Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa Catarina
Este 2 de julio del año en curso de
2015, el general Porfirio Díaz cumple un centenario de su desaparición física.
Sus restos descansan en París, Francia. Su última voluntad pidió que al morir
los repatriaran a su tierra, al México que gobernó desde el último tercio del
siglo XIX y principios del XX.Respecto a sus orígenes, una vez escribió: “Nací en la ciudad de Oaxaca el 15 de
septiembre de 1830. Mi padre fue José Faustino Díaz y mi madre Petrona Mori. Aunque
de origen español, mi padre era de los que llamamos raza criolla y mi madre
tenía encima media sangre india de raza mixteca. Mi padre era pobre cuando se
casó. Mirando que a su mujer no le gustaba vivir en la Sierra de Ixtlán, se
lanzó a correr fortuna y se trasladó a la costa que el estado de Oaxaca tiene
en el Pacífico... y puso una tienda en el valle de Xochistlahuaca. En los
últimos años de la vida, mi padre se hizo muy místico en Oaxaca, sin ser
fanático; era un católico muy ferviente. Rezaba mucho y aún llegó a usar un
traje monacal de los terceros de San Francisco, aunque no había recibido
ninguna orden eclesiástica.”
Fue el sexto de siete hijos, concebidos en el
matrimonio de José Faustino Díaz Orozco y María Petrona Cecilia Mori Cortés,
quienes se casaron en 1808. En 1819 la pareja concibió a su primera hija a la
que dieron por nombre Desideria. Dos años después nacieron los gemelos Cayetano
y Pablo, quienes murieron en la infancia; luego vino el nacimiento de dos
mujeres más, Manuela y Nicolasa. En 1830 nació Porfirio, y en 1833, el hermano
menor, Felipe Díaz Mori. En 1820, los Díaz fijaron su residencia en la ciudad
de Oaxaca en donde José Faustino Díaz se dedicó a la herrería. A las seis de la
tarde con treinta y dos minutos del 2 de julio de 1915, José de la Cruz
Porfirio Díaz Mori falleció a la edad de ochenta y cuatro años. Fue enterrado
en la iglesia de Saint Honoré l'Eylau, y el 27 de diciembre de 1921 sus restos
fueron trasladados al cementerio de Montparnasse en París. Su viuda Carmen Romero
Rubio volvió a México en 1931, dejando a
don Porfirio en su última morada. A partir de 1989, familiares e historiadores han expresado la
intención de regresar a México los restos de Díaz, sin que hayan conseguido
resultados. Aluden costos excesivos para el traslado, para algunos falta de
voluntad política, para otros es la negación de un trozo de nuestra historia,
de cuando México se instaló en la modernidad a la altura del concierto de las
naciones más desarrolladas del mundo.
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