Antonio Guerrero Aguilar, Cronista de la
Ciudad de Santa Catarina
El 4 de enero de 1962, se estrenó en la ciudad
de México la película “Juventud sin Dios”
(Siempre hay un mañana, la vida del padre Lambert), dirigida por Miguel
Morayta y escrita por Eva Guerrero Larrañaga y el mismo Morayta en torno a la
vida de un religioso benedictino que vino de los Estados Unidos; primero a
realizar trabajo comunitario y luego como capellán de las hermanas del colegio
Tepeyac de la ciudad de México en 1944. Por cuestiones del destino conoce a
varios estudiantes del Instituto Politécnico Nacional quienes mantenían
rivalidad con sus acérrimos enemigos, el equipo de los Pumas de la UNAM. Estos
jóvenes de clase media solo pensaban en andar con amigos y fiestas pero también
resultan ser muy buenos para el futbol americano. El padre Lambert se convierte
en su entrenador, en su amigo y en guía protector de todos ellos. De esta
manera lleva a la victoria
al equipo y aprovecha el tiempo para darles consejos y llevarlos por una vida
moral en un ambiente complicado para los muchachos y las familias en las que
viven.
El actor Joaquín Cordero (1923-1913) encarna
al padre Lambert J. Dehner, a quien en
la vida real le gustaba en serio el futbol americano. Al saber que la UNAM no
tenía entrenador (coach) fue a pedir el puesto y ahí le dijeron, “padre, mejor váyase al politécnico” y se
hizo coach del equipo de los Burros
Blancos, el representativo del Instituto Politécnico Nacional. Fue cuando
algunos pensaron de que un ala conservadora de la Iglesia representada por los
religiosos benedictinos, querían hacerse del control de la institución
establecida por el general Lázaro Cárdenas en 1936, con la intención de crear
una escuela técnica y activa para los hijos de obreros y campesinos que no
podían ingresar a la UNAM; pues decían
era una escuela elitista y reservada para quienes podían pagar sus colegiaturas.
Hasta entonces, los Burros Blancos
llevaban todas las de perder frente a sus archirrivales los Pumas de la
UNAM. El padre Lambert cambió por
completo la visión y forma de sentir del Poli. Les dio el orgullo de ser del
Instituto Politécnico Nacional e
identificarse con su mascota, el burro blanco. Les dio el campeonato en 1945.
El padre al poco tiempo debió retirarse pero regresó a México para realizar la
gloriosa campaña del Poli de 1950, cuando obtuvo al campeonato, el segundo en
1951, pero también la estrepitosa derrota ante la UNAM por 43 a 0, después la histórica
y legendaria temporada de 1952 y para terminar la de 1953 cuando se suspendió
el juego Politécnico-UNAM debido a que la rivalidad se salió del terreno
deportivo.
En la película se trata la vida de un
joven llamado Salvador (Alfonso Mejía) casado con Gloria (María Eugenia San
Martín) quien siempre se opone a la afición de su esposo por el futbol
americano. Sin embargo el joven se hace
asistente del padre y debe asistir a Fort Worth, Texas a una clínica para
entrenadores. Gloria teme lo peor y no quiere que su esposo asista pero el
padre Lambert los convence. Salvador muere en un accidente y es reconocido
gracias a una medalla que el padre le había regalado.
Este personaje se trata en realidad de
Salvador Saldaña Lugo mejor conocido como el Tarzán; quien llegó en enero de
1951 al Tec de Monterrey para dirigir el equipo representativo del futbol
americano: los Borregos Salvajes. Pronto le dio al equipo el empuje, la
disciplina y la fama que como jugador le precedió. De cualidades humanas
estimadas por los demás, de carácter servicial y activo, en pocas palabras un
líder nato. Por eso lo nombraron prefecto de disciplina y responsable del
internado La Silla del Tec de Monterrey. A los jugadores les inculcó el amor a
la camiseta y el espíritu de la unión pero sobre todo a jugar en la cancha con
caballerosidad deportiva. Y si a él le había tocado vivir los clásicos partidor
entre el Poli y la UNAM, ahora esa rivalidad se hacía efectiva en Monterrey. Fue un notable jugador durante once años en el
equipo del Instituto Politécnico Nacional; por eso obtuvo el galardón El
Broche al Mérito Deportivo otorgado por el periódico El Universal
Gráfico como el mejor jugador nacional en 1944. Su participación fue decisiva
para ganar en Tazón de Plata al vencer al Randolph Field en 1947. Fue
considerado el discípulo predilecto del padre Lambert Dehner de quien aprendió todo para dirigir y promover
a un equipo de fútbol americano.
Los Borregos Salvajes al frente del
Tarzán Saldaña, el Tec de Monterrey alcanzó su primer campeonato de Liga mayor en
1952 al vencer a la Facultad de Ingeniería Civil de la entonces Universidad de Nuevo
León. Y efectivamente ese año acudió a Fort Worth, Texas a participar en una
clínica para entrenadores. El camión en el que iba chocó contra otro de la
misma línea Greyhound, en el cual murieron otras 29 personas el 4 de agosto de
1952. Precisamente fue identificado por el padre Lambert gracias a una medalla
de la virgen de Guadalupe que le había dado antes. Su cuerpo fue velado en la ciudad de México y
después de una misa celebrada por el padre Lambert a la que acudieron cientos de jugadores de
futbol americano, inhumaron sus restos en el panteón Jardín. Dejó una viuda y
dos niños, uno de ellos nacido en Monterrey.
Propiamente el equipo de futbol
americano surgió en 1945. Es cuando se adopta al borrego como símbolo. Cuando surgió
el ITESM, tanto el periódico y la orquesta estudiantil fueron conocidas como El
Borrego. Dicen que la mascota distintiva del Tec de Monterrey se debe a
iniciativa de don Eugenio Garza Sada, quien eligió un borrego pues ellos pelean
con la cabeza y andan en las alturas. Según la página institucional del equipo,
los jugadores iban a un juego y en el trayecto vieron a un borrego en el río
Santa Catarina. Alguno de ellos sugirió comprarlo para tenerlo como
mascota. El borrego es una especie representativa
y típica de las zonas montañosas. Y ciertamente algo tiene que ver con el
origen y sentido del Tecnológico de Monterrey.
Desde 1945 el borrego es el mote o apodo de la comunidad que integra la
familia del Tecnológico de Monterrey.
En 1945 se jugó el primer partido entre
la Universidad de Nuevo León y el Tec de Monterrey. Por invitación de la
Universidad de Nuevo León se armó un equipo contando con el apoyo del Lic.
Roberto Guajardo Suárez, entonces director del ITESM. El primer entrenador fue Alejandro Solís Carranco;
contratado exclusivamente para hacer frente al compromiso ante la Universidad
de Nuevo León. El primer juego del equipo lo perdieron con un marcador de 12 a
7. El partido se llevó a cabo en el
parque Cuauhtémoc y Famosa pues ninguno de los dos equipos contaba con una
cancha ni lugar de entrenamiento. A partir de ahí, los Borregos Salvajes del Tecnológico de
Monterrey han forjado una trayectoria de éxito y excelencia en éstos casi 70
años: con 21 campeonatos nacionales en su historia. Es
considerado el segundo mejor equipo
en la historia, solo después de los Pumas de la UNAM y el mejor en los últimos
20 años pues ha jugado 15 de las últimas 16 finales del torneo (1993-2008) de
la ONEFA, habiendo ganado 11 de ellas. En 2011 obtuvo el campeonato de la Conferencia Premiere de la CONADEIP.
Dos historias y líneas paralelas: el
Instituto Politécnico Nacional surge para preparar a ingenieros y técnicos y
porque supuestamente la UNAM se había convertido en una escuela de élite.
Necesitaban una escuela para formar las clases menos protegidas. Cuando surgió el
Tec de Monterrey en 1943, ese año coincide con la refundación de la Universidad
de Nuevo León que durante diez años se llamó Consejo de Cultura Superior. Precisamente
la formación de ingenieros y técnicos fue encomendada a egresados del
Politécnico. Es más, el primer director venía de ocupar la dirección de la Escuela
Superior de Ingeniería Mecánica del Politécnico, el Ing. León Avalos y Vez
quien estuvo al frente del ITESM entre 1943 y 1946 y luego el Ing. Víctor Bravo
Ahuja (1918-1990) quien ocupó la rectoría entre 1950 y 1958. Y cada vez que hay
un clásico entre los “Auténticos Tigres” y los lanudos, pues con todo respeto,
que gane el mejor, obviamente los Borregos Salvajes del Tec de Monterrey.