viernes, 5 de junio de 2015

Los vientos y aires del noreste: el día mundial del medio ambiente

Antonio Guerrero Aguilar/

De acuerdo a estudios ambientales, Monterrey es la zona más contaminada de toda Iberoamérica. A decir verdad, vivimos en una zona metropolitana que comprende once municipios y de los cuales resaltan dos como los más perjudicados por las emisiones de polvo y demás poluciones derivadas de las pedreras, fábricas, de los escapes de los autos y de los vientos que nos llegan (aunque Usted no lo crea) desde Saltillo y Ramos Arizpe al poniente y desde la refinería de Cadereyta Jiménez al oriente. 

Esto nos hace pensar en el Día Mundial del Medio Ambiente, cuyo lema para éste 2015 fue Siete mil millones de sueños. Un solo planeta. Consume con moderación. Esto es una ocasión propicia para reflexionar y conscientizar respecto al daño que estamos provocando al medio ambiente.  El 15 de diciembre de 1972 de la Asamblea General de Naciones Unidas, celebró una Conferencia sobre el ambiente en Estocolmo, Suecia; de la cual surgió  la iniciativa para celebrar el 5 de junio de cada año (a partir de 1973) como el Día Mundial del Medio Ambiente.


Se supone que el Día Mundial del Medio Ambiente tiene la misión de sensibilizar a la población sobre temas ambientales, buscando la atención y la participación política tanto de gobiernos, empresas, organismos civiles, ciudadanos y universidades. Los objetivos principales son brindar un contexto humano, motivar a las personas para que se conviertan en agentes activos del desarrollo sustentable y equitativo; además promover el papel fundamental de las comunidades en el cambio de actitud hacia temas ambientales, y fomentar la cooperación para que el medio ambiente sea sostenible, pues ésto garantizará que todas las naciones y personas disfruten de un futuro más próspero y seguro.

En el Día Mundial del Medio Ambiente se realizan múltiples actividades: concentraciones en calles, conciertos ecológicos, ensayos y competencias en escuelas y colegios, plantaciones de árboles, campañas de reciclaje y de limpieza, entre otras. Aquí en Monterrey sólo programaron una serie de conferencias respecto a la importancia de cuidar y proteger el medio ambiente. Mientras en otras naciones se considera a éste día como un suceso digno de celebrar; parece que en Monterrey y sus municipios conurbados esto pasó de noche. Ciertamente, tal vez se hagan iniciativas de grupos y ciudadanos, pero en forma aislada que parecen imperceptibles ante la opinión pública. En los países serios y preocupados por su medio ambiente, en éste día se da la sinergia y la oportunidad para firmar o ratificar convenios internacionales y que obligan a establecer estructuras gubernamentales permanentes relacionadas con el manejo ambiental y la planificación económica. Y en la zona más habitada del noreste mexicano, se privilegió la llamada “veda electoral” y con ella se justificaron para no hacer proyectos que atañen a la vida política, social, económica y cultural de nuestros pueblos.

La calidad del aire se puede ver de distintas perspectivas. Desde la mitología griega y sus mensajes cargados de sentidos que explican o entienden el origen del aire como algo vital para el medio ambiente; como una realidad etérea. Para los griegos Eolo es el dios de los vientos; vivía en la Isla de Eolia con sus seis hijos y sus seis hijas. Zeus le dio el poder de controlar los vientos y los tenía encadenados, liberándolos a su voluntad. Los vientos podían provocar desastres en el cielo, la tierra y las aguas. En la mitología griega, los Anemoi  (hijos de Astreo y Eos) eran los cuatro dioses del viento, cada uno correspondiente a los puntos cardinales desde donde venían sus respectivos vientos, relacionados con las distintas estaciones y estados meteorológicos. Eran representados como simples ráfagas de viento y otras se les personificaba como hombres alados, e incluso en ocasiones tomaban la forma de caballos encerrados en los establos de su señor y gobernante.

Cada uno de ellos tenía su nombre: Bóreas el viento del norte que traía el frío aire invernal; Noto, el viento del sur que traía las tormentas de finales del verano y del otoño; Céfiro, el viento del oeste que traía las suaves brisas de la primavera y principios del verano y Euro, el viento del este, que no estaba asociado con ninguna de las tres estaciones griegas. Los romanos llamaban a sus deidades los Venti, una palabra latina de la cual se deriva viento. 

En la mitología griega Éter es un elemento, es el más puro y más brillante que el aire, y a la vez la región que ocupa este elemento. También es la personificación de dicho elemento al cual hicieron deidad. Para Homero, el Éter es concebido como una región por encima del aire y que a su vez está bajo el Uranos, como cielo y firmamento. Ahí es donde habitan los dioses y es el dominio de Zeus tras el reparto del universo. Incluso puede contener nubes, como uno de los atributos de Zeus junto con el rayo.

Hay cuatro elementos: la tierra, el agua, el fuego y el viento. Para los antiguos, hay una realidad etérea, inmaterial e intangible. Los minerales, las plantas, los animales y las personas tienen cuerpos físicos, pero lo que le da la vitalidad es algo más allá de lo físico, es la realidad etérea. Sin ese factor la entropía podría causar la desintegración de la física. En lo etéreo se dan formas de vida que pueden existir alrededor de nosotros que por carecer de los cuerpos físicos, son imperceptibles para nuestros sentidos físicos. 

Dice una canción: quisiera ser el aire que respiras tú. Gracias a la rosa de los vientos nos podemos ubicar. Sin aire y una buena calidad del mismo no podemos vivir. En 1804, cuando Alexander von Humboldt llegó al Valle de México, escribió en su diario Viajero: has llegado a la región más transparente del aire. Alfonso Reyes también lo refiere en la Visión de Anáhuac. Reitera en un poema escrito en 1927: No nos basta ya el paisaje: lo queremos con recuerdos". También Carlos Fuentes retoma esa frase tan emblemática.


Cuando nos referimos a la categoría de calidad, en primera instancia preguntamos ¿cuál? Y si tiene que ver con la calidad del aire, entonces cuestionamos si es limpio o sucio lo que respiramos. Como cronistas e historiadores, sabemos que más antes (como aún se dice en nuestros pueblos) no había tantos problemas relacionados con el medio ambiente: aire puro, más lluvias en meses como mayo y septiembre, menos calorones o tal vez no se sentían igual.  Hoy en día la calidad del aire es un problema que padecemos en especial las mega ciudades. Y nosotros en Nuevo León habitamos una compuesta por once municipios y otro tanto que los rodea. En toda esta región se liberan grandes cantidades de contaminantes que nos causan molestias en los ojos, piel y vías respiratorias y forman brumas que nos impiden apreciar el paisaje. Monterrey es la ciudad más contaminada, debido a las chimeneas, escapes de vehículos automotores, a la quema irregular de materiales tóxicos y dañinos, al polvo que sacamos de los ríos y de las montañas. Aún tenemos pedreras cerca de nuestras casas. Y en específico Santa Catarina y García se llevan las palmas, pues por mi Solar Poniente, cruza y coincide un corredor en donde están enlazados cerca de 25 municipios.


Estamos en medio de una rosa de los vientos: nos llegan los vientos frescos y húmedos de la Sierra Madre que regulan el régimen térmico de la zona metropolitana. Del cañón del Huajuco los vientos húmedos y cálidos del Golfo, del oriente, desde Los Ramones y Cadereyta los vientos secos y cálidos del plano inclinado del Golfo, de las llanuras esteparias y por la cuesta de los Muertos nos llegan los vientos secos y fríos de la Mesa del Norte. En éste valle se forma un remolino que nos trae vestigios contaminantes de las principales zonas industriales de la región.  Aquí más que en ningún otro sitio observamos los efectos del barlovento y el sotavento. Por ejemplo, las Mitras del lado de Santa Catarina no tiene vegetación mientras que del lado de Monterrey la situación es otra. Incluso los ancestros llamaron a la Sierra Madre la sierra de la Huasteca que comienza desde Allende, continúa en Santiago, una parte en Monterrey, San Pedro Garza García y termina en Santa Catarina. La Huasteca en cuanto a su origen etimológico de reserva del agua como de los vientos que nos llegan desde la Huasteca en el Golfo de México.

Esos vientos y sus efectos dejaron humedad en nuestras montañas. Los vientos llevan humedad que se guarda en los arbustos, plantas, árboles, cactáceas, agaves  y pinos. Con una flora y fauna tan característica y propia, amenazada y expuesta; por ejemplo dañaron los ecosistemas al pie de la Sierra Madre cuando hicieron la autopista Monterrey-Saltillo. La sierra alta de Santa Catarina cuenta con el mayor número de variedades de pinos concentrados en un solo territorio. Pero la zona boscosa de Santa Catarina y Santiago presentan plagas y tala inmoderada. 

Estamos en medio de desiertos y montañas que nunca no fueron desiertas. Ahí se generó la vida que promovió el establecimiento de nuestros ancestros desde 1577. De ahí la importancia de replantear, exigir, estudiar y proponer nuevos mecanismos que nos permitan tener una conciencia de la importancia de la atmósfera limpia para el bienestar de la población y del medio ambiente para el mundo en el cual nos movemos y existimos.


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Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico