Antonio Guerrero Aguilar/
Los libros de
geografía regional, ponen que el río Santa Catarina nace en las tierras altas
del municipio de Santiago, otrora pertenecientes a mi solar nativo. Conozco donde
nacen el Ramos, el San Juan y el Pesquería. El primero allá por el Colmillo, el
segundo en el Cañón de la Boca y el tercero en Ojo Caliente como de las lagunas
desaparecidas en el viejo Marquesado de Aguayo. Unos en unos barrancos donde brotan
hilos de agua que caen a charcos, que gradualmente reúnen otros y así se van
hasta conformar estanques, arroyuelos, arroyos y finalmente ríos. ¿De dónde
viene su majestad el río Santa Catarina? De muchos lados: desde los deshielos
de la Sierra de Arteaga como de los escurrimientos que se concentran en los
matorrales y el subsuelo, así como de los cañones que vienen desde San Juan
Bautista, Laborcitas y la Ciénega de González, para entrar al territorio con el
que comparte su territorio, allá en San Cristóbal como el Marrubial y Tinajas. Ahí
se juntan los torrentes aglutinados en la Mesa del Pajonal, enriquecidos por
los desfiladeros que vienen desde San Antonio de la Osamenta como de los Llanitos
y el Refugio de los Aguilar. En Tinajas quedan alineados en un cañón delineado
por las rocas que bifurcan las corrientes, luego las del Barrial y Rodeo al
oriente, mientras las de las Escaleras y Cortinas al poniente. Luego los
torrentes se alimentan desde la cuesta del Cañón de Ballesteros como de San
Pablo y Santa Juliana. Todo el caudal prevalece desde la finca del finado Marín
Torres en los Horcones, para salir imbatible, fortalecido, como fiera bramante
en la Boca del Potrero de Santa Catarina, delimitada por la Huasteca y la
Ventana.
Dicen que los
ríos tienen memoria, que siempre recorren los caminos andados y que ellos
mismos abrieron con el trascurso de los tiempos. El doctor Martín Bremer, quien
fuera por muchos años maestro en el Tec de Monterrey, no piensa igual: riegan
por donde les toca y habitaron alguna vez. En días pasados, alguien habló que
no hay desbordamientos, sino líquido que regresa al cauce. Aquí es al revés:
corre más agua por las avenidas que por los canales de estiaje. Tan sencillo,
vean los planos de Guadalupe y verán que su traza está sobre tres arroyos, lo
mismo que Santa Catarina y San Pedro Garza García quedó entre la cordillera y
el río. Los antiguos no hablan de desbordamiento: hablaban que “se sale de su
caja” como de su “madre”. El centro de Monterrey es una “Mesopotamia” en pequeño:
entre el Santa Lucía y el Santa Catarina. El “barrio antiguo” está en lo que
fue una represa, los condominios Constitución en una isleta. Retaron al río,
invocando constantemente su presencia que se hizo patente, vigente en la
destrucción como en los daños. Aunque con presas repletas, a siete días sin
agua para lo esencial…
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