tributario el Salinas hicieron posible que las antiguas haciendas situadas en los actuales municipios de García, Mina, Hidalgo, Abasolo, El Carmen, Salinas Victoria, General Escobedo, Apodaca, General Zuazua, Marín, Pesquería, Los Ramones, China y Los Aldamas florecieran como centros agropecuarios de singular importancia. Pero también todos esos municipios son muy buenos para la cría de ganado mayor y menor pues sus suelos concentran cantidades de sal, de ahí que durante la época colonial se le llamara valle de las Salinas.

En 1942 se instaló una empresa dedicada a la explotación de los yacimientos de sal en García, especialmente destinada a la producción del vidrio, pues como todos sabemos, del cloruro de sodio de la región y de la arena silica que extraen en Lampazos, son las materias primas para su fabricación. Se hicieron perforaciones para sacar la sal inyectando altas presiones el agua del Pesquería. Lamentablemente este río se contaminó por ese proceso, aunado al establecimiento de fábricas que manejan químicos altamente peligrosos, a tal grado de que la mayoría de sus especies y plantas nativas además de la agricultura desaparecieron.

El tramo correspondiente entre villa de García, Escobedo, Apodaca, Zuazua y Pesquería han sido testigos de la trasformación del río, de ambientes netamente agrícolas a lugares densamente poblados en los que predominan los asentamientos irregulares a partir de 1980. Y recientemente todo el sector se colocó en los primeros lugares de ultracrecimiento. Y que junto con su hermano el Santa Catarina, han ocasionado inundaciones y destrozos a los municipios por los que pasan. Pero lamentablemente, tiene el cauce más contaminado y sucio de Nuevo León.

Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico