Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina
En estos 400 años, la Virgen del
Roble, llamada también como la Virgen del Nogal, la Madre de Dios del Reino,
Reina del Nuevo Reino de León y Nuestra Señora del Roble ha tenido al menos seis
templos dedicados en su honor. Después de su milagroso hallazgo, los primeros
pobladores entendieron el mensaje de la Virgen para tener una capilla en el
lugar donde la dejaron los misioneros. Existe la posibilidad de que fuera muy
modesta con muros de adobe. El templo comenzó a desmoronarse y por ende,
decidieron llevarse la imagen a una capilla lateral de la parroquia de
Monterrey en donde se le veneró por más de un siglo y medio.
Al tomar posesión de la diócesis fray
Rafael José Verger en 1782, fue uno de los principales promotores de la
devoción de nuestra Señora del Roble, ordenando levantar un templo más grande
en su honor. Entre 1785 y 1788 pusieron los cimientos y una vez concluido lo
techaron con bóveda de cañón, contando con el apoyo del gobernador Manuel de
Bahamonde. Lamentablemente se cayó a
principios del siglo XIX.
El 22 de diciembre de 1817 el
cabildo de la ciudad otorgó formalmente el terreno en donde se comenzó a
edificar una capilla, así como para el establecimiento de un cementerio, para dar
“reconocimiento y recuerdo de los
singulares favores que esta ciudad ha recibido siempre de su liberal mano
siendo singular entre ellos su aparición milagrosa que según la tradición
antigua de nuestros predecesores se ejecutó en el citado lugar del Roble”.
El terreno medía 74 varas de frente y 117 de fondo, lindando por el sur con la
calle de la Alameda (actual 15 de mayo); por el norte con el solar de Francisco
Quintanilla; por el poniente con la calle que llamaban de la Catedral Nueva y
por el oriente con solar Josefa Sáenz.
Según la devoción, nuestra Señora del
Roble salvó a la ciudad de unas epidemias ocurridas en 1833 y 1844. Los fieles
la tenían por prodigiosa y por eso el 9 de abril de 1849, los vecinos del
barrio del Roble pidieron al alcalde de Monterrey Gregorio Zambrano, un permiso
para sacar en procesión a la imagen por tres días a fin “de que intercediera con Dios para que aplaque la enfermedad que nos
amenaza...”. No aceptaron la petición pues tenían prohibidas las reuniones
públicas, por el riesgo de contagio de la epidemia.
Al tomar posesión de la diócesis en
1853, el obispo Francisco de Paula y Verea decidió construir un templo más
adecuado a las necesidades espirituales de la feligresía regiomontana. En una
ceremonia especial del 8 de diciembre de 1853, exactamente el día en que el
papa Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, el
pastor colocó la primera piedra del santuario, contando con el apoyo económico
y moral de numerosas familias. Destacan las aportaciones que hizo el entonces
gobernador don Santiago Vidaurri. Para dirigir los trabajos, contrataron al
constructor Mariano Peña. Mas el exilio
del señor Verea y la aplicación de las leyes de Reforma, detuvieron las obras
bajo la responsabilidad del sacerdote Alejandro González Garza y luego del
padre Manuel Martínez Guerra quien estuvo como encargado del santuario entre
1873 y 1878. Precisamente en ese año, se
hizo la primera fiesta de la titular del templo. Como los trabajos se hacían
lentamente, surgió la expresión “¿quién
verá acabar el Roble?”.
El primer libro de bautizos comenzó
el 15 de abril de 1865, como Vice Parroquia del Santuario de Nuestra Señora del
Roble. El 8 de septiembre de 1884, el
obispo Ignacio Montes de Oca y Obregón consagró el templo que tenía tres naves y los muros de sillar al
cual le faltaba solo la cúpula. Bendijo tres altares menores, uno dedicado a la
Virgen de Guadalupe en honor al señor obispo fray Rafael José Verger, otro para
San Juan Nepomuceno en honor al obispo Francisco de Paula Verea y otro dedicado
a San Ignacio de Loyola, su santo patrono. En 1886 murió el padre Manuel y sus
restos fueron depositados en la nave central del templo. El 19 de diciembre de
1894, el señor arzobispo Jacinto López Romo dispuso la creación de tres nuevas
parroquias: la de la Purísima, Santa Catarina y el Sagrado Corazón. El
santuario del Roble quedó bajo jurisdicción parroquial del Sagrado Corazón.
Como aún no estaba concluido, por un tiempo El Roble fue la sede parroquial.
Ambas atendían las necesidades espirituales de 16 mil habitantes.
Los trabajos continuaron gracias al
entusiasmo de los sacerdotes Lucio de la Garza, Nazario de la Garza, Eleuterio
Martínez, Francisco de la Garza y del padre José Guadalupe Ortiz, quien vio
concluido el templo con su cúpula el 8 de octubre de 1900. La cúpula se hizo en
base a un diseño solicitado al arquitecto Alfredo Giles, pero no lo respetaron
del todo. Por estos tiempos la atención espiritual del templo pasó a los
misioneros del Corazón de María, quienes padecieron el derrumbe de la cúpula a
las 9 de la noche del 24 de octubre de 1905. Otra vez operó el milagro: tras la
búsqueda de los trabajadores, encontraron la escultura de la virgen sin daño
alguno.
El padre Pedro López procuró una
nueva obra, contando con el apoyo de la grey regiomontana que se dedicó a
reunir fondos para levantar el templo, así como del señor arzobispo Leopoldo
Ruiz Flores. El 26 de junio de 1910 hizo la bendición de la casa de la madre de
Dios y celebró misa.
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