miércoles, 3 de junio de 2015

La catedral de Monterrey: honrando a un ícono regiomontano

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de la Ciudad de Santa Catarina


La catedral es un templo donde tiene su sede el obispo. Sobre la parte visible del presbiterio está un sillón, mejor conocido como cátedra y desde el cual, el prelado se dirige a su pueblo.  Como se advierte, catedral viene de cátedra. Hoy en día se le considera el templo principal de la diócesis o de cada iglesia particular. Es el lugar desde donde el obispo como pastor preside la comunidad a su cargo, enseñando la vida de fe y la doctrina de la Iglesia. A lo largo de la historia, las catedrales surgieron como una nueva construcción o como evolución de una iglesia monacal elevada al estatus de sede del obispo al igual que del cabildo eclesiástico. Regularmente se asocia la palabra catedral a un carácter monumental sobresaliendo del resto de los templos por lo grandioso y las amplias dimensiones que tiene.

La iglesia católica dejó ser perseguida cuando Constantino quedó como emperador, reconociéndola como la religión oficial del imperio. En consecuencia se vio obligada a estructurar una jerarquía más formal de la establecida hasta entonces. En el siglo VI aparecieron los primeros obispos con ese nombre en las cinco diócesis de la cristiandad: Roma, Antioquía, Alejandría, Jerusalén y Constantinopla. Todas a cargo de un obispo.

Obispo es una traducción del griego “episkopos”, palabra formada con el prefijo “epi” con la cual se designa a lo que está sobre o encima de algo y “skopos” relacionado con ver, mirar o inspeccionar. En consecuencia, en sentido estricto el obispo es alguien que está por encima y en una posición privilegiada. De la palabra viene telescopio, microscopio, oftalmoscopio entre otras más. Con el crecimiento de la Iglesia, algunos obispos asumieron posiciones más altas. Ellos fueron llamados los “arkhiepiskopos”, algo así como los jefes de los obispos. En latín medieval quedó en “archiepiscopus” y al castellano como arzobispo. Arqui es un derivado de “arkhein”, cuyo significado tiene que ver con el primero, el superior; también está presente en numerosos vocablos españoles, como archipiélago, archiduque, arquitecto, monarquía, oligarquía, anarquía y también en arquidiócesis la cual es una jurisdicción territorial y pastoral del arzobispo.

En el 2013, la catedral como sede del arzobispado de Monterrey cumplió 180 años. Pero como templo tiene sus orígenes en la llamada Iglesia Mayor o templo parroquial. Cuando llegaron los primeros pobladores a Monterrey en 1596, destinaron un lugar para la construcción de la iglesia mayor. Seguramente su hechura fue muy sencilla y susceptible a la destrucción. En 1611 llovió tanto que destruyó a la primitiva ciudad y se buscó un lugar más seguro y menos riesgoso. La traza de la nueva ciudad a partir de 1612 comprendía un lugar para la iglesia mayor, otro para la plaza de armas y las casas consistoriales. El templo de la nueva ciudad comenzó a construirse en 1626 con la autorización del obispo de Guadalajara. La hechura se hizo gracias a pobladores como Miguel de Montemayor, Pedro de Romero, Martín de Zavala y León de Alza. Para 1638 quedaron cerradas algunas bóvedas de la única nave que tenía y la obra del retablo para 1643 aún estaba en construcción. En 1673 el templo contaba  con las condiciones normales para el culto. No obstante para 1681 el templo otra vez se hallaba en mal estado. Por ese tiempo los fieles se daclaraban devotos de San Miguel Arcángel.


A principios del siglo XVIII decidieron  construir un templo acorde a las necesidades espirituales de la feligresía regiomontana. Por ejemplo en 1705 se había caído y para 1709 estaba siendo reedificado. Mientras se hacían las reconstrucciones se usó el templo de San Francisco Javier situado en las actuales calles de Morelos y Escobedo. De acuerdo a un informe de 1719 el templo estaba aún en construcción y sin techos capaces de resguardarlo de lluvias y temporales. Entre 1729 y 1731 comenzó a construirse la base de la cúpula. Nueve años después el templo constaba de una sola nave, con muros de cal y canto. Gracias a donaciones de familias como las de Francisco Ignacio de Larralde, Domingo Miguel Guajardo y José Salvador Lozano se pudo avanzar en su construcción. El maestro constructor se llamaba José Montalvo, quien murió el 10 de agosto de 1771 a consecuencia de una caída en uno de los andamios. Era un mulato libre casado con María Josefa Zambrano. En 1775 faltaban tres bóvedas. A su muerte continuaron las obras el maestro José Sorola y Medrano quien murió en 1782 y otro de nombre José Luis Alanís.

El templo quedó concluido en 1791 y llegó la orden del rey para habilitarla como catedral interina, pues estaban definiendo en dónde quedaría la sede el obispado establecido en 1777 en Linares; concluyeron los arcos y su forma respectiva más o menos como la tenemos hoy en día. Cuando Monterrey quedó como sede de obispado, se hicieron las reformas necesarias para su dignidad. Al llegar el tercer obispo don Ambrosio de Llanos y Valdés en 1792, trajo a un arquitecto francés llamado Juan Crousset con el fin de edificar la nueva catedral y para ello le asignaron un salario de diez pesos diarios. Al cabildo de la ciudad de Monterrey se le hizo excesivo el pago y hubo problemas entre el obispo, el gobernador y el cabildo a tal grado de que se pensó cambiar la sede episcopal a Saltillo. No obstante el obispo continuó con la construcción de la nueva catedral, eligiendo para ello un sitio al noroeste de los ojos de agua.

Llanos y Valdés planeaba una nueva traza urbana para Monterrey y gracias a su visión y esfuerzo comenzaron los trabajos que duraron unos tres años, en los cuales invirtieron unos 70 mil pesos. En 1798 Crousset dejó un informe señalando el estado de la catedral, quedando su construcción interrumpida.  Proyectaron la apertura de una calle para comunicar a la ciudad antigua con la nueva: la calle del Roble ahora llamado Juárez. Muerto Llanos y Valdés en 1799 y al quedar la sede vacante, el nuevo señor obispo Primo Marín y Porras que llegó en abril de 1803, no quiso continuar con la construcción de la nueva catedral, dejando al templo parroquial o iglesia mayor como sede episcopal. Gradualmente lo que se había construido en la nueva catedral, específicamente unos muros ya muy altos y fuertes, quedaron como sitios de protección y resguardo en contra de ataques a la ciudad.


La portada y la torre quedaron concluidas en 1800. En este templo le dieron la bienvenida y se rezó un TE DEUM cuando el jefe insurgente Mariano Jiménez entró a Monterrey en enero de 1811 y también fue testigo del asalto insurgente en el verano de 1813. En 1827 le fue colocado un reloj que trajeron desde la ciudad de México. Originalmente era solo una nave a la cual se le añadieron dos laterales con sus respectivas capillas y altares menores. En ella trabajaron Nicolás Tadeo Hernández, quien anteriormente había trabajado en los templos-catedrales de Zacatecas, Fresnillo y Saltillo y José Antonio Jiménez.

El 4 de junio de 1833 la catedral quedó consagrada por el entonces obispo José Belaunzarán y Ureña, dedicándola a nuestra señora de la Inmaculada Concepción. A la construcción siguieron quitando o añadiendo elementos arquitectónicos de acuerdo a la mentalidad de la época y al gusto de los obispos. Durante la ocupación norteamericana en 1846, las tropas mexicanas guardaron la pólvora y las municiones, corriendo el peligro latente de ser destruida. Para 1849 los canónigos estimaban su valor en 200 mil pesos. Entre 1886 y 1900 estuvo como obispo don Jacinto López Romo quien elevó a sede arzobispal el 23 de junio de 1891 mediante la Bula “Illud in primis “ del papa León XIII.

La única torre que tiene se comenzó a construir en enero de 1891 y la terminaron en 1899. El primer arzobispo pagó con su peculio estas obras, como la reparación del interior, la instalación de piso mosaico, la reconstrucción de la sacristía, el inicio de la capilla sagrario, las balaustradas y la pavimentación del atrio. Tenía un retablo churrigueresco y se luego se le quitó de acuerdo a las exigencias conciliares, quedando definida la fachada al poniente, con una sola torre de tres cuerpos. En el lado opuesto de la fachada está el reloj que tenía un reloj instalado en la noche del 15 de septiembre de 1904. Y se adquirieron muchas esculturas realizadas por el artista queretano Manuel Núñez Fuentes. En 1943 se decoró el altar mayor con los frescos de Ángel Zárraga por encargo del señor arzobispo Guillermo Trischler y Córdoba.

Debajo del altar mayor están las criptas en donde descansan los restos de quienes han gobernado la diócesis, ahora convertida en arquidiócesis; como sede metropolitana y de la provincia eclesiástica correspondiente al noreste mexicano. Desde el siglo XVIII para recibir los cuerpos de los primeros prelados como fray Antonio de Jesús Sacedón y fray Rafael José Verger, luego los de Ignacio de Arancibia y Hormaegui y Primo Feliciano Marín y Porras.


La catedral de Monterrey, es testigo silente y activo de la historia de Monterrey y de la evolución religiosa del noreste mexicano. Dicen que está comunicada por túneles a las principales casonas de los alrededores. Uno de los templos predilectos para bodas de la sociedad regiomontana y desde ella, nuestro actual arzobispo Rogelio Cabrera López  nos recuerda la labor del pastor que cuida y da la vida por sus ovejas.

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Santa Catarina, Nuevo León, Mexico