domingo, 31 de mayo de 2015

Italia: unas cuantas líneas de una gran historia

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina


Italia es el nombre del país que inmediatamente reconocemos en un mapamundi, pues su forma similar a una bota es inconfundible. En su territorio podemos distinguir cinco regiones, la del norte más apegado al continente europeo en cuyos paisajes predominan los Alpes,  a sus pies la llanura del Río Po, una zona central articulada por los Apeninos en la cual vivieron los etruscos y los romanos,  repleta de joyas arquitectónicas e históricas y un sur que va desde Nápoles hacia la parte baja de la península en el golfo de Tarento y el estrecho de Messina y otra que integra las dos islas de Sicilia y Cerdeña. Italia es un país mediterráneo y está en medio del Mar Tirreno y del Mar Adriático y al sur el Mar Jónico.  

La palabra Italia es de origen griego y tiene que ver con la palabra toro. En latín tiene parecido con “iutulus” que significa becerro, tal vez por la abundancia y la belleza de éstos animales que se crían en la península itálica. Originalmente se denominaba Italia a la región de la Calabria y luego se extendió a toda la península. La región de Calabria está en el sur, prácticamente en la punta del pie de esa bota.  También la palabra Italia tiene que ver con una rebelión de los esclavos en contra de Roma y que para ello mandaron hacer unas monedas en las cuales se confrontaba un toro con una loba, el animal representativo del imperio romano.  El nombre también puede estar relacionado con las prácticas totémicas que los antiguos habitantes de la península realizaban en honor al toro que consideraban un animal sagrado.  

Italia es la cuna del imperio romano y uno de los pilares de la cultura europea. A la caída de Roma, después de  la invasión de los bárbaros,  la región se fragmentó para conformar estados independientes. Sucesivamente fue controlada por los reyes lombardos (siglos V al VII), por el rey Carlo Magno y su dinastía entre el siglo VIII y el XI y luego por familias de nobles germanos entre los siglos XII y XIII. Así surgieron ciudades como Milán, Nápoles, Pisa, Génova, Venecia y Florencia.  También los franceses en un tiempo gobernaron sobre la península, entre los siglos XVI y XIX, borbones españoles ejercieron su control en Sicilia, Nápoles y Parma; los Habsburgos austriacos dominaron la región de Lombardía y del Véneto, la Casa de Saboya en Liguria y el papado en  los estados pontificios cuya capital era Roma.


Los italianos tienen fama de ser galanes y románticos y de mujeres muy hermosas que hablan precisamente una lengua que nos remite al amor y a la pasión. De hecho el italiano es la base de la música y de la ópera.  El origen de la lengua italiana es el dialecto toscano, que Dante Alighieri difundió a través de sus obras “La Divina Comedia”.  Es un pueblo orgulloso de su historia y de su tradición, con grandes arquitectos y diseñadores, de buenos vinos, autos y fútbol. Su selección representativa tiene cuatro títulos mundiales solo superados por los brasileños que tienen cinco. De su música vibrante y de su buen cine.

La lengua oficial del imperio romano fue el latín y tiene que ver con la región del Latio; ahí donde los romanos establecieron la capital de su gran imperio. Ese idioma se impuso en todas las regiones que gobernaron y  luego al adquirir características regionales propias, dieron origen a las llamadas lenguas romances, entre las que se encuentra el francés, el portugués, el italiano, el rumano y el castellano.

Como se mencionó en un principio, Italia es la cuna de grandes civilizaciones: el sur de Italia fue sede de la llamada Magna Grecia, sus costas fueron colonizadas también por los fenicios y por los árabes. En la antigua Toscana y Emilia Romagna vivieron los etruscos antes de la llegada de los romanos. Ahí en la región central se asentó un imperio que llegó a controlar en su tiempo a todo el mar Mediterráneo y sus confines llegaban hasta Gran Bretaña y Alemania, casi todo el norte de África y desde el Medio Oriente hasta las costas de Portugal a la cual llamaban Porto Cale, “lugar del puerto”. Los romanos sintetizaron y adoptaron diversas culturas propias de los pueblos que dominaron, como los griegos, los egipcios, los etruscos, los fenicios, los celtas y los galos.

Ahí surgió la primera universidad en Bolonia en el siglo XII. Es la cuna del Renacimiento y de las repúblicas estado como Venecia, Génova, Milán, Florencia, Nápoles, Sicilia y Cerdeña. Pero también fue escenario de las confrontaciones entre las principales potencias medievales que se adueñaron de sus tierras. Italia que vio nacer al más italiano de los santos y al más santo de los italianos, al “poverello” de Asís, precursor del Renacimiento, de la ecología, de la espiritualidad, de la alegría de vivir predicando con el ejemplo: San Francisco de Asís. Cuna de grandes artistas y arquitectos como Leonardo, Miguel Ángel, Rafaello di Sanzio, Filipo Brunelesqui entre otros más y de grandes astrónomos como Galileo.  En la edad media, Italia fue testigo de cómo los pontífices edificaron un imperio bajo la premisa de que ellos también de ejercer un dominio terrenal y a la vez espiritual. Así surgió el llamado Sacro Imperio Romano Germánico en el siglo VIII.


Se dice que Italia por naturaleza de su gente, es un país trágico, con inclinación a procrear familias numerosas, proclives al machismo y a la mamitis, por aquello de que se vive en un sistema en donde el matriarcado y la madre tienen mucha influencia; con gobiernos demócratas cristianos o socialistas, inestables y efímeros, que lo mismo caen por ineptitud o corrupción, con una política en la cual se meten los curas, las religiosas, socialistas y los masones, con mafias siniestras, con ladrones de carteras por doquier, con policías de opereta, con guardias civiles a quienes llaman “Carabinieris”. Los italianos son dados a discutir de todo y por cualquier provocación, en las cuales gritan y gesticulan. Pero a la vez Italia es un país hermoso, maravilloso y feliz.  Un país que lo tiene todo a su alcance y en donde la actitud de sus habitantes, los italianos lo dice todo. Para ellos la vida es bella y hay que vivirla plenamente a pesar de las adversidades.

Italia es el país que prácticamente rodea a la Santa Sede, la Ciudad del Vaticano y a la República Serenísima de San Marino. La Santa Sede surgió cuando Benito Mussolini y el papa Pío XI firmaron el Tratado de Letrán que puso fin a la cuestión romana; es decir, a los problemas que se generaron cuando el rey Víctor Manuel II despojó a los papas de sus territorios. Con ello, el papa reconoce a las autoridades italianas a cambio de que Italia reconociera al pontífice romano con autoridad en un pequeño territorio en donde se asienta el estado Vaticano.

Al mediar el siglo XIX, Italia no estaba unificada sino dividida en multitud de países y regiones independientes unas de otras. Fue cuando la familia reinante del Piamonte, la Casa de Saboya se dio a la tarea de unificar a todos los pueblos con una cultura, historia y lengua común. Ya desde 1849 se pretendía echar a los austriacos del norte de la península pero sin éxito alguno, hasta que el rey Víctor Manuel II, sin abandonar los ideales de la unificación y apoyado por Camilo Benso, el conde de Cavour, su ministro inteligente quién logró el apoyo de franceses para echar a los austriacos.

En 1859, después de la batalla de Magenta y Solferino, la región de Lombardía y el Véneto pasaron a formar parte del reino del Piamonte. Luego con el apoyo de José Garibaldi se logró la unificación del sur. Solo faltaban Venecia y Roma. Para 1861 la reina del Adriático se sumó y con ello Víctor Manuel se proclamó Rey de Italia. Fue hasta el 2 de julio de 1871 cuando entró a Roma con su corte y ésta quedó convertida en la capital de la nación italiana. La misma casa de Saboya gobernó con Humberto I que fue asesinado en 1900 y Víctor Manuel III que gobernó hasta 1946. Por cierto, el color representativo de la casa real de Saboya es el azul, el representativo de la selección italiana de futbol.

El dos de junio de 1946 se realizó un referéndum sobre la monarquía,  con el cual se discutió sobre la forma de gobierno, se adoptó el sistema republicano y se decidió que la Casa reinante de Saboya se fuera al exilio por su ayuda al régimen fascista, adoptando una nueva constitución que entró en vigor el 1 de enero de 1948. Por eso el dos de junio, es fiesta nacional para los italianos.


¡Forza Italia!

jueves, 28 de mayo de 2015

El 31 de mayo de 1579: la fundación del Nuevo Reino de León

Antonio Guerrero Aguilar, Cronista Municipal de Santa Catarina

Hablar del Nuevo Reino de León, necesariamente nos lleva a referirnos a Luis Carvajal y de la Cueva. Un personaje inquieto a quien le debemos la fundación y promoción del Nuevo Reino de León. El nació en Mogodouro, Portugal en 1539. Entre 1549 y 1562 estuvo al servicio de la corona de Portugal en las posesiones que mantenían en África. Regresó a Lisboa y después a Sevilla en donde conoció a Guiomar Nuñez de Rivera con quien se casó en 1564. Vivió en Lisboa hasta que salió con rumbo a la Nueva España en 1567, fijando su residencia en la región del Pánuco en 1568. Ahí se hizo de una hacienda ganadera y al año siguiente fue electo alcalde ordinario de Tampico el Viejo en el actual estado de Veracruz.  Le tocó enfrentar las bandas de piratas ingleses y también sofocar las sublevaciones de los indios Xalpa. 


En 1573 Carvajal participó en una expedición hacia Mazapil comandada por el capitán Francisco de Puga.  En éste viaje hizo amistad con un grupo de aventureros, principalmente de origen portugués entre los cuales destacan Alberto del Canto, Diego de Montemayor, Gaspar Castaño de Sosa y  Manuel de Mederos, quienes se dedicaban a la trata de esclavos indígenas para venderlos como mano de obra barata a los minerales del norte de la Nueva España. El conocimiento de la región y su trato con inmigrantes judíos portugueses que habitaban estas tierras correspondientes a la Nueva Vizcaya, le fueron de mucha utilidad para organizar el plan de colonización de una nueva provincia o reino al servicio de la corona española.

Carvajal regresó a Tampico y volvió a recorrer la zona en varias ocasiones, dedicándose a esclavizar indios. Para  1576 figuraba como capitán militar de la Huasteca y para el año siguiente era juez en la región del Pánuco. Al concluir su gestión acudió a la ciudad de México a informarle al virrey Martín Enríquez de Almanza, acerca de sus servicios que había prestado a la corona de España, luchando contra los piratas, pacificando y comerciando con indios y haciendo rutas entre la costa y los principales centros mineros de la época.  Recompensando su trabajo, consiguió de parte del virrey amplias recomendaciones para presentarse ante las cortes de España.  Luis Carvajal embarcó en el puerto de Veracruz hacia España el 5 de febrero de 1578, llegando a Sevilla el 3 de Julio del mismo año. Aprovechó el tiempo para visitar Medina del Campo, a sus familiares en Mogodouro y después viajó a Madrid acompañado por su esposa en donde permaneció diez meses.

Apoyándose en las recomendaciones del virrey de la Nueva España y en su holgada posición económica,  logró presentarse ante la corte del rey Felipe ll de España. El 31 de mayo de 1579 consiguió  hacer las capitulaciones con la Corona  de España a cambio de una fianza de ocho mil ducados.  Felipe ll rey de España decretó la creación del Nuevo Reino de León y nombró a Carvajal su primer  gobernador otorgándole derechos para descubrir, pacificar y poblar una extensión de tierra de hasta 200 leguas de largo por otras mismas de ancho en una región perteneciente al norte de la Nueva España, precisamente al noreste de la desembocadura del río Pánuco. También adquirió el derecho para traer cien pobladores siempre y cuando fuesen cristianos viejos o no fuesen judíos o moros recién conversos. También le otorgó el derecho de nombrar sucesor pues carecía de descendencia en el momento de hacer las capitulaciones.


La inmensa superficie de la nueva provincia o reino abarcaba 70 millones de hectáreas. Un cuadrado de mil kilómetros por lado. En ese vasto territorio surgieron los actuales estados de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila, parte de Zacatecas,  Durango, Sinaloa, San Luis Potosí y de Texas. En las capitulaciones se mencionaba que los límites de la misma se conformaban por la frontera con los reinos de Nueva Galicia y Nueva Vizcaya. De los primeros cien pobladores,  sesenta de ellos labradores casados y con sus familias. Y el resto soldados o artesanos los cuales estaban obligados a combatir, pacificar y cristianizar a los indios de la Huasteca y a hacer las poblaciones en donde fueran necesarias. También debían reconocer las doscientas leguas tierra adentro y establecer puertos desde Tampico a la Florida. Las capitulaciones prohibían hacer esclavos a los nativos de la región. Carvajal salió de España el 10 de Junio de 1580 en una embarcación llamada Santa Catalina llegando a Tampico el 25 de agosto del mismo año. Muchos de los pobladores se comenzaros a dispersar tan pronto pisaron tierra firme y emigraron a otras regiones de la Nueva España.

No obstante Carvajal logró reunir un grupo de cuarenta hombres con los que  inició la colonización de los territorios a él encomendados. Y desde luego también lo acompañaron algunos pocos campesinos españoles y portugueses con sus familias, quienes se instalaron como los primeros pobladores del Nuevo Reino de León entre los que destacan su sobrino de nombre Luis Carvajal el Mozo, Lucas de Linares, Manuel de Mederos y Gaspar Castaño de Sosa. A principios de 1582, Carvajal y su comitiva llegaron a Saltillo perteneciente a la Nueva Vizcaya; fundada tiempo atrás por Alberto del Canto. Cambió autoridades, y los funcionarios se pasaron al bando de Carvajal. Muchos de ellos eran judíos de ascendencia portuguesa y ya mantenían cierto trato con Carvajal. Ya como gobernador del Nuevo Reino de León estableció poblaciones en la villa de la Cueva, la ciudad de León, hoy Cerralvo, la villa de San Luis en Santa Lucía en donde nombró como alcalde a Gaspar Castaño de Sosa y Almadén, hoy Monclova.

El Nuevo Reino de León fue un territorio administrativo del imperio español, políticamente gobernado y dependiente del virreinato de la Nueva España y eclesiásticamente dependía de la Nueva Galicia. Llamado así en honor al antiguo Reino de León en España, la cual fue originalmente una colonia militar que los romanos llamaron Legio Septima Gemina, una de las tres legiones que protegían el norte de la península ibérica. Ya en la Edad Media se acortó el nombre para quedar en León y en consecuencia el león, quedó como símbolo y emblema del reino. La nueva provincia o reino de la Nueva España, recibió su nombre en honor a la provincia española de León, antigua colonia militar que los romanos llamaron Legio Septima Gemina, una de las tres legiones que protegían el norte de la península ibérica. En la edad media el nombre se acortó en Legión que luego quedó en León. De esa manera, el león quedó como símbolo del reino, mismo que aparece también como uno de los símbolos de Castilla. La nueva provincia o reino de la Nueva España, recibió su nombre en honor a la provincia española de León, antigua colonia militar que los romanos llamaron Legio Septima Gemina, una de las tres legiones que protegían el norte de la península ibérica. En la edad media el nombre se acortó en Legión que luego quedó en León. De esa manera, el león quedó como símbolo del reino, mismo que aparece también como uno de los símbolos de Castilla. La nueva provincia o reino de la Nueva España, recibió su nombre en honor a la provincia española de León, antigua colonia militar que los romanos llamaron Legio Septima Gemina, una de las tres legiones que protegían el norte de la península ibérica. En la edad media el nombre se acortó en Legión que luego quedó en León. De esa manera, el león quedó como símbolo del reino, mismo que aparece también como uno de los símbolos de Castilla. La nueva provincia o reino de la Nueva España, recibió su nombre en honor a la provincia española de León, antigua colonia militar que los romanos llamaron Legio Septima Gemina, una de las tres legiones que protegían el norte de la península ibérica. En la edad media el nombre se acortó en Legión que luego quedó en León. De esa manera, el león quedó como símbolo del reino, mismo que aparece también como uno de los símbolos de Castilla. La nueva provincia o reino de la Nueva España, recibió su nombre en honor a la provincia española de León, antigua colonia militar que los romanos llamaron Legio Septima Gemina, una de las tres legiones que protegían el norte de la península ibérica. En la edad media el nombre se acortó en Legión que luego quedó en León. De esa manera, el león quedó como símbolo del reino, mismo que aparece también como uno de los símbolos de Castilla. El Nuevo Reino de León gobernado en tiempos de Carvajal permaneció aislado, pues la comunicación era afectada por la distancia y los malos caminos a las principales poblaciones de la Nueva España. El Nuevo Reino de León mantenía poblaciones en lo que actualmente son Monterrey, Monclova, Cerralvo y Saltillo y las familias fundadoras provenientes de España formaban un grupo de una treintena de personas en cada localidad local.


El reino se fundó cuando los reyes de España estaban decididos a no pagar más viajes de exploración, pero dieron la libertad a quien quisiera hacerlo, siempre y cuando lo hiciera con sus fondos y por su propia cuenta.  Luis de Carvajal y de la Cueva consiguió con el rey Felipe II, los derechos de conquista, pacificación y población del territorio otorgado a su cargo.  Esta negociación está inscrita en un documento firmado en la ciudad de Toledo, con fecha del 31 de mayo de 1579. Carvajal dominó en poco tiempo todo el territorio y para ello contaba con el apoyo de tres tenientes de gobernador, uno para cada zona: Felipe Núñez en la zona de Pánuco, Gaspar Castaño de Sosa al noreste y Diego de Montemayor desde Santa Lucía a Mazapil. Carvajal radicó en la villa de San Luis.



Tiempo después se le acusó de apoderarse e invadir territorios que su gobierno no abarcaba.  En 1583 el virrey Lorenzo Suárez de Mendoza, conde de Coruña lo mandó investigar para comprobar si eran ciertas las acusaciones que le adjudicaban.  Las cosas se ponían mal para Carvajal: en 1584 hubo una rebelión de indios en la ciudad de León, provocando una ola de violencia que terminó con la villa. Luego comienzan las rivalidades entre del Canto y de Montemayor.   En 1585 Carvajal volvió al reino después de permanecer en México por encarcelamiento. Pero las autoridades de la audiencia y del virreinato estaban empeñadas en molestarle. En 1588 regresó a la ciudad de México en donde fue sometido a un juicio en la inquisición. Se le acusó de practicar la ley de Moisés y por ser descendiente de cristianos nuevos. Fue absuelto y murió en 1596 lleno de pesadumbre a decir del cronista Alonso de León. 

lunes, 25 de mayo de 2015

El escudo heráldico y representativo de Nuevo León

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista Municipal de Santa Catarina

Siendo gobernador del estado el general Bonifacio Salinas Leal, invitaron a un grupo de expertos en la heráldica;  notables intelectuales e historiadores para crear un emblema que nos representara a Nuevo León. Ellos fueron Santiago Roel Melo, Carlos Pérez- Maldonado, José P. Saldaña y Héctor González. Después de muchos estudios, aportes y discusiones, pensaron en un escudo en donde quedaron representados la fortaleza, laboriosidad, el progreso, la bondad y el reconocimiento a los protagonistas de la historia estatal.


El 26 de mayo de 1943 quedó listo y lo entregaron al gobernador quien quedó profundamente complacido con lo que vio. Mediante el decreto no. 72 del 2 de junio de 1943, publicado en el Periódico Oficial No. 47, quedó establecido que al día siguiente todas las oficinas y asuntos relacionados con nuestra entidad, debían promover el nuevo símbolo. Antes de esa fecha, Nuevo León usó el escudo de Monterrey como su emblema representativo. Dicen que lo simbólico nos une y lo diabólico es lo que nos desune. Gracias a esos esfuerzos, los nuevoleoneses estamos unidos y representados en éste grandioso signo de esfuerzo, trabajo, perseverancia, ahorro, sacrificio, a la vez de honestidad, unión, alegría y orgullo de nuestra memoria e identidad histórica.

El escudo de Nuevo León está cuartelado en forma de cruz latina con escusón y bordura. El escusón trae en campo de plata (en heráldica significa bondad) una cadena sable alrededor y banda del mismo color en honor a don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, virrey de la Nueva España cuando se dio la fundación de la ciudad la cual debe su nombre. En el blasón aparecen los atributos que corresponden al título nobiliario de condado de Monterrey situado en Galicia, España. La cadena significa también la unión de los neoleoneses. El cuartel diestro superior trae en campo de oro (que significa riqueza, fe, pureza y constancia) al cerro de la Silla. 

Desde 1672 representa a Monterrey, pero también es el símbolo por excelencia de Nuevo León. Sobre su cumbre, un sol de gules indica prosperidad. Al frente un naranjo en fruto, representativo de la riqueza agrícola de la zona citrícola de Nuevo León. Como fondo, las cumbres del cerro de la Silla. Su nombre tiene que ver con la semejanza de una silla de montar. Probablemente se le debe al poblador de origen portugués don Alberto del Canto quien llegó a estas tierras en 1577. El cuartel siniestro superior trae sobre fondo de plata el escudo del reino de León, España, de donde el Estado tomó su nombre: un león rampante, de gules, coronado, lampasado y armado de oro en campo de plata. El león significa vigilancia, autoridad, magnanimidad y soberanía.


El 31 de mayo de 1579, el rey Felipe II de España autorizó a Luis Carvajal y de la Cueva para establecer el Nuevo Reino de León, la cual se hizo efectiva en el año de 1582 cuando arribaron cerca de 200 familias supuestamente de origen sefardita. El rey también le otorgó a Carvajal el título de primer gobernador y capitán-general de esta nueva provincia al norte de la Nueva España. La nueva provincia o reino de la Nueva España, recibió su nombre en honor a la provincia española de León, antigua colonia militar que los romanos llamaron “Legio Septima Gemina”, una de las tres legiones que protegían el norte de la península ibérica. En la Edad Media el nombre se acortó en Legión que luego quedó en León. De esa manera, el león quedó como símbolo del reino, mismo que aparece también como uno de los símbolos de Castilla y León. El nombre también hace referencia totémica a las cualidades del león: fuerte, atrevido, rey de los animales. Y para recordar ese origen, en el escudo oficial de Nuevo León aparece precisamente el león rampante y coronado, majestuoso dispuesto a la lucha y a la defensa. Nuevo León es el único estado mexicano que conserva su nombre original.

En el cuartel diestro inferior trae sobre fondo de plata y en colores naturales, está un templo para recordar al extinto templo de San Andrés, representando la iniciación de la cultura en esta región. Este monumento colonial, tal vez el más importante y antiguo pues fue comenzado en 1602, fue destruido por las tropas carrancistas al mando de Antonio I. Villarreal en 1914. La construcción considerada como burda y tosca, dio albergue a un convento franciscano y estaba situado exactamente en donde Ocampo y Zaragoza se juntan. Además de ser convento, aquí se instaló la primera escuela en Monterrey. Cada vez que había alguna incursión de los llamados indios bárbaros, la gente buscaba refugio dentro de sus muros. En la entrada principal había una viga con la siguiente inscripción: “SE HIZO ESTA IGLESIA EN 1752”. Dejó de ser templo para convertirlo en cuartel durante la defensa de Monterrey en 1846.

El cuartel siniestro inferior del escudo de Nuevo León, trae cinco chimeneas humeantes, correspondientes a la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey que fue establecida en 1900; representan a la industria nuevoleonesa como el principal factor de nuestro progreso. La bordura de azur contiene distintas armas, todas en plata, representando la raza indígena y al valor y la lucha que siempre han enfrentado los nuevoleoneses a lo largo de la historia. Arriba van tres abejas doradas de cada lado, que en heráldica significan laboriosidad, característica del nuevoleonés y abajo el nombre del Estado. En recuerdo a los primeros conquistadores y colonizadores del Nuevo Reino de León, se colocó sobre el escudo un yelmo de plata, bruñido, terciado y con cinco rejillas, que corresponden a los antiguos hidalgos que desempeñaron cargos militares de importancia. Por último, y para dejar fijada la tendencia siempre progresista y la constante aspiración de mejoramiento que tantos arraigos tiene en el nuevoleonés, se colocó como divisa una cinta al pie del escudo con los colores nacionales y la frase en latín "Semper Ascendens" (siempre ascendiendo) en letra de sable, manuscrita del siglo XVI.

En resumen, el escudo refleja fortaleza, laboriosidad, progreso, bondad y reconocimiento a los protagonistas de la historia. El escudo original fue realizado por el artista regiomontano Ignacio Martínez Rendón el cual pintó al óleo; que se encuentra en el Palacio de Gobierno. Lamentablemente el escudo de Nuevo León ahora habla de cosas que ya desparecieron: el cerro de la Silla corre el riesgo de daños irreversibles, el templo fue destruido en 1914, la zona citrícola cambió de vocación y la fundidora fue cerrada en 1986. Lo que no cambia es la actitud de los nuevoleoneses: su disposición al trabajo, al esfuerzo y el tesón para construir un estado mejor.

domingo, 24 de mayo de 2015

Monterrey, tierra querida, es el cerro de la Silla tu estandarte y tu perfil…

Antonio Guerrero Aguilar, Cronista Municipal de Santa Catarina

Así comienza la maravillosa canción de Monterrey de Pepe Guízar, cuya estrofa continúa: “desde niño yo te quiero y por eso que si muero que sea en ti donde nací”. Regularmente relacionamos al cerro de la Silla con Monterrey. Pero no es cerro ni está propiamente en jurisdicción territorial de Monterrey. En realidad es una cadena montañosa que abarca los municipios de Guadalupe, Monterrey, Santiago, Allende, Cadereyta Jiménez y Juárez. El majestuoso, impresionante, el guardián de las montañas y de los valles; el cerro de la Silla, llamado así por su semejanza a un fuste de una silla de montar, tiene una altura de mil 850 metros.



Desde 1938 forma parte del Parque Nacional Cumbres de Monterrey y está considerado como reserva de la biósfera por parte de la UNESCO desde el 2006. Corre en línea paralela con la Sierra Madre de sur a norte, formando el famoso cañón o valle del Huajuco. Todas nuestras montañas como la Silla, la Sierra Madre, las Mitras, Picachos, Papagayos y el Fraile, regulan el régimen térmico que rige la temperatura de la zona metropolitana y a sus municipios periféricos correspondientes al estado de Nuevo León. Los antiguos pobladores de la región vieron a ésta montaña no como una roca inanimada, sino como el lugar en donde residían las fuerzas vitales de la naturaleza que aseguraban su sustento. El mismo Diego de Montemayor se asombró cuando vio a un indio flechando al Sol de manera ritual cuando salía sobre sus cumbres. Por eso en 1672 la reina Mariana de Austria aprobó esa imagen como el símbolo y escudo de armas de la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey.



El cerro de la Silla tiene cuatro picos llamados la Antena, Norte, Sur y Guadalupe. Su nombre se le atribuye a don Alberto del Canto cuando llegó a éste valle en 1577 procedente del Saltillo y llamó a la Mitra, el Topo, Santa Catarina, la Silla y Santa Lucía a éstos lugares. A decir verdad y con todo respeto, la forma de la silla de montar solo se ve desde el poniente. Desde la Cuesta de Carvajal en Santa Catarina se presentan en primera instancia las Mitras y la Silla más allá. También se dice en tono de broma que su silueta se debe a un típico regiomontano cuando perdió dinero en el lugar y comenzó a escarbar hasta que le dio su silueta tan famosa.

Según la leyenda, el célebre bandido Agapito Treviño (conocido como Caballo Blanco) tenía su guarida en una de sus cavernas. Para la tradición popular, Agapito conocía al revés y al derecho a toda la sierra, pues le daba por asaltar a los arrieros y comerciantes que llevaban y traían mercancías desde Linares, el Pilón, el Huajuco y Monterrey. Supuestamente unas viejitas de Allende, Nuevo León, lo contrataban para cometer fechorías y con esto obligaban a la gente a regresar al antiguo rancho del Reparo para abastecer otra vez de piloncillo y maíz. Allá por 1985, don Horacio Alvarado Ortiz estuvo buscando en una de sus cuevas a un ser fabuloso mitad humano y mitad pájaro, a quien llamaban “el hombre pájaro”. Sitio emblemático y significativo para los de aquí como para quienes llegan o visitan Monterrey. Está en los escudo de Nuevo León y de Monterrey y con ello nos representa a todos los que nacimos o vivimos en “ésta tierra tan bendecida y por todos muy querida, sí señor,  verdad de Dios que sí”.


El cerro de la Silla lo mismo está presente en corridos, polkas y shotices, como el de Pepe Guízar, Antonio Tanguma, Marilú Treviño, Severiano Briseño y mi paisano Aliber Medrano. En poemas y coplas como de Ignacio Montes de Oca, Nemesio García Naranjo, Alfonso Reyes, Francisco de Paula Morales y Eusebio de la Cueva. Tan recreado y pintado por Gerardo Cantú, Saskia Juárez, Silvia Ordóñez, Héctor Cantú Ojeda y muchos otros más. Un cerro que acompaña a beatos y santos en la obra sacra de Efrén Ordóñez. Don Antonio Tanguma se inspiró en la Silla para una polka representativa tan bailable y socorrida en nuestra región y en Texas. Una estrofa del canto de Pepe Guizar dice: “Monterrey tierra querida, es el cerro de la Silla, tu estandarte y tu perfil”. O el clásico estribillo “Desde el cerro de la Silla se divisa el panorama cuando empieza a anochecer”.

Pedro Infante lo hizo famoso cuando filmó en Monterrey, Guadalupe y Santa Catarina algunas de las escenas de la película “Cuando lloran los valientes” en 1943. En esa película Pedro Infante canta acompañado por Severiano Briseño: “Desde lo alto del cerro de la Silla, estoy mirando a mi lindo Monterrey”.

Una montaña que enamoró con su belleza al gran Manuel Payno: “pero lo que hace que la población sea extremadamente bella, es su situación al pie de dos cerros elevadísimos, el de la Silla y el de la Mitra. El primero cuyo nombre le viene sin duda de la perfecta semejanza que tiene la figura de su cima con un fuste de silla, es de altura prodigiosa y tiene una hermosura y encanto indefinibles. Tan lleno de verdor, tan majestuoso, dibujándose en el azul del firmamento.He visto multitud de cerros y montañas, pero nunca había contemplado otro tan lleno de belleza como el cerro de la Silla, de Monterrey; parece el protector de la ciudad y el confidente de los astros". También el poeta potosino Manuel José Othón admirado por su belleza se refirió a la Silla: “¿Porqué muestra tan épica figura, esa enorme cadena de montañas? Sus formas terroríficas y extrañas, solo Dios modeló, no la ventura”.



El célebre Alfonso Reyes siempre recordó al cerro de la Silla y lo demostraba en sus publicaciones, como en su “Correo de Monterrey”. Ahí en la portada sobresalía una viñeta con el cerro de la Silla y unas chimeneas humeantes. Hasta se le atribuyen dos versitos: “¡Oh cerro de la Silla quien estuviera en tu horqueta, una pata pa´Monterrey y otra pa´Cadereyta!”. O la que compuso al tec de Monterrey cuando decían que buscaba la rectoría de tan afamada casa de estudios: “¡Oh cerro mitológico quien estuviera en tu cima, para admirar desde lo lejos al famoso tecnológico!”. Creo que la mejor forma de ver al cerro de la Silla, es cuidándolo y protegiendo su hábitat que nos da vida. Y especialmente en éstos tiempos donde le han hecho tanto daño, poniendo un estadio junto a él, cortando y extinguiendo la vida del único río vivo que hay en Monterrey y con aquel proyecto de construir un túnel que comunique a la carretera nacional con Juárez, Nuevo León. Toda la montaña es un monumento nacional y debe preservarse y cuidar. Indudablemente. 

jueves, 21 de mayo de 2015

El Mineral de San Pedro y San Pablo de Monterrey y las vacaciones de Alfonso Reyes

Antonio Guerrero Aguilar/

Allá por donde se extiende el cañón de la Mielera rumbo al oriente; ahí donde el territorio montañoso de Santa Catarina se une al cañón del Huajuco y la Estanzuela, se formó el mineral de San Pedro y San Pablo. Precisamente en donde prevalece el riesgo de formar zonas urbanas y habitables y concluir el daño ecológico irreversible a la región, Monterrey contaba con uno de minerales más productivos y famosos en Nuevo León, al que se podía llegar por un cañón tan hermoso conocido como El Diente.

Por cierto, fue tan famoso que hasta Porfirio Díaz lo visitó en diciembre de 1898. Ahí donde un bosque propiamente rodea las montañas y éstas ensoñerean el paisaje. Ya es una zona particular y difícilmente se puede acceder a éste pueblo cuya fiesta se daba en la víspera de cada 28 de junio y previo a sus dos santos en el día del 29 de junio cuando honraban al martirio de San Pedro y San Pablo. Pero el templo del lugar estaba dedicado a nuestra de El Carmen y cada 16 de julio hacían fiesta en su honor.


De acuerdo a un informe de 1889, el entonces gobernador del Estado el general y licenciado Lázaro Garza Ayala hizo saber de la existencia de 83 minas en Nuevo León, de las cuales 19 se hallaban enclavadas entre las montañas de Santa Catarina y Monterrey. Precisamente en los límites al sureste de ambas municipalidades, también cercano a territorio perteneciente a Santiago, Nuevo León, floreció un pueblo minero al que llamaron de San Pedro y San Pablo, propiedad de una familia de apellido Maiz llegada de España. 

Siempre se ha dicho que los propietarios se hicieron a la mala de las tierras que originalmente pertenecían a la comunidad de Mederos en Monterrey. Sin ser campesinos o mineros, se hicieron pasar como tal para buscar el usufructo de aquellos parajes. 

