Antonio Guerrero Aguilar, Cronista de Santa Catarina
Tenemos un día dedicado al “Patrimonio de Nuevo León” apoyado por las instancias
culturales ya sea públicas, privadas, educativas y civiles. Todas proponen adoptar una actitud de cuidado, resguardo, rescate y difusión del
patrimonio que tenemos, así como también preocuparnos por lo que debemos dejar
a nuestros hijos y futuras generaciones. Hasta se realizan foros en materia de cultura en recintos oficiales como el congreso local, donde curiosamente
invitan a personas sabedoras de la materia, pero que algunas no son de aquí. Todos
ellos tal intelectuales tradicionales; revisan, analizan, comentan y hasta
critican la situación del estado patrimonial que tenemos, del que ya se perdió
y del que se corre el riesgo de perder.
El concepto “Patrimonio”
viene de una palabra compuesta de origen latino: pater, patris que significa padre y de munire que significa servir. Literalmente el patrimonio es lo que
está al servicio del padre o jefe de familia que deja testimonios, legados y
cosas para sus hijos. Matrimonio será entonces “servicio de la madre”, de “Matris
munere”. Por cierto, una vez San Francisco de Sales sentenció: "¡Ay del monje si tiene dinero en el
banco!, pero ¡ay del Padre de familia y esposo si no tiene dinero en el banco!,
pues los hijos tienen derecho a recibir en herencia, cuando éstos fallecen”.
Claro que también se aplica al patrimonio de una nación, de un estado como el
de Nuevo León y de los municipios que lo integran; quienes deberían hacer todo
lo posible por preservarlo.
Entonces tenemos una doble responsabilidad: en primera
instancia conocer qué nos dejaron y luego pensar qué dejaremos a quienes nos
siguen. Especialmente en una entidad como la nuestra en la cual estamos
destruyendo o descuidando lo que tenemos. No pasa un día en que sepamos por los
medios y redes sociales, la destrucción o alteración del entorno patrimonial. También
es cierto que estamos produciendo nuevas formas y sentido de patrimonio
cultural. Pero no es tan trascendente ni está hecho con materiales duraderos o
valiosos como para preservarlos a la posteridad.
Por lo pronto, si quieres cuidar una entidad patrimonial
significativa; debemos informar al Instituto Nacional de Antropología e Historia
si éste pertenece hasta fines del siglo XIX. O denunciar al Instituto Nacional
de Bellas Artes si corresponde al siglo XX. A nosotros como ciudadanos
interesados e involucrados, nos corresponde procurar y darles mantenimiento
adecuado. Documentar su historia y arquitectura. Evitar su deterioro y exigir para
que no se dañe más de lo que ya está. Si un monumento pierde una parte, puede
ser afectado por elementos naturales como la lluvia y el viento. Mantenerlo limpio
sin basura y hierba que le ocasionen humedad. Revisar periódicamente los
elementos del edificio, pues los acabados son como la ropa que nos cuida de los
factores climatológicos-ambientales y por eso deben estar en buenas condiciones.
A los cabildos de los municipios les toca promover y
proponer declaratorias de zonas de resguardo patrimonial y dar conocimiento a
las instancias como el INAH y el INBA. También hacer catálogos de conservación
y conocimiento. Que la gente de patrimonio de Conarte y del INAH realicen más
labores de concientización, conocimiento y catalogación del patrimonio que
tenemos y nos queda. No son entes
aislados que obliguen su búsqueda, sino al revés, que ellos salgan a buscar y
acercar a todos los interesados. Que se instale una delegación o una oficina
representativa más en forma del INBA, pues no la tenemos; si acaso funciona
como enlace.
El patrimonio histórico es la herencia cultural propia
del pasado de una comunidad, con la que ésta vive en la actualidad y que
transmite a las generaciones presentes y futuras. Como se advierte, el concepto
de patrimonio cultural es subjetivo y dinámico, no depende tanto de los objetos
o bienes sino de los valores que la sociedad les atribuyen en cada momento de
la historia y determinan qué bienes son los que hay que proteger y conservar
para la posteridad. Y cuando se haga la zona de resguardo patrimonial, ésta
debe abarcar el paisaje urbano que le rodea y que también desde el punto de
vista social y económico comience su rescate y conservación de todo lo que existe
en la misma.
Como se advierte, la palabra patrimonio nos refiere a
bienes que heredamos de nuestros padres y de los padres de nuestros padres. Nos
remonta hasta el tiempo en que la existencia de los individuos estaban más
apegados a de las familias y ésta en la de los pueblos. El patrimonio
corresponde la de los pueblos y corresponde también, en este sentido la noción
de colectividad. Es una realidad muy vasta: todo aquel testimonio de los
valores y el trabajo de las generaciones pasadas, forma hoy parte de los bienes
individuales o sociales que han merecido y merecen conservarse.
El patrimonio es lo que unas generaciones transmiten a
otras y no necesariamente son cosas: son también ideas, conocimientos,
representaciones del mundo, valores, costumbres y tradiciones, además de
objetos, testimonios y documentos de otras épocas. La tradición se transmite de
generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y
grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su
historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y
contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la
creatividad humana. El patrimonio arquitectónico como de un edificio; las ruinas de un edificio o de un conjunto de
edificios que con el paso del tiempo, han adquirido un valor mayor al
originalmente asignado y trasciende el encargo original. Este valor puede ser cultural o emocional, físico o
intangible, histórico o técnico. Las obras de arquitectura implican el rescate del entorno
donde se ubican dejaría de ser lo que es.
La conservación del patrimonio no presupone únicamente
las disposiciones jurídicas y las tareas para proteger del deterioro físico y
de la amenaza de agentes sociales y naturales a monumentos históricos, obras de
arte, vestigios arqueológicos, testimonios y documentos, sino los conceptos y
los medios para atender la conservación. Así como considerar las realidades lingüísticas, tradiciones
musicales, técnicas artesanales, valores, modos de vida o visiones de la
realidad. No se restringe a los testimonios materiales del pasado, que dan
cuenta de un rico proceso histórico de formación de valores, sino que comprende
también las formas vivas en que esos valores encarnan en la actualidad.
La cultura como el patrimonio son entidades vivas y
cambiantes; la preservación del patrimonio cultural tangible y la del
patrimonio intangible habrá de ser enriquecido con la creatividad del presente
para constituir, a su vez, el legado para las generaciones futuras. La conservación del patrimonio cultural comprende también
la compleja realidad del acervo intangible de elementos culturales que sustenta
en sus diferentes estratos la vida social. No es estático y abarca las representaciones que los
pueblos se hacen de su cultura en los diferentes procesos históricos y
sociales. Con el reconocimiento de formas culturales diversas, integradas en un proceso
de integración social, que aumente el grado de conciencia de la identidad nacional.
Cuando todo esto se contemple y no se vea el día del patrimonio como una feria con comidas,
bailables y fandangos solamente, estaremos fincando nuestra grandeza en el
legado que otros nos dejaron.
Y si esos organismos saben que hay ciudadanos al margen
de los grupos y grillas culturales, pues que nos inviten. El resguardo
patrimonial es gran pastel que todos pueden probar y que como suele suceder,
solo lo dejan de postre a las élites que representan la cultura.
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