Soy Antonio Guerrero Aguilar. En éstas páginas, quiero expresar, manifestar, escribir mis reflexiones, vivencias y apreciaciones sobre lo que veo, de donde vivo, me muevo y existo. Sueños y dolores, Palabra y contexto, reflexión y acción, poesía y narrativa, preguntas y pasión, recuerdos y presencia, dudas y esperanza, transformación y justicia. Mi divisa: "Alios vidi ventos aliasque procellas" (Cicerón) que traducida significa: "Otras tempestades y vientos he visto pasar".
domingo, 29 de marzo de 2015
En honor al municipio de García, Nuevo León
Por Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista Municipal de Santa Catarina
jueves, 26 de marzo de 2015
Las cinco villas de Nuevo León 1851-2015
Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa
Catarina
Agapito García fue gobernador de Nuevo León entre 1851 y
1853. Originario de Cadereyta en donde nació en 1812 y murió en 1890; ocupó en
varias ocasiones el cargo de alcalde. Durante su mandato decretó el 31 de marzo
de 1851, la erección de cinco municipios; o más bien recibieran el título de villa con
nuevos nombres. Hace 164 años se promovió el desarrollo municipal de Nuevo
León, pues de ley se crearon cinco nuevas municipalidades. El Congreso del
Estado por acuerdo del jefe político de la entidad, instituyó por decreto
número 112 que el 31 de marzo de 1851, se establecerían las villas de Apodaca,
García, General Terán, Doctor Arroyo y Mina. También un año antes, en 1850, se
erigieron las municipalidades de Allende en lo que antiguamente era el rancho
del Reparo y San Pedro de Iturbide.
Apodaca es considerado uno de los pueblos más antiguos de
Nuevo León, pues desde tiempos de Luis Carvajal y de la Cueva, don Gaspar
Castaño de Sosa obtuvo mercedes en 1583 para establecer una estancia en el
lugar. Con el correr del tiempo le pusieron San Francisco y luego se le añadió
el apelativo de Apodaca en honor a uno de los obispos que gobernaron la
diócesis de Linares en el año de 1844, llamado don Salvador de Apodaca y Loreto.
Exactamente un día igual pero de 1982, siendo gobernador del estado don Alfonso
Martínez Domínguez, la elevó a categoría de ciudad.
¿Y qué se puede decir de Apodaca? Pues definitivamente es
el motor de Nuevo León. Indudablemente su crecimiento demográfico como
industrial es evidente. Además en su territorio están los dos aeropuertos de
Nuevo León, el Internacional Mariano Escobedo y el del Norte. Apodaca cuenta
con una extensión de 183.5 kilómetros cuadrados. Entre sus hijos ilustres destacan
Moisés Sáenz Garza quien nació en el Mezquital el 16 de febrero de 1888 y promovió
la apertura de la educación secundaria en México.
Por su parte, Villa de García, llamada antiguamente
Hacienda de San Juan Bautista de la Pesquería Grande, se le puso el apelativo
del ilustre ciudadano llamado Joaquín García que nació en ese lugar en 1781 y
falleció en el mismo sitio en 1845. Lugar estratégico conocido desde tiempos de
Alberto del Canto y Luis Carvajal y de la Cueva, cuando dejaron una estancia
mercedada a don Manuel de Mederos en 1583. Luego don Gonzalo Fernández de
Castro la pobló desde principios del siglo XVII.
La historia de Villa de García es muy interesante; pues
tuvo su origen en una hacienda de labor fundada sobre 24 caballerías de tierra
y 30 de ganado menor, que fueron mercedadas y refrendadas en tiempos de don
Martín de Zavala a la viuda de don Gonzalo, de nombre María Rodríguez y a sus
hijos por los servicios realizados en beneficio del rey. Entre el siglo XVII y
XIX estuvo dividida en dos haciendas, la de Capellanía establecida por don
Antonio Fernández Vallejo y la de los Garza, establecida por don Gabriel de la
Garza.
Posteriormente fue una congregación de familias que se
denominó Valle de Pesquería Grande desde 1720 hasta 1851, la legislatura del
Estado le concedió el título de villa, debido a los servicios que dio a Nuevo
León y a la patria, como alcalde de Santa Catarina en 1820, diputado local,
gobernador entre 1829 y 1831, además de senador por Nuevo León. García es la encrucijada
de caminos desde 1577 pues se comunicaba
así mismo con Santa Catarina y Monterrey, con el Valle de Salinas y el Topo de
los Ayalas con Monterrey, con Saltillo a través de Nacataz y Rinconada y con
Monclova a través de Mina y de la antigua hacienda del Anahelo.
El municipio de García forma parte de la zona
metropolitana de Nuevo León y es un lugar sumamente interesante por su historia
y pasado paleontológico, arqueológico y geológico. En la sierra del Fraile están
las Grutas de García. De igual forma, cuenta con numerosas zonas arqueológicas
entre las que destacan la cueva Ahumada, Nacataz e Icamole. Tiene una extensión
territorial de mil 30 kilómetros cuadrados.
Doctor Arroyo recibía desde 1826, el nombre de Valle de
la Purísima Concepción. Punto de enlace y de las rutas que los ganaderos
abrieron desde el siglo XVII que sirvió comunicar la parte sur del Nuevo Reyno
del León con el altiplano central. Se le puso villa de Doctor Arroyo en honor
al doctor en cánones José Francisco Arroyo, originario de Guadalajara. Fue
canónigo de la catedral de Monterrey y diputado al congreso constituyente local
en 1824. El 28 de diciembre de 1876, por acuerdo del entonces gobernador de
Nuevo León, don Genaro Garza García, fue elevada a la categoría de ciudad.
Doctor Arroyo es la esperanza del hombre del desierto y
está en pleno altiplano central. Está a una altura de mil 700 metros sobre el
nivel del mar. Es uno de los municipios con mayor extensión territorial pues
cuenta con poco más de 5 mil kilómetros cuadrados. Su traza urbana es muy
interesante y de rica arquitectura regional. De Doctor Arroyo es el padre
Severiano Martínez, un gran educador de jóvenes con problemas de adaptación
social.
General Terán originalmente se llamó Hacienda de Nuestra
Señora de la Soledad de la Mota y fue establecida por Carlos Cantú y Lorenzo
Pérez de León en 1746. Ya para 1795 contaba con la categoría de valle y lleva
el nombre en honor al ilustre militar e insurgente, el general Manuel Mier y
Terán. En la administración del entonces gobernador de Nuevo León Pedro
Zorrilla Martínez, recibió la categoría de ciudad el 31 de octubre de 1977.
General Terán está en la región oriente y citrícola de Nuevo León y tiene una
extensión territorial de dos mil 453 kilómetros.
Mina, lleva el nombre en honor al ilustre militar
insurgente que llegó a Soto La Marina junto con el padre Mier en 1817. Recibió
originalmente el nombre de San Francisco de Cañas, siendo su principal promotor
don Bernabé de las Casas, quien dejó como dote a su hija llamada María, cuando
se casó con Juan Alonso Lobo Guerrero. De igual forma, don Bernabé dejó a sus
hijos Bernabé y Marcos las tierras que actualmente son Icamole en García y la
antigua hacienda de San José de la Popa. Mina tiene una extensión territorial
de 3 mil 838 kilómetros.
Mina se considera, una veta inagotable de riqueza humana,
arqueológica y paleontológica. Ahí está la zona con mayor número de petro grabados
en Nuevo León que recibe el nombre de Boca de Potrerillos. En su suelo también
está Espinazo, en donde el Niño Fidencio comenzó a curar en la década de los
años 20 en el siglo XX. En los Guerra se pueden apreciar ejemplos de rica y
variada arquitectura tradicional norestense y también sobresale el casco viejo
de la antigua hacienda de San Antonio del Muerto, establecida a mediados del
siglo XIX por Juan José Villarreal y que era el punto obligado que comunicaba
al Valle de las Salinas con Icamole y con el camino a Monclova.
sábado, 21 de marzo de 2015
La primavera
Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina
La primavera es una estación del año que astronómicamente
hablando, comienza en el equinoccio del mismo nombre entre el 19 y 21 de marzo
y termina con el solsticio de verano entre el 21 y 24 de junio. Es el tiempo
cuando los campos reverdecen con mayor vigor y hermosura. En el hemisferio
boreal abarca una parte del mes de marzo, los meses de abril y mayo y una parte de junio, mientras en
el hemisferio austral corresponde a los meses de septiembre, octubre y
noviembre.
Como es la estación que sigue al invierno, la primavera
representa un cambio del clima que se refleja en las plantas; aparecen
numerosas flores vistiendo alegres y llamativos colores acompañados de
sugestivas fragancias. Los animales también disfrutan del buen clima y muchos
de ellos se reproducen en esta época, las aves incuban sus huevos y hasta las
abejas ponen los suyos. En las personas podemos notar igualmente el reflejo de
una estación colorida y alegre que propicia el enamoramiento. A lo mejor de ahí
viene la frase de que un joven enamorado “anda como burro en primavera”.
Entonces, la primavera comprende unos días de marzo, todo
abril y mayo y una parte de junio. El nombre del mes marzo está relacionado con
el dios Marte, quien viajaba en un carruaje tirado por dos caballos, uno
llamado furia y el otro fuga. Además de ser el dios de la guerra, a él pedían
la lluvia para los campos y le consultaban asuntos privados. Abril viene del
latín “aprilis”, o sea el que abre.
Para los romanos era el mes en que se abrían las puertas a la vida y a la
naturaleza aletargada. Mayo viene de “maius”
o “magnus”, dedicado al mes de los
mayores y de los ancianos. También tiene que ver con la diosa Maya, hija del
dios Atlas a quien el dios Júpiter convirtió en montaña. Maya también es considerada
una de las pléyades y madre del dios Mercurio, el mensajero.
Para los romanos sólo había dos estaciones: una
prolongada y la otra breve. La primera estaba compuesta por la suma de lo que
hoy llamamos primavera, verano y otoño, mientras que la más breve era llamada
el “hibernum tempus” y del cual
proviene la palabra invierno. La más prolongada se llamaba ver, veris, que en
español significa verdor, cuya palabra
dio origen a nuestro verano.
Al comienzo de esta estación se llamó “primo vere” o primer verano y más
tarde, “prima vera”, que dio origen
al nombre de primavera. La época más calurosa del año tomó el nombre de “veranum
tempus” que se convirtió en verano. Como se había dicho al principio, la
estación cálida todavía era más prolongada y su período final coincidía con el
tiempo de las cosechas, fue llamado autumnus, voz derivada de “auctus” que significa aumento o
crecimiento, que procedía, a su vez, de “augere”
cuya traducción es la de acrecentar y robustecer. El vocablo latino “autumnus” llegó a nuestra lengua como
otoño.
La primavera es una de las cuatro estaciones de las zonas
templadas, la transición entre el invierno y el verano. Como se advierte, el
término "primavera" proviene de prima (primer) y vera (verdor). Es la
época de media estación donde crecen las plantas y los árboles y finaliza la
época de lluvias. Se le representaba como una bella mujer llamada Perséfone, la
diosa del mundo subterráneo donde habitaba parte del año con Plutón. Cuando
ella visitaba al mundo externo llevaba consigo nueva vida, por eso la
relacionaban con la primavera tras un obscuro invierno.
El inicio de la primavera coincide con el equinoccio, el
momento del año en que el Sol está situado en el plano del ecuador terrestre.
Ese día y para un observador en el ecuador terrestre, el Sol alcanza el cenit.
El paralelo de declinación del Sol y el ecuador celeste entonces coinciden. La
palabra equinoccio proviene del latín “aequinoctium”
y significa noche igual. Ocurre dos veces por año: el 20 o 21 de marzo y el 22 o
23 de septiembre de cada año: período en que los dos polos de la Tierra se
encuentran a igual distancia del Sol, cayendo la luz solar por igual en ambos
hemisferios.
Recientemente algún lector compartió éste cuento respecto
al sentido de la primavera: “Hubo una
época muy lejana en que la tierra solo conocía una estación: el invierno. El
frío era intenso, la nieve cubría llanos y montañas y las plantas no tenían
colores: eran rugosas y opacas. Cierta vez los hombres partieron en busca de
alimentos, que tanto escaseaban, y las mujeres se quedaron cuidando el fuego. El
cielo estaba oscuro, presagiaba tormenta. Y así fue. Un trueno y luego, el
viento y la nieve.
Los días pasaban y
los hombres no regresaban. Los niños lloraban por sus padres y los abuelos por
sus hijos. Las mujeres trataban de mantener la calma para no generar más
malestar. Una madrugada, cuando casi todos habían perdido las esperanzas,
aparecieron en el horizonte los hombres. Extenuados, muertos de frío, ni podían
contar las penurias que habían pasado en las cumbres. Pero había algo…algo que
no podía dejar de contarse. No traían con ellos a Sumac, un adolescente
valiente y noble, que se había perdido en las nieves.
La madre de Sumac,
desesperada, corrió a la montaña mientras sus pies se enterraban en la nieve.
Se escuchaba su voz llamando a su hijo: “¡Sumac, hijo! ¡Sumac!” Y así se perdió
de la vista de todos. Avanzó y avanzó hasta quedar rendida. Fue cuando entonces
oyó la voz de Sumac. La desesperación agudizó su ingenio y pudo rescatar al
muchacho casi helado. ¿A dónde lo llevaría?
El viento le habló,
diciéndole: “Sube con tu hijo a la montaña más alta y toca el cielo”
La madre, con Sumac
en brazos, ascendió de una montaña a otra, y en otra y en otra más, pero el
cielo estaba siempre tan alto…” El viento insistía: “Sube con tu hijo a la
montaña más alta y toca el cielo”
De pronto, un
remolino la envolvió dejándola en la cumbre de un cerro altísimo. La mujer,
cayendo de agotamiento, tocó las nubes que se abrieron como un gran cortinado.
Un trozo de cielo del más puro celeste se fue agrandando. De él brotaron los
rayos de un sol radiante, y deslizándose por ellos bajaron pájaros que poblaron
la tierra de trinos y aleteos, mariposas multicolores llegaron hasta las
plantas en busca de flores que acababan de nacer…El viento se transformó en
suave y tibia brisa, se deshizo la nieve y el agua cristalina corrió en
cascadas juguetonas.
Sumac volvía a la
vida mientras su madre alzaba los brazos al cielo agradeciendo a Inti, el Dios
de sus antepasados, el milagro de la primavera que nacía. Cuentan que desde
entonces después del invierno llega la primavera como madre amorosa, para poner
su nota de calor, belleza y colores en los campos helados de la tierra.
¡Feliz inicio de Primavera!
miércoles, 18 de marzo de 2015
San José de Belén
Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina
Recientemente el papa Francisco I nos recordó la
importancia de la familia en estos tiempos tan difíciles: "frente a la cultura deshumanizadora de la muerte, la familia debe
convertirse en promotora de la cultura del respeto a la vida en todas sus
fases, desde su concepción hasta su ocaso natural". Para la Iglesia
católica San José es el protector de la Sagrada Familia y de la familia
cristiana; al cual se le conoce de distintas formas: patriarca, padre, casto,
confesor, el primero de entre todos los Santos, el santo varón, el hombre justo,
el obrero, el santo silencioso.
La tradición lo hace originario de Belén de Judá, por
ello le llaman San José de Belén, pero también se refieren a él como de
Nazaret. Posiblemente falleció antes del
inicio de la vida pública de Jesús en Nazaret de Galilea. Los padres de José
eran Jacob (Santiago) y Abdit (o Juana) Jacob era natural de Belén. Sus padres
eran Mathan y Estha. Abdit es llamada por algunos Abigail también de Belén
cuyos padres son Eleazar y Abdit.
José es el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret
y, por tanto, es el padre terrenal de Jesús. En los textos griegos señala que
era “teknón”, constructor o artífice. Ya en las traducciones queda como carpintero
(Mt 13, 55): “No es éste el hijo del
carpintero?”, un oficio que enseñó a su hijo: “¿No es éste el carpintero?”.
(Mc 6, 3) Mateo nos lo presenta como “Justo”
(1, 19) y un observante de la Torá (1,18-24) Precisamente San Mateo A nos
muestra parte del drama que al saber que María estaba embarazada. Iba a
repudiarla en secreto porque era justo, pero no era de su agrado que la
apedrearan según lo dispuesto en la Torá (Dt 22,20-21). También es responsable
y fiel protector de la Sagrada Familia
en la huida a Egipto. (2,13)
Mateo y Lucas hacen referencian a su estirpe real: de
Abraham hasta David y de David a José, un total de 42 generaciones (Mt 1, 1-18). Se ignora la fecha de su muerte, aunque se
considera que murió cuando Jesús tenía ya más de 12 años, pero antes del inicio
de su predicación. Lucas menciona que sus padres lo llevaban todos los años a
Jerusalén a la fiesta de la Pascua (2, 41). Después no se le menciona durante
el ministerio público de Jesús, por lo que se presume que murió antes de que
éste tuviera lugar.
San José en la
tradición
Los grandes propulsores del culto a San José fueron Santa
Teresa de Jesús, los carmelitas descalzos, y los jesuitas. Su existencia fue
tratada por diversos padres y doctores de la Iglesia. Incluso hay una
disciplina particular de la teología llamada “josefología”. Por la cercanía a María y Jesús, por ser
observante fiel de los designios divinos,
algunos teólogos católicos sostienen que José subió al cielo en cuerpo y
alma. Para San Ireneo de Lyon: “José, al
igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la
educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la
Iglesia, de la que la María es figura y modelo”.
Agustín de Hipona se refiriere a José y a María: “Lo que el Espíritu Santo ha obrado, lo ha
obrado para los dos. Justo es el hombre, justa es la mujer. El Espíritu Santo,
apoyándose en la justicia de los dos, dio un hijo a ambos”. Según Santo
Tomás de Aquino, había razones de conveniencia para que Jesús naciera de una
mujer casada, para que Jesús no fueses rechazado por ser hijo de una madre
soltera, y para que María no corriese el riesgo de ser lapidada. Lo más
probable es que José rondara los cuarenta años en la época del nacimiento de
Jesús.
Los franciscanos tienen a San José como modelo de fidelidad,
humildad, pobreza y obediencia. Dice San Bernardo que "los cuerpos sombrean la luz; cuando a la
vista se le presenta la luz perfilada por los cuerpos tenemos un icono”. Icono y sombra del Padre se llama a San José.
Santa Teresa de Jesús nos recomienda: “las
grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo,
de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros
santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este
glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas”.
La exhortación apostólica Redemptoris Custos, (Sobre
la figura y la misión de San José en la vida de Cristo y de la Iglesia) escrita
por San Juan Pablo II, publicada el 15 de agosto de 1989, es considerada la
carta magna de la teología de san José: “Llamado
a ser el Custodio del Redentor, «José... hizo como el ángel del Señor le había
mandado, y tomó consigo a su mujer» (Mt 1, 24).
Desde los primeros siglos, los Padres de la Iglesia, inspirándose en el
Evangelio, han subrayado que san José, al igual que cuidó amorosamente a María
y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y
protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y
modelo”.
Al amparo y el
patronato de san José
A San José de le considera patrono y protector del
trabajo, especialmente de los obreros. En 1955 Pío XII le dio una connotación
cristiana a la efeméride del Día Internacional del Trabajo. Lo es también para
los carpinteros, emigrantes, viajeros, de los niños por nacer y de la buena
muerte, pues se supone murió en brazos
de Jesús y María. Es considerado el protector contra la duda. El papa Pío IX lo
proclamó en 1870 patrono de la Iglesia universal porque como padre terrenal de
su cabeza lo es también de su cuerpo místico.
Los seminarios y las casas de formación tienen en san
José como el rector y guía, donde se
formó el Sumo Sacerdote Eterno según el orden de Melquisedec. También para los
maestros porque fue maestro del único Maestro. Protege a quienes se han quedado
sin trabajo o vivienda o los jóvenes que la buscan como el hogar de su futura
familia. Para quienes buscan algo tan amargamente perdido. Patrono de los
constructores y de los ingenieros industriales. De aquellos que se dedican a la
capacitación y la formación profesional de todos los oficios lo invocan pues San
José formó profesionalmente al Hijo de Dios hecho hombre, creador del orden del
universo y de sus causas.
Es patrono y modelo de la vida interior, y de la
exterior, porque la vivió pobre y en silencio: no nos ha llegado de él palabra
alguna. Es ejemplo para la vida seglar y para la vida religiosa.
Los peregrinos pueden invocarle en todas sus necesidades,
hasta para encontrar a Cristo si le pierden, porque él lo hizo antes que ellos.
También de los novios y del
matrimonio. José fue novio casto y fiel.
El nombre de José
Tal vez uno de los nombres más socorridos en la población
masculina es José junto con Jesús, Juan y Francisco. El nombre de José (o
Joseph) es un nombre de origen hebreo que deriva de “yôsef” que significa
“añadir”. La explicación del significado de este nombre se encuentra en el
libro del Génesis: “Entonces se acordó
Dios de Raquel. Dios la oyó y abrió su seno, y ella concibió y dio a luz a un
hijo. Y dijo: “Ha quitado Dios mi afrenta y le llamó José, como diciendo:
Añádeme Yahveh otro hijo” (Gén30, 22-24)
Quienes llevan el
nombre de José les dicen Chepe o Pepe. Aquí en Monterrey un poblador de nombre
José Vera tenía una loma que luego el segundo obispo fray Rafael José Verger
consiguió para construir el palacio episcopal de nuestra Señora de Guadalupe en
1787. A esa loma le decían de Chepe Vera. Dicen que el acrónimo Pepe viene de
P.P. “Padre Putativo” como resultante
del conjunto de ambas iniciales. Otros piensan que se trata de una versión
reducida de Jusepe (antigua versión del nombre en español).
José constituye uno de los tres pilares que componen el
modelo de la familia cristiana, tanto en su aspecto interno (en las relaciones
entre los distintos miembros que la integran) como en el externo (la familia en
la sociedad). En sentido estricto no es un padre adoptivo, pues no hubo ninguna
adopción. Dios lo eligió para constituir una familia para Jesús. Y tal familia
se caracterizó por sólo tres elementos: padre, madre e hijo. José, un hombre
justo, se caracterizó en sus relaciones familiares, por dar una trato de máximo
respeto y apoyo a María y por servir de modelo, por voluntad de Dios, a Jesús.
En la solemnidad de San José en el año 2013, el papa Francisco
refirió los alcances de la custodia que caracteriza a este santo: “¿Cómo ejerce José esta custodia? Con
discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una
fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta
el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en
todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los
momentos serenos de la vida como los difíciles, en el viaje a Belén para el
censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático
de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y
después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó
el oficio a Jesús.”
La iconografía de
San José
La popularidad de San José fue creciendo con el correr
del tiempo y su iconografía también fue variando con los años. En las imágenes y esculturas de san José vemos la vara florida de almendro, nardo o
azucena que significa la castidad y la pureza. Vestido con un manto que cae
desde sus hombros, y una túnica. En algunos países de Ibero América le colocan
una corona real, generalmente de plata. Se le representa impasible, callado, fuerte,
altivo cargando al Niño Jesús en brazos y en la mano derecha lleva una vara
florida, con azucena o nardo. A veces también con el serrucho de carpintero.
Hasta el siglo XIV tiene una apariencia de anciano y con
carácter de secundario. A partir del siglo XV maduro pero más joven. En los tiempos paleocristianos siempre junto a
la Virgen María, llevando ordinariamente como distintivo un cayado (bastón con
el extremo superior curvo); o un báculo en forma de T y un libro y no puede
faltar una herramienta de trabajo como un destral o hacha, con una sierra. En
nuestros templos no faltan imágenes de san José con el Niño en brazos, símbolo
que nos lleva a lo sentimental, resaltando la cercanía y el cariño entre ambos.
A veces la paloma del Espíritu Santo aparece sobre las
flores de la vara. Esta representación tiene su origen en los evangelios apócrifos:
para buscarle esposo a la virgen María, fueron convocados al templo un hombre
de cada tribu de Israel. José fue por la tribu de Judá. Cada varón debía llevar
una vara, que dejaron sobre el altar. Al día siguiente el sacerdote ingresó al
Sancta Sanctorum y un ángel tomó la vara más pequeña, la de José.
Milagrosamente la vara floreció, y la paloma del Espíritu Santo surgió de ella,
señalando al elegido para desposar a María. Así se cumplió lo narrado por el profeta
Isaías: “Y saldrá una rama de la raíz de
Jesse, y una flor saldrá de su raíz”. (Is 11,1-4)
San José en la
tradición popular
En la Iglesia católica se le festeja el 19 de marzo. En
el rito ortodoxo, el domingo siguiente a la Navidad, en el rito mozárabe el 3
de enero y el 1 de mayo San José Obrero
como fiesta del trabajo. Al menos en México sobresalen éstas formas de
conmemorarlo. Durante el Adviento, una persona madura vestido como san José
pide posada para su familia. Llegan a cada casa, tocan, cantan y entran para
rezar el rosario. El 19 de marzo se le preparan reliquias: comida en su honor
con diversos y suculentos platillos que ponen a disposición de los invitados.
El anfitrión tiene el deber moral de atender a quien llega e incluso se ofrece
a lavarle los pies en señal de humildad y servicio. También se le hacen
coloquios, representaciones con aspectos relevantes de la vida de san José y de
sus intervenciones en la vida de las personas.
Una de las jaculatorias de las Doce Verdades nos habla de
los Ocho Gozos. En realidad se trata de la tradición josefina que recuerda los
dolores y gozos de San José son una práctica de devoción basada en una antigua
tradición. Nos recuerda los principales dolores y gozos de la vida de San José;
para ello la Iglesia le dedica los siete domingos anteriores a su
festividad del 19 de marzo. También se
puede practicar esta devoción en cualquier otra época del año.
El 22 de enero de 1836, el papa Gregorio XVI concedió a
todos los fieles que recen con devoción los Gozos y Dolores en siete domingos
previos a la festividad de San José, otorgando 300 días de indulgencia. Luego
el papa Pío IX amplió las indulgencias el 1 de febrero de 1847, si se hace la
oración acompañada de confesión, comunión y visita de algún templo, pidiendo
por las necesidades del santo padre y de la Iglesia. Comienza una oración: “Pues sois santo sin igual/ y de Dios el más
honrado: / sed, José, nuestro abogado/
en ésta vida mortal. Antes que hubieseis nacido, ya fuisteis
santificado, / y ab eterno destinado/ para ser favorecido: /nacisteis de
esclarecido/ linaje y sangre real”.
En el primer domingo se recuerda un dolor y una alegría:
cuando estaba dispuesto a repudiar a su inmaculada esposa y cuando el Arcángel
le reveló el sublime misterio de la encarnación. Se reza una oración y luego el
Padre Nuestro y un Gloria al Padre. En el segundo domingo el dolor de ver nacer el niño Jesús en la
pobreza pero el gozo al escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar
la gloria de esa noche. En el tercer domingo
el dolor de ver la sangre del niño Salvador fue derramada en su
circuncisión y la alegría dada con el nombre de Jesús.
El cuarto domingo: el dolor en la profecía de Simeón, al
predecir los sufrimientos de Jesús y María. Pero la alegría al escuchar la
predicción de la salvación y gloriosa resurrección de innumerables almas. El
quinto domingo el dolor: en su afán de educar y servir al Hijo del Altísimo,
especialmente en el viaje a Egipto, más la alegría de tener siempre con él a
Dios mismo, y viendo la caída de los ídolos de Egipto. En el sexto domingo el
dolor: a regresar a su Nazaret por el miedo a Herodes y la alegría al regresar
con Jesús de Egipto a Nazaret y la confianza establecida por el Ángel. El
séptimo domingo, el dolor de perder a Jesús, y lo busca con angustia por tres
días más la alegría por encontrarlo en medio de los doctores en el Templo.
lunes, 16 de marzo de 2015
Tradición josefina en Nuevo León
Antonio Guerrero
Aguilar, Cronista de Santa Catarina
En otras páginas he tratado la relación de santos con el
patronato y el nombre de muchos de nuestros pueblos. Desde San Juan Bautista,
Santiago Apóstol, San Pedro y San Pablo, de Santa Catarina Mártir y de
advocaciones marianas como nuestra señora de El Carmen y de Guadalupe. En ésta
ocasión quiero tratar la devoción a San José en Nuevo León.
Tenemos muchos templos y parroquias que le rinden respeto.
En Monterrey sobresalen las parroquias y templos de San José de los Padres
Josefinos enfrente del hospital de zona del IMSS, en 15 de Mayo casi esquina
con Cuautémoc. San José en El Uro elevada a parroquia desde 1991. San José de
la Montaña en el Topo Chico en 1986. En Apodaca, San José, colonia La Noria de
1993. En Santiago, San José en El Barrial. En San Nicolás de los Garza, San
José Obrero ubicada en la colonia Cuauhtémoc , elevada a la categoría de
parroquia en 1963 y la Sagrada Familia en la colonia Chapultec de 1952. San
José es el patrono de Sabinas Hidalgo cuya elevación a parroquia data de 1863 y
Los Ramones en 1974 al igual que el templo del municipio de General Treviño,
cuyo patronato corresponde a San José.
Zaragoza, Nuevo León surgió como una misión dedicada a
San José. En 1626, fray Lorenzo Cantú del convento de Charcas, siguiendo a un
grupo indígena conocido como “negritos bocalos” que salieron del Gran Tunal,
actual Matehuala y llegaron hasta un sitio montañoso, repleto de bosque y un
gran río al que llamaron Río Blanco. Ahí fundaron dos misiones: San José del
Río Blanco y Santa María de los Ángeles del
Río Blanco. Ambas a la vera de un maravilloso río cuya blancura nos
recuerda a la pureza y en ese lugar nace el río con ese nombre. Mina tiene a
San José de la Popa y en García estaba la hacienda de San José de las Mitras. Y
en Galeana está la ex hacienda de San José de Raíces.
El principal promotor de la figura de San José vivió un
tiempo en Monterrey. Se trata del padre José María Vilaseca quien nació el 19
de enero de 1831 en Igualada, España. En 1853 llegó a México para ingresar a la
Congregación de la Misión de los padres paúles en 1853. Fue ordenado sacerdote
en 1856. Tres años después fundó en Monterrey una casa de su congregación. En
1867 la congregación se hizo cargo del Seminario de Monterrey, convirtiéndose
en rector de su comunidad entre 1868 y 1869. Promotor de las publicaciones
cristianas entre ellas el Propagador de la devoción a San José y la Sagrada
Familia vigente hasta el día de hoy. En
1872 fundó dos congregaciones una para mujeres que lleva el nombre de las Hijas
de María y del Señor San José y otra para varones. Desterrado por la
persecución, regresó a México dejando la congregación y entrar de lleno a su
nueva familia de los Misioneros Josefinos en 1877. Murió en México el 2 de
abril de 1910. Se distinguió como misionero, educador, escritor de temas
sagrados y fundó asilos y hospitales. Tiene abierta una causa de canonización.
Los padres o misioneros josefinos se hicieron cargo del
templo de San José en Monterrey el 9 de noviembre de 1902, siendo arzobispo de
Monterrey don Santiago de la Garza Zambrano. Este templo es muy antiguo.
Supuestamente se comenzó la construcción de un templo dedicado a San José en
1780 allá por el rumbo poniente. El templo pronto se hizo popular entre los
fieles regiomontanos, por su buen prestigio y el cariño de los devotos que
acudían a misa.
Con el correr del tiempo, el padre Juan María Tronce, un
sacerdote procedente de San Antonio, Texas, se hizo cargo de la parroquia de
San Miguel en Bustamante en 1887. Luego fue nombrado en 1892 primer capellán
del templo de San José, especialmente para destinarlo como oratorio. El
edificio se hizo en un terreno donado
por José M. Anguiano y su señora esposa Josefa Castañeda. Luego intervino un
misionero josefino de nombre Vidal Rojo en la construcción de la casa de Dios
dedicada a San José.
El templo está en frente del hospital de Zona del IMSS y
los padres josefinos apoyan la pastoral de la salud. Cada día 19 hacen misa por
los enfermos. Los josefinos son muy conocidos, pues además de promover la
devoción a San José administran el sacramento de la confesión. Como parte del trabajo pastoral, desde su
llegada a Nuevo León, hubo misioneros josefinos que trabajaron en algunas
parroquias del estado mientras las religiosas josefinas atendieron el hospital
de San Vicente de Paul y mantenían un colegio en Monterrey. También las
hermanas del Verbo Encarnado enseñaban en un colegio llamado de San José que
luego se convirtió en el Colegio Mexicano.También hay una congregación llamada
Oblatos de San José quienes atienden desde 1952 la parroquia del Espíritu Santo
en la colonia Anáhuac en San Nicolás de los Garza.
También la devoción josefina en Coahuila es notable, la
parroquia de Cuatro Ciénegas está dedicada a San José. En Ramos Arizpe hay una
comunidad llamada San José de los Nuncio. En Saltillo había un colegio llamado
de San José que se convirtió en el prestigiado Ateneo Fuente.
domingo, 8 de marzo de 2015
El día de Mujer
Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina
El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la
Mujer, el cual fue establecido en 1910, para recordar la muerte de muchas
trabajadoras de la industria de la confección en la ciudad de Nueva York el 8
de marzo de 1857, quienes exigían mejores condiciones de trabajo y derecho al
voto. A partir de esa fecha se ha generado una tendencia social que pretende
devolver y valorar el papel de la mujer en la sociedad, como pilar de la
familia, como agente de cambio, promotora social y económica de la familia.
Actualmente, los aportes de los estudios de género le conceden igualdad social
y de oportunidades en los ámbitos donde prevalece la posición del hombre. En
consecuencia, aún se discrimina, menosprecia y desvalora el papel que la mujer.
En éstos tiempos, la mayoría de las mujeres viven en la marginación. Esta se muestra en
tendencias estadísticas que pone a la mujer mexicana en posición desfavorable
económica y social frente al varón: bajísimo nivel de vida y de ingresos,
expuesta a la violencia intrafamiliar, negación de su papel en la sociedad y
como parte integrante de los más pobres, necesitados y marginados de nuestra
sociedad.
Es falso que detrás de cada hombre hay una gran mujer.
Ellas van al lado y a veces a la vanguardia. En los momentos más decisivos de
nuestra historia vamos a encontrar mujeres, planeando, estudiando, participando
o siguiendo a los protagonistas de nuestra historia. Y prueba de ello, son los
innumerables nombres y ejemplos de heroínas que construyen y dan un sentido
nuevo a la historia nacional. Parafraseando a Octavio Paz, la mujer se presenta
al mexicano como pasión, muerte, misterio y destino. Y se dice, que la actitud
del mexicano hacia la mujer, la representa en un matriarcado en la que
sobresalen las figuras de la madre buena, abnegada y fiel: la Virgen de
Guadalupe, cuya contraposición es la madre mala y violada: la fregada. Entre
ambos polos está la mujer mala pero arrepentida: la Llorona y la madre buena
pero traidora: la Malinche.
Actualmente México tiene casi 120 millones de habitantes,
de los cuales el 50.5 son mujeres y el 49.5 son hombres. Vemos que la mujer
ocupa y participa más en la vida social, política y económica de nuestro país.
Por ejemplo, vemos participación mayoritaria de ellas en carreras que
antiguamente eran cotos privilegiados para los varones. Si nos damos una vuelta
por las facultades de medicina, ingeniería mecánica y derecho nos daremos
cuenta de que ya son mayoría. En la cultura y en la educación, son las que
ocupan los principales puestos directivos. Siempre ponen la muestra de cómo se
trabaja con iniciativa y entrega al servicio de una causa. Como muchas más
están participando en la vida de nuestra entidad. Por cierto, hace poco en una
escuela de Santa Catarina, una niña en un discurso dijo: “si los hombres hacen huella, las mujeres
hacen a los hombres”.
La historia de México está repleta de casos en los que la
mujer participó activamente. Recordemos que una de las promotoras de nuestra
independencia fue Josefa Ortiz de Domínguez, nacida en Valladolid, hoy Morelia
en 1768. Se casó con el Lic. Miguel Domínguez, quien fue Corregidor de la
Ciudad de Querétaro. En su casa se reunían los principales jefes insurgentes
como Allende e Hidalgo. Ella fue la mediadora entre su esposo y de los que
buscaban la independencia de México. Después
de la aprehensión de Hidalgo y Allende, fue confinada a un convento. Cuando
Iturbide se proclamó emperador, fue invitada para ser dama de honor de la
emperatriz, pero nunca aceptó ningún cargo u homenaje por su participación en
la insurgencia. Murió en 1829 en la Ciudad de México.
Otra heroína de la Independencia es Leona Vicario. Ella
nació en la Ciudad de México en 1789. Fue colaboradora, informante y
patrocinadora de los insurgentes. Durante la guerra de independencia se casó
con Andrés Quintana Roo. Cuando terminó la guerra fueron restituidos sus
bienes. Murió en la Ciudad de México en 1842.
No obstante y debido al papel esencial de la mujer en
nuestra historia, siempre ha permanecido al margen de ella. Aquí bien cabe la
máxima que sostiene que detrás de cada hombre a una gran mujer: Margarita Maza
como acompañante de Juárez, la emperatriz Carlota como contraparte femenina y
de la realeza europea con Maximiliano de Habsburgo, Carmelita Romero como domesticadora y
conciencia positiva de Porfirio Díaz. Por
ejemplo, en la novela Los bandidos de Río Frío de Manuel Payno encontramos la típica
situación de la mujer durante el siglo XIX: la
vida social, política y económica la hacen los hombres, la mujer a la casa.
Tenía poco acceso a la educación y tenía dos ocupaciones: la casa o el
convento.
Como se advierte, un papel meramente secundario. Una
muestra de lo anterior es la famosa epístola de Melchor Ocampo que en algunos
lugares del país se sigue leyendo durante la ceremonia del matrimonio civil y
en la cual se hace referencia de que la
mujer es dulce, abnegada, su ámbito es el hogar y su función es la
comida y el cuidado de los hijos. De igual forma, vemos mujeres en la gesta
revolucionaria. La revolución fue hecha por soldados errantes que llevaban a su
familia al combate. Así surgieron las “Adelitas” que con actitud estoica, sufrida y desinteresada acompañaban al soldado. Si éste moría, la mujer debía arrejuntarse con otro para procurar su
mantenimiento.
No obstante, hubo
señales que promovían la reivindicación social de la mujer desde fines del
siglo XIX, cuando surgió de manera institucional un movimiento feminista para
establecer la igualdad de los sexos y el
derecho por igual a la educación. Y durante el porfiriato surgieron grupos de
mujeres que exigían una mayor participación y un mejor gobierno a Porfirio Díaz
y fue en Yucatán donde se verificó el primer congreso feminista en 1919. También
ahí obtuvieron derecho al voto en 1949. A nivel nacional lo alcanzaron durante
el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines en 1953. Pero cabe señalar que la primera
mujer en ocupar una alcaldía en México,
fue la Señora Orfelinda Villarreal en la municipalidad de Higueras, Nuevo León.
Y con justa razón, vaya nuestra sincera
felicitación a las mujeres en éste su día y en los otros restantes del año.
martes, 3 de marzo de 2015
El origen del apellido Elizondo en el noreste
Antonio Guerrero Aguilar/
Cronista de Santa Catarina
Elizondo es una localidad
perteneciente a Navarra, España. Es la capital del Valle de Baztán situado a
menos de 60 kilómetros de Pamplona. Sus orígenes están relacionados con el país Vasco. Emplazado a
ambos lados del río Bidasoa o Baztán. Pues bien, éste apellido tiene que ver
con la formación de una dinastía muy difundida por el noreste mexicano desde el
siglo XVI. El genearca de los Elizondo se llama Francisco de Elizondo y
Urdiñola, bautizado en Oyartzun en el país vasco en 1598. Llegó a la Nueva España para
asentarse en Zacatecas. Estaba casado con Magdalena de Aguilar con quien procreó
once hijos. A principios del siglo XVII, adquirió la hacienda de Saín en la jurisdicción
de Sombrerete. Luego la familia quedó establecida en
Mazapil en donde formaba parte de la élite, teniendo numerosas minas, haciendas
de beneficio y otras riquezas. El ilustre minero falleció en junio de 1653.
Del testamento se desprende que era vecino y minero de Mazapil,
natural del Valle de Oyarzum, provincia de Guipuzcoa en los reinos de Castilla,
hijo legítimo de Juanes de Elizondo y de Isabel de Urdiñola, ya difuntos y
vecinos del mismo valle.
El testamento señala la existencia de los once hijos pero solo
menciona a Lucía de Elizondo, María de Aguilar, Francisco de Elizondo, Thomás
de Elizondo, Juan de Elizondo, Nicolás de Elizondo, Josepha de Elizondo e
Isabel Berdugo. Francisco de Elizondo y Aguilar llegó a ser capitán y se casó
con María Beatriz González de Paredes de Olea. Tuvieron por hijos a Bartholomé,
Juan, Francisco, Pedro, Nicolás, María y Beatriz.
Pedro de Elizondo nació en Saltillo en 1671. Para 1725 residía en
Monterrey. Aquí el gobernador Pedro de
Sarabia Cortés lo nombró teniente de gobernador, cargo que ocupó con cuatro
gobernadores más. En 1737 fue ascendido a general. Se casó con María de la
Garza y Rentería quien murió en 1747. Ella era hija del capitán Miguel de la
Garza González Hidalgo, (m. 1697) y de María Gertrudis de Rentería de García de
Sepúlveda, hija de Jacinto García de Sepúlveda y Clara de Rentería Fernández de
Castro, (m. 1668) Pedro de Elizondo murió el 3 de julio de 1749 y fue enterrado
en el templo parroquial ahora catedral de Monterrey.
Un hijo de Pedro se llamó Bartolomé de Elizondo, se casó con
Xaviera González de Ochoa Treviño. Tuvieron dos hijos: Joseph Marcos y Juana
Josepha. Joseph Marcos se casó en 1751 en el templo de Guadalupe del Valle de
las Salinas con María Josefa Villarreal, hija de Nicolás de Villarreal y Juana
María González. El originario de Monterrey, ella del Valle del Carrizal de los
Ayguales, formado por los actuales municipios de Ciénega de Flores, General
Zuazua, Marín, Higueras y Doctor González. Marcos murió en Pesquería Grande en
1782. Tuvieron por hijos a José Miguel (1753), José Máximo (1755) casado en Pesquería Grande en 1782 con Juana
Josefa de la Garza,José Vicente (1762) casado en Pesquería Grande con Rosalía de la
Garza, Francisco Ignacio (1766) casado en Pesquería Grande el 5 de noviembre de
1787 con Gertrudis García, José Nicolás (1768), casado en Pesquería Grande con
María de Jesús García, José María de Jesús (1773) casado en Pesquería Grande en 1799 con
María Josefa de Treviño, hija de Pedro José Treviño y Antonia Margarita García. Ignacio y Gertrudis tuvieron por hijos a María de Loreto, María
Guadalupe Loreto, José Manuel Martín, José Rafael Eusebio, María Concepción, María
Elena, María Crisanta, José Miguel Guadalupe. María Gertrudis García murió en 1797 al
nacer José Rafael Eusebio.
Nicolás nació en 1783. Se casó con María de Jesús García. Estuvo
en el sitio de Baján como alférez. En 1826 fue comisionado para el reparto de
las misiones de Vizarrón y de Peyotes. Bautizó a la nueva población como
Rosales. En 1834 fue primera autoridad en Gigedo. Repartió las misiones en
Guerrero, San Juan de la Mata y las de Vizarrón. Fue jefe de partido de
Guerrero entre 1828 y 1830 y murió en 1834.
Su hija Victoriana nace en Pesquería Grande el 5 de marzo de 1809.
En 1826 se casó con José Francisco Madero Gaxiola quien murió en 1833. Tienen
cuatro hijos: Micaela, Evaristo, María de Jesús y Francisca. Se vuelve a casar
en 1835 con Victoriano Navarro de San Antonio, Texas. Fue militar y político en
la región. Tuvieron tres hijos: Guadalupe, Raimundo y Domingo. El primero
casado con Dolores Garza, Domingo con María Encarnación Zepeda y Raimundo con
Ninfa de la Garza. Victoriana murió en 1853. María de Jesús Madero se casa con
Gregorio Díaz, Francisca con José María Cárdenas y Micaela murió en 1842 a los
17 años. Las familias Elizondo de Múzquiz, Coahuila son descendientes de Ignacio,
Nicolás, Máximo, José María y de Rosalía.
Como se advierte, esos Elizondo emparentaron con los García de
Quintanilla de Santa Catarina y luego con Francisco Madero y Gaxiola. Lucas García
y Juliana de Quintanilla tuvieron once hijos, uno de ellos llamado José
Cristóbal García quien se casó con Josefa Buentello. Un hijo de la pareja se
llamaba José Luis García quien se casó con Ana de la Garza, padres a su vez de
José Antonio García casado con Ana Josefa de la Garza y tuvieron por hijos a
Joaquín quien fue el primer alcalde de Santa Catarina y dos hermanas María
Gertrudis y María de Jesús, casadas con Ignacio y Nicolás Elizondo; ambos
participaron en la aprehensión de Hidalgo y Allende en Acatita de Baján el 21
de marzo de 1811. Nicolás fijó su residencia en el distrito del Río Grande en
el norte de Coahuila. Una hija llamada Victoriana se casó con José Francisco
Madero y Gaxiola. Ellos tuvieron un hijo y tres mujeres. El niño se llamó
Evaristo Madero Elizondo quien se casó en primeras nupcias con Rafaela
Hernández y al enviudar con Manuela Farías Benavides. El primogénito del clan
se llamaba Francisco Madero, casado con doña Mercedes González Treviño de
Monterrey, padres de una dinastía en donde figuran Francisco Ignacio y Gustavo
Adolfo Madero, quienes murieron en febrero de 1913 durante la Decena Trágica.
Está algo enredado el asunto familiar, pero bien se puede considerar a los Elizondo
y los Madero como parte de la historia de Santa Catarina y de Villa de García
pues son descendientes de los fundadores de nuestro pueblo.
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Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.
- Antonio Guerrero Aguilar
- Santa Catarina, Nuevo León, Mexico