Antonio Guerrero Aguilar/ Escritor y promotor cultural
Así como en
vida y en la muerte fray Servando Teresa de Mier se distingue por ser intrépido,
audaz, inquieto, altivo, muy dado a fantasear a tal grado de que muchos
consideran sus vivencias como “mentiras
servandianas”. Pero eso sí, terco y apegado a sus ideas y principios. Todo
fue novelesco y fantástico en su vida. Fray Servando murió en una habitación
del Palacio Nacional el 3 de diciembre de 1827, asistido espiritualmente por su
casi paisano, casi pariente y opositor en muchas reyertas y discusiones, el
padre Miguel Ramos Arizpe quien fue constituyente y participó activamente en la
elaboración de la “Pepa” como también se le conoce a la Constitución de Cádiz.
En el último tramo de su vida no importaban
las posiciones, solo quedar bien con Dios y con los hombres; por eso el padre
Ramos Arizpe le dio los santos óleos. Como si fuera una premonición, el padre
Mier se preparó para su última huida. Salió personalmente a despedirse de sus
amigos para que estuvieran en la ceremonia de la extremaunción. Del templo de la
Vera Cruz salió el santo viático en una procesión repleta de muchos fieles. El
presidente Guadalupe Victoria costeó la cera y en la ceremonia tocaron muchas
bandas militares. Delante de todos negó ser apóstata y centralista, dijo no
vivir en el claustro por haberse secularizado. Que ya no celebraba misa porque
estaba impedido de su brazo derecho afectado desde tiempo atrás y se pronunció
en contra de las actividades políticas ocultas y justificó su postura en cuanto
al sistema más conveniente para la nación.
Al expirar lo inhumaron con todos
los honores en la tarde del día siguiente en el Convento de Santo Domingo,
sitio perteneciente a su familia de la Orden de los Frailes Predicadores aún y
cuando ya no pertenecía a la misma, pero se había formado con ellos. Al frente
iba el vicepresidente don Nicolás Bravo y todo el pueblo lloró por la muerte de
fray Servando.
Su descanso eterno duró tan solo 15 años. El
13 de mayo de 1842, su cadáver fue exhumado y colocado junto con otros cuerpos
momificados forma natural en el osario del templo. Durante los trabajos de
demolición de una parte del Convento de Santo Domingo en 1861, encontraron trece momias tras el ábside de la
capilla de los Sepulcros. El hallazgo desató rumores. Unos afirmaron que estos
monjes conservados habían sido emparedados como castigo de la Inquisición. Por
su parte los conservadores y las almas piadosas, atribuyeron la preservación de
los cuerpos al olor de santidad que los había caracterizado en vida. Los más
sabios y cultos explicaron la causa de su momificación natural: sin contacto
del aire, la sequedad del sitio donde mantenían los cadáveres, una temperatura
un poco elevada y además la cal que ponían en los féretros como en los
sepulcros. Pero los chismes se
aprestaron a explicar el por qué unos estaban de rodillas, otros con muestras
horrorosas, otras con las manos juntas intentando defenderse o evitar algún
peligro. Para muchos, fueron castigados por la Inquisición.
Manuel Payno escribió al respecto: “Era
el destino del Doctor Mier no descansar ni después de muerto”. Cuando los
liberales entraron al convento en 1861 y revisaron todos los rincones, creían
que a los sacerdotes los enterraban con todo y joyas. Al ver que los restos no
guardaban las riquezas que buscaban, pusieron las trece momias a la vista de
todos. La noticia atrajo a un cirquero de nombre Bernabé de la Parra que las
vio y compró tres de ellas. Se las llevó exponerlas en Chile y Argentina. Una de esas momias era
la de nuestro Doctor Mier, y quizá la mejor conservada. Mientras todas daban
pavor, la de fray Servando fue hallada de pie y se “asomaba alta y enhiesta, con su mejor aire espectacular”. Todas fueron
exhibidas como "víctimas atroces de
la Santa Inquisición". La última vez que vieron al circo fue a fines
del siglo XIX en Bélgica y desde entonces, el paradero de los restos mortales
de fray Servando siguen siendo un misterio en donde se hayan ubicados.
Pero algunos historiadores aseguran que los
frailes dominicos cambiaron el cadáver por el de un lego llamado “Sumaita”.
Entonces queda la duda de si el cadáver se quedó en México o si fue a Buenos
Aires o alguna ciudad de Holanda como de Bélgica. Lo cierto es que con las
momias se construyó la leyenda negra contra España y la Santa Inquisición, pues
las momias fueron trasladadas a una exposición por varios países para demostrar
las “atrocidades” de España y la Inquisición
cometían en contra de sus libre pensadores y opositores en las mayoría de las
veces.
Edmundo O’ Gorman escribió: “el padre Mier es lectura imprescindible para
quien se interesa por conocer los problemas que en raudal les salieron al paso
a aquellos incipientes republicanos, tan sinceros como alucinados”. Por eso
conviene recordar a fray Servando y a su momia viajera. Hace tiempo un
gobernante dispuso que sus restos se quedaran en la explanada de los héroes en
frente del palacio de cantera donde despacha el gobernador de Nuevo León en
turno. Como que no sabían el destino del cadáver de fray Servando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario