Antonio Guerrero Aguilar, Cronista de Santa Catarina
Un tráiler sin frenos: Mientras la señora Tere García de
Sepúlveda ofrecía su tercer informe de gobierno municipal de Santa Catarina el
15 de diciembre de 1991, de pronto se fue la energía eléctrica. Inmediatamente
conectaron una planta que habían pedido a la CFE para alguna emergencia. El
informe continuó. Sin más problemas a muy pocos se les advirtió el origen del
asunto: un tráiler que venía cargado con bultos de harina se había quedado sin
frenos para impactarse en unos negocios situados a la entrada de Santa Catarina. En lugar de buscar un sitio donde detenerse en
el trayecto de la carretera Monterrey-Saltillo, entró a Santa Catarina para
impactarse en unos negocios situados en la acera sur del cruce de Manuel
Ordóñez y Morelos.
En ese sitio había una refaccionaria, algunas casas, un
negocio donde cortaban el cabello y una taquería. Además de dañar los
inmuebles, el camión se fue sobre dos camiones que estaban subiendo pasaje, uno
de ellos de la ruta Infonavit Huasteca. Los resultados fueron terribles: cerca
de 50 muertos, muchos heridos y los daños materiales tanto a vehículos como a
las casas fueron evidentes. Al concluir el informe salí con la alcaldesa hasta
llegar al lugar del siniestro. Vimos muchos cuerpos tendidos sobre el asfalto
ya cubiertos con sábanas. El sitio parecía más bien un lugar en donde había
ocurrido un atentado. La gente llorando preguntando por sus deudos. Días
después se dijo que prohibirían la entrada de camiones cargados a la zona
urbana. Nunca lo han respetado. Los camiones pueden entrar a Santa Catarina con
y sin los remolques y la vigilancia vial no los amonesta o impide el paso. La
historia nos dice que al menos han ocurrido tres o cuatro accidentes por
camiones que se quedan sin frenos y no usan las rampas de seguridad situadas
entre el Sesteo de las Aves y la Cuesta de Carvajal.
Un tren que se llevó a un camión de pasajeros: Cerca de
las 6 de la mañana del 18 de diciembre del año 2000, un camión de la ruta 120
que recorría desde la Unidad Habitacional Adolfo López Mateos de Santa Catarina
a Monterrey; era conducido por Víctor Hugo García Rivera quien le quiso ganar
el paso al tren sobre la vía de ferrocarril que está en el cruce de la avenida
Cuauhtémoc; causando la muerte de al menos 16 personas y 17 heridos. Posiblemente
hubo más puesto que el camión iba repleto de pasaje. Después del encontronazo,
se escucharon gritos de horror y lamentos. Luego el ulular de las sirenas de
ambulancias, patrullas y granaderas.
Conforme pasaba la mañana esas escenas trágicas, fueron
cambiadas por los rezos, cánticos, momentos de silencio y el llanto de los
asistentes que no comprendían la imprevisión y la magnitud de un accidente que
bien pudo evitarse. Primero acusaron al chofer, luego a la ruta de camiones a
la que siempre le han achacado unidades en mal estado. Así como a
Transportación Ferroviaria Mexicana por no instalar el señalamiento adecuado en
los cruces de vías y no respetar los límites de velocidad en el área urbana
correspondiente a García, Santa Catarina, San Pedro Garza García y Monterrey. El
chofer huyó y para causar la impresión de
que estaban trabajando, le cambiaron el nombre y color a las unidades. Ahora
se le conoce como la Ruta 400. Los de la compañía ferroviaria colocaron plumas
y un sistema de alerta que anuncia el paso del ferrocarril y también pusieron luz
mercurial en los alrededores. Cada año los deudos llevan ofrendas a sus
difuntos. Lo raro es que al año, la pluma y la alarma se accionaron aun y
cuando no había paso del tren. Quienes se hallaban en el lugar recordando a sus
deudos lo consideraron como una presencia de la gente que ahí perdió la vida. Otro
accidente más que ha tocado a la comunidad de Santa Catarina.
En la mañana del Domingo de Ramos del 1 de abril de 2007,
un tractocamión con doble caja entró a Santa Catarina a la altura de la Puerta
a Monterrey por la calle de Manuel Ordóñez. Cargado con 60 toneladas de tubos
de acero, sin frenos; a su paso causó la muerte de al menos 15 personas, muchos
heridos y destruyó 20 casas y negocios en un trayecto comprendido entre las
calles de Primera Avenida y Zaragoza. El tráiler provocó cuantiosos daños a
casas, negocios y vehículos particulares. Derribó postes de la Comisión Federal
de Electricidad, por lo que todo el primer cuadro de Santa Catarina quedó sin
energía por varias horas al igual que cables de teléfono y medidores de gas
como de agua potable. Ahí en la tienda grande propiedad de los Martínez
Padilla, el camión detuvo su marcha. Una casona centenaria logró detener el
avance destructivo y fatal. Ese domingo por la mañana, algunos de los muertos
esperaban el camión para trasladarse a otros sitios. Otros sin deberla ni
temerla estaban en el lugar menos indicado. Luego el incendio, la gente que
salió de misa para ver el accidente regresó de nueva cuenta al templo
parroquial al ver la espeluznante tragedia. El entorno parecía más bien un
escenario de guerra.
La casa donde fue el accidente del tráiler el 1 de abril
del 2007 afortunadamente aún está en píe. Perteneció y la mandó construir don
Serapio Martínez Ayala, quien fuera un ilustre y próspero comerciante de la
localidad. Serapio Martínez nació en Santa Catarina el 14 de noviembre de 1873.
Hijo de Crispín Martínez de oficio labrador y de Porfiria Ayala. Contrajo
matrimonio con Anastacia Padilla. En 1895 abrió la tienda llamada El Centro
Mercantil. En ella se vendían ropa, calzado y abarrotes en general, situada en
la Calle Monterrey (luego llamada Manuel Ordóñez) número 11 esquina con
Zaragoza. A expensa suya se construyó la casa fechada en 1910 situada en el
mismo sitio. Mantuvo nexos comerciales con El Espinazo, en Mina, Nuevo León,
Monclova y la zona carbonífera de Coahuila. Figura en varios cabildos como
regidor. Promovió en 1899 el establecimiento de la línea telefónica con
Monterrey. Murió en Santa Catarina el 17 de abril de 1962. Patriarca de una
gran y extensa familia entre quienes figuran los Martínez y los Medrano, pues
una hija se casó con don Gabino Medrano. También descendientes suyos que viven
en Monclova como en San Pedro Garza García. Después del accidente muchos
propusieron la destrucción total del inmueble. Afortunadamente fue defendida
por el centro INAH de Nuevo León y se volvió a reconstruir la parte afectada.
En la entrada principal aún está una piedra que tiene las iniciales de don
Serapio Martínez Ayala, recordando al hombre que promovió su edificación en
1910.
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