Era tanta la producción de plata, fierro y plomo que tenía su propia línea de ferrocarril que lo comunicaba con la cabecera municipal de Monterrey.  Cuentan que la vía del tren bajaba de la sierra rumbo al Huajuco y atravesaba unas labores por el rumbo en donde ahora está la avenida Lázaro Cárdenas de Monterrey.

El 6 de noviembre de 1890, Agustín Maiz solicitó permiso al ayuntamiento de Monterrey para hacer una exploración en el lado oriente de la Sierra Madre, entre la mina de San Pedro y la línea que mide a Monterrey con la Villa de Santiago; con el propósito de descubrir yacimientos minerales. Agustín Maiz fue dueño del mineral hasta 1898 cuando en representación de su familia lo vendió en dos millones de pesos a una compañía llamada Mexican Lead, perteneciente a la Metalúrgica Mexicana que la explotó en serio. A tal grado de que vendieron 11 millones de material en 1901 obteniendo ganancias de poco más de un millón de pesos y al año siguiente explotaron 27 millones de kilogramos de material. Para bajar los minerales usaban un cable de 4 mil metros por el que circulaban grandes cucharones que los ponían en los carros de ferrocarril. 

El mineral era un pueblo con muchos habitantes: con sus casas, el templo, una escuela y hasta un panteón. El 11 de febrero de 1895 Joaquín Maiz hizo una solicitud de permiso para inhumar cadáveres en un lugar apropiado en el Mineral de San Pedro que le fue concedido por el ayuntamiento de Monterrey. Agustín Maiz era además el propietario de una factoría llamada “Sombreros de Monterrey”.

Pero no solo era un pueblo minero. Gracias al entorno boscoso y montañoso, el paisaje era pintoresco. Un lugar obligado de visita de la familia del entonces gobernador de Nuevo León, el general Bernardo Reyes.  La familia Reyes Ochoa nunca se acostumbró a los calorones y a las resolanas que se sienten y se padecen en Monterrey a partir de mayo. Incluso una vez escribió don Alfonso Reyes respecto al Sol de Monterrey: No cabe duda que de niño a  mí me seguía el Sol como perrito faldero, en mi vida todo era resolana. Por eso los Reyes Ochoa también pasaban sus vacaciones en una casa situada en el Cerro del Mirador, acudían a una finca en La Fama y luego recorrían la sierra de Santa Catarina y en Galeana, Nuevo León. 

El mismo lo describe: Había que pasar fuera de Monterrey los calurosos estíos. Yo disfruté de vacaciones veraniegas sucesivamente en La Fama (Cañón de Santa Catarina que allá nunca dicen Catalina) casa de un señor Santiago Andrews, uno de mis más antiguos recuerdos; después por las cumbres de la Sierra Madre, en el mineral de San Pedro y San Pablo. 

Bernardo Reyes siendo gobernador de Nuevo León siempre se quejó de las altas temperaturas que se sienten en Monterrey. Incluso trasladó a su familia con rumbo a Galeana en el verano de 1909. Mientras buena parte de Nuevo León quedaba inundado por las torrenciales lluvias en el mes de agosto de 1909, el gobernador se hallaba fuera de la capital y debió acudir a lomo de caballo atravesando la sierra desde Galeana hasta Monterrey. Para algunos historiadores, eso le costó no ser considerado para la candidatura a la vicepresidencia de la república en 1910. 

En éste sitio don Alfonso Reyes pasó su infancia: hizo amistades imborrables con los hijos de Agustín Maiz y Jorge Cotera, el ingeniero de las minas; persiguió ratas que el ingeniero Cotera disparaba con una vieja escopeta, aprendió a montar a caballo llamado El Grano de Oro, jugaba con unas ratas blancas que habitaban la bodega del almacén y acudió a misa los domingos. Con un clima distinto que a decir del Regiomontano Universal: El viento arrebataba las sombrillas y los mantos de las mujeres; deshacía, travieso, sus peinados. Nos robaba lo que podía. Zumbaba y aullaba de noche, golpeaba a las puertas, quería entrar. Cimbrábase la casa, atada con cables de acero y nuestros visitantes de la ciudad se echaban a cuatro manos, haciéndonos reír a los niños. El viento era una presencia casi animal”. También Alfonso Reyes comparaba en parecido a Jorge Cotera con el conquistador Hernán Cortés y relata la caída del secretario de su papá el general Reyes de apellido Zúñiga: hubo la mala suerte de perder el sentido y rodar un trecho ladera abajo.


El mineral finalmente desapareció. Por ahí se puede acceder al cañón de la Mielera en Santa Catarina y un gran risco que da nombre al cañón de Cerro del Diente aún se puede ver desde la carretera nacional, indica la entrada al cañón donde estaba el Mineral de San Pedro y San Pablo. Lamentablemente esos terrenos ahora están en un juicio legal, la compañía minera expulsó a los habitantes y cerró los accesos. Por eso los descendientes de esos habitantes tienen demandada a la minera en un pleito largo debido a intereses de particulares que buscan hacer desarrollos inmobiliarios.



Si alguien quiso, amó, respetó y honró a las montañas que rodean a Monterrey, fue don Alfonso Reyes. Comparó al cerro de la Silla con el dios Atlas y luego lo relacionó con la figura paterna. Ya sea en el Romance de Monterrey, en El Sol de Monterrey, en sus versos, recuerdos y reseñas aparecidas en el Correo de Monterrey. Nadie le ha cantado a Monterrey como Alfonso Reyes y nuestras montañas ahora amenazadas por el crecimiento urbano desmedido y las intenciones de dañarlas para construir colonias, fraccionamientos y avenidas sobre ellas. 

sábado, 16 de mayo de 2015

El regiomontano universal: Alfonso Reyes de Monterrey

Antonio Guerrero Aguilar, Cronista Municipal de Santa Catarina


Indudablemente que la figura más conocida y emblemática de Monterrey en la república de las letras y en el de la vida cultural del México es Alfonso Reyes. Por su presencia en el mundo literario, su actividad cultural, su vida diplomática, el dominio que tuvo sobre todas las formas de expresión escrita, su pasión por la historia, las artes y las humanidades y como fundador y promotor de instituciones educativas,  se le conoce con mucha razón el “Regiomontano Universal”.

Alfonso Reyes nació el 17 de mayo de 1889 en la ciudad de Monterrey y murió en la ciudad de México el 27 de diciembre de 1959. Sus restos descansan en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Fue hijo de uno de los gobernadores más influyentes en la historia de Nuevo León, el general Bernardo Reyes y de Aurelia Ochoa. Don Bernardo quien también tiene una historia muy digna por contar, fue gobernador en tres periodos: llegó en 1885 para hacerse cargo de la comandancia militar de la región y para calmar las rivalidades entre dos grupos opositores (el de Lázaro Garza Ayala y el de Genaro Garza García) asumiendo también la jefatura política del Estado hasta 1887, luego de 1889 a 1900 y en 1903. Entre el 1900 y el 1902 fue secretario de Guerra y Marina. Como era uno de los posibles candidatos y cabeza de un grupo político que podían llegar al poder en 1910, fue desterrado por Porfirio Díaz con misiones diplomáticas.

Alfonso vivió su infancia en Monterrey. Inició su carrera literaria desde su niñez. Aquí aprendió sus primeras letras y hasta fue alumno del honorable Colegio Civil. Ya instalado en la ciudad de México, acude a la Escuela Nacional Preparatoria. Se  graduó como abogado en la Universidad Nacional de México en 1913. Junto con José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña y Antonio Caso, fundaron el Ateneo de la Juventud en 1909. Contrajo matrimonio con Manuela Mota y tuvieron un hijo llamado Alfonso.

Cuando ocurrió la Decena Trágica en febrero de 1913, fue testigo de cómo se padre murió frente al palacio nacional. Por eso tiempo era el secretario de la Escuela Nacional de Altos Estudios, antecedente de la actual Facultad de Filosofía y letras de la UNAM. Al llegar a la presidencia Victoriano Huerta en 1913, fue nombrado segundo secretario de la Legación Mexicana en París. En plena guerra mundial se trasladó a España en donde se dedicó al ejercicio literario, a la promoción cultural y a la docencia. En 1920 se le vuelve a llamar como miembro de la Legación Mexicana en Madrid. Una carrera diplomática que lo llevó a representar a México como embajador en España, Francia, Argentina y Brasil.

Regresa a México en 1939 para organizar la Casa de España en México, convertida en 1940 en el Colegio de México y cuyo consejo presidió hasta su muerte. Fue también uno de los fundadores del Colegio Nacional integrado por distinguidas personalidades de la ciencia, las artes y la cultura, dedicados a difundir el espíritu y el pensamiento que integran los diversos aspectos de la mexicanidad.

Amante de los libros, logró reunir un excelente fondo bibliográfico al que cariñosamente llamó Capilla Alfonsina y que la Universidad de Nuevo León adquirió al poco tiempo de morir don Alfonso. Ahora es una gran dependencia universitaria llamada Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria, con un gran edificio y diversas salas en donde se promueve el origen, el espacio, el sentimiento y el conocimiento de Nuevo León. Precisamente, desde su estancia en el extranjero, publicó un voto por la Universidad del Norte, para que Nuevo León contara con una universidad que vio su origen en 1933. Toda su obra está integrada por los diversos estilos literarios que manejó con pasión y maestría. Las obras completas de Alfonso Reyes constan de 26 volúmenes y se pueden conseguir en el Fondo de Cultura Económica.


Ahora, ¿por qué su obra es tan distinguida e importante para Monterrey? Porque en sus estancias tanto en la Ciudad de México, como París, Madrid, Buenos Aires y Río de Janeiro recordaba a su solar nativo. Hizo una publicación que llamó “El Correo de Monterrey” en el cual decoró con viñetas de su autoría y en la que continuamente evocaba espacios y tiempos regionales. Especialmente porque entre sus pasiones destaca su amor por la ciudad donde nació y por la montaña que le sirve de emblema. Tenemos fragmentos de sus obras que nos hablan de ello:







Romance de Monterrey

Monterrey de las montañas
Tu que estás a par del río,
Fábrica de la frontera
Y tan mi lugar nativo,
Que no sé cómo añado
Tu nombre en el nombre mío:
Pues sufres a descompás
Lluvia y sol, calor y frío
Y mojados los inviernos
Y resecos los estíos.

Monterrey de las montañas
Tu que estás a par del río
Que a veces te hace una sopa
Y arrastra puentes consigo
Y te deja de manera
Cuando se sale de tino
Que hasta la Virgen del Roble
Cuelga a sacar vestidos.

El sol de Monterrey

No cabe duda: de niño,
A mi seguía el sol.
Andaba detrás de mí
Como perrito faldero;
Despeinado y dulce,
Claro y amarillo,
Ese sol con sueño
Que sigue a los niños.

Yo no conocí en mi infancia
Sombra, sino resolana,
Cada ventana era sol
Cada cuarto ventanas.

Traigo tanto sol adentro
 Que ya tanto sol me cansa.
 Yo no concí en mi infancia
 Sombra, sino resolana.

Dejó constancia por el amor y admiración por el Cerro de la Silla:

Llevo el Cerro de la Silla
En cifra y en abstracción:
Medida de mis escalas,
Escala en mi inspiración,
Inspiración de mi ausencia
Ausencia en que duermo yo.

Oh Cerro de la Silla
Quien estuviera en tu horqueta,
Una pata pa´Monterrey y
Otra pa´Cadereyta.

Oh Cerro Mitológico
Quien estuviera en tu cima
Para admirar desde lo lejos

Al famoso tecnológico.

jueves, 14 de mayo de 2015

En torno al día del maestro

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista Municipal de Santa Catarina

Hay muchas formas para referirnos a los maestros. Les decimos profesores, docentes, maestros o mentores. La palabra profesor tiene que ver con el verbo profesar. El prefijo “pro” indica una acción decidida y además de que las cosas se hacen públicas. La otra raíz etimológica de profesor viene de “fateri” que en latín significa hablar, declarar, confesar, reconocer o demandar. En sí, el profesor es el que habla en público. Pero también profesor tiene algo que ver con el profeta, los hombres de Dios que hablaban en su nombre y tenían la facultad de anunciar y denunciar. Mientras que el docente viene del latín “docens”, quien enseña. De ahí que se diga que el maestro es el docente y el alumno es el discente o sea quien es enseñado. Y ese concepto tiene que ver con la palabra disciplina. Por eso hay una sentencia: la verdadera enseñanza de la educación consiste en saber hacer las cosas en el momento indicado, aunque no quiera hacerlas. Y obviamente la disciplina tiene que ver con la voluntad, en cuanto “capacidad de querer”.


Enseñar nos remite al signo: una dimensión semántica que implica la posibilidad representada a su objeto y de cómo este demuestra su esencia. Maestro viene de “magistrare” algo noble que denota grandeza y que a su vez está relacionado con la palabra madre. En latín lo contrario a “magistrare” era “ministrare” que literalmente significa servir. Por su parte, Méntor era el nombre del profesor que Ulises confió la educación de su hijo Telémaco. Hoy en día, en las escuelas que ofrecen una educación bilingüe les llaman mister, miss o teacher. Entre los griegos el “misteris” era quien mostraba gradualmente una enseñanza divina. De ahí viene la palabra misterio, Ya con los cristianos, el misterio es algo oculto que se va develando poco a poco. Entonces quien tiene esa función es el “misteris”: de hacer evidente algo que no se sabe o se conoce.

