viernes, 10 de abril de 2015

A la memoria de Emiliano Zapata

Antonio Guerrero Aguilar, Cronista de la Ciudad de Santa Catarina

Emiliano Zapata nació el 8 de agosto de 1879 en San Miguel Anenecuilco, Morelos. Hijo de Gabriel Zapata y Cleofás Salazar. Con tan solo 10 años, fue testigo de la tristeza y el coraje de su padre cuando un cacique del lugar mandó quitarles sus tierras. Hacia 1896 murieron los padres de Emiliano por lo que tuvo que dedicarse a las labores agrícolas y a la arriería. Como charro consumado, en 1906 fue contratado por Ignacio de la Torre y Mier, yerno de don Porfirio para que se hiciera cargo de las faenas de la hacienda de Tenextepango.


Emiliano siempre participó de lado de quienes se sentían despojados de sus tierras. A cada rato y por rebelde lo metían a pelear entre la leva. Por lo mismo, en 1909 fue comisionado de parte de un consejo de ancianos para organizar una junta de defensa y tramitar ante las autoridades respectivas el regreso de sus tierras. Zapata fue hecho prisionero, más al salir de la cárcel repartió tierras a sus campesinos. Todos sus conocidos en Morelos sabían que el indio suriano practicaba hábilmente la táctica de guerrilla y lo único que quería era aplicar la justicia social, regresar la tierra a sus verdaderos dueños y ayudar a los desposeídos que lo vieron como un justiciero que peleaba a favor de los explotados del campo. Por eso, su frase célebre lo describe perfectamente: “Tierra y Libertad”.

El año de 1911 fue decisivo para el pueblo de Morelos que se levantó en armas siguiendo el llamado del Plan de San Luis. Inmediatamente con sus tropas propinó sonadas derrotas al ejército federal. Por ello Porfirio Díaz decidió que Aureliano Blanquet y Victoriano Huerta se hicieran cargo de Zapata a quien consideraban como un simple bandido. Cuando Francisco I. Madero llega a la presidencia, Zapata se pronunció en contra de su régimen al acusarlo de continuar con las mismas prácticas injustas del porfiriato y para ello antepone el Plan de Ayala al de San Luis.

El Plan de Ayala fue acordado en la Villa de Ayala, Morelos el 28 de noviembre de 1911. Ahí, un grupo de prominentes campesinos, entre los que se hallaba el mismo Zapata, Otilio Montaño, José Trinidad Ruiz, Eufemio Zapata, Jesús Morales entre otros más. En el Plan de Ayala se desconoció a Madero como presidente, decidieron continuar la revolución al amparo del Plan de San Luis pero con reformas sociales como la de regresar las tierras y el patrimonio ancestral a sus originales propietarios, mejorar la condición económica de los hombres del campo y de sus familias, nacionalizar los bienes de los hacendados e inversionistas que se habían beneficiado con las políticas económicas del porfiriato; decidieron nombrar a Pascual Orozco como jefe de la revolución y en caso de no aceptar, dejar a Zapata en su lugar, nombrar a un presidente interino que convoque a nuevas elecciones y juzgar como traidores a los militares que se opongan al Plan de Ayala.

Entonces Madero pidió a Felipe Ángeles que le hiciera frente a los reclamos zapatistas contenidos en el Plan de Ayala. Pero en un hecho excepcional, tanto Ángeles como Zapata entendieron el verdadero sentido de la revolución y mantuvieron con paz y tranquilidad al estado de Morelos.

Después de la Decena Trágica, Zapata y su ejército suriano se unen al Plan de Guadalupe y se levantaron en armas en contra del usurpador Victoriano Huerta. Inmediatamente Zapata aprovechó para aplicar los principios del Plan de Ayala para repartir las tierras a los campesinos. Al triunfar dicha revolución en 1914, Zapata como Villa desconocieron el liderazgo de Venustiano Carranza como primer jefe constitucionalista, por lo que los principales jefes revolucionarios se trasladan a la ciudad de Aguascalientes que hizo suyos los reclamos del Plan de Ayala.

El 4 de diciembre de 1914, en Xochimilco, Villa y Zapata formaron un pacto para luchar juntos en contra del constitucionalismo. Es cuando la División del Norte y los guerrilleros del Ejército Libertador del Sur, deciden una alianza militar; para ello la División del Norte hacía suyos los postulados del Plan de Ayala, la de apoyar a los campesinos surianos con armas y municiones y buscar un presidente civil que diera fin a la lucha revolucionaria. También se dispuso que los dos bandos, avanzaran sobre la ciudad de México. Fue cuando se vio a los zapatistas portar el estandarte de la Virgen de Guadalupe a su entrada a la ciudad de México. Momentos memorables para los mexicanos quienes vieron tanto a Villa como a Zapata juntos. En esa legendaria ocasión, Villa aparece sentado en la silla presidencial y al levantarse le dice a Zapata: “Te toca”, a lo Zapata le responde que él no peleó por política sino para regresar la tierra a los campesinos.


Después de las derrotas a la División del Norte en 1915, Zapata rompió definitivamente con los carrancistas. Dueño de su estado y de otras regiones circunvecinas realizó una reforma agraria en beneficio de los campesinos. Por su parte, Carranza dispuso una serie de medidas tanto políticas, económicas y militares para derrotar a Zapata y a su Plan de Ayala. Para ello dispuso que Pablo González Garza encabezara la campaña carrancista en contra de Zapata. Los zapatistas se hacen fuertes en algunas regiones de Morelos y Guerrero en donde los carrancistas no pudieron con el guerrillero del Sur.

En 1918 las tropas carrancistas tomaron Cuernavaca. Fue cuando comenzó a tener contacto epistolar con Jesús Guajardo quien le hizo creer que mantenía diferencias con su jefe Pablo  González. Zapata invitó a Guajardo para que se sumara al Ejército del Sur para desconocer a Carranza. Esta noticia llegó hasta ellos quienes por fin decidieron aprovechar la confianza de Zapata para hacerlo caer en una trampa. Desde tiempo atrás Guajardo, participaba en algunas batallas en contra de las tropas constitucionalistas para hacer creer a Zapata que se pasaría a su grupo.


Guajardo invitó a comer a Zapata en la hacienda de Chinameca, Morelos. Al ingresar se vio envuelto en una balacera que terminó con la vida de Emiliano. El 10 de abril de 1919 murió acribillado mi general Zapata. A Jesús Guajardo le dieron 50 mil pesos y lo ascendieron a general, pero luego murió a manos de los obregonistas que triunfaron con el Plan de Agua Prieta en 1920, específicamente en contra de Adolfo de la Huerta, quienes decidieron hacerle un juicio sumario en Monterrey.


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Santa Catarina, Nuevo León, Mexico