Antonio Guerrero Aguilar/
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina
Como Ustedes saben la
ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey se fundó al norte de los
Ojos de Agua de Santa Lucía, en la manzana delimitada por Zaragoza y Escobedo,
5 y 15 de Mayo. Las primeras doce familias construyeron algunas 34 barracas. Algún
viajero que visitó la pomposamente llamada ciudad, decía que las casas eran de
bajareque, un sistema de construcción de viviendas a partir de palos o cañas
entretejidos y barro. En 1612 llovió tanto que la ciudad se trasladó a un sitio
supuestamente más seguro y más alto, con rumbo al sur antes de llegar al río Santa
Catarina.
Ahí el justicia mayor
Diego Rodríguez dispuso la construcción del templo parroquial, de la plaza de
armas como centro urbano y de las casas consistoriales. Así se aseguraba
conjuntar el poder económico: el mercado o plaza del Mercado, ahora llamada
plaza Hidalgo, la Casa Consistorial como sede del cabildo de la ciudad y de dos
templos unidos por un camposanto: el templo parroquial dedicado a nuestra
señora de la Purísima Concepción de María y el convento franciscano de San
Andrés. El primero a cargo del clero secular para dar atención espiritual a los
colonizadores y el otro atendido por los franciscanos, pertenecientes al clero
regular para evangelizar y catequizar a los indígenas.
La nueva ciudad quedó
delimitada al norte por los Ojos de Agua de Santa Lucía, al norte y al sur por
el río Santa Catarina y al poniente no más allá de donde está el barrio de la
Purísima. Desde la plaza se trazó la demarcación territorial de la ciudad: 15
leguas por cada lado. Al este un poco más allá de río San Juan, al sur hasta
donde comienza el valle del Pilón, al oeste la Cuesta de los Muertos y al norte
la Cuesta de Mamulique. Se dispuso la construcción
de la Casas Reales o casa consistorial, en donde el cabildo tenía sus
consistorios, es decir sus juntas. Luego también se le conoce como la casa municipal,
casa del ayuntamiento o edificio del ayuntamiento. Después se les llamó palacio
o presidencia municipal. Cuando llegó don Martín de Zavala en 1626 se hizo un
edificio el cual constaba de un aposento, de una sala y una cárcel, con un costo
de 6 mil pesos. Pero la inundación de 1636 dejó en mal estado el lugar. Hubo
dos inundaciones (1641 y 1648) que terminaron de dañar todo el inmueble.
Entonces el gobernador del
Nuevo Reino de León encargó a Juan Alonso Bazán que se hiciera otra casa consistorial
en 1653. Estaba tenía un aposento para la autoridad, otra para el escribano y
otra para la cárcel. Para 1655 se
concluyeron las obras que fueron pagadas por don Martín de Zavala, quien murió
en 1664. Otra vez las lluvias de 1752 dañaron pero no afectaron del todo a la
construcción. Fue reparada y se le añadieron otros espacios que fueron rentados
para algunos negocios situados en frente de la plaza del Mesón o del Mercado.
Tiempos difíciles indudablemente, pues se dice que entre 1704 a 1722 no hubo
cabildos.
Este conjunto de casas y
construcciones vio la entrada de las tropas insurgentes al mando de Mariano
Jiménez el 26 de enero de 1811, a quien el cabildo de la catedral recibió con
un Te Deum. Por cierto todo el pueblo de Monterrey salió recibirlo con muestras
de júbilo. El 3 de julio de 1813 entraron unos 200 hombres pertenecientes a la
tropa insurgente al mando de José y Martín de Herrera. Llegaron por la calle
Real hoy Morelos y la calle del Colegio Seminario hoy de Zaragoza, a lazo se
llevaron una pieza de artillería. La ciudad estaba resguardada por el capitán
José María Sada quien hizo huir a los rebeldes hacia la Pesquería Grande. Estos
salieron rumbo a Salinas Victoria en donde fueron derrotados el 18 de julio de
1811. Muchos de los insurgentes fueron fusilados en los alrededores de éste
emblemático edificio.
Había piezas de artillería
en los alrededores con las cuales podían se defendían de un ataque. Para 1845
había siete piezas del lado poniente y las del lado norte fueron incendiadas
durante el asedio de los norteamericanos entre el 20 y 24 de septiembre de
1846. Al año siguiente fueron reparadas y se construyó la primera arquería del
lado poniente por don Antonio Morales, las que concluyeron en 1853 siendo su
principal constructor Papias Anguiano.
Había llegado en 1844 procedente de Mazapil. Hizo los arcos enfrente de
la plaza de Armas en 1851, y la ampliación de un segundo piso para el lado
oriente y norte. Ahí está el barandal que da testimonio de ello que tiene las
iniciales E.M.I.A. “El Muy Ilustre Ayuntamiento 1853”. También labró el escudo
de la ciudad que se instaló en el pretil que da frente a la plaza de armas. En
1886 siguieron con la ampliación del lado poniente que fue concluido el 17 de
julio de 1887, con la aportación de dos mil pesos del Colegio de Abogados y el
resto por el cabildo. Aquí estaba un
tablero formado en copete con la leyenda: El
R. Ayuntamiento de 1886-1887.
Este monumento histórico
fue temporalmente la sede del Museo de Historia Natural y el Colegio
Profesional de Señoritas. En 1895 se construyeron las escalinatas con piedra
negra traída del Topo Chico. Al segundo piso se accede por dos escaleras que se
hicieron con dos tramos cada una, colocados en ambos lados de la entrada
oriental o principal. Para 1911 ya tiene
la forma que vemos en la actualidad. Los pisos eran de cemento y sus banquetas.
En 1930 había un café llamado Hélice en Zaragoza y Corregidora. En 1937 todo el
interior fue cubierto por azulejos. Luego en unas remodelaciones,
lamentablemente en 1946 quitaron el escudo de Papias Anguiano para destruirlo
después o se quedó en la casa del alcalde de la época.
El material con el que fue
hecho es de sillar, pero como no resiste mucho peso debieron hacer muros
gruesos. El edificio tiene un aspecto de solidez, pesadez y firmeza. Tiene
cuatro entradas, una por cada lado que dan acceso a un patio central donde
alguna vez hubo naranjos. En el piso superior hay corredores cubiertos formados
por arcos. Por la parte exterior tienen barandales corridos que circundan toda
la construcción y el coronamiento de las fachadas está decorado con
balaustradas de piedra.
Como todo edificio
histórico y antiguo aquí ocurren cosas raras: el 24 de julio de 1854 fue
fusilado el célebre bandido Agapito Treviño en la plaza del Mercado. El 16 de
enero de 1870 murió Miguel Nieto, secretario del ayuntamiento por 45 años. Llegó
a su escritorio, se quitó el abrigo y el sombrero, se sentó a firmar papeles y
murió al sentarse. El condominio acero
fue concluido el 9 de noviembre de 1959. Dicen que se aparecen personas y se
ven sombras misteriosas por los pasillos y rincones. En el segundo piso se ven
niños que juegan con un mecate incluso en la azotea. También un niño con traje
obscuro y de pantalón corto que se asoma por entre los barandales. Una ocasión sujetaron
a un guardia y no lo dejaban que se levantara de su silla. El otro vigilante se
burlaba pues no veía quien impedía moverse a su compañero. En el segundo piso
se ve a un médico pues lleva la bata blanca. Por donde están los baños en el
primer piso, de vez en cuando se aparece una señora de negro a la usanza
antigua; hasta una monjita vestida de blanco que han visto como a las 2 o 3 de
la tarde. Que el maniquí del general Bonifacio Salinas Leal se mueve. Los
cuadros de las exposiciones se bajan de los muros. Una ocasión mandaron a los
miembros del ballet folklórico de Monterrey a ensayar allá arriba, pues estaba
una exposición en el patio central. De pronto todos comenzaron a toser. El
maestro Juan Enrique Estrada se quejó: “qué
le están echando al aire acondicionado, parece que están quemando algo”.
Los guardias subieron y decían que olía a azufre.
En la plaza del Mercado o del
Mesón, era el sitio donde los miembros del cabildo dejaban amarrados a sus
caballos. En 1798 el gobernador Simón de Herrera y Leyva hizo desaparecer el
corral del palacio municipal y lo convirtió en una pequeña plazuela. En la
parte poniente del palacio construyó un portal de arquería de madera y se autorizó
al ayuntamiento para alquilar “cajones” o puestos a los mercaderes. Así surgió
el primer mercado de la ciudad y desde entonces se le llamó Plaza del Mercado,
hoy Plaza Hidalgo. En agosto de 1853, se trasladaron estas vendimias a la Plaza
de La Carne, situada en la manzana que comprende las actuales calles de
Morelos, Juárez, Padre Mier y Leona Vicario. La plazuela ya no se vio invadida
por atajos de asnos y de bestias mulares que llegaban de Saltillo o de otros
pueblos cercanos, cargados de mercaderías para venderlas. Se acabaron allí el
bullicio y la algarabía de los mercaderes. Ahí colocaron la escultura
del padre de la patria encima de un pedestal cuadrangular semejante a una
pirámide. Ahí está la escultura del Padre de la Patria don Miguel Hidalgo y
Costilla, con el brazo levantado en alto
y en actitud majestuosa. De tres metros de altura, hecha de hoja de cobre
repujado, en la Casa H. Mullins de Salem, Ohio fue inaugurada el 25 de febrero
de 1894. Tuvo un costo de 6, 163 pesos.
Siendo alcalde de
Monterrey el Licenciado Leopoldo González Sáenz (1974 a 1976) se mandó
construir el nuevo palacio de Cristal, dejando el viejo palacio como oficinas
del poder judicial. A partir de 1987 se le dio el uso como espacio cultural y
museo de historia.
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