sábado, 4 de abril de 2015

La Semana Santa en Santa Catarina

Antonio Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina

Como Ustedes saben, los días de la Semana Santa  se fijan a partir de la primera luna llena de primavera. Se recortan cuarenta días y queda el Miércoles de Ceniza. La gente acude al templo a recibir el polvo que se hace con las palmas y las hojas dominicales que se quedaron durante el año anterior. Es día de ayuno y con eso también inicia la Cuaresma. Cada viernes del periodo, quedaban prohibidos el consumo de carnes rojas y en consecuencia, se hacían comidas tan ricas y nutritivas como el pescado preparado en muchas formas, los nopalitos guisados, las tortitas de papa o de camarón y la tradicional capirotada.

Hoy en día se plantea un nuevo sentido a evitar el consumo de carnes rojas durante los viernes de cuaresma. Es más bien la intención de renunciar a los “placeres de la carne” y especialmente para dejar de consumir “carne humana” con nuestros malos comentarios, chismes y envidias hacia otras personas.

En el templo se preparaban los ejercicios espirituales y la liturgia orientada a la vivencia del Misterio Pascual: la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo, contenidos en tres días que dan razón a la llamada Semana Mayor: los días santos del jueves, viernes y sábado.  En el Jueves Santo se conmemora cuando  Cristo instituyó el sacramento de la Eucaristía, también conocido como la Última Cena. Durante la ceremonia antes del ofertorio,  se hace el “Lavatorio” de los pies. Ahí el sacerdote celebrante toma una toalla y una bandeja con agua y lava los pies de doce varones, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena. Se renuevan las promesas del sacerdocio por quienes optaron por ese seguimiento. En la mañana de este día o el anterior, preferentemente en las catedrales de cada diócesis, el obispo reúne a los sacerdotes en torno al altar y, en una Misa solemne, se consagran los Santos Óleos que se usan en los sacramentos del bautismo, confirmación, del orden sacerdotal y para la unción de los enfermos.

También se recuerda la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní, la gente acude a visitar los siete templos y se reparte el pan. Algunos lo comen como señal de gratitud y otros lo guardan para que la Providencia no deje de brindarnos su generosidad.  La gente ya salió de vacaciones y son días de convivencia, de descanso. Pero a veces también de excesos en lugares públicos o privados. Los ríos y balnearios repletos de bañistas. Otros en fincas de descanso y algunos de comunidades alejadas haciendo trabajo comunitario en las tradicionales misiones. El jueves comienza el llamado Triduo Pascual que nos anuncia la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

Luego acuden a visitar los siete templos para continuar con la tradición. Todavía en la década de 1980 los feligreses debían trasladarse hasta Monterrey para visitarlos o en vehículos acudían a los templos y capillas aun escasos en el municipio. Se hace la vigilia en honor al Santísimo Sacramento. El único día en que no hay ceremonia litúrgica de la misa es el viernes de la Semana Mayor. En el Viernes Santo se conmemora el sacrificio y la crucifixión con el vía crucis. Originalmente se hacía alrededor del templo, y desde hace unos 20 años la feligresía acude hasta el templo de Corpus Christi situado entre las colonias Santa Martha y Balcones de Santa Catarina. En el templo escuchamos y reflexionamos las Siete Palabras como testimonio profético del martirio de Cristo y le damos el pésame a la Virgen doliente y dolorosa. En éste día celebramos la pasión del Señor y con reverencia adoramos a la Cruz no como signo de muerte, sino como símbolo de Resurrección y triunfo sobre ella.

A punto de completarse, la Luna llena ilumina al cielo. A veces con los climas tan cambiantes en el noreste y lo mismo puede llover, sentirse el calor o padecer las inclemencias del tiempo. Si en el Jueves Santo actualizamos la promesa de la Eucaristía: “hagan esto en conmemoración mía”. El Viernes Santo recordamos la pasión y la muerte; mientras el día sábado, en la Gloria del Señor,  la victoria sobre la muerte. Desde entonces el camino a la eternidad está abierto y la puerta al cielo se nos presenta como promesa cumplida de aquel que venció a la muerte para darnos vida en abundancia.


De acuerdo a la liturgia cristiana, el Sábado de Gloria es el eje y el culmen del misterio pascual. Cristo resucitó de entre los muertos y subió al cielo en donde está a la derecha del Padre. En éste día se hace la Vigilia Pascual, la misa, la bendición del agua, de los cirios y de las velas. Hoy damos testimonio de la vida eterna y de la victoria sobre la muerte. Para refrendar la promesa bautismal llevamos agua al templo. En algunos sitios para recordarlo se tiran y bañan con el agua. También se bendice el cirio pascual con el cual se presiden todas las ceremonias y acciones litúrgicas y nos hacemos partícipes llevando velas al templo para que también den garantía de la Luz del Sol que nace de lo alto y que vino a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte.

¡Qué curioso!, dicen que una veladora bendecida durante la ceremonia, puede calmar las lluvias torrenciales. Esta noche enlazamos el misterio de la Resurrección con el de la Encarnación y con la presentación de Jesús en el templo. El agua bendita asegura el don de la vida para los hijos del Padre Eterno. Y la vela ilumina nuestra existencia, aleja los malos espíritus y nos enlaza a la eternidad. Si el sábado es de gloria, el domingo es la fiesta del Señor, es la señal evidente de su Resurrección.

En La Fama el tiempo no se detiene pero camina a otro ritmo. Y como en muchos pueblos,  con la intención de linchar y quemar a un muñeco que representa a Judas Iscariote, quien traicionó a Cristo. En la colonia Obrera de Monterrey y en La Fama de Nuevo León, la fiesta se realiza en la tarde del Sábado de Gloria.  A principios de la década de 1940, un vecino de La Fama llamado Pánfilo Almaguer, se dedicaba a recolectar ropa y zapatos viejos. Hacía unas figuras de regular tamaño, les daba forma humana, las rellenaba con tortillas duras y pólvora. Luego en un cartón les ponía el nombre, primero de algunos personajes ilustres de la localidad. Una vez terminados los colgaba como si fueran piñatas entre la atarjea y la plaza principal. Convocaba a la gente y ya reunida les prendía fuego. Al explotar la pólvora del Judas, volaban por los aires las tortillas duras y la ropa vieja que pronto se quemaba. En tiempos del ex alcalde Atanasio González, el Consejo Promotor del Arte y la Cultura de Santa Catarina rescató la tradición a partir de 1992. Hoy en día,  para convocar a la gente inician con un desfile de carros antiguos por las calles y las colonias aledañas. Al obscurecer se queman tres Judas representados por unas piñatas en forma de diablos que tienen cohetes dentro y truenan. Los han dedicado a la inseguridad, al No al valle de reyes o cualquier otro problema que nos aqueja o amenaza.

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Me dedico a contar narraciones e historias en donde me piden y me invitan.

Santa Catarina, Nuevo León, Mexico