Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina
La primavera es una estación del año que astronómicamente
hablando, comienza en el equinoccio del mismo nombre entre el 19 y 21 de marzo
y termina con el solsticio de verano entre el 21 y 24 de junio. Es el tiempo
cuando los campos reverdecen con mayor vigor y hermosura. En el hemisferio
boreal abarca una parte del mes de marzo, los meses de abril y mayo y una parte de junio, mientras en
el hemisferio austral corresponde a los meses de septiembre, octubre y
noviembre.
Como es la estación que sigue al invierno, la primavera
representa un cambio del clima que se refleja en las plantas; aparecen
numerosas flores vistiendo alegres y llamativos colores acompañados de
sugestivas fragancias. Los animales también disfrutan del buen clima y muchos
de ellos se reproducen en esta época, las aves incuban sus huevos y hasta las
abejas ponen los suyos. En las personas podemos notar igualmente el reflejo de
una estación colorida y alegre que propicia el enamoramiento. A lo mejor de ahí
viene la frase de que un joven enamorado “anda como burro en primavera”.
Entonces, la primavera comprende unos días de marzo, todo
abril y mayo y una parte de junio. El nombre del mes marzo está relacionado con
el dios Marte, quien viajaba en un carruaje tirado por dos caballos, uno
llamado furia y el otro fuga. Además de ser el dios de la guerra, a él pedían
la lluvia para los campos y le consultaban asuntos privados. Abril viene del
latín “aprilis”, o sea el que abre.
Para los romanos era el mes en que se abrían las puertas a la vida y a la
naturaleza aletargada. Mayo viene de “maius”
o “magnus”, dedicado al mes de los
mayores y de los ancianos. También tiene que ver con la diosa Maya, hija del
dios Atlas a quien el dios Júpiter convirtió en montaña. Maya también es considerada
una de las pléyades y madre del dios Mercurio, el mensajero.
Para los romanos sólo había dos estaciones: una
prolongada y la otra breve. La primera estaba compuesta por la suma de lo que
hoy llamamos primavera, verano y otoño, mientras que la más breve era llamada
el “hibernum tempus” y del cual
proviene la palabra invierno. La más prolongada se llamaba ver, veris, que en
español significa verdor, cuya palabra
dio origen a nuestro verano.
Al comienzo de esta estación se llamó “primo vere” o primer verano y más
tarde, “prima vera”, que dio origen
al nombre de primavera. La época más calurosa del año tomó el nombre de “veranum
tempus” que se convirtió en verano. Como se había dicho al principio, la
estación cálida todavía era más prolongada y su período final coincidía con el
tiempo de las cosechas, fue llamado autumnus, voz derivada de “auctus” que significa aumento o
crecimiento, que procedía, a su vez, de “augere”
cuya traducción es la de acrecentar y robustecer. El vocablo latino “autumnus” llegó a nuestra lengua como
otoño.
La primavera es una de las cuatro estaciones de las zonas
templadas, la transición entre el invierno y el verano. Como se advierte, el
término "primavera" proviene de prima (primer) y vera (verdor). Es la
época de media estación donde crecen las plantas y los árboles y finaliza la
época de lluvias. Se le representaba como una bella mujer llamada Perséfone, la
diosa del mundo subterráneo donde habitaba parte del año con Plutón. Cuando
ella visitaba al mundo externo llevaba consigo nueva vida, por eso la
relacionaban con la primavera tras un obscuro invierno.
El inicio de la primavera coincide con el equinoccio, el
momento del año en que el Sol está situado en el plano del ecuador terrestre.
Ese día y para un observador en el ecuador terrestre, el Sol alcanza el cenit.
El paralelo de declinación del Sol y el ecuador celeste entonces coinciden. La
palabra equinoccio proviene del latín “aequinoctium”
y significa noche igual. Ocurre dos veces por año: el 20 o 21 de marzo y el 22 o
23 de septiembre de cada año: período en que los dos polos de la Tierra se
encuentran a igual distancia del Sol, cayendo la luz solar por igual en ambos
hemisferios.
Recientemente algún lector compartió éste cuento respecto
al sentido de la primavera: “Hubo una
época muy lejana en que la tierra solo conocía una estación: el invierno. El
frío era intenso, la nieve cubría llanos y montañas y las plantas no tenían
colores: eran rugosas y opacas. Cierta vez los hombres partieron en busca de
alimentos, que tanto escaseaban, y las mujeres se quedaron cuidando el fuego. El
cielo estaba oscuro, presagiaba tormenta. Y así fue. Un trueno y luego, el
viento y la nieve.
Los días pasaban y
los hombres no regresaban. Los niños lloraban por sus padres y los abuelos por
sus hijos. Las mujeres trataban de mantener la calma para no generar más
malestar. Una madrugada, cuando casi todos habían perdido las esperanzas,
aparecieron en el horizonte los hombres. Extenuados, muertos de frío, ni podían
contar las penurias que habían pasado en las cumbres. Pero había algo…algo que
no podía dejar de contarse. No traían con ellos a Sumac, un adolescente
valiente y noble, que se había perdido en las nieves.
La madre de Sumac,
desesperada, corrió a la montaña mientras sus pies se enterraban en la nieve.
Se escuchaba su voz llamando a su hijo: “¡Sumac, hijo! ¡Sumac!” Y así se perdió
de la vista de todos. Avanzó y avanzó hasta quedar rendida. Fue cuando entonces
oyó la voz de Sumac. La desesperación agudizó su ingenio y pudo rescatar al
muchacho casi helado. ¿A dónde lo llevaría?
El viento le habló,
diciéndole: “Sube con tu hijo a la montaña más alta y toca el cielo”
La madre, con Sumac
en brazos, ascendió de una montaña a otra, y en otra y en otra más, pero el
cielo estaba siempre tan alto…” El viento insistía: “Sube con tu hijo a la
montaña más alta y toca el cielo”
De pronto, un
remolino la envolvió dejándola en la cumbre de un cerro altísimo. La mujer,
cayendo de agotamiento, tocó las nubes que se abrieron como un gran cortinado.
Un trozo de cielo del más puro celeste se fue agrandando. De él brotaron los
rayos de un sol radiante, y deslizándose por ellos bajaron pájaros que poblaron
la tierra de trinos y aleteos, mariposas multicolores llegaron hasta las
plantas en busca de flores que acababan de nacer…El viento se transformó en
suave y tibia brisa, se deshizo la nieve y el agua cristalina corrió en
cascadas juguetonas.
Sumac volvía a la
vida mientras su madre alzaba los brazos al cielo agradeciendo a Inti, el Dios
de sus antepasados, el milagro de la primavera que nacía. Cuentan que desde
entonces después del invierno llega la primavera como madre amorosa, para poner
su nota de calor, belleza y colores en los campos helados de la tierra.
¡Feliz inicio de Primavera!
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