La importancia del maestro como formador y agente del cambio social ha sido reconocida en México desde 1917, cuando en el Congreso Constituyente de la Unión, dos diputados; uno por Nuevo León el maestro Jonás García originario de Santa Rosa de Apodaca y el otro por Coahuila, el Dr. Enrique Viesca Lobatón  de Parras de la Fuente, presentaron la propuesta ante el pleno para que fuera instituido el “Día del Maestro” fijando la fecha del día 15 de mayo.  La iniciativa fue aprobada en la sesión correspondiente del 20 de octubre de 1917.

Después de leerse la iniciativa, el diputado Eduardo Hay no aceptó esa fecha, pues argumentó que regularmente caería entre semana y se interrumpirían las clases para irse de fiesta o a una comida. Por lo tanto propuso el festejo para el primer domingo de mayo, pero solo seis diputados de los 134 que integraban aquella legislatura lo apoyaron. Luego pasó al senado en donde se aprobó por unanimidad.  En consecuencia el entonces presidente de la República don Venustiano Carranza Garza, emitió el decreto respectivo el 23 de noviembre de 1917. La primera conmemoración del Día del Maestro en México fue el 15 de Mayo de 1918.

En Nuevo León, profesor Emeterio Lozano, (entonces director general de Instrucción Primaria) envió una carta al congreso local el 24 de abril de 1918 en la cual demandaba a los diputados nuevoleoneses  para que también se instituyera un día especial para los maestros. Por lo que la Comisión de Instrucción Pública integrada por Santiago Roel Melo, Alberto Chapa y Gregorio Morales Sánchez, declaró secundar el Decreto del Congreso General para que también se reconozca a los maestros de Nuevo León en el 15 de mayo.

Como ya hemos señalado, el promotor de dicha iniciativa fue el profesor Jonás García, que nació en Santa Rosa, Apodaca en 1872 y falleció en Monterrey en 1960. Además de ser diputado en el Congreso Constituyente de la Unión, ejerció el magisterio en Sabinas Hidalgo, Lampazos y Monterrey, en Saltillo, Coahuila y en San Antonio, Texas. En Nuevo León llegó a ser el Director de Educación, así como en el estado de Tamaulipas.

Conviene destacar que los pilares de la Escuela Nuevoleonesa de la Educación son nuestros beneméritos, entre los que destacan Miguel F. Martínez nacido en 1850 en Monterrey y fallecido en 1919. Estudió para ingeniero topógrafo. También se distinguió como músico y director de orquestas y escribió para revistas y periódicos. En 1881 dirigió la Escuela Normal. Intervino en la creación de la Biblioteca Pública del Estado. Fue maestro y funcionario en Nuevo León, Coahuila y en la Ciudad de México, en donde llegó a ser director de la Escuela Normal Nacional de Maestros y promovió la fundación de la Universidad Nacional de México en 1910. El Congreso del Estado lo declaró Benemérito de la Educación en 1918. La Escuela Normal de Monterrey lleva su nombre.

La escuela normal de Sabinas Hidalgo lleva orgullosamente el nombre de Pablo Livas, nacido en Marín en 1872 y fallecido en Laredo, Texas en 1915. Se distinguió por sus innovaciones como educador y autor de temas pedagógicos. Fue maestro en la Normal del Estado y de la Academia de Señoritas. Fue declarado Benemérito de la Educación por el Congreso del Estado en 1972.

Otro destacado maestro fue Plinio Ordóñez, nacido en 1882 en Montemorelos y murió en Monterrey en 1970. Egresado de la Normal en 1900. Dirigió escuelas en General Terán, Villaldama y Monterrey. Se distinguió como pedagogo organizando eventos sobre su especialidad en Monterrey. Participó en la fundación de la Universidad de Nuevo León en 1933, de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística en 1943 y de la biblioteca de Montemorelos. Fue declarado Benemérito de la Educación por el Congreso del Estado en 1968.

La escuela normal de Montemorelos honra la memoria de Serafín Peña. Nacido en San Sebastián de los Lermas en Guadalupe en 1844 y murió en Monterrey en 1926. Estudió en el Seminario de Monterrey. Dirigió escuelas en Monclova, Coahuila, Bustamante y Monterrey, Nuevo León. También fue director de la Escuela Normal. Se distinguió por la introducción de reformas escolares, por la organización de congresos sobre la educación y de la redacción de planes de estudio y de legislación educativa durante la gubernatura de Bernardo Reyes. Apoyó la creación de escuelas rurales y del establecimiento del primer jardín de niños en la entidad. En 1918 fue declarado Benemérito de la Educación por el Congreso del Estado. Autor de una buena cantidad de libros sobre historia y educación.


También son Beneméritos de la Educación, Moisés Sáenz Garza, creador de la escuela secundaria y de las escuelas rurales en México. Era originario de El Mezquital, Apodaca en donde nació en 1888 y falleció en 1941. Se distinguió como funcionario público, embajador y docente en diversos niveles educativos. Don Eugenio Garza Sada nacido en Monterrey en 1892 y fallecido en 1973. Promotor de la educación profesional y técnica en el estado. Fundador del ITESM. Don Humberto Ramos Lozano también nacido en Apodaca en 1911. Maestro, fundador de escuelas, funcionario, intelectual y destacado maestro. Por la calidad de los Maestros que Nuevo León ha forjado a través de sus instituciones formadoras de docentes, se habla de una “Escuela Nuevoleonesa”, un”orgullo estatal que ha trascendido a nivel nacional y por qué no decirlo, internacional.

En el marco de esta conmemoración, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), presenta una selección de indicadores sociodemográficos sobre la población ocupada en actividades educativas, con el propósito de contribuir al conocimiento sobre el tema en México.

Nada más para tener un idea a quienes se dedican a la enseñanza, en el año 2006, la población ocupada en actividades relacionadas con la educación ascendió a 1.6 millones de personas; de las cuales 1 millón 34 mil son mujeres y 610 mil hombres, siendo su distribución 62.9 y 37.1 por ciento, respectivamente. La mayor distribución porcentual de la población femenina y masculina ocupada en actividades educativas se concentra en el grupo de adultos de 30 a 44 años de edad con 48.9% y 44.8%, respectivamente. En ese año había en el país 1.6 millones de personas ocupadas en actividades relacionadas con la educación.

De las 1.6 millones de personas ocupadas en actividades educativas, 1 millón 34 mil son mujeres; es decir, 62.9% del total. De cada 100 hombres ocupados en actividades educativas, 14 se desempeñan en la educación superior; en contraste, de cada 100 mujeres, 7 laboran en dicho nivel. El promedio de ingreso mensual de la población ocupada en actividades educativas es mayor en los hombres respecto de las mujeres. Una proporción similar de maestras (63.2%) y maestros (60.8%), además de trabajar, realizan quehaceres domésticos; sin embargo, mientras que las mujeres dedican en promedio a la semana 21 horas, los hombres destinan 5 horas.


¡Felicidades a todos los maestros y maestras en su día!

Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico