Antonio Guerrero
Aguilar, Cronista de la Ciudad de Santa Catarina
Un ilustre médico
regiomontano me decía que la figura del oso debería estar en el escudo de Nuevo
León. Recordé que la bandera del estado de California posee un oso. En estos
tiempos se han visto muchos de ellos, específicamente en municipios montañosos
que tienen reserva territorial correspondiente al Parque Nacional Cumbres de
Monterrey. Mi amigo el ecologista Luis Esparza, especialista en cuidado
ambiental, que los osos se atreven a bajar a las zonas urbanas cuando buscan nuevo territorio o alimento como
uvas silvestres, tejocotes, madroños y chapotes. La población se ha reproducido
exponencialmente, la invasión del hombre y el cambio de uso del suelo de sus
hábitats son la causa de que los veamos más seguido. Lo cierto es que también se
ven a las hembras con sus crías en los patios, casas, escuelas y parques de
varios municipios de Nuevo León.
El oso como animal
y ser viviente, es algo excepcional y misterioso para el ser humano. Los
cazadores nómadas y recolectores lo reverenciaron al plasmar su imagen en
petrograbados, pinturas rupestres y estatuillas. Alrededor de él hay una serie
de consejas y supersticiones. Algunos pueblos de la antigüedad hacían ritos de
iniciación con los más jóvenes a quienes colocaban una piel de oso. Los indios
norteamericanos los veneraban como si fueran personas queridas que habían
reencarnado en ellos, por eso lo consideran como un hermano. Para los
escandinavos el oso es el rey de los animales y de la naturaleza. En la edad
media el oso aparecía en los escudos y blasones, a tal grado que Federico II de
Alemania fundó la Orden del Oso en 1213 como un grupo de caballeros al servicio
y defensa de la Iglesia.
Los griegos
pensaban que las dos constelaciones, tanto la de la Osa Mayor y Menor, tenían
que ver con Callistos, una bella dama compañera de Artemisa que fue amada por
Zeus y que al morir se convirtió en una constelación. Callistos fue hija del
rey arcadio Lición. Al quedar embarazada por Zeus, Hera tuvo celos de ella; por
eso cuando nació su hijo los convirtió en osos. Zeus dolido por tal acción, los
llevó hasta el cielo en donde se convirtieron en constelaciones. Hera pidió a
los dioses que las osas nunca se perdieran de vista en el océano para observarlas
todas las noches. Estas constelaciones son consideradas para los pueblos del
mediterráneo como el origen del universo.
La estrella polar como
punto orientador por excelencia, es la última estrella de la Osa Menor. Estas
constelaciones están muy de cerca con el signo zodiacal de Libra. Los antiguos
pastores del noreste mexicano dividían la noche en tres tiempos través de la Osa
Menor: prima, modorra y alba. Pensaban que las cuatro estrellas principales de
la Osa Mayor son ladrones que quieren atacar a la estrella polar y que las
cuatro estrellas de la Menor son guardias de ella. En cambio los celtas vieron en el oso a un animal asombroso que
conjunta lo bestial y salvaje con lo celestial y lo divino. Especialmente porque
su piel refleja lo tenebroso y la luz de las estrellas. Consideraban al oso como
hijo del perro que refuerza el carácter totémico y común de ambos animales
Coloquialmente
hablando, hacer el oso es algo bochornoso, como un error que se comete en
público. Pero también hacer el oso significa galantear y enamorar a alguien,
haciendo toda clase de cosas para llamar su atención. La palabra que termina en
oso tiene que ver con lo abundante y rico. Tal vez por eso se le regala a la
dama pretendida un oso de peluche. Es un espíritu protector, por eso también se
los damos a los niños pequeños. Hay nombres que nos recuerdan al oso, como Arturo
y Úrsula. Para los celtas, Arturo tenía que ver con la realeza y podía hacer
todo, excepto matar osos. El apellido García supuestamente en vasco significa
oso. Para dormir a los niños se les cuentan relatos en torno a los osos y
brujas del bosque, como aquel de ricitos de oro pues los osos son los amos y
señores de los bosques. O de seres humanos que se convertían en osos para
proteger los bosques y la naturaleza de los mismos.
El oso representa
el ciclo de la regeneración vital, de la vida y de la muerte. Duerme y muere en
el invierno para luego despertar y resucitar en la primavera. Se le considera
el signo del conocimiento interior y del esfuerzo y sacrificio necesario para
el autoconocimiento y evolución como personas. Cuando el oso ingresa a una cueva a hibernar, es como si
regresara a los orígenes y al vientre de la madre Tierra. Representa la fuerza
salvaje de la naturaleza. Desde el punto de vista totémico y familiar, están
emparentados con los perros. Curiosamente el oso panda no es un oso, más bien pertenece
a una familia cercana a los mapaches. En consecuencia, el oso es un
intermediario entre el mundo físico y sensible con el mundo espiritual y
trascendente. Es el maestro de la
iniciación al conocimiento profundo del universo, como deidad protectora y
nutricia, al igual que los valores maternales de la osa que cuida en extremo a
sus crías. También protege al mundo interior y natural de los seres humanos. Supuestamente
la grasa, la carne y la piel del oso tienen cualidades curativas. Se hacen amuletos
con sus dientes y garras ya sea como adorno o para atraer la buena suerte. Por
su forma de vida está más bien relacionado con la Luna y sus ciclos.
Hay varias especies
de osos: el gris, pardo, negro, polar, hormiguero, etc. El oso negro o “ursus americano” es la única especie que
habita en México. Regularmente vive en donde hay matorrales, desiertos y
bosques, aunque tradicionalmente se cree que pertenecen a lugares boscosos y
serranos. Hay muchos osos en Nuevo León aunque se desconoce su número exacto.
Son carnívoros pero comen lo que encuentran, preferentemente materia vegetal y
algo de carroña, peces, miel e insectos. Su movilidad tiene que ver con la
búsqueda de alimentos, preferentemente en otoño, cuando inician la hibernación
para sobrevivir en el invierno. Los biólogos de la región dicen que la variedad
de osos que vemos regularmente, duermen periodos más cortos. Baja su
metabolismo y su sueño es más profundo. Para ello eligen cuevas, cavidades y
troncos de árboles. Se recomienda no alimentarlos, no tirar basura con desechos
orgánicos que los atraigan y cuidarlos porque es una especie en vías de
extensión. Y más ahora, pues hay una multa de 3.5 millones de pesos para quien
alimente a los osos.
Es un animal común
en las zonas montañosas y altas de Nuevo León. Había pobladores que criaban o
domesticaban osos. Yo recuerdo a un oso en el restaurante El Álamo en San Pedro
de los Salazares en Santiago, Nuevo León,
al cual le daban a beber cerveza. En muchos ranchos y casas del noreste,
su piel es usada como tapete. Dicen que los osos siguen a las personas, tienen
ademanes como personas, los espían y hasta les hacen señas en especial a las
mujeres. Han visto a los osos tirar piedras cuando quieren algo con
alguien. La gente de las montañas cuenta
que las osas se roban a los hombres y los osos a las mujeres. Incluso que hasta
han embarazado a mujeres con las cuales han procreado seres excepcionales,
mitad humano y mitad oso. Yo conocí a una persona de Montemorelos a quien
apodaban Juan Oso, porque creían que era hijo de un oso y de una mujer
originaria de Villa de García que fue robada por un oso. Supuestamente los osos
mantenían relaciones con mujeres y las encerraban en cuevas junto con sus
crías. A veces los cazadores y pastores los seguían hasta sus madrigueras y los
osos mataban a sus crías de puro coraje. Hay una conseja en Iturbide que nos
habla de una pareja de compadres que al pecar, en señal de castigo se
convirtieron en osos. Recientemente
escuché decir a una locutora que era muy bueno ver a los osos en su hábitat
natural. Tal vez el oso con sus instintos ve como el ser humano se quedó con su
hábitat natural.
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