Antonio Guerrero
Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa Catarina
Las banderas originalmente
servían como estandartes. Supuestamente guardaban el alma de algún animal o ser
mitológico al que consideraban el espíritu protector de la tribu. De ahí que
muchos de ellos contengan la forma de una fiera o de un ave, inclusive hasta de
un dragón. Eran distintivos que a la larga fueron utilizados para representar
grupos o fracciones ideológicas. Si nos fijamos, muchas de las banderas que
conocemos encierran un simbolismo muy interesante: por ejemplo, la bandera de Inglaterra
mantiene entrelazadas a la cruz de San Jorge como a la de San Andrés. La de
Argentina recuerda al cielo azul con un sol radiante, que vio el general Belgrano
cuando estaba pensando en el estandarte que representaría al antiguo virreinato
del Río de la Plata. La bandera de Francia nos recuerda a los colores azul y
rojo que representaban a la ciudad de París; luego se le añadió el blanco como
símbolo de Dios.
La bandera de “la estrella solitaria" como así se le conoce a la de Texas, fue
adoptada en 1838. Sobresale una estrella blanca de cinco puntas y tiene tres
colores: el rojo simboliza la valentía, el blanco la pureza y el
azul la libertad. A la de Cuba también se le conoce como de la estrella
solitaria. Esta se le debe a la inspiración de Narciso López en 1850, quien vio
los colores radiantes de un amanecer y la estrella recuerda a Venus brillando
en todo su esplendor. Definitivamente cada nación, estado o región cuenta con
algo que la identifique y que sintetice los valores más representativos de su
cultura y de su historia.
La bandera de
México comienza a definir su forma actual cuando en 1916, don Venustiano
Carranza dispuso que la forma del águila fuera restituida en su forma que le
dieron los primeros constituyentes en 1823; por ello encargó el diseño al
artista michoacano Antonio Gómez. Luego el 5 de febrero de 1934, Abelardo L.
Rodríguez decretó que las orlas de laurel y encino cerraran en círculo. Con ello
quedó el Escudo Nacional.
Siendo presidente de
la república el general Lázaro Cárdenas, un 24 de febrero de 1937 se celebró
por vez primera en la ciudad de México el día de la bandera. Como dato curioso,
en la primera ceremonia estaba una escultura de Vicente Guerrero, el primer
militar que juró lealtad a la bandera el 24 de febrero de 1821 durante el
encuentro con Iturbide. No obstante, fue hasta el 24 de diciembre de 1938
cuando el Comité Pro Día de la Bandera Nacional encabezado por Benito Ramírez
Espíndola, logró que el senado de la República declarara al 24 de febrero como
día de la bandera. Cuentan que durante una fiestas cívicas en Veracruz en 1934,
los edificios públicos y algunas casas particulares usaban distintas banderas
como el símbolo de la hoz y el martillo. Pensó que no debía ser la bandera de
la entonces Unión Soviética el símbolo que nos representara como
mexicanos.
El 22 de febrero de
1940, la Secretaría de Educación Pública, dispuso que en todas las escuelas se
le rindiera un tributo diario al lábaro patrio y se cantara el himno nacional
antes de comenzar las clases. También el ejército dispuso que todos sus
miembros efectuaran dichas ceremonias cívicas. Ya como presidente el general Manuel
Ávila Camacho, el 24 de febrero de 1942 ordenó el juramento a la bandera en
todas las escuelas públicas y en los eventos públicos que se realizaran en los
municipios y en los estados. Originalmente la ceremonia del día de la bandera
se hacía en el panteón de San Fernando; hasta que Gustavo Díaz Ordaz dispuso
que se hiciera a nivel nacional con la intención de propiciar el respeto y el
conocimiento a una bandera que nos representa en la unidad ante la adversidad.
Cuando Hernán Cortés
entró a la ciudad de México-Tenochtitlan, portaba un estandarte con la virgen
María pintada sobre un damasco rojo, cuya estampa ceñía sobre su cabeza una
corona de oro, rodeada de doce estrellas y rayos. Precisamente fue traída desde
el santuario de Guadalupe en Extremadura, España. Los jesuitas fueron los
primeros en rescatar los símbolos que representaban la leyenda que guio a los
mexicas para asentarse en el Lago de Texcoco. De hecho, los elementos que
conforman al águila devorando a la serpiente, parada en un nopal con tunas encima
de un peñasco que emerge del agua.
Muchos estudiosos
han llegado a la conclusión que el águila representa al Sol, la serpiente a la
Tierra y a lo que fecunda la tierra, el nopal es el árbol de los sacrificios,
las tunas a los corazones que inmolaban a favor del dios del Sol Tonatiuh quien
se supone se alimentaba con sangre humana y que tanto la piedra como el agua
significan la dualidad tierra-agua. Luego los franciscanos utilizaron éstos
elementos para decorar las puertas de algunos de sus templos.
Al iniciar la guerra insurgente, Hidalgo tomó un estandarte de la Virgen de Guadalupe que estaba en
el templo parroquial de Atotonilco, Guanajuato colocándola en la punta de una
lanza. Posteriormente Morelos adoptó una bandera en forma de cuadrilongo en
seda blanca al centro, con una franja color azul pálido en la orilla y un
águila coronada con las alas algo caídas e instaladas en un nopal. Todo éste
signo estaba sobre un acueducto con tres arcadas y en cada una de ellas
iniciales V.V.M. que significa “Viva la Virgen María”. Morelos también
utilizó como sello la figura de un águila durante los trabajos constitucionales
en Apatzingán.
Entre 1819 y 1820,
la marina mercante a favor de la insurgencia, enarboló una bandera de franjas verticales,
con el color blanco, azul y rojo, que correspondían a los colores de los
mosaicos del palacio de Moctezuma, el último emperador mexica. Por cierto, en
Nueva Orleans fue salutada con una salva de 19 cañonazos. En 1821 dejó de
ondear en el balcón central del palacio virreinal la bandera que representaba
al poder colonial. Esta bandera tenía una forma cuadrada en seda y de color
pardo leonado, con el escudo de la ciudad de México consistente en dos leones
coronados partiendo al centro de la gran cruz de San Andrés, en color morado.
Agustín de Iturbide
eligió una bandera para representar a las tres facciones políticas existentes y
a la vez, sintetizara los principios de las tres garantías: el blanco la
religión, el verde el grupo insurgente y el rojo la unión con los españoles. En
ese orden: Dios, Patria y Libertad. Esa bandera conocida como de las tres
garantías tenía los colores blanco, verde y rojo con franjas diagonales, con
una estrella dorada en cada una de las franjas, que representaban al rito
masónico escocés. Esa bandera fue confeccionada en Iguala, Guerrero por José
Magdaleno Ocampo.
Iturbide siendo emperador,
alteró el orden de los colores: primero el verde, luego el blanco y en tercer
lugar el rojo. También modificó las franjas para que éstas fueran verticales.
En el centro una águila coronada sin en el nopal y la serpiente. Para 1823, el
padre Servando Teresa de Mier solicitó ante el Congreso de la Unión, que se le
quitara la corona al águila. En su lugar propuso un cuadrilongo dividido en 16
cuadros con cuatro blancos al centro, el resto alternándose en blanco y azul.
Solo con el águila y sin la serpiente, sobre el nopal y encima de un peñón
emergiendo del agua. Algunos diputados opinaron que los colores debían
permanecer igual, pues el pueblo se había acostumbrado a ellos y dieron como
sugerencia poner un águila mexica de perfil con la serpiente, el nopal y el
peñón. Joaquín Herrera propuso que se le añadiera la orla de encino y laurel,
formando así el escudo de las armas nacional y el oficial de México.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario