domingo, 29 de marzo de 2015

En honor al municipio de García, Nuevo León

Por Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista Municipal de Santa Catarina



La antigua Pesquería Grande fue conocida desde tiempos de Alberto del Canto en 1577, quién pobló el lugar como estancia y de descanso para los viajeros que recorrían la villa de Santiago de Saltillo hasta el pueblo de Santa Lucía.  A la llegada de los primeros pobladores, habitaban la región los indios llamados agüeros. Posteriormente el fundador del Nuevo Reino de León, don Luis Carvajal y de la Cueva mercedó a Manuel de Mederos, una porción de tierras el 1 de marzo de 1583, bautizándola como estancia de Pesquería.

Luego don Diego de Montemayor, concedió terrenos a la familia del Capitán Gonzalo Fernández de Castro, para que establecieran una hacienda que llamaron de San Juan Bautista de la Pesquería Grande. Misma que fue revalidada el 14 de marzo de 1636 por Martín de Zavala, entonces Gobernador del Nuevo Reino de León. Pronto, el medio hermano de Martín de Zavala, Jacinto García de Sepúlveda emparentó con la familia de don Gonzalo al contrae nupcias con una de sus hijas y así también obtuvo los beneficios como poblador del lugar.

Los motivos que guiaron el establecimiento de la Pesquería Grande, fueron los siguientes: como punto estratégico para la comunicación entre los poblados de Saltillo y Monterrey, la cría de ganado mayor y menor, la producción agrícola y la explotación minera en el antiguo Potrero del Cercado, actualmente Cerro del Fraile.

Respecto al nombre de la Pesquería, existe la versión aun sin comprobar que los antiguos pobladores de tiempos de Alberto del Canto, procedentes de Mazapil, Zacatecas, vinieron  con la intención de buscar indios que trabajaran en las minas de plata. Como el  sitio era un lugar propicio para la pesquisa de indios, por eso le llamaron así tanto a la hacienda como al río, que comunicaba más al noreste con otra hacienda que llamaron de Pesquería y que le decían la Chica, para diferenciarla de la Pesquería Grande.

Por testimonios del siglo XVII sabemos que la Pesquería Grande carecía de arboledas y su agua era muy gruesa e insalubre. Por estar en la confluencia a los caminos de Monterrey con Saltillo y el Valle de las Salinas con Monclova, estaba expuesta a los constantes ataques de los llamados indios bárbaros. Por ejemplo, después del ataque que infringieron Huajuco y Colmillo a Monterrey en 1646, fueron a las inmediaciones del Cerro del Fraile para esconderse.

La antigua hacienda constaba de 30 sitios de ganado mayor (equivalente a 720 hectáreas), saca de agua y 24 caballerías de labor. Con el transcurso de los siglos XVII y XVIII, llegaron otros pobladores que a la larga conformaron las principales dinastías del pueblo como los Rodríguez, González, Treviño, Garza, Elizondo, además de los Fernández, García y Sepúlveda que ya existían.

A fines del siglo XVII se hizo el reparto de la hacienda a los descendientes de don Gonzalo Fernández de Castro y de su esposa doña María Rodríguez que a su vez establecieran puestos y estancias dedicadas a las actividades agropecuarias.

En  1730 la hacienda fue elevada a categoría de valle, que era una jerarquía política que le concedía la facultad de elegir a un alcalde mayor, con la finalidad de evitarles gastos y trabajo de traslado a Monterrey. De hecho, en la descripción e informe que hace Antonio Ladrón de Guevara en 1739, se hace referencia que el Valle de la Pesquería Grande dista ocho leguas de la ciudad de Monterrey. Contaba con alcalde mayor y en lo espiritual, los vecinos acudían al templo parroquial de la ciudad de Monterrey. Abundante en semillas, ganado cabrío y de otros tipos de ganados y en metales plomosos. Se precisaba que la entrada como la salida del Nuevo Reino de León con rumbo a la ciudad de México o de otras provincias como la Nueva Galicia, la Nueva Vizcaya y demás regiones de la Nueva España eran por parajes que le correspondían al valle como la Cuesta de los Muertos y Rinconada, en donde habitaban los feroces indios tobosos y gavilanes.

Para  1754 había en el valle 40 familias que se dedicaban a la cría de ganado mayor y menor. Los vecinos se quejaban de la poca productividad de la tierra pues era muy salitrosa y el agua era muy gruesa.

En una visita del Gobernador del Nuevo Reino de León, Melchor Vidal de Lorca en 1775 describe que:
La Pesquería Grande dista 10 leguas escasas del noroeste, situado en un llano bastante espacioso, al que forman cañón de ásperas serranía, la una llamada de la Rinconada al sur y a la otra de las Salinas al norte; tiene dos puertos principales por donde se introducen los indios bárbaros, que son el de Nacataz al occidente y el de la Culebra al norte; por este hay también entrada al Valle de las Salinas. Nacataz tiene un potrero del mismo nombre de grande extensión y en él hay cuatro entradas o puertos para los enemigos que son: el de los Fierros que sale a Rinconada, el de Barbacoa y el de Gomitas que salen al Valle Perdido y el derramadero de Anhelo con entrada a Icamole y al Cañón de la Culebra; todos caminos fáciles para que entren los indios bárbaros a hostilizar dicho valle. Se compone de familias españolas, diez dichas de  pardos y seis tlaxcaltecas, que hace tiempo de trasladaron al valle. Hay cuatro haciendas llamadas la de los Fernández, los Sepúlvedas, la Capellanía y la de Gabriel de la Garza y también una estancia de ganado mayor de don Fernando del Bosque. Existe ganado menor que les produce buen esquilmo, se cosecha en dicho valle maíz, frijol, caña dulce en abundancia y así como algún trigo. Se dan en abundancia grandes cebollas, granadas, higos, duraznos y otras frutas, las cuales las labores se alimentan del Río Pesquería por distintas acequias o sacas de agua. Los vecinos viven en 94 casas de terrado y cuatro jacales de zacate, con temperatura fresca y aires puros y sanos, con hombres robustos y de gran valor. Hay una compañía de 56 hombres, incluso los oficiales y encontré bien montados, equipados y armados” (sic)

El 21 de marzo de 1808 se erigió en curato separado e independiente del de Monterrey al templo de San Juan Bautista y durante el verano de 1813 el lugar fue escenario de algunos enfrentamientos entre grupos insurgentes y realistas. Se dice que aquí el Obispo Primo Feliciano Marín y Porras convenció a Ignacio Elizondo para que se involucrara en la traición en contra de Hidalgo y Allende. También de que tembló en el lugar en 1814 y en octubre de 1912.

En enero de 1836 solicitaron a los vecinos de la Pesquería Grande, ayuda para la campaña en contra de los texanos que mantenían una revuelta en San Antonio de Béjar. Decían que la Pesquería Grande formaba parte del Departamento de Nuevo León, del Distrito de Monterrey y a la Parroquia de San Juan Bautista. En esa década (1830-1840) una tercera parte de la población había emigrado, debido a que los campos se hallaban salados y los constantes albazos de los llamados indios bárbaros.

A partir del 31 de marzo de 1851, según decreto 112, se le comenzó a denominar Villa de García en honor a Don Joaquín García. La cabecera municipal integró a las antiguas ex haciendas de la Capellanía y la de los Garza. Pero en lugar de los beneficios que esperaban, los vecinos se quejaban de las dificultades e innumerables obstáculos que atravesaban, por lo que constantemente solicitaban el apoyo del Gobierno del Estado.



jueves, 26 de marzo de 2015

Las cinco villas de Nuevo León 1851-2015

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa Catarina

Agapito García fue gobernador de Nuevo León entre 1851 y 1853. Originario de Cadereyta en donde nació en 1812 y murió en 1890; ocupó en varias ocasiones el cargo de alcalde. Durante su mandato decretó el 31 de marzo de 1851, la erección de cinco municipios;  o más bien recibieran el título de villa con nuevos nombres. Hace 164 años se promovió el desarrollo municipal de Nuevo León, pues de ley se crearon cinco nuevas municipalidades. El Congreso del Estado por acuerdo del jefe político de la entidad, instituyó por decreto número 112 que el 31 de marzo de 1851, se establecerían las villas de Apodaca, García, General Terán, Doctor Arroyo y Mina. También un año antes, en 1850, se erigieron las municipalidades de Allende en lo que antiguamente era el rancho del Reparo y San Pedro de Iturbide.

Apodaca es considerado uno de los pueblos más antiguos de Nuevo León, pues desde tiempos de Luis Carvajal y de la Cueva, don Gaspar Castaño de Sosa obtuvo mercedes en 1583 para establecer una estancia en el lugar. Con el correr del tiempo le pusieron San Francisco y luego se le añadió el apelativo de Apodaca en honor a uno de los obispos que gobernaron la diócesis de Linares en el año de 1844, llamado don Salvador de Apodaca y Loreto. Exactamente un día igual pero de 1982, siendo gobernador del estado don Alfonso Martínez Domínguez, la elevó a categoría de ciudad.

¿Y qué se puede decir de Apodaca? Pues definitivamente es el motor de Nuevo León. Indudablemente su crecimiento demográfico como industrial es evidente. Además en su territorio están los dos aeropuertos de Nuevo León, el Internacional Mariano Escobedo y el del Norte. Apodaca cuenta con una extensión de 183.5 kilómetros cuadrados. Entre sus hijos ilustres destacan Moisés Sáenz Garza quien nació en el Mezquital el 16 de febrero de 1888 y promovió la apertura de la educación secundaria en México.

Por su parte, Villa de García, llamada antiguamente Hacienda de San Juan Bautista de la Pesquería Grande, se le puso el apelativo del ilustre ciudadano llamado Joaquín García que nació en ese lugar en 1781 y falleció en el mismo sitio en 1845. Lugar estratégico conocido desde tiempos de Alberto del Canto y Luis Carvajal y de la Cueva, cuando dejaron una estancia mercedada a don Manuel de Mederos en 1583. Luego don Gonzalo Fernández de Castro la pobló desde principios del siglo XVII.


La historia de Villa de García es muy interesante; pues tuvo su origen en una hacienda de labor fundada sobre 24 caballerías de tierra y 30 de ganado menor, que fueron mercedadas y refrendadas en tiempos de don Martín de Zavala a la viuda de don Gonzalo, de nombre María Rodríguez y a sus hijos por los servicios realizados en beneficio del rey. Entre el siglo XVII y XIX estuvo dividida en dos haciendas, la de Capellanía establecida por don Antonio Fernández Vallejo y la de los Garza, establecida por don Gabriel de la Garza.

Posteriormente fue una congregación de familias que se denominó Valle de Pesquería Grande desde 1720 hasta 1851, la legislatura del Estado le concedió el título de villa, debido a los servicios que dio a Nuevo León y a la patria, como alcalde de Santa Catarina en 1820, diputado local, gobernador entre 1829 y 1831, además de senador por Nuevo León. García es la encrucijada de caminos desde  1577 pues se comunicaba así mismo con Santa Catarina y Monterrey, con el Valle de Salinas y el Topo de los Ayalas con Monterrey, con Saltillo a través de Nacataz y Rinconada y con Monclova a través de Mina y de la antigua hacienda del Anahelo.

El municipio de García forma parte de la zona metropolitana de Nuevo León y es un lugar sumamente interesante por su historia y pasado paleontológico, arqueológico y geológico. En la sierra del Fraile están las Grutas de García. De igual forma, cuenta con numerosas zonas arqueológicas entre las que destacan la cueva Ahumada, Nacataz e Icamole. Tiene una extensión territorial de mil 30 kilómetros cuadrados.

Doctor Arroyo recibía desde 1826, el nombre de Valle de la Purísima Concepción. Punto de enlace y de las rutas que los ganaderos abrieron desde el siglo XVII que sirvió comunicar la parte sur del Nuevo Reyno del León con el altiplano central. Se le puso villa de Doctor Arroyo en honor al doctor en cánones José Francisco Arroyo, originario de Guadalajara. Fue canónigo de la catedral de Monterrey y diputado al congreso constituyente local en 1824. El 28 de diciembre de 1876, por acuerdo del entonces gobernador de Nuevo León, don Genaro Garza García, fue elevada a la categoría de ciudad.


Doctor Arroyo es la esperanza del hombre del desierto y está en pleno altiplano central. Está a una altura de mil 700 metros sobre el nivel del mar. Es uno de los municipios con mayor extensión territorial pues cuenta con poco más de 5 mil kilómetros cuadrados. Su traza urbana es muy interesante y de rica arquitectura regional. De Doctor Arroyo es el padre Severiano Martínez, un gran educador de jóvenes con problemas de adaptación social.

General Terán originalmente se llamó Hacienda de Nuestra Señora de la Soledad de la Mota y fue establecida por Carlos Cantú y Lorenzo Pérez de León en 1746. Ya para 1795 contaba con la categoría de valle y lleva el nombre en honor al ilustre militar e insurgente, el general Manuel Mier y Terán. En la administración del entonces gobernador de Nuevo León Pedro Zorrilla Martínez, recibió la categoría de ciudad el 31 de octubre de 1977. General Terán está en la región oriente y citrícola de Nuevo León y tiene una extensión territorial de dos mil 453 kilómetros.



Mina, lleva el nombre en honor al ilustre militar insurgente que llegó a Soto La Marina junto con el padre Mier en 1817. Recibió originalmente el nombre de San Francisco de Cañas, siendo su principal promotor don Bernabé de las Casas, quien dejó como dote a su hija llamada María, cuando se casó con Juan Alonso Lobo Guerrero. De igual forma, don Bernabé dejó a sus hijos Bernabé y Marcos las tierras que actualmente son Icamole en García y la antigua hacienda de San José de la Popa. Mina tiene una extensión territorial de 3 mil 838 kilómetros.


Mina se considera, una veta inagotable de riqueza humana, arqueológica y paleontológica. Ahí está la zona con mayor número de petro grabados en Nuevo León que recibe el nombre de Boca de Potrerillos. En su suelo también está Espinazo, en donde el Niño Fidencio comenzó a curar en la década de los años 20 en el siglo XX. En los Guerra se pueden apreciar ejemplos de rica y variada arquitectura tradicional norestense y también sobresale el casco viejo de la antigua hacienda de San Antonio del Muerto, establecida a mediados del siglo XIX por Juan José Villarreal y que era el punto obligado que comunicaba al Valle de las Salinas con Icamole y con el camino a Monclova.


sábado, 21 de marzo de 2015

La primavera

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina

La primavera es una estación del año que astronómicamente hablando, comienza en el equinoccio del mismo nombre entre el 19 y 21 de marzo y termina con el solsticio de verano entre el 21 y 24 de junio. Es el tiempo cuando los campos reverdecen con mayor vigor y hermosura. En el hemisferio boreal abarca una parte del mes de marzo, los meses de  abril y mayo y una parte de junio, mientras en el hemisferio austral corresponde a los meses de septiembre, octubre y noviembre.


Como es la estación que sigue al invierno, la primavera representa un cambio del clima que se refleja en las plantas; aparecen numerosas flores vistiendo alegres y llamativos colores acompañados de sugestivas fragancias. Los animales también disfrutan del buen clima y muchos de ellos se reproducen en esta época, las aves incuban sus huevos y hasta las abejas ponen los suyos. En las personas podemos notar igualmente el reflejo de una estación colorida y alegre que propicia el enamoramiento. A lo mejor de ahí viene la frase de que un joven enamorado “anda como burro en primavera”.

Entonces, la primavera comprende unos días de marzo, todo abril y mayo y una parte de junio. El nombre del mes marzo está relacionado con el dios Marte, quien viajaba en un carruaje tirado por dos caballos, uno llamado furia y el otro fuga. Además de ser el dios de la guerra, a él pedían la lluvia para los campos y le consultaban asuntos privados. Abril viene del latín “aprilis”, o sea el que abre. Para los romanos era el mes en que se abrían las puertas a la vida y a la naturaleza aletargada. Mayo viene de “maius” o “magnus”, dedicado al mes de los mayores y de los ancianos. También tiene que ver con la diosa Maya, hija del dios Atlas a quien el dios Júpiter convirtió en montaña. Maya también es considerada una de las pléyades y madre del dios Mercurio, el mensajero.

Para los romanos sólo había dos estaciones: una prolongada y la otra breve. La primera estaba compuesta por la suma de lo que hoy llamamos primavera, verano y otoño, mientras que la más breve era llamada el “hibernum tempus” y del cual proviene la palabra invierno. La más prolongada se llamaba ver, veris, que en español significa verdor, cuya palabra  dio origen a nuestro verano.

Al comienzo de esta estación se llamó “primo vere” o primer verano y más tarde, “prima vera”, que dio origen al nombre de primavera. La época más calurosa del año tomó el nombre de “veranum tempus” que se convirtió en verano. Como se había dicho al principio, la estación cálida todavía era más prolongada y su período final coincidía con el tiempo de las cosechas, fue llamado autumnus, voz derivada de “auctus” que significa aumento o crecimiento, que procedía, a su vez, de “augere” cuya traducción es la de acrecentar y robustecer. El vocablo latino “autumnus” llegó a nuestra lengua como otoño.

La primavera es una de las cuatro estaciones de las zonas templadas, la transición entre el invierno y el verano. Como se advierte, el término "primavera" proviene de prima (primer) y vera (verdor). Es la época de media estación donde crecen las plantas y los árboles y finaliza la época de lluvias. Se le representaba como una bella mujer llamada Perséfone, la diosa del mundo subterráneo donde habitaba parte del año con Plutón. Cuando ella visitaba al mundo externo llevaba consigo nueva vida, por eso la relacionaban con la primavera tras un obscuro invierno.


El inicio de la primavera coincide con el equinoccio, el momento del año en que el Sol está situado en el plano del ecuador terrestre. Ese día y para un observador en el ecuador terrestre, el Sol alcanza el cenit. El paralelo de declinación del Sol y el ecuador celeste entonces coinciden. La palabra equinoccio proviene del latín “aequinoctium” y significa noche igual. Ocurre dos veces por año: el 20 o 21 de marzo y el 22 o 23 de septiembre de cada año: período en que los dos polos de la Tierra se encuentran a igual distancia del Sol, cayendo la luz solar por igual en ambos hemisferios.

Recientemente algún lector compartió éste cuento respecto al sentido de la primavera: “Hubo una época muy lejana en que la tierra solo conocía una estación: el invierno. El frío era intenso, la nieve cubría llanos y montañas y las plantas no tenían colores: eran rugosas y opacas. Cierta vez los hombres partieron en busca de alimentos, que tanto escaseaban, y las mujeres se quedaron cuidando el fuego. El cielo estaba oscuro, presagiaba tormenta. Y así fue. Un trueno y luego, el viento y la nieve.

Los días pasaban y los hombres no regresaban. Los niños lloraban por sus padres y los abuelos por sus hijos. Las mujeres trataban de mantener la calma para no generar más malestar. Una madrugada, cuando casi todos habían perdido las esperanzas, aparecieron en el horizonte los hombres. Extenuados, muertos de frío, ni podían contar las penurias que habían pasado en las cumbres. Pero había algo…algo que no podía dejar de contarse. No traían con ellos a Sumac, un adolescente valiente y noble, que se había perdido en las nieves.

La madre de Sumac, desesperada, corrió a la montaña mientras sus pies se enterraban en la nieve. Se escuchaba su voz llamando a su hijo: “¡Sumac, hijo! ¡Sumac!” Y así se perdió de la vista de todos. Avanzó y avanzó hasta quedar rendida. Fue cuando entonces oyó la voz de Sumac. La desesperación agudizó su ingenio y pudo rescatar al muchacho casi helado. ¿A dónde lo llevaría?

El viento le habló, diciéndole: “Sube con tu hijo a la montaña más alta y toca el cielo”
La madre, con Sumac en brazos, ascendió de una montaña a otra, y en otra y en otra más, pero el cielo estaba siempre tan alto…” El viento insistía: “Sube con tu hijo a la montaña más alta y toca el cielo”

De pronto, un remolino la envolvió dejándola en la cumbre de un cerro altísimo. La mujer, cayendo de agotamiento, tocó las nubes que se abrieron como un gran cortinado. Un trozo de cielo del más puro celeste se fue agrandando. De él brotaron los rayos de un sol radiante, y deslizándose por ellos bajaron pájaros que poblaron la tierra de trinos y aleteos, mariposas multicolores llegaron hasta las plantas en busca de flores que acababan de nacer…El viento se transformó en suave y tibia brisa, se deshizo la nieve y el agua cristalina corrió en cascadas juguetonas.

Sumac volvía a la vida mientras su madre alzaba los brazos al cielo agradeciendo a Inti, el Dios de sus antepasados, el milagro de la primavera que nacía. Cuentan que desde entonces después del invierno llega la primavera como madre amorosa, para poner su nota de calor, belleza y colores en los campos helados de la tierra.

¡Feliz inicio de Primavera!


miércoles, 18 de marzo de 2015

San José de Belén

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina

Recientemente el papa Francisco I nos recordó la importancia de la familia en estos tiempos tan difíciles: "frente a la cultura deshumanizadora de la muerte, la familia debe convertirse en promotora de la cultura del respeto a la vida en todas sus fases, desde su concepción hasta su ocaso natural". Para la Iglesia católica San José es el protector de la Sagrada Familia y de la familia cristiana; al cual se le conoce de distintas formas: patriarca, padre, casto, confesor, el primero de entre todos los Santos, el santo varón, el hombre justo, el obrero, el santo silencioso.


La tradición lo hace originario de Belén de Judá, por ello le llaman San José de Belén, pero también se refieren a él como de Nazaret.  Posiblemente falleció antes del inicio de la vida pública de Jesús en Nazaret de Galilea. Los padres de José eran Jacob (Santiago) y Abdit (o Juana) Jacob era natural de Belén. Sus padres eran Mathan y Estha. Abdit es llamada por algunos Abigail también de Belén cuyos padres son Eleazar y Abdit.

José es el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret y, por tanto, es el padre terrenal de Jesús. En los textos griegos señala que era “teknón”, constructor o artífice. Ya en las traducciones queda como carpintero (Mt 13, 55): “No es éste el hijo del carpintero?”, un oficio que enseñó a su hijo: “¿No es éste el carpintero?”. (Mc 6, 3) Mateo nos lo presenta como “Justo” (1, 19) y un observante de la Torá (1,18-24) Precisamente San Mateo A nos muestra parte del drama que al saber que María estaba embarazada. Iba a repudiarla en secreto porque era justo, pero no era de su agrado que la apedrearan según lo dispuesto en la Torá (Dt 22,20-21). También es responsable y fiel protector de la Sagrada Familia  en la huida a Egipto. (2,13)

Mateo y Lucas hacen referencian a su estirpe real: de Abraham hasta David y de David a José, un total de 42 generaciones (Mt 1, 1-18).  Se ignora la fecha de su muerte, aunque se considera que murió cuando Jesús tenía ya más de 12 años, pero antes del inicio de su predicación. Lucas menciona que sus padres lo llevaban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua (2, 41). Después no se le menciona durante el ministerio público de Jesús, por lo que se presume que murió antes de que éste tuviera lugar.

San José en la tradición

Los grandes propulsores del culto a San José fueron Santa Teresa de Jesús, los carmelitas descalzos, y los jesuitas. Su existencia fue tratada por diversos padres y doctores de la Iglesia. Incluso  hay una  disciplina particular de la teología llamada “josefología”.  Por la cercanía a María y Jesús, por ser observante fiel de los designios divinos,  algunos teólogos católicos sostienen que José subió al cielo en cuerpo y alma. Para San Ireneo de Lyon: “José, al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la María es figura y modelo”.

Agustín de Hipona se refiriere a José y a María: “Lo que el Espíritu Santo ha obrado, lo ha obrado para los dos. Justo es el hombre, justa es la mujer. El Espíritu Santo, apoyándose en la justicia de los dos, dio un hijo a ambos”. Según Santo Tomás de Aquino, había razones de conveniencia para que Jesús naciera de una mujer casada, para que Jesús no fueses rechazado por ser hijo de una madre soltera, y para que María no corriese el riesgo de ser lapidada. Lo más probable es que José rondara los cuarenta años en la época del nacimiento de Jesús.

Los franciscanos tienen a San José como modelo de fidelidad, humildad, pobreza y obediencia. Dice San Bernardo que "los cuerpos sombrean la luz; cuando a la vista se le presenta la luz perfilada por los cuerpos tenemos un icono”.  Icono y sombra del Padre se llama a San José. Santa Teresa de Jesús nos recomienda: “las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas”.

La exhortación apostólica  Redemptoris Custos, (Sobre la figura y la misión de San José en la vida de Cristo y de la Iglesia) escrita por San Juan Pablo II, publicada el 15 de agosto de 1989, es considerada la carta magna de la teología de san José: “Llamado a ser el Custodio del Redentor, «José... hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer» (Mt 1, 24).  Desde los primeros siglos, los Padres de la Iglesia, inspirándose en el Evangelio, han subrayado que san José, al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo”.

Al amparo y el patronato de san José
A San José de le considera patrono y protector del trabajo, especialmente de los obreros. En 1955 Pío XII le dio una connotación cristiana a la efeméride del Día Internacional del Trabajo. Lo es también para los carpinteros, emigrantes, viajeros, de los niños por nacer y de la buena muerte,  pues se supone murió en brazos de Jesús y María. Es considerado el protector contra la duda. El papa Pío IX lo proclamó en 1870 patrono de la Iglesia universal porque como padre terrenal de su cabeza lo es también de su cuerpo místico.

Los seminarios y las casas de formación tienen en san José como el rector  y guía, donde se formó el Sumo Sacerdote Eterno según el orden de Melquisedec. También para los maestros porque fue maestro del único Maestro. Protege a quienes se han quedado sin trabajo o vivienda o los jóvenes que la buscan como el hogar de su futura familia. Para quienes buscan algo tan amargamente perdido. Patrono de los constructores y de los ingenieros industriales. De aquellos que se dedican a la capacitación y la formación profesional de todos los oficios lo invocan pues San José formó profesionalmente al Hijo de Dios hecho hombre, creador del orden del universo y de sus causas.

Es patrono y modelo de la vida interior, y de la exterior, porque la vivió pobre y en silencio: no nos ha llegado de él palabra alguna. Es ejemplo para la vida seglar y para la vida religiosa.
Los peregrinos pueden invocarle en todas sus necesidades, hasta para encontrar a Cristo si le pierden, porque él lo hizo antes que ellos.  También de los novios y del matrimonio.  José fue novio casto y fiel.  

El nombre de José

Tal vez uno de los nombres más socorridos en la población masculina es José junto con Jesús, Juan y Francisco. El nombre de José (o Joseph) es un nombre de origen hebreo que deriva de “yôsef” que significa “añadir”. La explicación del significado de este nombre se encuentra en el libro del Génesis: “Entonces se acordó Dios de Raquel. Dios la oyó y abrió su seno, y ella concibió y dio a luz a un hijo. Y dijo: “Ha quitado Dios mi afrenta y le llamó José, como diciendo: Añádeme Yahveh otro hijo” (Gén30, 22-24)

Quienes  llevan el nombre de José les dicen Chepe o Pepe. Aquí en Monterrey un poblador de nombre José Vera tenía una loma que luego el segundo obispo fray Rafael José Verger consiguió para construir el palacio episcopal de nuestra Señora de Guadalupe en 1787. A esa loma le decían de Chepe Vera. Dicen que el acrónimo Pepe viene de P.P. “Padre Putativo”  como resultante del conjunto de ambas iniciales. Otros piensan que se trata de una versión reducida de Jusepe (antigua versión del nombre en español).

José constituye uno de los tres pilares que componen el modelo de la familia cristiana, tanto en su aspecto interno (en las relaciones entre los distintos miembros que la integran) como en el externo (la familia en la sociedad). En sentido estricto no es un padre adoptivo, pues no hubo ninguna adopción. Dios lo eligió para constituir una familia para Jesús. Y tal familia se caracterizó por sólo tres elementos: padre, madre e hijo. José, un hombre justo, se caracterizó en sus relaciones familiares, por dar una trato de máximo respeto y apoyo a María y por servir de modelo, por voluntad de Dios, a Jesús.

En la solemnidad de San José en el año 2013, el papa Francisco refirió los alcances de la custodia que caracteriza a este santo: “¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús.”

La iconografía de San José

La popularidad de San José fue creciendo con el correr del tiempo y su iconografía también fue variando con los años.  En las imágenes y esculturas de san José  vemos la vara florida de almendro, nardo o azucena que significa la castidad y la pureza. Vestido con un manto que cae desde sus hombros, y una túnica. En algunos países de Ibero América le colocan una corona real, generalmente de plata. Se le representa impasible, callado, fuerte, altivo cargando al Niño Jesús en brazos y en la mano derecha lleva una vara florida, con azucena o nardo. A veces también con el serrucho de carpintero.

Hasta el siglo XIV tiene una apariencia de anciano y con carácter de secundario. A partir del siglo XV maduro pero más joven.  En los tiempos paleocristianos siempre junto a la Virgen María, llevando ordinariamente como distintivo un cayado (bastón con el extremo superior curvo); o un báculo en forma de T y un libro y no puede faltar una herramienta de trabajo como un destral o hacha, con una sierra. En nuestros templos no faltan imágenes de san José con el Niño en brazos, símbolo que nos lleva a lo sentimental, resaltando la cercanía y el cariño entre ambos.

A veces la paloma del Espíritu Santo aparece sobre las flores de la vara. Esta representación tiene su origen en los evangelios apócrifos: para buscarle esposo a la virgen María, fueron convocados al templo un hombre de cada tribu de Israel. José fue por la tribu de Judá. Cada varón debía llevar una vara, que dejaron sobre el altar. Al día siguiente el sacerdote ingresó al Sancta Sanctorum y un ángel tomó la vara más pequeña, la de José. Milagrosamente la vara floreció, y la paloma del Espíritu Santo surgió de ella, señalando al elegido para desposar a María. Así se cumplió lo narrado por el profeta Isaías: “Y saldrá una rama de la raíz de Jesse, y una flor saldrá de su raíz”. (Is 11,1-4)

San José en la tradición popular

En la Iglesia católica se le festeja el 19 de marzo. En el rito ortodoxo, el domingo siguiente a la Navidad, en el rito mozárabe el 3 de enero y el 1 de mayo San José Obrero  como fiesta del trabajo. Al menos en México sobresalen éstas formas de conmemorarlo. Durante el Adviento, una persona madura vestido como san José pide posada para su familia. Llegan a cada casa, tocan, cantan y entran para rezar el rosario. El 19 de marzo se le preparan reliquias: comida en su honor con diversos y suculentos platillos que ponen a disposición de los invitados. El anfitrión tiene el deber moral de atender a quien llega e incluso se ofrece a lavarle los pies en señal de humildad y servicio. También se le hacen coloquios, representaciones con aspectos relevantes de la vida de san José y de sus intervenciones en la vida de las personas.

Una de las jaculatorias de las Doce Verdades nos habla de los Ocho Gozos. En realidad se trata de la tradición josefina que recuerda los dolores y gozos de San José son una práctica de devoción basada en una antigua tradición. Nos recuerda los principales dolores y gozos de la vida de San José; para ello la Iglesia le dedica los siete domingos anteriores a su festividad  del 19 de marzo. También se puede practicar esta devoción en cualquier otra época del año.

El 22 de enero de 1836, el papa Gregorio XVI concedió a todos los fieles que recen con devoción los Gozos y Dolores en siete domingos previos a la festividad de San José, otorgando 300 días de indulgencia. Luego el papa Pío IX amplió las indulgencias el 1 de febrero de 1847, si se hace la oración acompañada de confesión, comunión y visita de algún templo, pidiendo por las necesidades del santo padre y de la Iglesia. Comienza una oración: “Pues sois santo sin igual/ y de Dios el más honrado: / sed, José, nuestro abogado/  en ésta vida mortal. Antes que hubieseis nacido, ya fuisteis santificado, / y ab eterno destinado/ para ser favorecido: /nacisteis de esclarecido/ linaje y sangre real”.

En el primer domingo se recuerda un dolor y una alegría: cuando estaba dispuesto a repudiar a su inmaculada esposa y cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la encarnación. Se reza una oración y luego el Padre Nuestro y un Gloria al Padre. En el segundo domingo  el dolor de ver nacer el niño Jesús en la pobreza pero el gozo al escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar la gloria de esa noche. En el tercer domingo  el dolor de ver la sangre del niño Salvador fue derramada en su circuncisión y la alegría dada con el nombre de Jesús.


El cuarto domingo: el dolor en la profecía de Simeón, al predecir los sufrimientos de Jesús y María. Pero la alegría al escuchar la predicción de la salvación y gloriosa resurrección de innumerables almas. El quinto domingo el dolor: en su afán de educar y servir al Hijo del Altísimo, especialmente en el viaje a Egipto, más la alegría de tener siempre con él a Dios mismo, y viendo la caída de los ídolos de Egipto. En el sexto domingo el dolor: a regresar a su Nazaret por el miedo a Herodes y la alegría al regresar con Jesús de Egipto a Nazaret y la confianza establecida por el Ángel. El séptimo domingo, el dolor de perder a Jesús, y lo busca con angustia por tres días más la alegría por encontrarlo en medio de los doctores en el Templo.

lunes, 16 de marzo de 2015

Tradición josefina en Nuevo León

Antonio Guerrero Aguilar, Cronista de Santa Catarina

En otras páginas he tratado la relación de santos con el patronato y el nombre de muchos de nuestros pueblos. Desde San Juan Bautista, Santiago Apóstol, San Pedro y San Pablo, de Santa Catarina Mártir y de advocaciones marianas como nuestra señora de El Carmen y de Guadalupe. En ésta ocasión quiero tratar la devoción a San José en Nuevo León.

Tenemos muchos templos y parroquias que le rinden respeto. En Monterrey sobresalen las parroquias y templos de San José de los Padres Josefinos enfrente del hospital de zona del IMSS, en 15 de Mayo casi esquina con Cuautémoc. San José en El Uro elevada a parroquia desde 1991. San José de la Montaña en el Topo Chico en 1986. En Apodaca, San José, colonia La Noria de 1993. En Santiago, San José en El Barrial. En San Nicolás de los Garza, San José Obrero ubicada en la colonia Cuauhtémoc , elevada a la categoría de parroquia en 1963 y la Sagrada Familia en la colonia Chapultec de 1952. San José es el patrono de Sabinas Hidalgo cuya elevación a parroquia data de 1863 y Los Ramones en 1974 al igual que el templo del municipio de General Treviño, cuyo patronato corresponde a San José.

Zaragoza, Nuevo León surgió como una misión dedicada a San José. En 1626, fray Lorenzo Cantú del convento de Charcas, siguiendo a un grupo indígena conocido como “negritos bocalos” que salieron del Gran Tunal, actual Matehuala y llegaron hasta un sitio montañoso, repleto de bosque y un gran río al que llamaron Río Blanco. Ahí fundaron dos misiones: San José del Río Blanco y Santa María de los Ángeles del  Río Blanco. Ambas a la vera de un maravilloso río cuya blancura nos recuerda a la pureza y en ese lugar nace el río con ese nombre. Mina tiene a San José de la Popa y en García estaba la hacienda de San José de las Mitras. Y en Galeana está la ex hacienda de San José de Raíces.

El principal promotor de la figura de San José vivió un tiempo en Monterrey. Se trata del padre José María Vilaseca quien nació el 19 de enero de 1831 en Igualada, España. En 1853 llegó a México para ingresar a la Congregación de la Misión de los padres paúles en 1853. Fue ordenado sacerdote en 1856. Tres años después fundó en Monterrey una casa de su congregación. En 1867 la congregación se hizo cargo del Seminario de Monterrey, convirtiéndose en rector de su comunidad entre 1868 y 1869. Promotor de las publicaciones cristianas entre ellas el Propagador de la devoción a San José y la Sagrada Familia vigente hasta el día de hoy.  En 1872 fundó dos congregaciones una para mujeres que lleva el nombre de las Hijas de María y del Señor San José y otra para varones. Desterrado por la persecución, regresó a México dejando la congregación y entrar de lleno a su nueva familia de los Misioneros Josefinos en 1877. Murió en México el 2 de abril de 1910. Se distinguió como misionero, educador, escritor de temas sagrados y fundó asilos y hospitales. Tiene abierta una causa de canonización.

Los padres o misioneros josefinos se hicieron cargo del templo de San José en Monterrey el 9 de noviembre de 1902, siendo arzobispo de Monterrey don Santiago de la Garza Zambrano. Este templo es muy antiguo. Supuestamente se comenzó la construcción de un templo dedicado a San José en 1780 allá por el rumbo poniente. El templo pronto se hizo popular entre los fieles regiomontanos, por su buen prestigio y el cariño de los devotos que acudían a misa.

Con el correr del tiempo, el padre Juan María Tronce, un sacerdote procedente de San Antonio, Texas, se hizo cargo de la parroquia de San Miguel en Bustamante en 1887. Luego fue nombrado en 1892 primer capellán del templo de San José, especialmente para destinarlo como oratorio. El edificio se hizo  en un terreno donado por José M. Anguiano y su señora esposa Josefa Castañeda. Luego intervino un misionero josefino de nombre Vidal Rojo en la construcción de la casa de Dios dedicada a San José.

El templo está en frente del hospital de Zona del IMSS y los padres josefinos apoyan la pastoral de la salud. Cada día 19 hacen misa por los enfermos. Los josefinos son muy conocidos, pues además de promover la devoción a San José administran el sacramento de la confesión.  Como parte del trabajo pastoral, desde su llegada a Nuevo León, hubo misioneros josefinos que trabajaron en algunas parroquias del estado mientras las religiosas josefinas atendieron el hospital de San Vicente de Paul y mantenían un colegio en Monterrey. También las hermanas del Verbo Encarnado enseñaban en un colegio llamado de San José que luego se convirtió en el Colegio Mexicano.También hay una congregación llamada Oblatos de San José quienes atienden desde 1952 la parroquia del Espíritu Santo en la colonia Anáhuac en San Nicolás de los Garza.


También la devoción josefina en Coahuila es notable, la parroquia de Cuatro Ciénegas está dedicada a San José. En Ramos Arizpe hay una comunidad llamada San José de los Nuncio. En Saltillo había un colegio llamado de San José que se convirtió en el prestigiado Ateneo Fuente.







domingo, 8 de marzo de 2015

El día de Mujer

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina



El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, el cual fue establecido en 1910, para recordar la muerte de muchas trabajadoras de la industria de la confección en la ciudad de Nueva York el 8 de marzo de 1857, quienes exigían mejores condiciones de trabajo y derecho al voto. A partir de esa fecha se ha generado una tendencia social que pretende devolver y valorar el papel de la mujer en la sociedad, como pilar de la familia, como agente de cambio, promotora social y económica de la familia. Actualmente, los aportes de los estudios de género le conceden igualdad social y de oportunidades en los ámbitos donde prevalece la posición del hombre. En consecuencia, aún se discrimina, menosprecia y desvalora el papel que la mujer. En éstos tiempos, la mayoría de las mujeres  viven en la marginación. Esta se muestra en tendencias estadísticas que pone a la mujer mexicana en posición desfavorable económica y social frente al varón: bajísimo nivel de vida y de ingresos, expuesta a la violencia intrafamiliar, negación de su papel en la sociedad y como parte integrante de los más pobres, necesitados y marginados de nuestra sociedad.

Es falso que detrás de cada hombre hay una gran mujer. Ellas van al lado y a veces a la vanguardia. En los momentos más decisivos de nuestra historia vamos a encontrar mujeres, planeando, estudiando, participando o siguiendo a los protagonistas de nuestra historia. Y prueba de ello, son los innumerables nombres y ejemplos de heroínas que construyen y dan un sentido nuevo a la historia nacional. Parafraseando a Octavio Paz, la mujer se presenta al mexicano como pasión, muerte, misterio y destino. Y se dice, que la actitud del mexicano hacia la mujer, la representa en un matriarcado en la que sobresalen las figuras de la madre buena, abnegada y fiel: la Virgen de Guadalupe, cuya contraposición es la madre mala y violada: la fregada. Entre ambos polos está la mujer mala pero arrepentida: la Llorona y la madre buena pero traidora: la Malinche.

Actualmente México tiene casi 120 millones de habitantes, de los cuales el 50.5 son mujeres y el 49.5 son hombres. Vemos que la mujer ocupa y participa más en la vida social, política y económica de nuestro país. Por ejemplo, vemos participación mayoritaria de ellas en carreras que antiguamente eran cotos privilegiados para los varones. Si nos damos una vuelta por las facultades de medicina, ingeniería mecánica y derecho nos daremos cuenta de que ya son mayoría. En la cultura y en la educación, son las que ocupan los principales puestos directivos. Siempre ponen la muestra de cómo se trabaja con iniciativa y entrega al servicio de una causa. Como muchas más están participando en la vida de nuestra entidad. Por cierto, hace poco en una escuela de Santa Catarina, una niña en un discurso dijo: “si los hombres hacen huella, las mujeres hacen a los hombres”.

La historia de México está repleta de casos en los que la mujer participó activamente. Recordemos que una de las promotoras de nuestra independencia fue Josefa Ortiz de Domínguez, nacida en Valladolid, hoy Morelia en 1768. Se casó con el Lic. Miguel Domínguez, quien fue Corregidor de la Ciudad de Querétaro. En su casa se reunían los principales jefes insurgentes como Allende e Hidalgo. Ella fue la mediadora entre su esposo y de los que buscaban la independencia de México.  Después de la aprehensión de Hidalgo y Allende, fue confinada a un convento. Cuando Iturbide se proclamó emperador, fue invitada para ser dama de honor de la emperatriz, pero nunca aceptó ningún cargo u homenaje por su participación en la insurgencia. Murió en 1829 en la Ciudad de México.

Otra heroína de la Independencia es Leona Vicario. Ella nació en la Ciudad de México en 1789. Fue colaboradora, informante y patrocinadora de los insurgentes. Durante la guerra de independencia se casó con Andrés Quintana Roo. Cuando terminó la guerra fueron restituidos sus bienes. Murió en la Ciudad de México en 1842.

No obstante y debido al papel esencial de la mujer en nuestra historia, siempre ha permanecido al margen de ella. Aquí bien cabe la máxima que sostiene que detrás de cada hombre a una gran mujer: Margarita Maza como acompañante de Juárez, la emperatriz Carlota como contraparte femenina y de la realeza europea con Maximiliano de Habsburgo, Carmelita Romero como “domesticadora” y conciencia positiva de Porfirio Díaz. Por ejemplo, en la novela Los bandidos de Río Frío de Manuel Payno encontramos la típica situación de la mujer durante el siglo XIX: la vida social, política y económica la hacen los hombres, la mujer a la casa. Tenía poco acceso a la educación y tenía dos ocupaciones: la casa o el convento.

Como se advierte, un papel meramente secundario. Una muestra de lo anterior es la famosa epístola de Melchor Ocampo que en algunos lugares del país se sigue leyendo durante la ceremonia del matrimonio civil y en la cual se hace referencia de que  la mujer es  dulce, abnegada,  su ámbito es el hogar y su función es la comida y el cuidado de los hijos. De igual forma, vemos mujeres en la gesta revolucionaria. La revolución fue hecha por soldados errantes que llevaban a su familia al combate. Así surgieron las “Adelitas”” que con actitud estoica, sufrida y desinteresada acompañaban al soldado. Si éste moría, la mujer debía arrejuntarse con otro para procurar su mantenimiento.

No obstante,  hubo señales que promovían la reivindicación social de la mujer desde fines del siglo XIX, cuando surgió de manera institucional un movimiento feminista para establecer la igualdad  de los sexos y el derecho por igual a la educación. Y durante el porfiriato surgieron grupos de mujeres que exigían una mayor participación y un mejor gobierno a Porfirio Díaz y fue en Yucatán donde se verificó el primer congreso feminista en 1919. También ahí obtuvieron derecho al voto en 1949. A nivel nacional lo alcanzaron durante el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines en 1953. Pero cabe señalar que la primera mujer en ocupar una  alcaldía en México, fue la Señora Orfelinda Villarreal en la municipalidad de Higueras, Nuevo León. Y con justa razón, vaya nuestra sincera felicitación a las mujeres en éste su día y en los otros restantes del año.




martes, 3 de marzo de 2015

El origen del apellido Elizondo en el noreste

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina



Elizondo es una localidad perteneciente a Navarra, España. Es la capital del Valle de Baztán situado a menos de 60 kilómetros de Pamplona. Sus orígenes están  relacionados con el país Vasco. Emplazado a ambos lados del río Bidasoa o Baztán. Pues bien, éste apellido tiene que ver con la formación de una dinastía muy difundida por el noreste mexicano desde el siglo XVI. El genearca de los Elizondo se llama Francisco de Elizondo y Urdiñola, bautizado en Oyartzun en el país  vasco en 1598. Llegó a la Nueva España para asentarse en Zacatecas. Estaba casado con Magdalena de Aguilar con quien procreó once hijos. A principios del siglo XVII, adquirió la hacienda de Saín en la jurisdicción de Sombrerete.  Luego la familia quedó establecida en Mazapil en donde formaba parte de la élite, teniendo numerosas minas, haciendas de beneficio y otras riquezas. El ilustre minero falleció en junio de 1653.

Del testamento se desprende que era vecino y minero de Mazapil, natural del Valle de Oyarzum, provincia de Guipuzcoa en los reinos de Castilla, hijo legítimo de Juanes de Elizondo y de Isabel de Urdiñola, ya difuntos y vecinos del mismo valle.
El testamento señala la existencia de los once hijos pero solo menciona a Lucía de Elizondo, María de Aguilar, Francisco de Elizondo, Thomás de Elizondo, Juan de Elizondo, Nicolás de Elizondo, Josepha de Elizondo e Isabel Berdugo. Francisco de Elizondo y Aguilar llegó a ser capitán y se casó con María Beatriz González de Paredes de Olea. Tuvieron por hijos a Bartholomé, Juan, Francisco, Pedro, Nicolás, María y Beatriz.

Pedro de Elizondo nació en Saltillo en 1671. Para 1725 residía en Monterrey.  Aquí el gobernador Pedro de Sarabia Cortés lo nombró teniente de gobernador, cargo que ocupó con cuatro gobernadores más. En 1737 fue ascendido a general. Se casó con María de la Garza y Rentería quien murió en 1747. Ella era hija del capitán Miguel de la Garza González Hidalgo, (m. 1697) y de María Gertrudis de Rentería de García de Sepúlveda, hija de Jacinto García de Sepúlveda y Clara de Rentería Fernández de Castro, (m. 1668) Pedro de Elizondo murió el 3 de julio de 1749 y fue enterrado en el templo parroquial ahora catedral de Monterrey.

Un hijo de Pedro se llamó Bartolomé de Elizondo, se casó con Xaviera González de Ochoa Treviño. Tuvieron dos hijos: Joseph Marcos y Juana Josepha. Joseph Marcos se casó en 1751 en el templo de Guadalupe del Valle de las Salinas con María Josefa Villarreal, hija de Nicolás de Villarreal y Juana María González. El originario de Monterrey, ella del Valle del Carrizal de los Ayguales, formado por los actuales municipios de Ciénega de Flores, General Zuazua, Marín, Higueras y Doctor González. Marcos murió en Pesquería Grande en 1782. Tuvieron por hijos a José Miguel (1753), José Máximo (1755) casado en Pesquería Grande en 1782 con Juana Josefa de la Garza,José Vicente (1762) casado en Pesquería Grande con Rosalía de la Garza, Francisco Ignacio (1766) casado en Pesquería Grande el 5 de noviembre de 1787 con Gertrudis García, José Nicolás (1768), casado en Pesquería Grande con María de Jesús García, José María de Jesús (1773) casado en Pesquería Grande en 1799 con María Josefa de Treviño, hija de Pedro José Treviño y Antonia Margarita García. Ignacio y Gertrudis tuvieron por hijos a María de Loreto, María Guadalupe Loreto, José Manuel Martín, José Rafael Eusebio, María Concepción, María Elena, María Crisanta, José Miguel Guadalupe. María Gertrudis García murió en 1797 al nacer José Rafael Eusebio.

Nicolás nació en 1783. Se casó con María de Jesús García. Estuvo en el sitio de Baján como alférez. En 1826 fue comisionado para el reparto de las misiones de Vizarrón y de Peyotes. Bautizó a la nueva población como Rosales. En 1834 fue primera autoridad en Gigedo. Repartió las misiones en Guerrero, San Juan de la Mata y las de Vizarrón. Fue jefe de partido de Guerrero entre 1828 y 1830 y murió en 1834.

Su hija Victoriana nace en Pesquería Grande el 5 de marzo de 1809. En 1826 se casó con José Francisco Madero Gaxiola quien murió en 1833. Tienen cuatro hijos: Micaela, Evaristo, María de Jesús y Francisca. Se vuelve a casar en 1835 con Victoriano Navarro de San Antonio, Texas. Fue militar y político en la región. Tuvieron tres hijos: Guadalupe, Raimundo y Domingo. El primero casado con Dolores Garza, Domingo con María Encarnación Zepeda y Raimundo con Ninfa de la Garza. Victoriana murió en 1853. María de Jesús Madero se casa con Gregorio Díaz, Francisca con José María Cárdenas y Micaela murió en 1842 a los 17 años. Las familias Elizondo de Múzquiz, Coahuila son descendientes de Ignacio, Nicolás, Máximo, José María y de Rosalía.


Como se advierte, esos Elizondo emparentaron con los García de Quintanilla de Santa Catarina y luego con Francisco Madero y Gaxiola. Lucas García y Juliana de Quintanilla tuvieron once hijos, uno de ellos llamado José Cristóbal García quien se casó con Josefa Buentello. Un hijo de la pareja se llamaba José Luis García quien se casó con Ana de la Garza, padres a su vez de José Antonio García casado con Ana Josefa de la Garza y tuvieron por hijos a Joaquín quien fue el primer alcalde de Santa Catarina y dos hermanas María Gertrudis y María de Jesús, casadas con Ignacio y Nicolás Elizondo; ambos participaron en la aprehensión de Hidalgo y Allende en Acatita de Baján el 21 de marzo de 1811. Nicolás fijó su residencia en el distrito del Río Grande en el norte de Coahuila. Una hija llamada Victoriana se casó con José Francisco Madero y Gaxiola. Ellos tuvieron un hijo y tres mujeres. El niño se llamó Evaristo Madero Elizondo quien se casó en primeras nupcias con Rafaela Hernández y al enviudar con Manuela Farías Benavides. El primogénito del clan se llamaba Francisco Madero, casado con doña Mercedes González Treviño de Monterrey, padres de una dinastía en donde figuran Francisco Ignacio y Gustavo Adolfo Madero, quienes murieron en febrero de 1913 durante la Decena Trágica. Está algo enredado el asunto familiar, pero bien se puede considerar a los Elizondo y los Madero como parte de la historia de Santa Catarina y de Villa de García pues son descendientes de los fundadores de nuestro pueblo.




Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico