Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina
La palabra pascua viene del hebreo “pesaj” que significa
literalmente paso. Es una festividad que nos recuerda la liberación y salida del
pueblo hebreo de Egipto. Guiados por Moisés, debieron esperar 40 años para
llegar a la tierra prometida. Un número relacionado con los 40 días en que
Jesús vivió en el desierto meditando y orando, en donde también fue tentado por
el maligno antes de iniciar su misterio pascual. Por ello hay dos fiestas de
pascua, la judía y la cristiana.
Para poner fin a la antigua polémica en torno a la
celebración de la pascua, el emperador Constantino durante el concilio de Éfeso
en el año 325, solicitó se fijara un calendario único por medio de una ley
imperial. Una vez aprobado, encargó la tarea de fijar el tiempo pascual a la
Iglesia de Alejandría, la cual contaba con muy buenos astrólogos. En
consecuencia los sabios alejandrinos dispusieron una serie de normas: la pascua
tendría que ser en domingo por ser el día del Señor. No debía coincidir con la
pascua judía para evitar confusiones ni celebrarse dos fiestas de pascua en el
año, en especial porque el año nuevo comenzaba con el equinoccio de primavera,
antes de la entrada del Sol en la casa de Aries. Aun y cuando estaba vigente la
antigua disposición imperial, Roma no adoptó inmediatamente esa disposición de
los alejandrinos
Fue Dionisio El Exiguo, quien en el año 525 comunicó de
las bondades que tenía la celebración de la pascua a partir del primer
plenilunio de primavera. El plenilunio o luna llena es una fase lunar que
sucede cuando la Tierra se halla situada exactamente entre el Sol y la Luna.
Propuso celebrar a la pascua de Resurrección el domingo inmediato a la primera
luna llena tras el equinoccio de primavera, que pensaban ocurría el 21 de
marzo. Por ello, la pascua no debía celebrarse ni antes del 22 de marzo ni
después del 25 de abril. La celebración de la pascua o cuaresma como también se
le conoce, como periodo previo a la Semana Santa cambia cada año, pues depende
de la primer luna llena que ocurre después del 21 de marzo. Se toma el domingo
de Resurrección, se recortan 40 días y llegamos al Miércoles de Ceniza.
Regularmente vamos al templo a recibir ceniza y
recordamos nuestra condición de pecadores, peregrinos en este mundo, dispuestos
a la salvación y a la redención; de que somos parte de la tierra y a ella
regresaremos. Por eso nos imponen ceniza, la cual dicen debe hacerse con la
quema de los ramos que quedaron del Domingo de Ramos anterior. Debemos
prepararnos como lo manda la Iglesia a sus hijos, para participar del misterio
pascual comprendido en la Pasión, Muerte y Resurrección, vividos y
reflexionados durante la Semana Mayor en el Jueves y Viernes Santo, Sábado de
Gloria y Domingo de Resurrección.
Son días que exigen ayuno y abstinencia, además de
redoblar esfuerzos para hacer el bien a los demás. Como es un período de
renuncia, tenemos una etapa previa en la cual aprovechamos para vivir con fiesta
y alegría, a la cual llamamos carnaval o fiesta de la carne, con bailes,
disfraces y demás bullicios que tienen su origen en las fiestas dedicadas al
dios Baco en el imperio romano. Como viene un periodo de privación de la carne
y de los placeres relacionados a ella, debemos vivir plenamente unos días
previos al inicio de cuaresma, en donde se vivirá sin excesos y sin lujos, sin
comer carne de animales y en particular sin comer carne humana, pues somos muy
dados a hablar mal de los demás.
Son famosos los lugares en donde se hacen carnavales.
Sobrevive la costumbre en Roma, Nápoles y Venecia. En México los de Veracruz y
Mazatlán. Pero el que se lleva las palmas por las fiestas y desfiles que
realizan, es el de Río de Janeiro en Brasil. Ahí consideran al carnaval como
una fiesta de inversión social, pues los ricos se hacen pobres y los pobres
viven como si fueran ricos.
Ahora, ¿por qué relacionamos al conejo y los huevos con
la pascua? De acuerdo a una leyenda, un conejo se quedó encerrado en el
sepulcro de Cristo y fue testigo de su resurrección. Por eso debía anunciar la
alegría de la victoria de la vida sobre la muerte. Un anuncio que debía llegar
rápido a todos los puntos de la Tierra. Y el conejo es símbolo de fertilidad.
Basta con colocar una pareja de conejos una frente de otra para ver lo que
hacen inmediatamente. El conejo reparte huevos como señal de la resurrección de
Cristo, pues el huevo es el símbolo universal de la vida. Ciertamente al conejo
lo relacionaban en la antigüedad con la fiesta de abril dedicada a la diosa
pagana Astarté y con el culto a la madre naturaleza, a la vida, la fertilidad,
el amor y los placeres carnales.
Además el animalito posee patas traseras que lo impulsan
hacia adelante y patas delanteras con las que muy apenas se sostiene. Es un
dilema o coyuntura que tradicionalmente se nos presenta: alguien quiere avanzar
pero que no puede o simplemente no lo dejan. Por lo tanto necesitamos de los
demás para continuar con nuestra tarea. Yo recuerdo las palabras de mi mamá
cuando se refería a una persona que siempre quería sacar provecho para sí sin
importarle el beneficio de los demás: “es más largo que la cuaresma”. Una etapa
de preparación, respeto y sacrificio, como entrega a los demás.
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