Antonio
Guerrero Aguilar/ Cronista de Santa Catarina, Nuevo León
El
municipio de Ciénega de Flores, está situado en el valle antiguamente llamado
del Carrizal de los Ayguales, delimitado al norte y al oeste con Salinas
Victoria, al sur con Apodaca y parte de General Zuazua y al este con General
Zuazua. Está situada a 34 kilómetros al norte de Monterrey y posee una
extensión territorial de apenas 145,202 kilómetros cuadrados. Para llegar a
Ciénega de Flores se accede por la carretera a Laredo.
El
origen del lugar tiene que ver con una antigua estancia ganadera perteneciente
a don Gonzalo de Treviño, quien la adquirió mediante compra a don Diego de
Montemayor (el nieto) entre 1624 y 1634 de unas caballerías de tierra a las que
se conocían como de la Ciénega. Tiempo después el sargento mayor Pedro Flores
de Abrego, compró la hacienda en 1675 y por consecuencia se le llamó la Ciénega
de Flores.
Regularmente
se considera a María Cantú como la fundadora del lugar. Ella fue hija de
Jerónimo Cantú y de Juliana Treviño. Con su esposo Diego de Hinojosa pobló San
Antonio de los Llanos, pero debió abandonar el sitio cuando cayeron los
janambres en 1673 y mataron a su esposo. Ella también resultó herida y se
trasladó con su familia para poblar Ciénega de Flores. Ahí obtuvo mercedes de
tierras. En 1695 alegaba que sus dos hijos y tres yernos acudían continuamente a
la defensa de la frontera. Murió en ese lugar en 1705.
Ciénega
de Flores fue adscrita a la municipalidad de Marín en 1807 y se constituyó en
municipio el 23 de febrero de 1863. Un municipio con historia y rica tradición,
convertido en lugar de paso obligado a partir de la construcción del trazo
correspondiente de la Carretera Nacional México-Laredo. Ahora forma parte de la
llamada zona periférica que rodea la zona metropolitana de Nuevo León y
tendiente a un crecimiento demográfico considerable.
Tierra
de hombres y mujeres de bien que han dado lustre no solo a la municipalidad,
sino a Nuevo León. En ésta entrega voy a tratar a dos personajes como muestra
de la grandeza de los hijos de tan característico y peculiar municipio. En
Ciénega de Flores nacieron Julián Quiroga y Pablo Quiroga.
El rebelde imbatible: Julián Quiroga
Julián Quiroga es uno de los militares más afamados y
combativos de los que se tenga memoria a lo largo de nuestra historia. Fue uno
de los pilares militares al mando de don Santiago Vidaurri. Junto con Juan
Zuazua y en un tiempo con Ignacio Zaragoza y Mariano Escobedo. Fue de todos los
prohombres el único que permaneció leal a Vidaurri y por eso de le considera
imbatible como rebelde. Julián Quiroga nació en Ciénega de Flores el 29 de
enero de 1829, hijo de Cirilo Quiroga y Gertrudis Villarreal, aunque existe la
tradición oral que lo hace ser hijo natural de Santiago Vidaurri.
No se tienen registros acerca de su infancia, solo que
desde muy joven participó en la defensa contra los ataques de los llamados
indios bárbaros. Afiliado a la Guardia Nacional de su pueblo, apoyó diversas
campañas durante la revolución de Ayutla en 1854 y la guerra de Reforma entre
1857 y 1859. Precisamente en éste año, estuvo junto con Ignacio Zaragoza, quien
una vez se refirió a Quiroga de la siguiente forma: “Quiroga es la historia viva de nuestra campaña”. También se
distinguió durante le intervención francesa siendo líder del primer regimiento
de caballería y por su méritos en campaña, fue ascendido a coronel el 10 de
enero de 1862.
Quiroga fue de los pocos jefes fronterizos que permaneció
fiel a Vidaurri cuando se dio la ruptura con los principales jefes norteños,
debido al rechazo hacia Benito Juárez cuando éste quiso establecer la capital
de la República en Monterrey. Ya es de sobra conocida la rivalidad y las
consecuentes situaciones que se derivaron de la mala relación entre Juárez y
Vidaurri. Por ello, en el mes de abril de 1865, Vidaurri y Quiroga se afiliaron
al imperio en Salinas Victoria. En lugar de luchar contra los rebeldes y opositores
a la república, Quiroga junto con Vidaurri se dedicaron a perseguir a las
tropas leales a Juárez. Por sus campañas militares, el 21 de marzo de 1866,
Maximiliano de Habsburgo lo designó oficial de la Orden de Guadalupe y el 6 de
octubre de ese año, recibió nombramiento de jefe de inspectores de las
compañías residenciales en Nuevo León y Coahuila.
El 29 de marzo de 1867 le fue expedido el grado de
general de brigada por el Ministro de Guerra del Imperio, Nicolás de la
Portilla. En la imposibilidad de operar militarmente en Nuevo León, Quiroga se
refugió en Laredo, Texas en casa de Santos Benavides. Mientras tanto Vidaurri
acudió hasta la ciudad de México para asistir a Maximiliano. Esto trajo una
antipatía general hacia los dos jefes norteños, pues fueron de los pocos que
sirvieron a Maximiliano y en consecuencia, también fueron catalogados como
desertores y opositores al régimen republicano.
Una vez que fue derrotado el imperio, se amparó en la amnistía
de 1870 y apoyó a Jerónimo Treviño en su levantamiento contra Benito Juárez en
1871, durante la revolución de la Noria. Luego asistió fielmente al régimen de
Lerdo de Tejada y luchó contra Porfirio Díaz en la revolución de Tuxtepec, a
quien venció en la célebre batalla de Icamole en Villa de García el 20 de mayo
de 1876. Es muy conocida la anécdota de que Porfirio Díaz lloró después de la
derrota y le reclamó a Treviño y Naranjo: “No
decían que los de Nuevo León no pierden”, a lo que ellos contestaron: “¿A poco cree que Quiroga es de Oaxaca?”
Una vez que triunfó Porfirio Díaz en 1877, Quiroga fue
señalado por apoyar a Lerdo de Tejada y acusado de las muertes de varios
simpatizantes a la revolución de Tuxtepec. Fue consignado a un tribunal
presidido por el licenciado y teniente coronel José María Mier, fiscal
designado por el gobierno. Fue hallado culpable y condenado a muerte, fusilado
a las 4.30 de la tarde del 11 de enero de 1877 en el extremo sur de la actual
calle de Zuazua, siendo gobernador del Estado el Lic. Genaro Garza García. Fue
sepultado de acuerdo a su última disposición, en el rancho del Barranco en
Salinas Victoria.
Un militar indomable, que el juicio de la historia está
en deuda con Quiroga. Solamente los tiempos pasados saben las causas que llevaron
a abrazar una causa y de la cual sabían con certeza, de que no acabaría bien.
El jurisconsulto de Nuevo León: Pablo
Quiroga Treviño
Pablo Quiroga Treviño nació en Ciénega de Flores el 25 de
enero de 1903. Realizó sus estudios en la escuela León Guzmán y en el Instituto
Laurens de Monterrey. Luego en el Colegio Civil para continuar un año en la
escuela de derecho, concluyendo la carrera en la Universidad Nacional de
México. Obtuvo el título de abogado en 1928.
Fue maestro de derecho administrativo en la Universidad
de Nuevo León, escribiente, juez menor letrado, agente del Ministerio Público
Federal, oficial mayor y secretario general de Gobierno. El 27 de diciembre de
1933 fue nombrado gobernador constitucional substituto por renuncia de
Francisco Cárdenas. Ejerció el cargo hasta el 4 de octubre de 1935.
Durante su periodo al frente del gobierno de Nuevo León,
surgieron algunos problemas en el seno de la naciente universidad, en especial
por la vocación socialista prevaleciente que promovía el entonces presidente de
la República, el general Lázaro Cárdenas. Los alumnos opositores decidieron
suspender las clases, lo cual trajo la presencia del primer mandatario. Por su
parte, el gobernador Quiroga decidió derogar el decreto que daba vida a la
universidad y en su lugar promovió el llamado Consejo de Cultura Superior, que
administró las distintas dependencias e instituciones educativas.
En éste período, las actividades económicas de la entidad
repuntaron. Como abogado, promulgó las leyes de pensiones a servidores públicos
del Estado y de protección a la vivienda obrera. Indudablemente que su gobierno
fue muy sensible a las demandas de los obreros y a los conflictos laborales que
continuamente se presentaban en la entidad. También le tocó inaugurar la
carretera Monterrey-Saltillo en 1935.
Al concluir su periodo como gobernador, fue Magistrado
del Tribunal Superior de Justicia, diputado federal en la XLI legislatura.
Notario Público en Monterrey. Miembro del comité organizador de la Universidad
de Nuevo León. Presidente y miembro del Colegio de Notarios de Nuevo León.
Concurrió a diversos congresos sobre la materia en Roma, Montevideo y Atenas.
Autor de dos informes de gobierno y de un diario de viaje que permanece
inédito. Murió en la ciudad de Chihuahua el 15 de septiembre de 1987, pero fue
sepultado en Monterrey.
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