Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista Municipal de Santa
Catarina
En el noreste mexicano sobresale la devoción a cristos
muy parecidos y relacionados entre sí, los cuales son venerados en García, Bustamante,
Villaldama, Guadalupe y Saltillo. La piedad popular asevera que son hermanitos,
pues las fiestas a los mismos coinciden: el 6 de agosto para Saltillo, García y
Bustamante y el día 9 para el Señor de la Expiración de Guadalupe. Según la
tradición popular, los cristos llegaron a ésta región en unas cajas de madera
que trasportaban en una recua de burros y que en algún lugar del camino se
separaron para llegar al sitio en donde actualmente son venerados.
En García, Nuevo León, se venera a una escultura del
crucificado desde fines del siglo XVIII. Está en el templo del Señor de la
Agonía, una imagen realizada por manos tlaxcaltecas en caña de maíz de un metro
con treinta centímetros. El templo es de 1835, cuando el sacerdote del lugar don
Vital Martínez y un ex gobernador don Joaquín García, mandaron construir un
edificio que además sirvió como camposanto, pues ahí descansan los restos
mortales de dos ex gobernadores de Nuevo León, Joaquín García y Genero Garza
García. Cada 6 de agosto se oficia misa y danzan matachines en su honor. Cuando
estaban haciendo una restauración del edificio en la década de 1980, los
responsables de la obra localizaron un fino altar de mármol detrás de una pasta
gruesa de pintura. Decían que los antiguos fieles del lugar lo ocultaron para
evitar que los grupos revolucionarios lo dañaran. Desde entonces, el cristo
está en su nicho bellamente labrado.
Por su parte, la devoción del Señor de Tlaxcala, se hace
en el llamado “Oasis de Nuevo León”.
Bustamante fue fundado por tlaxcaltecas en 1687 con el nombre de San Miguel de
la Nueva Tlaxcala. Se sabe que en 1688 los
tlaxcaltecas Bernabé García y su esposa Ana María, consiguieron que el cura
párroco del Real de Ramos Salinas, San Luis Potosí, don Nicolás de Saldívar, hizo
la donación de la imagen del Santo Cristo para que fuera reparada y destinada a
esa población. El entonces obispo de Guadalajara fray Felipe Galindo otorgó un
auto de protección en 1700 a favor del matrimonio García para que no se las
quitaran. Desde entonces el Señor de Tlaxcala es venerado con todos los oficios
y funciones religiosas y civiles en Bustamante, en donde acuden numerosos
vecinos del norte del estado y del sur de Texas. Recientemente en una
restauración, se dieron cuenta de que el cristo está tallado en madera.
A menos de 10 kilómetros de Bustamante está el antiguo
Real de Minas de San Pedro Boca de Leones, actual Villaldama. Ahí en el templo
parroquial que originalmente formó parte de un hospicio franciscano establecido
por fray Antonio Margil de Jesús a
principios del siglo XVIII, hay una imagen de un crucificado en tamaño natural
propio de un niño. Dicen que el cristo fue realizado con la momia de un franciscano.
Le llaman “el Cristo del Secreto”,
pues aseguran que en el antiguo archivo parroquial se guardaba un documento en
el daba a conocer que un franciscano al morir en olor a santidad, (muy devoto
de la crucifixión del Señor) donó su cuerpo para que sirviera de base para la
escultura. Otros dicen que en el interior del cristo está un testamento de un
donante y que en el mismo relata la existencia de un tesoro escondido, pero
también tiene la maldición de quien intente sacarlo, se condenará al fuego
eterno.
En la antigua estación del Potrero de Villaldama, está la
imagen de un cristo venerado por los inmigrantes de origen preferentemente centro
americano que pasan por el lugar, a quien guardan especial respeto y devoción.
El cristo también de hechura similar al resto, tiene en su tórax un corazón que
se activa con una especie de resorte que lo hace mover. Da la impresión de que
palpita. El cristo estaba en la hacienda de Mamulique en Salinas Victoria. Ahí
los nuevos propietarios decidieron deshacerse de él y se lo dieron a un
carretonero que lo llevó al Potrero de Villaldama, éste se lo dio a un vecino
que le construyó una pequeña capilla. Cuentan que una ocasión, unos hondureños
que iban rumbo a Texas, cansados, con hambre e incluso hasta heridos, pasaban
la noche debajo de un puente que se forma entre las vías de ferrocarril.
Entonces se les apareció un viejito que les dijo que más adelante encontrarían
ayuda. Al día siguiente llegaron a la capilla en donde vieron al cristo y lo
identificaron con la persona que se les había aparecido en la noche anterior.
Al santo Cristo de Saltillo se le venera desde 1608,
cuando el señor Santos Rojo la adquirió en la feria de Jalapa en Veracruz. Fue
llevada originalmente a la Capilla de las Ánimas y desde 1672 se le llevó a la
capilla anexa al templo parroquial de Santiago Apóstol, que es la actual
Catedral de Saltillo.
El cristo que se venera en Guadalupe es uno de los más
populares. Se le conoce como el Señor de la Expiración. Cuando llegó a la
población, tanto españoles como tlaxcaltecas acudieron al llamado y al no
encontrar el dueño del burro, le despojaron la caja, la abrieron y se dieron
cuenta de que contenía a un crucificado. Llevaron la imagen al altar para
después enterrar al mensajero que les llevó la imagen. Desde entonces se le
festeja año con año, con feria en la plaza y celebraciones litúrgicas. En su
novenario se le lleva a pasear por los lugares que integran el territorio
parroquial.
El 25 de octubre de 1802, un santacatarinense de nombre
José Albino de Treviño dejó en su testamento una libra de cera en honor a señor
de la Expiración del templo del pueblo de Guadalupe. Es de las referencias más
antiguas en honor a una devoción de las más representativas y tradicionales del
Nuevo Reino de León cuya fiesta se realiza el 9 de agosto. El templo está
frente a la plaza principal de la actual ciudad Guadalupe, Nuevo León y comenzó
a construirse a mediados del siglo
XVIII. Al santo Cristo se le conoce como el “Señor de la Expiración”, el "Señor del Pueblo" o el "Señor de la Lluvia". La imagen del cristo es de caña de maíz,
de hechura tlaxcalteca y pertenece al siglo XVII. Cada 9 de agosto se le hace
una procesión por las calles del pueblo. Durante el verano, cuando la sequía apremia
en la región, muchos devotos acuden a
este templo para hacer una oración y pedir el don bendito de la lluvia. Dicen
que cuando los fieles de la parroquia de nuestra señora de Guadalupe sacan al
cristo de su templo para hacer una peregrinación, regularmente llueve media hora después. Es
fama de que a veces no quiere salir del templo, pues dicen que quienes lo
intentan cargar no pueden con él. O también que cuando escaseaban las lluvias,
era llevado hasta la catedral de Monterrey y que en el trayecto la procesión
encabezada por la Hermandad del Señor llegaba completamente seca y que en una
buena porción de la hoy zona metropolitana caía una pertinaz lluvia.
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